martes, 25 de diciembre de 2018

San Esteban - Protomártir - Siglo I - Fiesta Diciembre 26



San Esteban es Protomártir del siglo I. Este santo se llama "Protomártir", porque tuvo el honor de ser el primer mártir que derramó su sangre por proclamar su fe en Jesucristo.

Esteban significa = "coronado" (Esteb: corona)

Esteban era uno de los hombres de confianza de los apóstoles. La S. Biblia, en los Hechos de los Apóstoles narra que cuando en Jerusalén hubo una protesta de las viudas y pobres que no eran israelitas, porque en la distribución de las ayudas se les daba más preferencia a los que eran de Israel, que a los pobres que eran del extranjero, los 12 Apóstoles dijeron:
"A nosotros no nos queda bien dejar nuestra labor de predicar por dedicarnos a repartir ayudas materiales"
Y pidieron a los creyentes que eligieran por voto popular a siete hombres de muy buena conducta y llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, para que se encargaran de la repartición de las ayudas a los pobres. Y entre los siete elegidos, resultó aclamado Esteban (junto con Nicanor, Felipe y otros). Fueron presentados a los Apóstoles los cuales oraron por ellos y les impusieron las manos, quedando así ordenados de diáconos (palabra que significa "ayudante", "servidor". Diácono es el grado inmediatamente inferior al sacerdote).

Los judíos provenientes de otros países, al llegar a Jerusalén empezaron a discutir con Esteban que les hablaba muy bien de Jesucristo, y no podían resistir a su sabiduría y al Espíritu Santo que hablaba por medio de él. Siempre les ganaba las discusiones. Lo llevaron ante el Tribunal Supremo de la nación llamado Sanedrín, para acusarlo con falsos testigos, diciendo que él afirmaba que Jesús iba a destruir el templo y a acabar con las leyes de Moisés. Y los del tribunal al observarlo vieron que su rostro brillaba como el de un ángel.

Esteban pronunció ante el Sanedrín un impresionante discurso, en el cual fue recordando toda la historia del pueblo de Israel (está en el Capítulo 7 de los Hechos de los Apóstoles)y les fue echando en cara a los judíos que ellos siempre se habían opuesto a los profetas y enviados de Dios, terminando por matar al más santo de todos, JESUCRISTO El Salvador. Al oír ésto, ellos empezaron a rechinar de rabia. Pero Esteban lleno del Espíritu Santo miró fijamente al cielo y vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba en pie a la derecha de Dios y exclamó:
"Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre en pie a la derecha de Dios"

Entonces ellos llenos de rabia se taparon los oídos y se lanzaron contra él. Lo arrastraron fuera de la ciudad y lo apedrearon. Los que lo apedreaban dejaron sus vestidos junto a un joven llamado Saulo (el futuro San Pablo, que se convertirá por las oraciones de este mártir) y que aprobaba aquel delito. Mientras lo apedreaban, Esteban decía:
"Señor Jesús, recibe mi espíritu"
Y de rodillas dijo con fuerte voz:
"Señor, no les tengas en cuenta este pecado"
Y diciendo ésto, murió. Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban y la comunidad hizo gran duelo por él.


El primer mártir cristiano moría perdonando a sus verdugos, tal y como lo había hecho Jesucristo en lo alto de la Cruz. Esta mansedumbre y caridad cristiana es la nota definitiva de la plenitud de San Esteban. Estaba lleno de gracia, sabiduría y de poder sobrenatural, pero sobre todo estaba lleno de amor, tenía un corazón formado en la escuela de Cristo. El odio contra Esteban y Jesús, recogido en el corazón más grande que allí había presente, el único en que cabía, se iba a convertir en amor.

Saulo, el fariseo, será muy pronto Pablo, el siervo de Cristo. La mejor corona de Esteban será la conversión de Saulo, que ahora guarda los vestidos de los verdugos, y que se va a convertir en el Apóstol, en el medio elegido por Dios para dar a conocer la doctrina de su Hijo.

