martes, 18 de septiembre de 2018

San Genaro - Obispo y Mártir - Fiesta Septiembre 19



Historia de San Genaro

San Genaro, Patrón de Nápoles, es famoso por el milagro que generalmente ocurre cada año desde hace siglos, el día de su fiesta, el 19 de septiembre. Su sangre, se licua ante la presencia de todos los testigos que deseen asistir.

San Genaro nació en el siglo III en Nápoles (Italia) y murió en el año 305 en Pozzuoli (Italia). Este santo, famoso por el prodigio de su sangre que se obra cada año en Nápoles (Italia), era obispo de esa ciudad cuando estalló la terrible persecución de Diocleciano.

Durante la persecución de Diocleciano, fueron detenidos en Pozzuoli, por orden del gobernador de Campania, Sosso, diácono de Miseno, Próculo, diácono de Pozzuoli, y los laicos Euticio y Acucio. El delito era haber públicamente confesado su fe. Cuando San Genaro tuvo noticias de que su amigo Sosso y sus compañeros habían caído en manos de los perseguidores, decidió ir a visitarlos y a darles consuelo y aliento en la prisión. Como era de esperarse, sus visitas no pasaron inadvertidas, y los carceleros dieron cuenta a sus superiores de que un hombre de Benevento iba con frecuencia a hablar con los cristianos. El gobernador mandó que le aprehendieran y lo llevaran a su presencia. El obispo Genaro, Festo, su diácono y Desiderio, un lector de su iglesia, fueron detenidos dos días más tarde y conducidos a Nola, donde se hallaba el gobernador.

Fue hecho prisionero y encerrado en una oscura cárcel, junto con sus diáconos y colaboradores. Los tres soportaron con entereza los interrogatorios y las torturas a que fueron sometidos. Poco tiempo después el gobernador se trasladó a Pozzuoli y los tres confesores, cargados con pesadas cadenas, fueron forzados a caminar delante de su carro. En Pozzuoli fueron arrojados a la misma prisión en que se hallaban sus cuatro amigos. Estos últimos habían sido llevados al anfiteatro o coliseo para que fueran devorados por las fieras un día antes de la llegada de San Genaro y sus dos compañeros, pero las bestias no los atacaron. Los siete condenados fueron conducidos a la arena del anfiteatro y, para decepción del público, las fieras hambrientas y provocadas no hicieron otra cosa que rugir mansamente, sin acercarse siquiera a sus presuntas víctimas.

El pueblo, arrastrado y cegado por las pasiones que se alimentan de la violencia, imputó a la magia la mansedumbre de las fieras ante los valientes cristianos y a gritos pedía que los mataran. Ahí mismo los siete confesores fueron condenados a morir decapitados. La sentencia se ejecutó cerca de Pozzuoli, y en el mismo sitio fueron enterrados. Personas piadosas recogieron un poco de la sangre de San Genaro y la guardaron.


Los cristianos de Nápoles obtuvieron las reliquias de San Genaro que, en el siglo V, fueron trasladadas desde la pequeña iglesia de San Genaro, vecina a la Solfatara, donde se hallaban sepultadas. Durante las guerras de los normandos, los restos del santo fueron llevados a Benevento y, poco después, al monasterio del Monte Vergine, pero en 1497, se trasladaron con toda solemnidad a Nápoles que, desde entonces, honra y venera a San Genaro como su patrono principal.


La fama universal de que goza San Genaro, se debe a un milagro que se obra todos los años en Nápoles. Este milagro se viene obrando desde hace 400 años, sin que lo hayan podido explicar ni los sabios ni los estudiosos o investigadores. Un sacerdote expone en el altar la ampolleta del tamaño de una pera, que contiene la sangre solidificada del santo. La coloca frente a la urna que contiene la cabeza del santo. Todos empiezan a rezar, y de un momento a otro la sangre que estaba sólida y negruzca se vuelve líquida y rojiza, y crece de tamaño dentro de la vasija de vidrio donde está. El pueblo estalla en cánticos de alegría bendiciendo a Dios.




La ciudad de Nápoles le tiene un gran cariño a San Genaro, porque además del prodigio de la liquefacción de la sangre, los ha librado varias veces de las temibles erupciones del volcán Vesubio. En 1631, millones de toneladas de lava se dirigían hacia la ciudad. El obispo llevó en procesión la sangre de San Genaro y la lava cambió de dirección y la ciudad se salvó.

Oración


Señor, por la sangre
de tus santos mártires,
concédenos la gracia
de perseverar toda nuestra vida
fieles a la religión católica
de librarnos de los estallidos
de nuestras pasiones



En Nápoles se ha repetido
el milagro de San Genaro

Roma, 20 de septiembre de 2013 (Zenit.org)

El prodigio se repitió a la misma hora en la capilla que conserva la piedra sobre la cual el mártir fue decapitado. 
El público se congregó desde la madrugada de ayer en la iglesia catedral de Nápoles para rezar ante la reliquia de San Gennaro o Jenario. Cuando se encontraba participando en la santa misa, algunos fieles que rezaban delante de la reliquia notaron la liquefacción de la sangre del santo y le avisaron al celebrante que dio el anuncio. En ese momento estalló un aplauso de alegría. Poco después la misa retomó con normalidad. En 1389 por primera vez se produjo el milagro: la sangre del mártir que se guarda y se ve en una ampolla dentro de una custodia, de improviso se licuó.



