lunes, 4 de marzo de 2019

Sean Parker (cofundador de Facebook): las redes sociales crean una dependencia similar a las drogas



Se desconocen los efectos en el futuro de los jóvenes, pero cambia el modo de sentir y actuar.

ReL - 2 de marzo de 2018

Desde hace años Facebook influye sobre nuestras emociones, sobre nuestras relaciones e interacciones sociales. Uno de sus fundadores, Sean Parker, da la alarma sobre esta increíble influencia y sobre los posibles efectos que puede tener en el cerebro humano, tal y como recoge la web Family & Media.

Durante una conferencia organizada por Axios en el National Constitution Center de Filadelfia (USA), Parker, que también estuvo en los inicios del servicio de música por Internet Napster, y fue el primer presidente de Facebook, ha declarado que “Facebook se aprovecha de la psicología humana y sólo Dios sabe lo que le está haciendo al cerebro de nuestros hijos”.

El famoso Social Network parece un gran experimento social que transforma la sociedad. Nuestras emociones y nuestra capacidad de análisis pasan y se forman cada vez más a través de una sociedad digital que, en líneas generales, se desarrolla, valoriza e interactúa precisamente dentro de los confines de esta red social tan potente y que, en ciertos aspectos, es preocupante. Incluso para quien la fundó y gestionó en sus primeros meses de vida.

¿Son una droga?

El propio Parker definió Facebook como “un circuito cerrado de retroalimentación de validación social, es exactamente la clase de cosa que se le ocurriría a un hacker como yo, porque explotamos una vulnerabilidad en la psicología humana… Y creo que los inventores, los creadores… yo mismo, Mark (Zuckerberg), Kevin Systrom en Instagram, todos lo entendíamos, éramos conscientes, y lo hicimos a pesar de todo”. Facebook –como las demás redes sociales– aprovecha la vulnerabilidad de la psicología humana para crear una fuerte dependencia a través del mecanismo de “Me gusta”, “Comentar” y “Compartir”.

¿Os habéis preguntado por qué miramos continuamente nuestro smartphone? Probablemente porque esperamos un mensaje de una persona importante, o queremos controlar cuántas personas comentan nuestro status en Facebook. Ejemplo típico de condicionamiento de las redes sociales es el de las “dobles marcas” azules de Whatsapp. Quién de nosotros no ha exclamado alguna vez: “Ha visto mi mensaje ¡pero no me contesta!”.

Pero lo más sorprendente, y ésta es la verdadera cuestión, es nuestra reacción emocional hacia lo que compartimos online. Si nuestros followers responden de forma positiva, estamos contentos porque gustamos. Pero si recibimos pocos me gusta o compartir, nos sentimos poco apreciados por nuestra comunidad virtual, o peor aún, ignorados. Sean Parker da en el blanco: Facebook y las redes sociales nos empujan continuamente a buscar la aprobación social por nuestra red de contactos virtuales. Queremos tener consenso, ser compartidos, porque eso genera placer y autogratificación.

Pero ¿de qué depende esta química de la felicidad? De la dopamina. El aprecio de otras personas hacia algo que hemos compartido a través de las redes genera dopamina, un potente neurotransmisor, capaz de estimular nuestras emociones, dar placer y satisfacción, llegando así a regular nuestros estados de ánimo. Por eso no es exagerado afirmar que las redes sociales crean dependencia y condicionan diariamente nuestro humor.

Facebook cambia nuestra manera de aprender

Pero no se trata solamente de esto. La gran sospecha que está emergiendo es que Facebook puede influir también en nuestro modo de aprender, memorizar, relacionarnos con los demás y razonar. En pocas palabras, puede cambiar nuestro cerebro.

Cada actualización, cualquier cambio de reglas dictadas por Facebook, influye en las interacciones y en la implicación en las redes sociales, y también repercute en nuestra mente, sobre todo en los más jóvenes, pues están implicadas las dinámicas de aprendizaje y relación, así como la capacidad de concentración.

El aprendizaje cognoscitivo se realiza organizando la información, haciendo comparaciones, formando nuevas asociaciones, y se guía por experiencias pasadas y presentes. Pero estos escenarios son modificados con cierta regularidad, cambian las reglas del juego, y esto implica la imposibilidad de poder construir un aprendizaje lineal en el tiempo.

También la definición de la propia identidad no pasa ya a través del único grupo de nuestros iguales, pues ya no es posible identificarlo y “controlarlo”.

Es verdad que la tecnología y el progreso son imparables, pero también es cierto que habría que comprobar y observar con atención lo que está pasando online. En estos ambientes tan líquidos que se nos escurren de las manos, se están erosionando reglas conocidas y definidas hasta ahora, y no sabemos qué efectos tendrán en el futuro de los jóvenes.

Facebook y cerebro: ¿qué han descubierto las últimas investigaciones?

Las comunidades de Facebook, los grupos, las interacciones, parecen haber sustituido el grupo de referencia real y tangible de los amigos. Pero los efectos de la red pueden ser mucho más graves de los señalados por Sean Parker.

Según los investigadores de la Facultad de Medicina de Shanghai, en el cerebro de los adictos a Internet hay una cantidad anormal de materia blanca, es decir, de los haces de fibra nerviosa revestidos de mielina que garantizan el enlace entre el encéfalo y la médula espinal, en las áreas encargadas de la atención, el control y las funciones ejecutivas.

Esto produciría un cambio físico en el cerebro. Quienes frecuentan con asiduidad las redes sociales tienen un cerebro diferente al de los que no las usan. Y las redes y sus efectos se parecen cada vez más a los de las sustancias estupefacientes.

Es decir, las interacciones en las comunidades ¿se definen únicamente como necesidad de compartir, o hay algo más? Se trata de la necesidad compulsiva de convertir la vida social personal en algo público, escenográfico. La evanescencia de esos mensajes cambia la memoria, la capacidad de concentración y deducción lógica.

Podríamos decir que, de todos modos, las redes sociales no nos hacen estúpidos, pero la cuestión no es ésta. En realidad, estamos ante un cambio histórico. Las nuevas generaciones no consiguen concentrarse, no son capaces de diferenciar lo que es verdadero de lo que no lo es, como ocurre con las fake news. Pero ¿por qué?

Porque nuestro cerebro recibe tal cantidad de información que lo ralentiza y esto hace más lenta la capacidad de tomar decisiones inmediatas. Lo demuestra un experimento de Angelika Dimoka, directora del Center for Neural Decision Making de la Temple University. La investigadora invitó a un grupo de voluntarios a una especie de subasta, y les pidió que, antes de realizar la oferta, consideraran una serie de variables, e intentaran conseguir la mejor opción al precio más bajo. La investigadora observó cómo, al aumentar las variables, también aumentaban los errores, y a través de una resonancia magnética comprobó que la mayor carga de información hace aumentar la actividad de la corteza prefrontal dorso lateral, responsable de los procesos decisorios y del control de las emociones. Superado un cierto umbral de información y de parámetros indispensables, el cerebro sufría una especie de black out cognoscitivo que impedía la presentación de una nueva oferta. Además, los participantes mostraban signos de ansiedad y cansancio mental.

En resumen, podemos decir que la era digital no nos hace estúpidos, pero cambia drásticamente nuestro modo de sentir y comportarnos. Somos casi parte de un enorme box Skinner (box Skinner o cámara de condicionamiento operante es un instrumento de laboratorio utilizado en análisis experimental del comportamiento de los animales; el nombre alude a su inventor). Y el continuo flujo de información genera cansancio y ansiedad.

Todo esto, unido a una vida frenética y llena de estrés, contribuye a hacer más lentos los procesos decisorios. La única verdadera solución es frenar, pasar del always on (siempre on line) al sometimes on (algunas veces on line). De lo contrario, se resentirán nuestra vida, nuestras relaciones, el trato humano. Sin caer en alarmismos, intentemos reordenar nuestra vida y ser realmente dueños de las propias decisiones.

Fuente - Texto tomado de RELIGIONENLIBERTAD.COM:
https://religionenlibertad.com/sean-parker-cofundador-facebook-las-redes-sociales-crean-una-dependencia-62784.htm

¿Por qué los millennials son unos llorones? Una explicación contundente y amena




Por: Silvana Ramos | Fuente: Catholic-link.com 

Simon Sinek es un escritor y motivador que encontró la fama luego de dar una charla en TED llamada: «How great leaders inspire action» (cómo los grandes líderes inspiran la acción). En las últimas horas, nuevamente una conversación de Sinek está dando qué hablar: «Los millennials en el lugar de trabajo». Lejos de ser una charla diseñada solo para empresarios o para los jóvenes millennials que quieren algún consejillo para mejorar su performance laboral, Simon Sinek nos sorprende con una claridad impresionante sobre una realidad que no solo les puede costar la felicidad a este grupo de personas, sino que, finalmente puede tener un impacto (y muy grande) en el resto de generaciones por venir.







El viral trae los extractos más resaltantes de la conversación. Las razones que da Sinek sobre por qué los millennials son como son, son las siguientes:

  1. La crianza, es decir, el estilo de crianza que sus padres tuvieron con ellos.
  2. La tecnología con la que crecieron.
  3. La impaciencia, el querer todo inmediatamente.
  4. El ambiente, un ambiente que no se preocupa por ellos sino por los resultados.

Nuevamente se trata de la familia, nuevamente son los padres los primeros responsables por la educación de sus hijos. En los millennials (y en todas las generaciones) la labor de los padres tiene sus consecuencias. Ellos son narcisistas, centrados en sí mismos, que necesitan sobresalir, le rehuyen al esfuerzo, buscan el placer inmediato, porque simplemente decidieron ser así; ellos fueron formados de tal manera que terminaron adquiriendo estos hábitos y creencias.

Luego de ver el video, que por un momento puede sonar muy pesimista, yo como padre y que no estoy lejos de los millennials, me quedo con dos tareas por cumplir y ayudar a descubrir:

1. La gratificación instantánea sólo dura un instante

(¡Ja! por eso se llama instantánea). El placer inmediato no es un buen negocio en ningún caso. Desde comerme un litro de helado cuando estoy triste, hasta embarcarme en una relación de una noche sin compromiso alguno, el placer inmediato no soluciona nada y más bien puede complicarlo todo.

2. La satisfacción con tu carrera y las relaciones personales, ¡requieren tiempo! 

Mucho tiempo y trabajo duro. Siempre, no importa el momento histórico que estés viviendo o la tecnología maravillosa con la que cuentes. Hay cosas que nunca cambian y esto es la naturaleza de las relaciones humanas, para conocer el misterio de otro no hay APP que valga, la comunicación directa, el tiempo, la paciencia, la decisión y la constancia son imprescindibles, de lo contrario vamos muertos… o peor aún conformándonos con nada.

Los millennials son nuestros jóvenes. Nosotros los adultos necesitamos salir al paso, darnos verdadero tiempo para entender quiénes son y por qué se comportan como se comportan. Dejar la crítica y poner nuestra “adultez” al servicio. Ir enseñando (y de paso aprender), con paciencia y compromiso, donde sea que nos toque (una corporación, una empresa pequeña, un colegio, una catequesis para jóvenes, el periódico en donde escribo, etc.), a que estos jóvenes se reencuentren con el mundo real y consigo mismos.

Y una reflexión final para los millennials, los jóvenes de hoy: está bien pedir ayuda. Si bien son una generación caracterizada por la autosuficiencia, no hay persona en el mundo que lo sepa todo y menos en cuanto a lo esencial, sobre el amor, sobre las relaciones duraderas y sobre la felicidad misma. En este sentido buscar ayuda y consejo es sumamente importante.

«En este sentido a vosotros, jóvenes, os pertenece el futuro, como una vez perteneció a las generaciones de los adultos y precisamente también con ellos se ha convertido en actualidad. De esa actualidad, de su forma múltiple y de su perfil son responsables ante todo los adultos. A vosotros os corresponde la responsabilidad de lo que un día se convertirá en actualidad junto con vosotros y que ahora es todavía futuro» (San Juan Pablo II – Carta Apostólica a los jóvenes del mundo 1985).

Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:
http://es.catholic.net/op/articulos/68643/por-que-los-millennials-somos-unos-llorones

Video tomado de YOUTUBE:
https://www.youtube.com/watch?v=YwM-U5z2N3c