Dichoso tú Esteban:
que por proclamar tu amor
a Cristo en la tierra te fuiste
a acompañarlo a Él en el cielo.
Haz que seamos muchos,
muchísimos los que con nuestras
palabras y buenas obras
nos declaremos amigos
y seguidores de Jesús en esta vida
y seamos sus compañeros
en el gozo eterno del Paraíso.
Amén.

Fuente - Texto tomado de EWTN:

SORPRENDENTE: ¿Cómo fue el Nacimiento de Jesús en Belén? Ana Catalina Emmerich lo cuenta con detalle en sus visiones


¿Cómo fue el Nacimiento de Jesús en Belén?
En sus visiones, la beata Emmerich lo cuenta con detalle

La beata Emmerich cuenta con detalle todo lo que rodeó al nacimiento de Cristo.

J.L. / ReL - 25 de diciembre de 2017

“El resplandor en torno a la Santísima Virgen se hacía cada vez mayor y ya no se veía la luz de la lámpara que había encendido José. La Santísima Virgen estaba vuelta a Oriente y arrodillada sobre su colcha de dormir, con su amplio vestido suelto y extendido en torno a ella”.


Este fue el momento justamente previo a que la Virgen María diera a luz a Cristo, el Salvador, tal y como lo relató la beata Ana Catalina Emmerich, que recibió el don especial para revelar cómo fue la vida de Jesús y la propia María a través de lo que ella llamaba “cuadros”, una especie de fotogramas que veía al mismo tiempo que se producían estos acontecimientos históricos.

Las visiones de una beata que tuvo los estigmas de la Pasión


Esta religiosa alemana, declarada beata, sufrió los estigmas de Jesús y se alimentaba únicamente de la Eucaristía. Esta humilde mujer nació a finales del siglo XVIII y aunque sus visiones no son dogma de fe, la Iglesia considera particulares de gran valor para acercarse, en este caso, a la figura de la Virgen. Durante un largo tiempo el escritor Clemente Brentano fue recogiendo de boca de la Emmerich estas visiones y que ahora están publicadas en libros como La vida oculta de la Virgen María y La Amarga Pasión de Cristo.

En su relato, la monja agustina explica con detalle todo lo que vio de este momento clave para la humanidad. Así, recuerda que “a las doce de la noche (la Virgen) se quedó arrobada en oración: la vi elevarse sobre la tierra de modo que podía verse el suelo debajo (…) Entonces ya no vi más el techo de la gruta, y una vía de luz se abrió entre María y lo más alto del Cielo con un resplandor cada vez más alto”.

Coros de espíritus celestiales

Según explicaba la beata, “en esta vía de luz apareció un maravilloso movimiento de glorias que se interpretaban y se acercaban perceptiblemente en forma de coros de espíritus celestiales”.

Y entonces se produjo el Nacimiento del Mesías, el Señor, pues “la Santísima Virgen, que levitaba en éxtasis, rezaba ahora mirando hacia abajo, al suelo, a su Dios en cuya madre se había convertido, que yacía ante ella en el suelo como un recién nacido desvalido”.


Así vio Ana Catalina Emmerich a Jesús recién nacido: “Vi a Nuestro Salvador como un niño muy pequeño y refulgente cuya luz sobrepasaba la del esplendor circundante, acostado en la manta delante de las rodillas de la Santísima Virgen. Para mí era como si fuera muy pequeñito y se fuera haciendo más grande ante mis ojos. Pero todo esto solo era un movimiento del otro resplandor tan grande, que no puedo decir con seguridad cómo lo he visto”.