A la ceremonia toman parte las altezas reales de Bélgica, Alberto II y Paola, el alcalde de la ciudad, además del cardenal Crescenzio Sepe, arzobispo de Nápoles y las autoridades eclesiásticas. Y siempre en Nápoles, a pocos kilómetros de la catedral, en el santuario de San Gennaro alla Sofatara di Pozzuoli, a la misma hora se repitió el enrojecimiento de la piedra manchada con la sangre del mártir, conservada en la capilla lateral.

La sangre solidificada se encuentra en una ampolla del tamaño de un vaso pequeño. En la fiesta de San Gennaro, ante la oración de los fieles, la sangre de color negruzco, se vuelve líquida y rojiza y aumenta su volumen. San Gennaro fue obispo de Benevento, en el sur de Italia en el siglo III. Fue condenado a muerte durante las persecuciones a los cristianos del emperador romano Diocleciano, la última antes de la paz de Constantino.

Los militares romanos le ofrecieron renegar a su fe para salvar la vida. Al no lograrlo la tradición cuenta que le encerraron en un horno del que salió indemne, y tras ser arrojado a las fieras junto con el diácono y otros cristianos, éstas no les atacan y se echan a sus pies. Entonces deciden decapitarlos con los demás cristianos y diáconos en la plaza Vulcana.

Tres veces al año la sangre es expuesta para la veneración: el sábado que precede al primer domingo de mayo (fiesta del traslado de San Gennaro), el 19 de septiembre (celebración que recuerda su martirio) y el 16 de diciembre (fiesta que lo celebra como patrono de la ciudad). La creencia popular considera mal presagio que no ocurra el milagro. Una de las fechas de la no licuefacción fue en 1944, antes de la Segunda Guerra Mundial.


San Genaro está vivo en su sangre

Última licuefacción (Septiembre 19 de 2014)


Nápoles (Viernes, 19-09-2014, Gaudium Press) "San Genaro está vivo en su sangre (...) y él ama Nápoles", han sido las palabras que pronunció el Cardenal Crescensio Sepe, Arzobispo de Nápoles, al presidir la tradicional ceremonia de la festividad de San Genaro, Obispo de Benevento y patrono de la ciudad Italiana, en la Catedral donde permanecen sus reliquias, y que este 19 de septiembre fue nuevamente testigo de un fenómeno milagroso que se repite año con año: la licuefacción de su sangre.

El acontecimiento de la licuefacción de la sangre de San Genaro está estrechamente ligado con la historia de Nápoles y varios sucesos catastróficos de los que fue prevenida la ciudad / Foto: Paola Magni

Este acontecimiento, que ya es tradición para la fecha, está estrechamente ligado con la historia de Nápoles y varios sucesos catastróficos de los que fue prevenida la ciudad que tienen relación directa con el milagro de la sangre del santo que se hace líquida, un prodigio que se conoce desde el año 1398 gracias al cronista medieval Chronicom Siculum, quien describió con estupor el fenómenos singular de la licuefacción. Ya a partir del siglo XVI se hace referencia al milagro y a San Genaro, a quien se le atribuye el haber protegido a Nápoles de las guerras, las pestes y los efectos de catástrofes naturales como la erupción del volcán Vesubio.

Es por estos acontecimientos, que muchos residentes de Nápoles creen que si la sangre no se hace líquida para la festividad de San Genaro, es signo que alguna tragedia caerá sobre la ciudad. Por lo menos así quedó consignado en la historia en 1980 cuando el milagro no tuvo lugar y ese año un terremoto afectó el sur de Nápoles, que dejó más de 2 mil muertos.

En todos los años de historia de este acontecimiento no se ha dado ninguna explicación científica al fenómeno reiterado de la licuefacción de la sangre, más sí han quedado consignadas varias investigaciones que se realizaron con la reliquia expuesta que se refieren al carácter sobrenatural del suceso.






La Catedral de Nápoles resguarda las reliquias de San Genaro que se hallan en la Real Capilla del Tesoro / Foto: Andrea Tosatto

De estas exploraciones, también ha llamado la atención de los científicos el hecho palpable que la sangre, en su estado sólido, no ocupa siempre el mismo volumen de la ampolleta donde está contenida, la cual, en algunas ocasiones, llega a ocupar todo el recipiente.

