sábado, 5 de enero de 2019

Solemnidad Epifanía del Señor - Fiesta Enero 6 de 2019

Epifanía
(Manifestación del Señor)


El Evangelio de San Mateo (2, 1-12)
relata la historia de los magos:

"Jesús había nacido en Belén de Judá durante el reinado de Herodes. Unos Magos que venían de Oriente llegaron a Jerusalén preguntando: '¿Dónde está el Rey de los judíos recién nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo'. Herodes y toda Jerusalén quedaron muy alborotados al oír ésto. Reunió de inmediato a los sumos sacerdotes y a los que enseñaban la Ley al pueblo, y les hizo precisar dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: 'En Belén de Judá, pues así lo escribió el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en absoluto la más pequeña entre los pueblos de Judá, porque de ti saldrá un Jefe, El que apacentará a mi pueblo, Israel'. Entonces Herodes llamó en privado a los Magos, y les hizo precisar la fecha en que se les había aparecido la estrella. Después los envió a Belén y les dijo: 'Vayan y averigüen bien todo lo que se refiere a ese Niño, y apenas lo encuentren, avísenme, porque yo también iré a rendirle homenaje'. Después de esta entrevista con el rey, los Magos se pusieron en camino; y fíjense: la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el Niño. ¡Qué alegría más grande: habían visto otra vez la estrella! Al entrar a la casa vieron al Niño con María, su madre; se arrodillaron y le adoraron. Abrieron después sus cofres y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra. Luego se les avisó en sueños que no volvieran donde Herodes, así que regresaron a su país por otro camino".


La Epifanía es una de las fiestas litúrgicas más antiguas, más aún que la misma Navidad. Comenzó a celebrarse en Oriente en el siglo III y en Occidente se la adoptó en el curso del IV. Epifanía, voz griega que a veces se ha usado como nombre de persona, significa "Manifestación", pues el Señor se reveló a los paganos en la persona de los magos.

Tres misterios se han solido celebrar en esta sola fiesta, por ser tradición antiquísima que sucedieron en una misma fecha aunque no en un mismo año; estos acontecimientos salvíficos son:
  1. La adoración de los magos.
  2. El bautismo de Cristo por Juan.
  3. Primer milagro que Jesucristo, por intercesión de su Madre, realizó en las bodas de Caná y que, como lo señala el evangelista Juan, fue motivo de que los discípulos creyeran en su Maestro como Dios.
Epifanía significa "manifestación". Jesús se da a conocer. Aunque Jesús se dio a conocer en diferentes momentos a diferentes personas, la Iglesia celebra como epifanías tres eventos:
  1. Su Epifanía ante los Magos de Oriente: Manifestación a los paganos.
  2. Su Epifanía del Bautismo del Señor: Manifestación a los judíos por medio de San Juan Bautista.
  3. Su Epifanía de las Bodas de Caná: Manifestación a Sus discípulos y comienzo de Su vida pública por intercesión de Su Madre María.
Para los occidentales, que, como queda dicho más arriba, aceptaron la fiesta alrededor del año 400, la Epifanía es popularmente el día de los reyes magos. En la antífona de entrada de la Misa correspondiente a esta solemnidad se canta:

"Ya viene el Señor del universo, en sus manos está la realeza, el poder y el imperio"
Significado de la fiesta

Antes de la llegada del Señor, los hombres vivían en tinieblas, sin esperanza. Pero el Señor ha venido, y es como si una gran luz hubiera amanecido sobre todos y la alegría y la paz, la felicidad y el amor hubieran iluminado todos los corazones. Jesús es la luz que ha venido a iluminar y transformar a todos los hombres. Con la venida de Cristo se cumplieron las promesas hechas a Israel. En la Epifanía celebramos que Jesús vino a salvar no sólo a Israel sino a todos los pueblos. Epifanía quiere decir "manifestación", iluminación. Celebramos la manifestación de Dios a todos los hombres del mundo, a todas las regiones de la tierra. Jesús ha venido para revelar el amor de Dios a todos los pueblos y ser luz de todas las naciones. Dios quiere la felicidad del mundo entero. Él ama a cada uno de los hombres, y ha venido a salvar a todos los hombres, sin importar su nacionalidad, su color o su raza. Es un día de alegría y agradecimiento, porque al ver la luz del Evangelio, salimos al encuentro de Jesús, lo encontramos y le rendimos nuestra adoración como los magos.


  • Reyes Magos: Los orientales llamaban magos a los doctores; en lengua persa, mago significa "sacerdote". La tradición, más tarde, ha dado a estos personajes el título de reyes. Esta atribución de realeza a los visitantes ha sido apoyada ocasionalmente en numerosos pasajes de la Escritura, que describen el homenaje que el Mesías de Israel recibe por parte de los reyes extranjeros. Por alusión al Salmo 72, 10-11: "Los reyes de occidente y de las islas le pagarán tributo. Los reyes de Arabia y de Etiopía le ofrecerán regalos. Ante Él se postrarán todos los reyes y le servirán todas las naciones".
  • De Oriente: El Oriente, para los judíos, era Arabia, Persia o Caldea.
  • La Estrella de Belén: El evangelista Mateo (2, 2) relaciona el nacimiento de Jesús en Belén con la aparición de una estrella particularmente luminosa en el cielo de Palestina.
  • Sus nombres y regalos: Sus nombres no aparecen en la Biblia, sólo sabemos que vienen de Oriente. Pero la tradición les ha dado nombres:


  1. Melchor: Tradicionalmente un anciano blanco con barbas, trae como regalo oro que representa la realeza de Cristo.
  2. Gaspar: Joven, de piel morena, trae incienso, representando la divinidad de Cristo.
  3. Baltasar: De raza negra, ofrece al Niño Dios mirra (sustancia que se utiliza para embalsamar cadáveres), representando Su humanidad, el sufrimiento y la muerte del Señor.

El verdadero rey que debemos
contemplar en esta festividad
es el pequeño JESÚS


Las oraciones litúrgicas se refieren a la estrella que condujo a los magos junto al Niño Divino, al que buscaban para adorarlo. Precisamente en esta adoración han visto los santos padres la aceptación de la divinidad de Jesucristo por parte de los pueblos paganos. Los magos supieron utilizar sus conocimientos (en su caso, la astronomía de su tiempo), para descubrir al Salvador, prometido por medio de Israel, a todos los hombres.

El sagrado misterio de la Epifanía está referido en el evangelio de San Mateo. Al llegar los magos a Jerusalén, éstos preguntaron en la corte el paradero del "Rey de los judíos". Los maestros de la ley supieron informarles que el Mesías del Señor debía nacer en Belén, la pequeña ciudad natal de David; sin embargo, fueron incapaces de ir a adorarlo junto con los extranjeros. Los magos, llegados al lugar donde estaban el Niño con María su Madre, ofrecieron oro, incienso y mirra, sustancias preciosas en las que la tradición ha querido ver el reconocimiento implícito de la realeza mesiánica de Cristo (oro), de su divinidad (incienso) y de su humanidad (mirra).


A Melchor, Gaspar y Baltasar (nombres que les ha atribuido la leyenda, considerándolos tres por ser triple el don presentado, según el texto evangélico), puede llamárselos adecuadamente peregrinos de la estrella. Los orientales llamaban magos a sus doctores; en lengua persa, mago significa "sacerdote". La tradición, más tarde, ha dado a estos personajes el título de reyes, como buscando destacar más aún la solemnidad del episodio que, en sí mismo, es humilde y sencillo. Esta atribución de realeza a los visitantes ha sido apoyada ocasionalmente en numerosos pasajes de la Escritura que describen el homenaje que el Mesías de Israel recibe por parte de los reyes extranjeros.

La Epifanía, como lo expresa la liturgia, anticipa nuestra participación en la gloria de la inmortalidad de Cristo manifestada en una naturaleza mortal como la nuestra. Es, pues, una fiesta de esperanza que prolonga la luz de Navidad. Esta solemnidad debería ser muy especialmente observada por los pueblos que, como el nuestro, no pertenecen a Israel según la sangre. En los tiempos antiguos, sólo los profetas, inspirados por Dios mismo, llegaron a vislumbrar el estupendo designio del Señor: salvar a la humanidad entera, y no exclusivamente al pueblo elegido.

Enseñanzas


Los magos representan a todos aquellos que buscan, sin cansarse, la luz de Dios, siguen sus señales y, cuando encuentran a Jesucristo, luz de los hombres, le ofrecen con alegría todo lo que tienen.

La estrella anunció la venida de Jesús a todos los pueblos. Hoy en día, el Evangelio es lo que anuncia a todos los pueblos el mensaje de Jesús.

Los Reyes Magos no eran judíos como José y María. Venían de otras tierras lejanas (de Oriente: Persia y Babilonia), siguiendo a la estrella que les llevaría a encontrar al Salvador del Mundo. Representan a todos los pueblos de la tierra que desde el paganismo han llegado al conocimiento del Evangelio.

Los Reyes Magos dejaron su patria, casa, comodidades, familia, para adorar al Niño Dios. Perseveraron a pesar de las dificultades que se les presentaron. Era un camino largo, difícil, incómodo, cansado. El seguir a Dios implica sacrificio, pero cuando se trata de Dios cualquier esfuerzo y trabajo vale la pena.

Los Reyes Magos tuvieron fe en Dios. Creyeron aunque no veían, aunque no entendían. Quizá ellos pensaban encontrar a Dios en un palacio, lleno de riquezas y no fue así, sino que lo encontraron en un pesebre y así lo adoraron y le entregaron sus regalos. Nos enseñan la importancia de estar siempre pendientes de los signos de Dios para reconocerlos.

Los Reyes Magos fueron generosos al ir a ver a Jesús, no llegaron con las manos vacías. Le llevaron:
  • Oro: Que se les da a los reyes, ya que Jesús ha venido de parte de Dios, como rey del mundo, para traer la justicia y la paz a todos los pueblos.
  • Incienso: Que se le da a Dios, ya que Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre.
  • Mirra: Que se untaba a los hombres escogidos, ya que adoraron a Jesús como Hombre entre los hombres.
Esto nos ayuda a reflexionar en la clase de regalos que nosotros le ofrecemos a Dios y a reconocer que lo importante no es el regalo en sí, sino el saber darse a los demás. En la vida debemos buscar a Dios sin cansarnos y ofrecerle con alegría todo lo que tenemos.

Los Reyes Magos sintieron una gran alegría al ver al Niño Jesús. Supieron valorar el gran amor de Dios por el hombre. Debemos ser estrella que conduzca a los demás hacia Dios.

Los magos nos dan ejemplo en su búsqueda de la Verdad. Estuvieron dispuestos a correr grandes riesgos. Hombres en camellos, llevando tesoros por el desierto donde hay bandas de ladrones. Ellos buscaban al Mesías y nada ni nadie los detuvo. Fueron humildes, preguntaron a otros cómo llegar. Los de Jerusalén sabían dónde debía nacer el Mesías. Conocían las Sagradas Escrituras. Pero eso no es suficiente: pudieron dar instrucciones para que los Magos lleguen. Pero ellos mismos no fueron a adorarlo. Son como tantos hoy: Religión a mi manera, según mi opinión.


Sugerencias para vivir esta Fiesta


Reflexionar y contestar
las siguientes preguntas:


  • ¿Qué regalo le voy a dar a Jesús este año que comienza?
  • ¿Qué puedo cambiar para ser mejor?
  • ¿Qué regalos le voy a ofrecer a Jesús?
  • ¿Me encuentro alegre porque Dios me ama?
  • ¿Tengo fe en Dios?
  • ¿Sé vivir en la pobreza?
  • ¿Soy generoso (con mi tiempo, con mi persona, con los demás)?
  • ¿Suelo perseverar en mi vida espiritual a pesar de las dificultades que se me presentan?
  • ¿Obedezco a Dios con prontitud?

Fuente - Texto tomado de EWTN:

Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG:

Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:


Fuente - Texto tomado de ACIPRENSA.COM:

HISTORIA: «Sin el padre Corby y la Brigada Irlandesa, EE.UU. no hubiese tenido jamás un presidente como Kennedy»


Capellanes de la Brigada Irlandesa.
El padre Corby es el que está sentado,
a la derecha, descubierto.
Fuente: Wikimedia

El capellán más célebre de la Guerra de Secesión tiene un monumento en Gettysburg.

Carmelo López-Arias / ReL / 02 de enero de 2019

El padre William Corby (1833-1897), sacerdote de la Congregación de la Santa Cruz, natural de Detroit (Michigan), vivió intensamente dos experiencias. La bélica, como capellán en la Brigada Irlandesa, integrada en el Ejército de la Unión durante la Guerra de Secesión (1861-1865). La universitaria, como rector de la Universidad de Notre Dame (1866-1872), una de las grandes instituciones académicas católicas de Estados Unidos.

El padre William Corby, en su época militar
y luego como rector de la Universidad de Notre Dame

De la primera dejó unas páginas extraordinarias, Memorias de guerra de un capellán (El Buey Mudo), que acaban de ser publicadas en español. Un relato entretenido y directo de la vida de un sacerdote en una unidad, el 88º Regimiento de Infantería, que vivió intensos combates y campañas durísimas. Como él mismo reitera, a veces eran peores éstas que aquéllos, porque la vida del soldado movilizado no encuentra obstáculos solamente en el fusil enemigo, también en el hambre, el frío (o el calor), las chinches y las enfermedades. Aparte de una buena descripción táctica de los movimientos del Ejército del Potomac, las memorias del padre Corby ofrecen una imagen realista de la vida militar y de la vida sacerdotal en filas. Salvo algunos días sueltos, consiguió recitar el oficio divino durante toda la guerra, celebrar misa en abundantes ocasiones -algunas realmente brillantes, cuando el ejército acampaba para una larga temporada- y acompañar en su último paso (previa absolución o incluso previo bautismo) a miles de soldados moribundos y a algún que otro condenado a muerte.

David Cerdá, traductor de la obra, que ha enriquecido con numerosas notas para contextualizar circunstancias y personajes, es un buen conocedor de la época y de la importancia de las hazañas de la Brigada Irlandesa para que cambiase la consideración en la que eran tenidos los católicos en Estados Unidos.

- ¿Qué papel ocupa el testimonio del padre Corby en el conjunto de la bibliografía sobre la Guerra de Secesión y cuál es su valor histórico en ese sentido?

- Como se menciona en el prólogo, Walt Whitman escribió: «Nunca pusimos la guerra en los libros», refiriéndose a este conflicto. Hay abundante bibliografía histórica sobre el conflicto, para estudiosos, y algunas novelas estupendas, como la trilogía escrita por el premio Pulitzer Michael Shaara. También hay grandes memorias como las del general Grant, que mencionan obviamente el conflicto. Pero el testimonio de Corby es extraordinario por su cercanía y su humanidad. Recoge circunstancias militares, pero no el típico relato inflamado y épico de un oficial ni el recuento de hazañas de un soldado. Hay honor y gloria, por supuesto, pero también horror, piedad, y muchas otras cosas más. En tal sentido, es un libro único.




- ¿Por qué hay un monumento a Corby en Gettysburg?

- Por el empeño del coronel St. Clair Augustine Mulholland y el apoyo y testimonio del resto de miembros vivos del 88º Regimiento en particular y de la Brigada Irlandesa en general. De un lado, Corby personificó la entrega, el valor y la fuerza espiritual de los capellanes en la contienda; de otro, la absolución de las tropas realizada en Gettysburg fue un acto singularísimo que conmovió por su hondura y autenticidad a muchos cristianos, católicos o no.

La estatua de William Corby en Gettysburg
es obra del escultor Samuel A. Murray.
Hay una copia idéntica
en la Universidad de Notre Dame,
de la que fue luego rector.
Foto: Pinterest

- ¿Cómo influyó la guerra en la consideración general sobre el catolicismo?

- En tiempos del padre Corby el catolicismo era contemplado con recelo, cuando no con hostilidad. El norteamericano medio, furiosamente republicano, sospechaba de cualquier sometimiento a una autoridad, de modo que quienes obedecían al Papa recibían con frecuencia el escarnio ajeno. Corby y la Brigada Irlandesa, mediante muestras de extraordinario valor y de una piedad que no abundaba precisamente entre los soldados, supieron alterar ese juicio, ganado respetabilidad para la confesión católica en suelo estadounidense.

- ¿Cuál fue la participación de los católicos en la Guerra de Secesión?

- Hubo católicos en ambos bandos. Para empezar, porque virtualmente todos los oficiales de la contienda compartieron aula. West Point era la única academia militar importante por entonces. Pero fueron mucho más abundantes en la Unión. Hubo muy pocos católicos esclavistas, una cuestión esencial, aunque no la única que originó la guerra. Del lado de la Unión lucharon unos 200.000 católicos; del lado de la Confederación, unos 40.000.


El autoengaño sudista ante los vientos de guerra, en Lo que el viento se llevó (Victor Fleming, 1939), basada en la novela homónima de Margaret Mitchell (1900-1949). Aunque fuertemente partidaria de la Confederación, Mitchell es muy dura al censurar los errores del Sur en el planteamiento político de la guerra.

- ¿Cuál era su origen?

- Los católicos estadounidenses de este siglo eran esencialmente irlandeses y alemanes (los italianos y los polacos no llegaron apreciablemente hasta la década de 1890). Siendo minoritarios frente a los protestantes, y por la cuestión de obediencia antes descrita, fueron ciudadanos de segundo rango precisamente hasta la Guerra Civil. Tras ésta, y merced a la Decimocuarta Enmienda, se les trató en pie de igualdad con el resto de confesiones. El catolicismo se vio muy reforzado tras la guerra.

- ¿Sólo por el papel jugado por los soldados católicos?

- No sólo por sus combatientes, también por sus clérigos, y señaladamente por las monjas. Estamos en un tiempo en el que no existen las enfermeras profesionales. Muchísimos heridos y moribundos pasaron por las hermanas de las Hijas de la Caridad, las Hermanas de la Misericordia, Las Hermanas de la Santa Cruz, etcétera. Sus cuidados, su entereza y su sacrificio dejo una huella imborrable entre los norteamericanos.

- ¿Por qué el Vaticano fue el único estado que reconoció la Confederación?

- Lo cierto es que el Vaticano nunca reconoció la Confederación. Esta fake new, que diríamos hoy (ya por entonces había, y siempre ha habido), se extendió entre otras cosas gracias a que la propagó el mismísimo Robert E. Lee. Lo único que hizo el pontífice de aquel tiempo, Pío IX, fue dirigir una carta al presidente de la Confederación, Jefferson Davis, una carta encabezada con una fórmula de cortesía que el jefe de la diplomacia confederada, Ambrose Dudley Mann, tradujo mal y, posiblemente, de forma interesada, como “Al Honorable Presidente de los Estados Confederados de América”. No existió reconocimiento de facto ni apoyo diplomático real. Era imposible: hubo católicos en ambos bandos, también irlandeses en ambos bandos. Durante la contienda, en la que el pontífice trató de cumplir un papel conciliador, el Papa trató tanto con John Hughes, arzobispo de Nueva York (Unión), como con Jean-Marie Odin, arzobispo de Nueva Orleáns (Confederación). Con todo, el papel más destacado de lo irlandés y católico durante la guerra correspondió a la Brigada Irlandesa, es decir, estuvo del lado de la Unión.

La rendición del general Robert Lee
ante el general Ulysses Grant,
futuro presidente (1869-1977),
en Appomattox (Virginia),
el 9 de abril de 1865.
Cuadro de Thomas Nast (1840-1902)

- Y eso tuvo luego consecuencias beneficiosas...

- Como se ha mencionado, la Guerra Civil fue una prueba durísima en la que los católicos dieron una gran lección de fe, entrega y valor. Derramaron su sangre, perdieron la vida, y lo hicieron con una enorme convicción. Después de eso, los estadounidenses sencillamente ya no pudieron considerarlos ciudadanos de segunda.

- ¿Qué lecciones sobre el servicio sacerdotal en el ámbito castrense ofrecen estas memorias?

- Hasta hace muy poco, un capellán se jugaba la vida en las batallas. Todavía lo hacen, aunque mucho menos, pues las guerras han cambiado mucho. La Guerra de Secesión fue la última guerra antigua y la primera moderna. Los sacerdotes daban la extremaunción mientras silbaban las balas en derredor suyo, tenían que asistir a personas que agonizaban durante horas, pasaban hambre y frío, morían de enfermedad como los soldados. Eran valerosos soldados y a la vez se debían por encima de todo a su fe y debían obediencia a Dios. Su postura, entre la piedad y la milicia, era extremadamente complicada, y exigía una gran fortaleza en la fe y una humanidad desmesurada. La capellanía castrense es algo muy serio y exigente.





Una escena de Hermanos de Sangre [Band of brothers], serie de 2001 que tuvo a Steven Spielberg y Tom Hanks entre los productores. Refleja la vida de una compañía de paracaidistas estadounidenses en la batalla por el centro de Europa tras el desembarco de Normandía. Un capellán asiste a los heridos, impertérrito ante los disparos. "¿Estás viendo lo que yo?", dice uno de los soldados. "¡Locos irlandeses!", contesta el otro.

- ¿Fue Corby un modelo de capellanes en campañas posteriores?

- El padre Corby y sus memorias fueron muy conocidos en su tiempo y poco después de su muerte. Luego, pese a su labor en la Universidad de Notre Dame, su rastro se pierde. Es difícil que en las guerras mundiales hubiese muchos que aún supieran de sus vivencias. Pero el trabajo ya estaba hecho: respetabilidad para la fe católica, igualada en valía y consideración a las protestantes. El hecho de que con posterioridad a él (a quien se le negó) todas las medallas de Honor entregadas en Estados Unidos lo hayan sido a capellanes católicos muestran hasta qué punto él derribó una barrera.

John Fitzgerald Kennedy sale de misa
con su esposa Jacqueline en 1962,
en Newport (Rhode Island).
Fue el primer presidente católico de Estados Unidos,
un cargo que parecía vetado hasta entonces
para alguien que no fuera protestante

- Y abrió un camino que otros transitaron...

En este sentido, y el general respecto al catolicismo norteamericano, el papel del padre Corby fue esencial. El elemento católico está ahora plenamente integrado en la idiosincrasia estadounidense. Puede decirse que sin el padre Corby y la Brigada Irlandesa, Estados Unidos no hubiese tenido jamás un presidente como John F. Kennedy.

Fuente - Texto tomado de RELIGIONENLIBERTAD.COM:
https://www.religionenlibertad.com/cultura/377408931/ASin-el-padre-Corby-y-la-Brigada-Irlandesa-EEUU-no-hubiese-tenido-jamas-un-presidente-como-KennedyA.html

Video tomado de ECARTELERA.COM:
https://www.ecartelera.com/videos/clip-espanol-lo-que-el-viento-se-llevo/

Video tomado de YOUTUBE.COM:
https://www.youtube.com/watch?v=ZgeFYBukQiE

San Simeón Estilita - El Mayor - Fiesta Enero 5


Nace cerca del año 400 en el pueblo de Sisan, en Cilicia, cerca de Tarso, donde nació San Pablo (Estilita significa: el que vive en una columna). De pequeño se dedicaba a pastorear ovejas por los campos, pero un día, al entrar en una iglesia, oyó al sacerdote leer en el Sermón de la Montaña, las Bienaventuranzas en el Capítulo 5 del Evangelio de San Mateo. Se entusiasmó al oír que Jesús anuncia:
"Dichosos serán los pobres, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Dichosos los puros de corazón, porque ellos verán a Dios"




Se acercó a un anciano y le preguntó qué debería hacer para cumplir esas bienaventuranzas y ser dichoso. El anciano respondió:
"Lo más seguro sería irse de religioso a un monasterio"
Se estaba preparando para ingresar a un monasterio, y pedía mucho a Dios que le iluminara qué debía hacer para lograr ser santo e irse al cielo, y tuvo un sueño:
Vio que empezaba a edificar el edificio de su santidad y que cavaba en el suelo para colocar los cimientos y una voz le recomendaba: 'Ahondar más, ahondar más'. Y al fin oyó que la voz le decía: 'Sólo cuando seas lo suficientemente humilde, serás santo"
A los 15 años entró a un monasterio y como era muy difícil conseguir libros para rezar, se aprendió de memoria los 150 salmos de la S. Biblia, para rezarlos todos cada semana, 21 cada día. Se le considera el inventor del cilicio, o sea de una cuerda hiriente que algunos penitentes se amarran en la cintura para hacer penitencia. Se ató a la cintura un bejuco espinoso y no se lo quitaba ni de día ni de noche. Ésto para lograr dominar sus tentaciones. Un día el superior del monasterio se dio cuenta de que derramaba gotas de sangre y lo mandó a la enfermería, donde encontraron que la cuerda o cilicio se le había incrustado entre la carne. Difícilmente lograron quitarle la cuerda, con paños de agua caliente. Y el abad o superior le pidió que se fuera para otro sitio, porque allí su ejemplo de tan extrema penitencia podía llevar a los hermanos a exagerar en las mortificaciones. 

Se fue a vivir en una cisterna seca, abandonada, y después de estar allí cinco días en oración, se le ocurrió la idea de pasar los 40 días de cuaresma sin comer ni beber, como Jesús. Le consultó a un anciano y éste le dijo:
"Para morirse de hambre hay que pasar 55 días sin comer. Puede hacer el ensayo, pero para no poner en demasiado peligro la vida, dejaré allí cerca de usted 10 panes y 1 jarra de agua, y si ve que va a desfallecer, come y bebe"
Así se hizo. Los primeros 14 días de cuaresma rezó de pie. Los siguientes 14 rezó sentado. Los últimos días de la cuaresma era tanta su debilidad que tenía que rezar acostado en el suelo. El Domingo de Resurrección llegó el anciano y lo encontró desmayado y el agua y los panes sin probar. Le mojó los labios con un algodón empañado en agua, le dio un poquito de pan, y recobró las fuerzas. Y así pasó todas las demás cuaresmas de su larga vida, como penitencia de sus pecados y para obtener la conversión de los pecadores.

Se fue a una cueva del desierto para no dejarse dominar por la tentación de volverse a la ciudad, llamó a un cerrajero y se hizo atar con una cadena de hierro a una roca y mandó soldar la cadena para no podérsela quitar. Pero varias semanas después pasó por allí el Obispo de Antioquía y le dijo:
"Las fieras sí hay que atarlas con cadenas, pero al ser humano le basta su razón y la gracia de Dios, para no excederse ni irse a donde no debe"
Entonces Simeón, que era humilde y obediente, se mandó quitar la cadena. De todos los países vecinos y aún de países lejanos venían a su cueva a consultarlo y a pedirle consejos, y las gentes se le acercaban para tocar su cuerpo con objetos para llevarlos en señal de bendición, y hasta le quitaban pedacitos de su manto para llevarlos como reliquias.

Entonces para evitar que tanta gente viniera a distraerlo en su vida de oración, se ideó un modo de vivir totalmente nuevo y raro:
Se hizo construir una columna de 3 metros para vivir allí al sol, al agua, y al viento. Después mandó hacer una columna de 7 metros, y más tarde, como la gente todavía trataba de subirse hasta allá, hizo levantar una columna de 17 metros, y allí pasó sus últimos 37 años de su vida.


Columna se dice "Stilos" en griego,
por eso lo llamaron "Simeón El Estilita"

No comía sino una vez por semana. La mayor parte del día y la noche la pasaba rezando. Unos ratos de pie, otros arrodillado y otros tocando el piso de su columna con la frente. Cuando oraba de pie, hacía reverencias continuamente con la cabeza, en señal de respeto hacia Dios. En un día le contaron más de mil inclinaciones de cabeza. Un sacerdote le llevaba cada día la Sagrada Comunión. La vida de San Simeón Estilita la escribió Teodoreto, quien era monje en aquel tiempo y fue luego Obispo de Ciro, ciudad cercana al sitio de los hechos. Un siglo más tarde, un famoso abogado llamado Evagrio escribió también la historia de San Simeón y dice que las personas que fueron testigos de la vida de este santo afirmaban que todo lo que cuenta Teodoreto es cierto.

Las gentes acudían por montones a pedir consejos. Él les predicaba dos veces por día desde su columna y los corregía de sus malas costumbres. Y entre sermón y sermón oía sus súplicas, oraba por ellos y resolvía pleitos entre los que estaban peleados, para amistarlos otra vez. A muchos ricos los convencía para que perdonaran las deudas a los pobres que no les podían pagar. Convirtió a miles de paganos. Un famoso asesino, al oírlo predicar, empezó a pedir perdón a Dios a gritos y llorando. Algunos lo insultaban para probar su paciencia y nunca respondió a los insultos, ni demostró disgusto por ellos. Hasta obispos venían a consultarlo, y el Emperador Marciano de Constantinopla se disfrazó de peregrino y se fue a escucharlo, y se quedó admirado del modo tan santo como vivía y hablaba.

Para saber si la vida que llevaba en la columna era santidad y virtud y no sólo un capricho, los monjes vecinos vinieron y le dieron orden a gritos de que se bajara de la columna y se fuera a vivir con los demás. Simeón, que sabía que sin humildad y obediencia no hay santidad, se dispuso inmediatamente a bajarse de allí, pero los monjes al ver su docilidad le gritaron que se quedara otra vez allá arriba, porque esa era la voluntad de Dios. Murió el 5 de enero del año 459. Estaba arrodillado rezando, con la cabeza inclinada, y así se quedó muerto, como si estuviera dormido. El emperador tuvo que mandar un batallón del ejército, porque las gentes querían llevarse el cadáver, cada uno para su ciudad. En su sepulcro se obraron muchos milagros, y junto al sitio donde estaba su columna se construyó un gran monasterio para monjes que deseaban hacer penitencia.

Fuente - Texto tomado de EWTN:
http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Simeon_Estilita.htm