El niño, sostenido en brazos por María


Siguiendo con esta visión en la gruta de Belén, cuenta que la Virgen estuvo así arrobada todavía un rato y vi que le puso al niño un paño, pero no lo tomó en brazos ni lo levantó. Al cabo de un largo rato vi que el niño rebullía y lo oí llorar, y entonces fue como si María volviera en sí: levantó al niñito de la alfombra y lo envolvió en el pañal que le había puesto encima y lo sostuvo en brazos junto a su pecho. Luego se sentó y envolvió completamente al niño en su velo: creo que María daba de mamar al Salvador. Entonces vi en torno a ella ángeles de figura totalmente humana adorando con el rostro en el suelo”.


Un poco después recuerda la humilde monja, a la que gracias a sus indicaciones se hallaron los restos de la casa de la Virgen en Éfeso, que “ya habría pasado más de una hora desde el nacimiento cuando María llamó a José, que todavía estaba en oración. Cuando se acercó, se postró sobre su rostro con fervor, alegría y humildad, y sólo se levantó cuando María le pidió varias veces que lo apretara contra su corazón y diera gracias alegremente por el sagrado regalo del Altísimo. Entonces José se incorporó, recibió en sus brazos al niño Jesús y alabó a Dios con lágrimas de gozo”.

Sumidos en la contemplación

A continuación, prosigue la beata con su visión, “la Santísima Virgen envolvió al niño en pañales. En este momento no recuerdo la forma de envolverlo en pañales, sólo sé que uno era rojo, y sobre él una envoltura blanca hasta debajo de los bracitos y otro pañalito más por arriba hasta la cabecita. María solamente tenía cuatro pañales”.


"Luego vi a María y José sentados en el suelo desnudo con las piernas cruzadas uno junto a otro. No hablaban y parecían sumidos en contemplación. Sobre la alfombra delante de María yacía envuelto como un bebé, Jesús recién nacido, hermoso y radiante como un relámpago. ¡Ay!, pensé, este lugar contiene la salvación del mundo entero y nadie tiene ni la menor idea”, recogía Brentano de labios de la monja alemana.


Después de esto colocaron al Niño en el pesebre, que según Emmerich, “estaba lleno de juncos e hierbas finas y revestido con un cobertor que colgaba por los costados. El pesebre estaba encima del abrevadero de piedra que había a la derecha de la entrada de la cueva”.

María y José lloraban de alegría

Una vez que María y José dejaron ahí al niño, “los dos se quedaron de pie a su lado cantando himnos entre lágrimas de alegría”.

El gozo de la Creación

El Nacimiento de Cristo recorrió el mundo y cuenta que “Vi que los corazones de muchas buenas gentes se llenaron de jubiloso anhelo, y los corazones de los malos de gran temor. Muchos animales se movían alegremente, y en muchos lugares vi que las flores se enderezaban y que las hierbas, árboles y arbustos expandían aromas y destilaban bálsamos. Muchas fuentes se hinchieron y brotaron, y en la cueva de la loma al sur de la Cueva del Pesebre brotó una caudalosa fuente a la hora que nació Jesús, que a la mañana siguiente San José enmarcó y la preparó un cauce”.

La llegada de los pastores


A la mañana siguiente llegaron tres mayorales de los pastores a los que el Ángel se les había aparecido aquella noche. “Cuando llamaron tímidamente a la Cueva del Pesebre, San José salió a recibirlos cordialmente. Ellos le dijeron lo que les había anunciado esa noche el ángel, y que venían a adorar al Niño de la Promesa y a regalarle sus pobres dones. José aceptó sus regalos con humilde gratitud e hizo que llevaran los animales a la cueva cuya entrada estaba junto a la puerta Sur de la Cueva del Pesebre, adonde los acompañó”.

Ana Catalina Emmerich prosigue asegurando que José “luego llevó a los tres mayorales a ver a la Santísima Virgen, que estaba junto al pesebre sentada en el suelo encima de una manta con el Niño Jesús en el regazo. Los pastores, con sus cayados en la mano, se hincaron de rodillas humildemente delante de Jesús. Lloraban de alegría y permanecieron mucho rato con gran dulzura y sin palabras. Luego cantaron el himno de alabanza que los ángeles habían cantado esa noche y un salmo que he olvidado. Cuando quisieron despedirse, la Santísima Virgen les puso a uno tras otro el Niño Jesús en brazos. Se lo devolvieron con lágrimas y abandonaron la cueva”.

Favor leer:

Beata Ana Catalina Emmerick - Mística Alemana y Estigmatizada - Fiesta Febrero 9

Fuente - Texto tomado de RELIGIONENLIBERTAD.COM:
https://www.religionenlibertad.com/como-fue-nacimiento-jesus-belen-sus-visiones-61305.htm

Solemnidad Natividad del Señor - Lectura del Santo Evangelio Según San Lucas 2, 1-14


1. Por aquellos días se promulgó un edicto de César Augusto, mandando empadronar a todo el mundo.

2. Éste fue el primer empadronamiento hecho por Cirino, que después fue gobernador de la Siria.

3. Y todos iban a empadronarse, cada cual a la ciudad de su estirpe.

4. José, pues, como era de la casa y familia de David, vino desde Nazareth, ciudad de Galilea, a la ciudad de David llamada Betlehem, en Judea.


5. Para empadronarse con María, su esposa, la cual estaba encinta.

6. Y sucedió que hallándose allí, le llegó la hora del parto.

7. Y parió a su Hijo primogénito, y envolvióle en pañales, y recostóle en un pesebre, porque no hubo lugar para ellos en el mesón.


8. Estaban velando en aquellos contornos unos pastores, y haciendo centinela de noche sobre su grey.

9. Cuando de improviso un Ángel del Señor apareció junto a ellos, y cercólos con su resplandor una luz divina, lo cual los llenó de sumo temor.

10. Díjoles entonces el Ángel:

"No tenéis que temer; pues vengo a daros una nueva de grandísimo gozo para todo el pueblo.

11. Y es, que hoy os ha nacido en la ciudad de David, el Salvador, que es el Cristo, o Mesías, el Señor nuestro.

12. Y sírvaos de seña que hallaréis al niño envuelto en pañales, y reclinado en un pesebre".

13. Al punto mismo se dejó ver con el Ángel un ejército numeroso de la milicia celestial, alabando a Dios, y diciendo:




14. "Gloria a Dios en lo más alto de los cielos, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad".

Palabra de Dios,
Gloria a Ti, Señor Jesús

Solemnidad Natividad del Señor - Fiesta Diciembre 25 de 2018




Navidad - Objeto de la Fiesta


La Fiesta de Navidad tiene por objeto el nacimiento temporal del Hijo de Dios. El Verbo Eterno, igual en un todo al Padre y al Espíritu Santo, aquel por quien todo fue creado, se encarnó en el seno de la Virgen María y nació en Belén, en un miserable establo, para salvarnos a todos; éste es el tierno misterio que la Iglesia presenta a nuestra fe en la presente solemnidad, imitar a aquel Dios humilde, pobre y dolorido, ésto es lo que dice a nuestro corazón.



Hacía cuatro mil años que el hombre culpable y degradado había oído, al abandonar el paraíso terrenal, estas palabras de esperanza:

"El Hijo de la Mujer aplastará la cabeza de la serpiente"


Preciosas palabras que durante muchos siglos fueron el único consuelo de la raza humana en medio de sus innumerables sufrimientos. El Hijo de la Mujer por excelencia, el Vencedor del demonio, el Reparador de la pérdida sufrida, el Restaurador del género humano era el objeto de todos los deseos y de todos los suspiros, si bien jamás fue más ardiente y universalmente deseado que bajo el reinado del emperador Augusto, pues consumados estaban los tiempos señalados para su venida. Sin embargo, era preciso que su nacimiento tuviese lugar con todas las circunstancias vaticinadas por los Profetas; así es que el Cristo debía nacer en Belén, a fin de hacer notorio que pertenecía a la raza real de David.

José y María que pertenecían ambos a la real familia de David, se dirigieron a la ciudad de David, llamada Belén; al llegar allí inscribieron sus nombres, y los registros del imperio romano atestiguaron que Jesús, Hijo de María era descendiente de David, quedando comprobadas con un monumento auténtico las profecías que lo habían anunciado.


Descripción de la gruta




Al llegar José y María a la ciudad de sus abuelos buscaron en vano alojamiento, pues ya fuese porque su pobre exterior nada prometiese a la avaricia, ya porque, como dice el Evangelio, las posadas estuviesen llenas, en todas partes contestaron: No hay lugar. Viéndose obligados a salir de la ciudad y a buscar un abrigo en una gruta que hacía las veces de establo, en la que María dio a luz al Redentor del mundo. Cuando José y María penetraron en la gruta se encontraban en ella un buey y un asno, cuyo aliento sirvió para dar calor al recién nacido; es cierto que la Escritura no menciona esta circunstancia, más se apoya en una tradición común, presentada como cierta por los Padres de la Iglesia que mejor podían saberlo, como son: San Epifanio, San Jerónimo, San Gregorio Nacianceno, San Gregorio de Niza y Prudencio; también Baronio defiende con éxito esta tierna tradición.

Nacimiento del Salvador






En la gruta dio María a luz a su Divino Hijo, sin experimentar ninguno de los dolores que sufren las otras madres, y quedando virgen antes y después del parto. ¿Quién es capaz de imaginar el gozo y el respeto con que vio y adoró al Creador del mundo, hecho hombre por amor a nosotros? Qué felicidad para Ella cuando al contemplar Al que los Ángeles adoran, pronunció por primera vez las palabras que hasta entonces sólo habían sido dichas por el Eterno Padre:


¡Hijo mío!



¡Con qué veneración tocó al que sabía era su Señor!  ¿Quién podrá decir los sentimientos de su virginal y maternal corazón, cuando le envolvió en pobres pañales, y le acostó en el pesebre sobre la paja?  ¡Con cuántos tiernos besos lo cubrió!  ¡Con qué santa emoción consideró su rostro y sus tiernas manos! ¡Con qué santa solicitud abrigó sus pequeños miembros!



San José, confidente del misterio, participaba, en cuanto le era dable, de los sentimientos de María. "Tomaba al Niño en sus brazos, dice San Bernardo, y le prodigaba cuantas caricias puede dictar un corazón abrasado de amor".




En el momento de cumplirse el milagro, quiso Dios que los hombres y los Ángeles, el cielo y la tierra, fuesen a tributar sus homenajes al Redentor común, mas, ¿quiénes serán los felices mortales favorecidos por Dios con semejante honor? Augusto, tú que dictas las leyes al universo entero, Herodes, tú que imperas en Judea, ricos que habitan en Jerusalén y en Belén, Emperadores, Reyes, Príncipes de la tierra, duerman en sus adorados palacios, pues no serán ustedes los que los Ángeles despertarán para conducirlos al pesebre; no son dignos de ello: el nuevo Rey necesita cortesanos que le comprendan, y ustedes no lo comprenderían, que amen la pobreza de cuna y ustedes no la amarían.


Adoración de los pastores



En las cercanías de la gruta había algunos pastores que velaban guardando sus ganados; de repente distinguen un vivo esplendor encima de sus cabezas y en medio de las tinieblas, y apareciendo un Ángel entre aquella gloria, les dice:



"No teman, porque he aquí que les anuncio un grande gozo que será para todo el pueblo; que hoy les ha nacido el Salvador, que es Cristo Señor, en la ciudad de David. Y ésta será la señal: hallarán al Niño en pañales y echado en un pesebre"

Y súbitamente apareció con el Ángel una tropa numerosa de la milicia celestial, que alababan a Dios y decían:


"Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad"
Después de retirarse los Ángeles, admirados los pastores dijeron los unos a los otros:
"Pasemos hasta Belén, y veamos ésto que ha acontecido, lo cual el Señor nos ha mostrado"


Y fueron apresurados, y hallaron a María y a José, y al Niño echado en el pesebre; y cuando vieron ésto entendieron lo que se les había dicho acerca de aquel Niño, y se volvieron glorificando y loando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, así como les había sido dicho.


La Navidad y la pobreza




Todo cristiano se encuentra ante al reto de la pobreza escogida por Nuestro Señor. Es el reto de la Navidad. El Mesías prometido no vino como se esperaba sino en pobreza radical. Al Niño Dios no lo encontramos sino en un pobre establo, acostado en un comedero de animales. La Virgen y San José estaban allí. Compartieron la realidad de Jesús. No hay otra manera de ser cristiano. Allí también fueron los pastores y los magos.



Un bebé es alguien muy hermoso, pero no es un juguete. Dar a luz no es algo casual. Tratemos de entender la preocupación, la angustia de un joven carpintero y su esposa al no tener lugar para el nacimiento. El parto de una mujer es siempre algo tremendo. El parto de María fue virginal, y tuvo unas gracias únicas que no podemos del todo comprender. Pero no por eso dejó de ser humana. El rechazo, la falta de lugar, de agua limpia, de luz, de ropas, de cama... Todo eso es la pobreza que abarcó su "SÍ". Pobreza real. Ella aceptó llena de amor el misterio.




La Virgen y San José se llenaron íntimamente de la LUZ que brilló en las tinieblas: JESÚS
Lucas 2:7 (Y dio luz a su Hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento)


¿Dónde encontramos a Jesús hoy? El cristiano sabe muy bien que Jesús nos invita a visitarlo en nuestros hermanos pobres. No puede ser sólo una visita, sino todo un reto a nuestra forma de vida, una decisión de solidaridad. Por eso el Niño Dios nos da miedo. Su invitación es muy radical. Preferimos hacer del pesebre una linda y lejana historia romántica, que armonice con nuestra opulencia. Pero la conciencia nos sigue pinchando y no tendremos paz ni felicidad hasta que de veras abramos el corazón.

Mateo 25:45 (Y Él entonces les responderá: "En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo)



Mateo 18:10 (Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque Yo os digo que sus Ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos)



Mateo 10:42 (Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa).


¿Cómo podremos responder?


Requiere amor. Dios nos da la gracia cuando ponemos en Él nuestro corazón. Hay que meditar el Evangelio y pedir la gracia. Entonces visitamos a los pobres. Una forma de hacerlo es por medio de alguna comunidad religiosa que trabaje con ellos. Pero no es suficiente dar "algo" de lejos. Pidamos que nos permitan servir con ellos a los pobres. Veremos cómo nace un deseo de ser verdaderamente libres.



Los pobres nos benefician mucho más de lo que nosotros a ellos. Por medio de ellos, Dios nos abre al amor. Entonces querremos responder a la necesidad porque el amor nos lo pide. Nacerá un gozo, el gozo de amar, de darse, que no se puede comparar con el placer de tener cosas. Es cierto que cuesta, hay que lanzarse y sacrificar muchas cosas, pero así se es libre y se es de Dios. El amor va a cambiar nuestra mentalidad. Pronto nos parecerá increíble que antes derrochábamos el dinero en tantas cosas. Ya no podremos hacerlo igual porque el amor es así, se hace uno con el amado, y a los pobres hay que amarlos si amamos a Jesús.



Esta Navidad pídele a Jesús nazca de veras en tu corazón. Entonces da los pasos necesarios para que la gracia opere. Vete a los pobres. Entra en esas casitas que no son diferentes al establo de Belén y verás lo que Dios hará en tu corazón.

Fuente - Texto tomado de ACIPRENSA.COM:
http://www.aciprensa.com/navidad/fiesta.htm

Fuente - Texto tomado de CATOLICO.ORG: