domingo, 10 de febrero de 2019

Oración del enfermo por San Juan Pablo II



Autor: San Juan Pablo II

Señor,
Tú conoces mi vida y sabes mi dolor,
haz visto mis ojos llorar,
mi rostro entristecerse,
mi cuerpo lleno de dolencias 
y mi alma traspasada por la angustia.

Lo mismo que te pasó a Ti
cuando, camino de la cruz,
todos te abandonaron
hazme comprender tus sufrimientos
y con ellos el Amor que Tú nos tienes.

Y que yo también aprenda 
que uniendo mis dolores a Tus Dolores
tienen un valor redentor 
por mis hermanos.

Ayúdame a sufrir con Amor, 
hasta con alegría.
Sí no es "posible que pase de mí este cáliz"
te pido por todos los que sufren:
por los enfermos como yo
por los pobres, los abandonados, 
los desvalidos, los que no tienen
cariño ni comprensión y se sienten solos.

Señor:
sé que también el dolor lo permites Tú
para mayor bien de los que te amamos.
haz que estas dolencias que me aquejan,
me purifiquen, me hagan más humano,
me transformen y me acerque más a Ti.

Amén.

Fuente - Texto tomado de ACIPRENSA.COM:

Virgen de Lourdes - Fiesta 11 de Febrero




El 11 de febrero de 1858, Bernardette, una niña de 14 años, recogía leña en Massabielle, en las afueras de Lourdes, cuando acercándose a una gruta, un viento la sorprendió y vio una nube dorada y a una Señora vestida de blanco, con sus pies descalzos cubiertos por dos rosas doradas, que parecían apoyarse sobre las ramas de un rosal, en su cintura tenía una ancha cinta azul, sus manos juntas estaban en posición de oración y llevaba un rosario.

Bernardette al principio se asustó, pero luego comenzó a rezar el rosario que siempre llevaba consigo, al mismo tiempo que la niña, la Señora pasaba las cuentas del suyo entre sus dedos, al finalizar, la Virgen María retrocedió hacia la Gruta y desapareció. Estas apariciones se repitieron 18 veces, hasta el día 16 de julio.

Todas las apariciones se caracterizaron por la sobriedad de las palabras de la Virgen, y por la aparición de una fuente de agua que brotó inesperadamente junto al lugar de las apariciones, y que desde entonces es un lugar de referencia de innumerables milagros constatados por hombres de ciencia. Tomada con incredulidad por el clero en los primeros momentos, la manifestación fue recibiendo con el tiempo una acogida cada vez más favorable, hasta el punto que los mismos romanos pontífices han dado muestra de devoción a la Inmaculada de Lourdes y han privilegiado su Basílica. En las apariciones, la Señora exhortó a la niña a rogar por los pecadores, invitó a la conversión y a la penitencia; pidió que edificaran una capilla y que fueran en procesión, y mandó a Bernardette a besar la tierra, como acto de penitencia para ella y para otros. La Virgen le había dicho:
"Rogarás por los pecadores... Besarás la tierra por la conversión de los pecadores"
Como la Visión retrocedía, Bernardita la seguía de rodillas besando la tierra. El pueblo presente en el lugar también la imitó y, hasta el día de hoy, esta práctica continúa. El 25 de marzo, a pedido del párroco del lugar, la niña preguntó a la Señora:
"¿Quién eres?"
Y Ella le respondió:



Luego Bernardette fue a contarle al sacerdote, y él quedó asombrado, pues era casi imposible que una jovencita analfabeta pudiese saber sobre el Dogma de la Inmaculada Concepción, declarado por el Papa Pío IX en 1854. En la aparición del día 5 de abril, la niña permanece en éxtasis, sin quemarse por la vela que se consume entre sus manos. El 16 de julio de 1858, la Virgen María aparece por última vez y se despide de Bernardette. Las apariciones fueron declaradas auténticas el 18 de enero de 1862. En 1876, se edificó allí la actual Basílica, uno de los lugares de peregrinación del mundo católico. Bernardette fue canonizada por el Papa Pío XI el 8 de diciembre de 1933. Lourdes es uno de los lugares de mayor peregrinaje en el mundo, millones de personas acuden cada año y muchísimos enfermos han sido sanados en sus aguas milagrosas. La fiesta de Nuestra Señora de Lourdes se celebra el día de su primera aparición, el 11 de febrero.



Virgen de Lourdes
Enseñanza espiritual sobre los
signos visibles de la primera aparición


  1. Rodeada de luz: Es el símbolo de la luz de la fe, a la cual nos abrimos por el Bautismo. La fe es la luz de la vida con que debemos brillar ante el mundo. Debemos hacer resplandecer la fe por la santidad de nuestras vidas.
  2. La luz era tranquila y profunda: En la fe cristiana hallaremos el reposo para nuestra alma.
  3. De belleza incomparable no hay nada igual aquí en la tierra: Trabajar intensamente por adquirir la verdadera belleza que es la del alma, a fin de que Dios pueda contemplarnos con agrado.
  4. Ropaje tan blanco, tan puro, tan delicado que jamás tela alguna pudo imitar: De qué pureza tan perfecta y delicada ha de estar revestida delante de Dios, nuestra alma; ya que el pecado mancha nuestro blanco ropaje.
  5. Pies desnudos, brillando sobre cada uno de ellos una rosa luminosa: Los pies desnudos nos predican la pobreza evangélica, esta bella y sublime virtud a la cual Jesús ha prometido el mismo Reino de los Cielos.
  6. Las rosas luminosas: Jesús nos envía a difundir por todas partes el buen olor de Cristo, el divino perfume del Evangelio.
  7. Las manos siempre juntas con el Santo Rosario: En ferviente oración, orando siempre y sin interrupción. La oración nuestro alimento constante, la respiración del alma, pues todas las virtudes sólo nacen en un alma que ora.
Virgen de Lourdes
Información



Descripción

En la primera aparición de la Virgen de Lourdes, Bernardita Soubirous vió surgir de súbito en el centro de la claridad, la figura de una muchacha muy joven, de deslumbrante hermosura, pequeña estatura, majestuosa y sonriente, con un vestido blanco que cae hasta el piso y con un velo del mismo color. El vestido estaba sujeto a la cintura con una cinta azul, cuyas puntas llegaban hasta la altura de las rodillas. Dos rosas doradas posan sobre los pies descalzos, casi totalmente cubiertos por el vestido. Un grande rosario pende del brazo derecho, con las cuentas relucientes, la cruz y la cadena eran doradas. Las manos estaban colocadas a la altura del pecho. La fulgurante joven de indescriptible belleza está siempre risueña.

La Gruta de Massabielle



La Gruta de Massabielle, es el corazón y la atracción de Lourdes. En ella, la Virgen se le apareció a Bernardita 18 veces. La Gruta está ubicada en un bloque rocoso de unos 27 metros de altura, circundada por árboles, cubierta por hiedras y plantas. Forman su interior tres aperturas irregulares. En la mayor de éstas, a la derecha y en lo alto, hay un nicho oval. En él, la Inmaculada se le apareció a Bernardita.

La Capilla y la Procesión


Bernardita visitó varias veces al párroco Peyramele, para transmitirle las peticiones de la Santísima Virgen. El 2 de marzo de 1858 era una petición: 
"Vete a decir a los sacerdotes que se construya aquí una capilla y que se venga en procesión"
Y el 25 de marzo era para comunicarle el nombre de la Señora:
"Yo soy la Inmaculada Concepción"
Bernardita, pobre e ignorante, no entiende el significado de las palabras pronunciadas por la Virgen, pero cumple el encargo de transmitirlas.



El Mensaje de la Virgen


El Mensaje que la Santísima Virgen dio en Lourdes, Francia, en 1858, puede resumirse en los siguientes puntos:

  1. Es un agradecimiento del cielo por la definición del dogma de la Inmaculada Concepción, que se había declarado cuatro años antes (1854), al mismo tiempo que así se presenta Ella misma como Madre y modelo de pureza para el mundo que está necesitado de esta virtud.
  2. Es una exaltación a las virtudes de la pobreza y humildad aceptadas cristianamente, al escoger a Bernardita como instrumento de su mensaje.
  3. Un mensaje importantísimo en Lourdes es el de la Cruz. La Santísima Virgen le repite que lo importante es ser feliz en la otra vida, aunque para ello sea preciso aceptar la cruz.
  4. Importancia de la oración, del rosario, de la penitencia y humildad (besando el suelo como señal de ello); también, un mensaje de misericordia infinita para los pecadores y del cuidado de los enfermos.
Oración para pedir
la salud de los enfermos



¡Oh amabilísima Virgen de Lourdes,
Madre de Dios y Madre nuestra!
Llenos de aflicción y con lágrimas
fluyendo de los ojos, acudimos
en las horas amargas de la enfermedad
a vuestro maternal corazón, para
pediros que derraméis a manos llenas
el tesoro de vuestras misericordias sobre nosotros.

Indignos somos por nuestros pecados
de que nos escuchéis: pero acordaos,
os diré con vuestro siervo San Bernardo,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que han acudido
a Vos, haya sido abandonado de Vos.

¡Madre Tierna!
¡Madre Bondadosa!
¡Madre Dulcísima!
Ya que Dios obra por vuestra mano
curaciones sin cuento en la Gruta
prodigiosa de Lourdes, sanando
tantas víctimas del dolor,
guardad también una mirada
de bendición para nuestro
pobre enfermo... (nombre del enfermo).

Alcanzadle de vuestro
Divino Hijo Jesucristo,
la deseada salud, si ha de ser
para mayor gloria de Dios.
Pero mucho más, alcanzadnos
a todos el perdón de nuestros pecados,
paciencia y resignación
en los sufrimientos y sobre todo
un amor grande y eterno
a nuestro Dios, prisionero
por nosotros en los sagrarios.
Amén.

Virgen de Lourdes, rogad por nosotros.
Consuelo de los afligidos, rogad por nosotros.
Salud de los enfermos, rogad por nosotros.
Rezar tres Avemarías.





Virgen de Lourdes



Oración a Nuestra Señora de Lourdes
Oración compuesta por Pío XII


Dóciles a la invitación de tu voz maternal,
Oh Virgen Inmaculada de Lourdes,
acudimos a tus pies en la humilde
gruta donde aparecisteis para indicar
a los extraviados el camino de la oración
y penitencia, dispensando a los que
sufren las gracias y prodigios
de tu soberana bondad.

Recibid, oh Reina compasiva, 
las alabanzas y súplicas que pueblos
y naciones, unidos en la angustia
y la amargura, elevan confiados a Ti.

¡Oh blanca visión del paraíso,
aparta de los espíritus las tinieblas
del error con la luz de la fe!

¡Oh mística rosa, socorre las almas
abatidas, con el celeste perfume
de la esperanza!
¡Oh fuente inagotable de aguas 
saludables, reanima los corazones
endurecidos, con la ola de la divina caridad!

Haz que nosotros tus hijos, 
confortados por Ti en las penas,
protegidos en los peligros,
apoyados en las luchas,
amemos y sirvamos a tu dulce Jesús,
y merezcamos los goces
eternos junto a Ti.

Amén.




Oración de Consagración

Santa María, Madre de Dios,
Virgen Inmaculada, Vos habéis
aparecido dieciocho veces a Bernardita
en la gruta de Lourdes, para recordar
a los cristianos las maravillas
y las exigencias del Evangelio,
invitándoles a la oración, a la penitencia,
a la Eucaristía y a la vida en la Iglesia.

Para mejor responder a vuestra llamada,
yo me consagro por vuestras
manos a vuestro Hijo Jesús...

Hacedme dócil al Espíritu;
y por el fervor de mi fe,
por la manifestación de mi vida,
por mi dedicación al servicio
de los enfermos, haz que yo trabaje
con Vos en confortar a los que sufren,
en reconocimiento a los hombres,
en trabajar por la unidad de la Iglesia
y por la paz del mundo.

Con toda confianza, oh Señora mía,
yo os dirijo esta plegaria
y os pido que la acojáis
y la atendáis.
Amén.

Nuestra Señora de Lourdes, rogad por nosotros



Fuente - Textos tomados de EWTN.COM:
Fuente - Texto tomado de IGLESIA.ORG:

Fuente - Texto tomado de DEVOCIONARIO.COM:

Video tomado de YOUTUBE - Our Lady of Lourdes - Nostra Signora di Lourdes - Notre Dame:

Declaración de Fe del Cardenal Müller «ante la creciente confusión en la enseñanza de la doctrina»



C.L. / ReL - 09 de febrero de 2019

El cardenal Gerhard Müller fue prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe entre 2012 y 2017.

Este viernes se ha dado a conocer una Declaración de Fe del cardenal Gerhard Müller, anterior prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Iba a difundirse el lunes, según informa LifeSite, pero se hizo anticipadamente al darla a conocer un medio polaco.

El texto, divulgado en siete idiomas (español, inglés, francés, alemán, italiano, portugués y polaco), se titula Declaración de Fe (ver abajo el texto completo) y va encabezado por una cita de los Evangelios: "¡No se turbe vuestro corazón!" (Jn 14,1), que dice Jesucristo a los Apóstoles durante la Última Cena.

El cardenal Müller explica al principio la razón del documento: "Ante la creciente confusión en la enseñanza de la doctrina de la fe, muchos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos de la Iglesia Católica me han pedido dar testimonio público de la verdad de la Revelación". El purpurado sitúa esta iniciativa como parte de su ministerio, pues "es tarea de los pastores guiar a los que se les ha confiado por el camino de la salvación" y esto sólo puede tener éxito "si se conoce este camino y ellos mismos siguen adelante". Pero la realidad es que "hoy en día muchos cristianos ya no son conscientes ni siquiera de las enseñanzas básicas de la fe, por lo que existe un peligro creciente de apartarse del camino que lleva a la vida eterna".

Müller recuerda a continuación las verdades fundamentales de la fe, respaldadas por citas del Catecismo de la Iglesia Católica, y añade que "ocultar estas y otras verdades de fe y enseñar a la gente en consecuencia... es el engaño del Anticristo".

He aquí algunos de los puntos señalados por el antiguo prefecto de la Fe:

-"El Verbo hecho carne, el Hijo de Dios, es el único redentor del mundo (679) y el único mediador entre Dios y los hombres (846)... La Primera Carta de San Juan describe como Anticristo al que niega su divinidad".

-"La recaída en antiguas herejías, que veían en Jesucristo sólo a un buen hombre, a un hermano y amigo, a un profeta y a un moralista, debe ser combatida con clara determinación".

-"La Iglesia no es una asociación fundada por el hombre cuya estructura es votada por sus miembros a voluntad. Es de origen divino".

-"La amonestación del apóstol sigue siendo válida hoy en día para que cualquiera que predique otro evangelio sea maldecido, 'aunque seamos nosotros mismos o un ángel del cielo' (Gal 1,8)".

-"La tarea del Magisterio de la Iglesia es 'proteger al pueblo de las desviaciones y de las fallas y garantizarle la posibilidad objetiva de profesar sin error la fe auténtica' (890). Esto es especialmente cierto con respecto a los siete sacramentos".

-"De la lógica interna del sacramento [de la Eucaristía] se desprende que los fieles divorciados por lo civil, cuyo matrimonio sacramental existe ante Dios, los otros cristianos que no están en plena comunión con la fe católica, como todos aquellos que no están propiamente dispuestos, no reciben la Sagrada Eucaristía de manera fructífera (1457) porque no les trae la salvación. Señalar esto corresponde a las obras espirituales de misericordia".

-"Cuando los creyentes ya no confiesan sus pecados ni reciben la absolución, entonces la redención cae en el vacío, ya que ante todo Jesucristo se hizo hombre para redimirnos de nuestros pecados".

-"La misericordia de Dios nos es dada para cumplir sus mandamientos a fin de convertirnos en uno con su santa voluntad y no para evitar la llamada al arrepentimiento (1458)".

-"La ordenación sacerdotal 'le da un poder sagrado' (1592), que es insustituible, porque a través de él Jesucristo se hace sacramentalmente presente en su acción salvífica. Por lo tanto, los sacerdotes eligen voluntariamente el celibato como 'signo de vida nueva' (1579)".

-"Asumir esto [que las mujeres no pueden recibir la ordenación sacerdotal] como una discriminación contra la mujer sólo muestra la falta de comprensión de este sacramento, que no se trata de un poder terrenal, sino de la representación de Cristo, el Esposo de la Iglesia".

-"Los que mueren en pecado mortal sin haberse arrepentido serán separados de Dios para siempre (1033)".

-"Muchos se preguntan hoy por qué la Iglesia está todavía allí, aunque los obispos prefieren desempeñar el papel de políticos en lugar de proclamar el Evangelio como maestros de la fe".

-"El castigo de la eternidad del infierno es una realidad terrible, que -según el testimonio de la Sagrada Escritura- atrae hacia sí a todos aquellos que 'mueren en estado de pecado mortal' (1035)".

-"Ocultar estas y otras verdades de fe y enseñar a la gente en consecuencia, es el peor engaño del que el Catecismo advierte enfáticamente. Representa la prueba final de la Iglesia y lleva a la gente a un engaño religioso de mentiras, al 'precio de su apostasía de la verdad' (675); es el engaño del Anticristo".

He aquí el texto completo de la declaración:

Declaración de Fe

"¡No se turbe vuestro corazón!" (Jn 14, 1)

Ante la creciente confusión en la enseñanza de la doctrina de la fe, muchos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos de la Iglesia Católica me han pedido dar testimonio público de la verdad de la Revelación. Es tarea de los pastores guiar a los que se les ha confiado por el camino de la salvación. Esto sólo puede tener éxito si se conoce este camino y ellos mismos siguen adelante. Acerca de esto, la palabra del apóstol nos indica: "Porque sobre todo os he entregado lo que yo también recibí" (1 Co 15,3). Hoy en día muchos cristianos ya no son conscientes ni siquiera de las enseñanzas básicas de la fe, por lo que existe un peligro creciente de apartarse del camino que lleva a la vida eterna. Pero sigue siendo tarea propia de la Iglesia conducir a las personas a Jesucristo, luz de las naciones (cf. Lumen Gentium 1). En esta situación se plantea la cuestión de la orientación. Según Juan Pablo II, el Catecismo de la Iglesia Católica es una "norma segura para la doctrina de la fe" (Fidei Depositum IV). Fue escrito con el objetivo de fortalecer a los hermanos y hermanas en la fe, cuya fe es ampliamente cuestionada por la "dictadura del relativismo" .

[Los números que aparecen en el texto corresponden al Catecismo de la Iglesia Católica]

1. El Dios uno y trino, revelado en Jesucristo

La personificación de la fe de todos los cristianos se encuentra en la confesión de la Santísima Trinidad. Nos hemos convertido en discípulos de Jesús, hijos y amigos de Dios por el bautismo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. La diferencia de las tres personas en la unidad divina (254) marca una diferencia fundamental con respecto a otras religiones en la creencia en Dios y en la imagen del hombre. En la confesión a Jesucristo los espíritus se dividen. Él es verdadero Dios y verdadero hombre, engendrado según su naturaleza humana por el Espíritu Santo y nacido de la Virgen María. El Verbo hecho carne, el Hijo de Dios, es el único redentor del mundo (679) y el único mediador entre Dios y los hombres (846). En consecuencia, la Primera Carta de San Juan describe como Anticristo al que niega su divinidad (1 Juan 2,22), ya que Jesucristo, el Hijo de Dios, es desde la eternidad un ser con Dios, su Padre (663). La recaída en antiguas herejías, que veían en Jesucristo sólo a un buen hombre, a un hermano y amigo, a un profeta y a un moralista, debe ser combatida con clara determinación. Él es ante todo el Verbo que estaba con Dios y es Dios, el Hijo del Padre, que asumió nuestra naturaleza humana para redimirnos y que vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. Lo adoramos sólo a Él como el único y verdadero Dios en unidad con el Padre y el Espíritu Santo (691).

2. La Iglesia

Jesucristo fundó la Iglesia como signo visible e instrumento de salvación, que subsiste en la Iglesia Católica (816). Dio una constitución sacramental a su Iglesia, que surgió "del costado de Cristo dormido en la Cruz" (766), y que permanece hasta su consumación (765). Cristo Cabeza y los fieles como miembros del Cuerpo son una persona mística (795), por eso la Iglesia es santa, porque el único mediador la ha establecido y mantiene su estructura visible (771). A través de ellos, la obra de la redención de Cristo se hace presente en el tiempo y en el espacio en la celebración de los santos sacramentos, especialmente en el sacrificio eucarístico, la Santa Misa (1330).

La Iglesia transmite en Cristo la revelación divina que se extiende a todos los elementos de la doctrina, "incluida la doctrina moral, sin la cual las verdades de la salvación de la fe no pueden ser salvaguardas, expuestas u observadas" (2035).

3. El orden sacramental

La Iglesia en Jesucristo es el sacramento universal de salvación (776). Ella no se refleja a sí misma, sino a la luz de Cristo que brilla en su rostro. Esto sucede sólo cuando no la mayoría ni el espíritu de los tiempos sino la verdad revelada en Jesucristo se convierte en el punto de referencia, porque Cristo ha confiado a la Iglesia católica la plenitud de la gracia y de la verdad (819): Él mismo está presente en los sacramentos de la Iglesia.

La Iglesia no es una asociación fundada por el hombre cuya estructura es votada por sus miembros a voluntad. Es de origen divino. "El mismo Cristo es la fuente del ministerio en la Iglesia. Él lo ha instituido, le ha dado autoridad y misión, orientación y finalidad" (874). La amonestación del apóstol sigue siendo válida hoy en día para que cualquiera que predique otro evangelio sea maldecido, "aunque seamos nosotros mismos o un ángel del cielo" (Gal 1,8). La mediación de la fe está indisolublemente ligada a la credibilidad humana de sus mensajeros, que en algunos casos han abandonado a los que les fueron confiados, los han perturbado y han dañado gravemente su fe. Aquí la palabra de la Escritura va dirigida a aquellos que no escuchan la verdad y siguen sus propios deseos, que adulan a los oídos porque no pueden soportar la sana enseñanza (cf. 2 Tim 4,3-4).

La tarea del Magisterio de la Iglesia es "proteger al pueblo de las desviaciones y de las fallas y garantizarle la posibilidad objetiva de profesar sin error la fe auténtica" (890). Esto es especialmente cierto con respecto a los siete sacramentos. La Eucaristía es "fuente y cumbre de toda la vida cristiana" (1324). El sacrificio eucarístico, en el que Cristo nos implica en su sacrificio de la cruz, apunta a la unión más íntima con Cristo (1382). Por eso, las Sagradas Escrituras, con respecto a la recepción de la Sagrada Comunión, advierten: "’El que come del pan y bebe de la copa del Señor indignamente, es reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor’ (1 Co 11,27). Quien tiene conciencia de estar en pecado grave debe recibir el sacramento de la Reconciliación antes de acercarse a comulgar" (1385). De la lógica interna del sacramento se desprende que los fieles divorciados por lo civil, cuyo matrimonio sacramental existe ante Dios, los otros cristianos, que no están en plena comunión con la fe católica, como todos aquellos que no están propiamente dispuestos, no reciben la Sagrada Eucaristía de manera fructífera (1457) porque no les trae la salvación. Señalar esto corresponde a las obras espirituales de misericordia.

La confesión de los pecados en la confesión por lo menos una vez al año pertenece a los mandamientos de la iglesia (2042). Cuando los creyentes ya no confiesan sus pecados ni reciben la absolución, entonces la redención cae en el vacío, ya que ante todo Jesucristo se hizo hombre para redimirnos de nuestros pecados. El poder del perdón que el Señor Resucitado ha conferido a los apóstoles y a sus sucesores en el ministerio de los obispos y sacerdotes se aplica también a los pecados graves y veniales que cometemos después del bautismo. La práctica actual de la confesión deja claro que la conciencia de los fieles no está suficientemente formada. La misericordia de Dios nos es dada para cumplir sus mandamientos a fin de convertirnos en uno con su santa voluntad y no para evitar la llamada al arrepentimiento (1458).

"El sacerdote continúa la obra de redención en la tierra" (1589). La ordenación sacerdotal "le da un poder sagrado" (1592), que es insustituible, porque a través de él Jesucristo se hace sacramentalmente presente en su acción salvífica. Por lo tanto, los sacerdotes eligen voluntariamente el celibato como "signo de vida nueva" (1579). Se trata de la entrega en el servicio de Cristo y de su reino venidero. En cuanto a la recepción de la consagración en las tres etapas de este ministerio, la Iglesia se reconoce a sí misma "vinculada por esta decisión del Señor. Esta es la razón por la que las mujeres no reciben la ordenación" (1577). Asumir esto como una discriminación contra la mujer sólo muestra la falta de comprensión de este sacramento, que no se trata de un poder terrenal, sino de la representación de Cristo, el Esposo de la Iglesia.

4. La ley moral

La fe y la vida están inseparablemente unidas, porque la fe sin obras está muerta (1815). La ley moral es obra de la sabiduría divina y conduce al hombre a la bienaventuranza prometida (1950). En consecuencia, "el conocimiento de la ley moral divina y natural es necesario para hacer el bien y alcanzar su fin" (1955). Su observancia es necesaria para la salvación de todos los hombres de buena voluntad. Porque los que mueren en pecado mortal sin haberse arrepentido serán separados de Dios para siempre (1033). Esto lleva a consecuencias prácticas en la vida de los cristianos, entre las cuales deben mencionarse las que hoy se oscurecen con frecuencia: (cf. 2270-2283; 2350-2381). La ley moral no es una carga, sino parte de esa verdad liberadora (cf. Jn 8,32) por la que el cristiano recorre el camino de la salvación, que no debe ser relativizada.

5. La vida eterna

Muchos se preguntan hoy por qué la Iglesia está todavía allí, aunque los obispos prefieren desempeñar el papel de políticos en lugar de proclamar el Evangelio como maestros de la fe. La visión no debe ser diluida por trivialidades, pero el proprium de la Iglesia debe ser tematizado. Cada persona tiene un alma inmortal, que es separada del cuerpo en la muerte, esperando la resurrección de los muertos (366). La muerte hace definitiva la decisión del hombre a favor o en contra de Dios. Todo el mundo debe comparecer ante el tribunal inmediatamente después de su muerte (1021). O es necesaria una purificación o el hombre llega directamente a la bienaventuranza celestial y puede ver a Dios cara a cara. Existe también la terrible posibilidad de que un ser humano permanezca en contradicción con Dios hasta el final y, al rechazar definitivamente su amor, "condenarse inmediatamente para siempre" (1022). "Dios que te ha creado sin ti, no te salvará sin ti" (1847). El castigo de la eternidad del infierno es una realidad terrible, que -según el testimonio de la Sagrada Escritura- atrae hacia sí a todos aquellos que "mueren en estado de pecado mortal" (1035). El cristiano pasa por la puerta estrecha, porque "ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella" (Mt 7,13).

Ocultar estas y otras verdades de fe y enseñar a la gente en consecuencia, es el peor engaño del que el Catecismo advierte enfáticamente. Representa la prueba final de la Iglesia y lleva a la gente a un engaño religioso de mentiras, al "precio de su apostasía de la verdad" (675); es el engaño del Anticristo. "Él engañará a los que se pierden por toda clase de injusticia, porque se han cerrado al amor de la verdad por la cual debían ser salvados" (2 Tesalonicenses 2,10).

Invocación

Como obreros de la viña del Señor, tenemos todos la responsabilidad de recordar estas verdades fundamentales adhiriéndonos a lo que nosotros mismos hemos recibido. Queremos animar a la gente a caminar por el camino de Jesucristo con decisión para alcanzar la vida eterna obedeciendo sus mandamientos (2075).

Pidamos al Señor que nos haga saber cuán grande es el don de la fe católica, que abre la puerta a la vida eterna. "Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles" (Mc 8, 38). Por lo tanto, estamos comprometidos a fortalecer la fe, en la que confesamos la verdad, que es el mismo Jesucristo.

Estas palabras también se dirigen en particular a nosotros, obispos y sacerdotes, cuando Pablo, el apóstol de Jesucristo, da esta amonestación a su compañero de armas y sucesor Timoteo: "Te conjuro en presencia de Dios y de Cristo Jesús que ha de venir a juzgar a vivos y muertos, por su Manifestación y por su Reino: "Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por sus propias pasiones, se harán con un montón de maestros por el prurito de oír novedades; apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las fábulas. Tú, en cambio, pórtate en todo con prudencia, soporta los sufrimientos, realiza la función de evangelizador, desempeña a la perfección tu ministerio." (2 Tim 4,1-5).

Que María, la Madre de Dios, nos implore la gracia de aferrarnos a la verdad de Jesucristo sin vacilar.

Unido en la fe y en la oración.

Cardenal Gerhard Müller, 10 de febrero de 2019

Fuente - Texto tomado de RELIGIONENLIBERTAD.COM:
https://www.religionenlibertad.com/vaticano/689037464/Declaracion-de-Fe-del-cardenal-Muller-Aante-la-creciente-confusion-en-la-ensenanza-de-la-doctrinaA.html

Lectura del Santo Evangelio Según San Lucas 5, 1-11


1. Sucedió un día, que hallándose Jesús junto al lago de Genezaret las gentes se agolpaban alrededor de Él, ansiosas de oír la palabra de Dios.

2. En ésto vio dos barcas a la orilla del lago, cuyos pescadores habían bajado y estaban lavando las redes.

3. Subiendo, pues, en una de ellas, la cual era de Simón, pidióle que la desviase un poco de tierra. Y sentándose dentro, predicaba desde la barca al numeroso concurso.



4. Acabada la plática, dijo a Simón:
"Guía mar adentro, y echad vuestras redes para pescar"
5. Replicóle Simón:
"Maestro, toda la noche hemos estado fatigándonos y nada hemos cogido; no obstante sobre tu palabra echaré la red"
6. Y habiéndolo hecho, recogieron tan grande cantidad de peces, que la red se rompía.

7. Por lo que hicieron señas a los compañeros de la otra barca, que viniesen y les ayudasen. Vinieron luego, y llenaron tanto de peces las dos barcas, que faltó poco para que se hundiesen.



8. Lo que viendo Simón Pedro, se arrojó a los pies de Jesús, diciendo:
"Apártate de mí, Señor, que soy un hombre pecador"
9. Y es que el asombro se había apoderado de él como de todos los demás que con él estaban a vista de la pesca que acababan de hacer.

10. Lo mismo que sucedía a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Entonces Jesús dijo a Simón:
"No tienes que temer: de hoy en adelante serán hombres los que has de pescar, para darles la vida"
11. Y ellos, sacando las barcas a tierra, dejadas todas las cosas le siguieron.

Palabra de Dios,
Gloria a Ti, Señor Jesús