Todos estos datos históricos, así como testimonios de los citadinos napolitanos, hacen que la reliquia de la Sangre de San Genaro (resguardada en la Real Capilla que lleva su nombre en la Catedral de Nápoles), sea todo un tesoro para la ciudad italiana y gran testimonio del santo. "El verdadero tesoro son las reliquias del Santo, signo y testimonio, sobre todo aquella de la sangre prodigiosa, de una fe que se hace concreta en el sacrificio del don de sí por el amor de Dios", escribía en una oportunidad Mons. Vicenzo De Gregorio, Abad de la Real Capilla del Tesoro de San Genaro.

Es por ello que las celebraciones del santo Obispo iniciaron desde el pasado 18 de septiembre con varios eventos religiosos en la Catedral napolitana, entre ellos la ofrenda del óleo para la lámpara votiva que permanece encendida en la Capilla de San Genaro, y que este año estuvo a cargo de la Diócesis de Pompei; así como las solemnes vísperas que han tenido lugar a partir de las 18:00 horas y fueron presididas por el Cardenal Crescenzio Sepe, junto con Mons. Tomaso Caputo, Arzobispo de Pomepei; y la veneración de las reliquias del santo.

Ya para el 19 de septiembre, se ha llevado a cabo en la mañana la celebración Eucarística y la solemne procesión de San Genaro, seguida de la cual se procedió a la apertura del cofre que guarda la reliquia de su sangre, donde se observó nuevamente el milagro de la licuefacción.

San Genaro, Patrono de Nápoles, fue Obispo de Benevento Italia. Murió mártir en la persecución de los cristianos durante el reinado del emperador romano Diocleciano.

Con información de Catholic World News y Agensir.

Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG:

Fuente - Texto tomado de EWTN:

Fuente - Video tomado de YOUTUBE:
https://www.youtube.com/watch?v=YVGTdDaS0vg

San José María de Yermo y Parres - Fiesta Septiembre 19


San José María de Yermo y Parres
El sacerdote José María de Yermo y Parres nació en la Hacienda de Jalmolonga, municipio de Malinalco, Edo. de México el 10 de noviembre de 1851, hijo del abogado Manuel de Yermo y Soviñas y de María Josefa Parres. De nobles orígenes, fue educado cristianamente por el papá y la tía Carmen ya que su madre murió a los 50 días de su nacimiento. Muy pronto descubrió su vocación al sacerdocio. 

A la edad de 16 años deja la casa paterna para ingresar en la Congregación de la Misión en la Ciudad de México. Después de una fuerte crisis vocacional deja la familia religiosa de los Paúles y continúa su camino al sacerdocio en la Diócesis de León, Gto. y allí fue ordenado el 24 de agosto de 1879. Sus primeros años de sacerdocio fueron fecundos de actividad y celo apostólico. 

Fue un elocuente orador, promovió la catequesis juvenil y desempeñó con esmero algunos cargos de importancia en la curia, a los cuales por motivo de enfermedad tuvo que renunciar. El nuevo obispo le confía el cuidado de dos iglesitas situadas en la perifería de la ciudad: El Calvario y el Santo Niño. Este nombramiento fue un duro golpe en la vida del joven sacerdote. Le sacudió profundamente en su orgullo, sin embargo decidió seguir a Cristo en la obediencia sufriendo esta humillación silenciosamente. 

Un día, mientras se dirigía a la Iglesia del Calvario, se halla de improviso ante una escena terrible: unos puercos estaban devorándose a dos niños recién nacidos. Estremecido por aquella tremenda escena, se siente interpelado por Dios, y en su corazón ardiente de amor proyecta la fundación de una casa de acogida para los abandonados y necesitados. Obtenida la autorización de su obispo pone mano a la obra y el 13 de diciembre de 1885, seguido por cuatro valientes jóvenes, inaugura el Asilo del Sagrado Corazón en la cima de la colina del Calvario. Este día es también el inicio de la nueva familia religiosa de las “Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres”.


Desde ese día el Padre Yermo pone el pie sobre el primer peldaño de una larga y constante escalada de entrega al Señor y a los hermanos, que sabe de sacrificio y abnegación, de gozo y sufrimiento, de paz y de desconciertos, de pobrezas y miserias, de apreciaciones y de calumnias, de amistades y traiciones, de obediencias y humillaciones. Su vida fue muy atribulada, pero aunque las tribulaciones y dificultades se alternaban a ritmo casi vertiginoso, no lograron nunca abatir el ánimo ardiente del apóstol de la caridad evangélica. 

En su vida no tan larga (1851-1904) fundó escuelas, hospitales, casas de descanso para ancianos, orfanatos, una casa muy organizada para la regeneración de la mujer, y poco antes de su santa muerte, acontecida el 20 de septiembre de 1904 en la ciudad de Puebla de los Ángeles, llevó a su familia religiosa a la difícil misión entre los indígenas tarahumaras del norte de México. Su fama de santidad se extendió rápidamente en el pueblo de Dios que se dirigía a él pidiendo su intercesión. Fue beatificado por Su Santidad Juan Pablo II el 6 de mayo de 1990 en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en la Ciudad de México. Fue canonizado el 21 de mayo de 2000 en la Plaza de San Pedro.

Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET: