domingo, 2 de septiembre de 2018

San Gregorio Magno - Papa y Doctor de la Iglesia - Fiesta Septiembre 3

San Gregorio Magno - 64° Papa
de la Iglesia Católica

Nacido en Roma hacia el año 540, de familia noble y cristiana, vive la desolación de la Urbe, caído el Imperio occidental, y el inicio de una época ascendente. Estudió Derecho y en 573 fue nombrado Prefecto. Como heredó la fortuna de su padre, construyó varios monasterios en Roma y se retiró al Monte Celio. Fue ordenado diácono y en 578 el Papa Benedicto I lo ordenó presbítero. Fungió como Nuncio en Constantinopla entre 579 y 586. Tres años después en 590 fue elegido Papa, misión en que se distinguió por su oratoria, política tolerante, administración atinada, interés misionero en Inglaterra y España y tacto en la reforma del clero y la liturgia. Mereciendo por su ingente labor que se le considere gran figura entre las de todos los tiempos, y que se le haya otorgado el título de Doctor y Padre de la Iglesia latina. Su muerte acaeció el 12 de marzo del 604.

Gregorio I o San Gregorio fue el sexagésimo cuarto Papa de la Iglesia Católica. Uno de los cuatro Padres de la Iglesia Latina y Doctor de la Iglesia. Fue el primer monje en alcanzar la dignidad pontificia.

Escribe San Gregorio Magno en su Regla Pastoral:
"Importa que el pastor sea puro en sus pensamientos, intachable en sus obras, discreto en el silencio, provechoso en las palabras, compasivo con todos, más que todos levantado en la contemplación, compañero de los buenos por la humildad y firme en velar por la justicia contra los vicios de los delincuentes. Que la ocupación de las cosas exteriores no le disminuya el cuidado de las interiores y el cuidado de las interiores no le impida el proveer a las exteriores"
Su acción pastoral se refleja en varias de sus obras: "Regla Pastoral, Diálogos, Sacramentario y Antifonario". Se distinguió, también, por su obra bíblica (varios comentarios), ascética (su Moralina) y epistolar (859 cartas).

San Gregorio Magno escribió:
"Si Jesucristo dijo que hay faltas que no serán perdonadas ni en este mundo ni en el otro, es señal de que hay faltas que sí son perdonadas en el otro mundo. Para que Dios perdone a los difuntos las faltas veniales que tenían sin perdonar en el momento de su muerte, para eso ofrecemos misas, oraciones y limosnas por su eterno descanso"
San Gregorio ofreció 30 Misas por el alma de un difunto. Más tarde ese difunto se le apareció en sueños a darle las gracias, ya que por esas Misas había logrado salir del purgatorio.

En otra ocasión, San Gregorio, estaba celebrando la Misa, elevó la Hostia y se quedó con ella en lo alto por mucho tiempo. Sus ayudantes le preguntaron después por qué se había quedado tanto tiempo con la Hostia elevada en sus manos y él les respondió:
"Es que vi que mientras ofrecía la Santa Hostia a Dios, descansaban las benditas almas del purgatorio"
Apenas muerto, fue venerado como santo y la tradición lo asumió como Patrón de los liturgistas, sabios e investigadores, por su amplia erudición; de los músicos, chantres y cantores, por la escuela de canto que fundó (Cantos Gregorianos). Defensor contra la enfermedad de la gota y la peste; y Abogado de las almas del purgatorio por las "Misas Gregorianas" que hasta él se hicieron remontar.


En la iconografía aparece, como todos los papas, con la tiara y la cruz papal; en calidad de Padre de la Iglesia (uno de los cuatro grandes de Occidente) al igual que la tradición conoce como El Grande; y como monje. Una paloma, símbolo de inspiración, una cartela con notas musicales, los emblemas pontificios y el ánima sola o varias almas del purgatorio son sus atributos principales.



San Gregorio Magno
clasificó en 7
los pecados capitales:

1. Soberbia
2. Avaricia
3. Lujuria
4. Ira
5. Gula
6. Envidia
7. Pereza
Estos 7 pecados se llaman capitales porque son cabezas y como fuentes y raíces de otros vicios que de ellos nacen. Los vicios, como contrarios a las virtudes, son hábitos perversos que oscurecen la conciencia e inclinan al mal.



  1. Soberbia: Es considerado el original y más serio de los pecados capitales, es la principal fuente de la que derivan los otros. Es identificado como un deseo por ser más importante o atractivo que los demás, fallando en halagar a los otros. Según la Biblia, este pecado es cometido por Lucifer al querer ser igual que Dios. Soberbia y Orgullo son sinónimos. El Orgullo es disimulable e incluso apreciado, cuando surge de causas nobles o virtudes, mientras que a la Soberbia se la concreta con el deseo de ser preferido a otros, basándose en la satisfacción de la propia vanidad, del Yo o ego. Por ejemplo, una persona Soberbia jamás se "rebajaría" a pedir perdón, o ayuda, etc.
  2. Avaricia: Es como la lujuria y la gula un pecado de exceso. La avaricia (vista por la Iglesia) aplica sólo a la adquisición de riquezas en particular. Tomás de Aquino escribió que la avaricia es "un pecado contra Dios, al igual que todos los pecados mortales, en lo que el hombre condena las cosas eternas por las cosas temporales". Avaricia describe otros ejemplos de pecados: Deslealtad, traición deliberada, especialmente para el beneficio personal, como en el caso de dejarse sobornar. Búsqueda y acumulación de objetos, robo y asalto, especialmente con violencia, los engaños o la manipulación de la autoridad son todas acciones que pueden ser inspirados por avaricia.
  3. Lujuria: Pecado producido por los pensamientos excesivos de naturaleza sexual. La lujuria en su máximo grado puede llevar a compulsiones sexuales o sociológicas y/o transgresiones, incluyendo la adicción al sexo, el adulterio y la violación.
  4. Ira: Sentimiento no ordenado, ni controlado, de odio y enojo. Se puede manifestar como una negación vehemente de la verdad, tanto hacia los demás y hacia uno mismo, impaciencia con los procedimientos de la ley y el deseo de venganza fuera del trabajo del sistema judicial (llevando a hacer justicia por sus propias manos), fanatismo en creencias políticas y generalmente deseando hacer mal a otros. Odio e intolerancia hacia otros por razones como raza o religión, llevando a la discriminación. Las transgresiones derivadas de la ira están entre las más serias, incluyendo homicidio, asalto, y en casos extremos, genocidio. La ira es el único pecado que no necesariamente se relaciona con el egoísmo y el interés personal (aunque uno puede tener ira por egoísmo, por ejemplo, por celos).
  5. Gula: Se identifica con la glotonería, el consumo excesivo de comida y bebida. También incluye ciertas formas de comportamiento destructivo. De esta manera el abuso de substancias o las borracheras pueden ser vistos como ejemplos de gula.
  6. Envidia: Se caracteriza por un deseo insaciable. Aquellos que cometen el pecado de la envidia desean algo que alguien más tiene, y que perciben que a ellos les hace falta, y por consiguiente, a desear el mal al prójimo, y sentirse bien con el mal ajeno.
  7. Pereza: Es una tristeza de ánimo que aparta al creyente de las obligaciones espirituales o divinas, a causa de los obstáculos y dificultades que en ellas se encuentran. Bajo el nombre de cosas espirituales y divinas se entiende todo lo que Dios nos prescribe para la consecución de la eterna salud (la salvación), como la práctica de las virtudes cristianas, la observación de los preceptos divinos, de los deberes de cada uno, los ejercicios de piedad y de religión. Concebir tristeza por tales cosas, abrigar voluntariamente en el corazón, desgano, aversión y disgusto por ellas, es pecado capital. Tomada en sentido estricto es pecado mortal en cuanto se opone directamente a la caridad que nos debemos a nosotros mismos y al amor que debemos a Dios. Si nos entristecemos o sentimos desgano de las cosas a las que estamos obligados, por ejemplo, al perdón de las injurias, a la privación de los placeres carnales, si llega a hacernos desear que no haya otra vida para vivir entregados impunemente a las pasiones, es sin duda pecado mortal.

La Iglesia Católica Romana reconoce 7 virtudes que forman parte del Catecismo (que corresponden a cada pecado capital):


1. El pecado de la Soberbia se vence con la Virtud de la Humildad: Característica que define a una persona modesta, alguien que no se cree mejor o más importante que los demás en ningún aspecto; es la ausencia de soberbia.



2. El pecado de la Avaricia se vence con la Virtud de la Generosidad: Hábito de dar y entender a los demás. En momentos de desastres naturales, los esfuerzos proporcionados de manera voluntaria, por individuos o grupos que entregan de manera unilateral tiempo, recursos, mercancías, dinero y afecto. La generosidad es una forma de altruismo y filantropía.



3. El pecado de la Lujuria se vence con la Virtud de la Castidad: Comportamiento voluntario a la moderación y adecuada regulación de placeres y/o relaciones sexuales, ya sea por motivos de religión o social. No es lo mismo que abstinencia sexual.


4. El pecado de la Ira se vence con la Virtud de la Paciencia: Actitud para sobrellevar cualquier contratiempo y dificultad.



5. El pecado de la Gula se vence con la Virtud de la Templanza: Moderación en la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad.



6. El pecado de la Envidia se vence con la Virtud de la Caridad: Desear y hacer siempre el bien al prójimo. Amor desinteresado hacia los demás, es la práctica organizada de la prestación de auxilio a los más necesitados. Empatía. Amistad.



7. El pecado de la Pereza se vence con la Virtud de la Diligencia: Prontitud de ánimo para obrar el bien. Es el esmero y el cuidado en ejecutar algo. Significa cumplir con los compromisos, no ser inactivo, no caer en la pereza, poner entusiasmo en las acciones que se realizan.



Fuente - Texto tomado de EWTN.COM:

TERRIBLE PROFECÍA: Dios con su Justicia Divina llegará pronto a castigar el mundo


Revelación privada a la Beata Elena Aiello

La Virgen advirtió en 1954 qué hacer ante crisis provocadas por sacerdotes «que son causa de escándalo».



La Justicia divina reclama la satisfacción de tantas ofensas y maldades que cubren la tierra y no se puede tolerar más. 

Por: n/a | Fuente: PortaLuz.org // Religión en Libertad 


El 2 de abril de 2011 Su Santidad Benedicto XVI reconoció formalmente un milagro atribuido a la intercesión de Sor Elena Aiello, fallecida en 1961. El día de la Santa Cruz, 14 de septiembre de 2011 fue beatificada en Cosenza (Calabria, Italia).


Su amor y fidelidad a Dios, señala la web Portaluz, le habían hecho merecedora de compartir los estigmas de Cristo. Pero esta mística del siglo XX recibió además ocasionalmente el don de profecía que le permitió por ejemplo advertir el trágico final de Benito Mussolini; y también el privilegio de recibir revelaciones místicas… cuyos contenidos advierten a la humanidad y urgen a la conversión.

En marzo de 1922 mientras practicaba en privado la devoción de los «trece viernes» de San Francisco de Paula, recibió los estigmas al tiempo que su rostro sudaba sangre. Desde entonces la efusión de sangre en su cara es un fenómeno que se repetirá cada viernes de marzo y especialmente en Viernes Santo; al fenómeno físico del sangrado se unía el dolor, la privación de los sentidos, el hablar proféticamente en nombre de Jesús, de María o de San Francisco de Paula. En 1928 con Gina Mazza dan inicio en Cosenza a las Mínimas de la Pasión (Suore Minime della Passione di Nostro Signore Gesù Cristo), con el objetivo de honrar la Pasión del Señor y socorrer espiritual y materialmente a los pobres, especialmente a la infancia necesitada.



De ella se cuentan muchas profecías y avisos. Los más llamativos fueron los dirigidos a Mussolini, primero advirtiéndole de lo bien que le iría si no participaba en la Guerra Mundial y lo mal que lo pasaría Italia si lo hacía, y después el trágico fin del propio Duce:

¿Os acordáis cuando el 7 de julio del año pasado me preguntabais que le podría ocurrir al Duce, y que yo os respondí que si no permanecía unido al Papa, tendría un fin peor que el de Napoleón? Ahora os repito las mismas palabras: si el Duce no salva Italia haciendo todo cuanto diga y haga el santo Padre, pronto caerá"

Una de esas revelaciones, quizá la más conocidas es aquella que recibió el Viernes Santo de 1954 y que en lo medular es de gran actualidad, en la crisis que atraviesa la Iglesia.

Le advierte en ella la Santísima Virgen María:

"Escucha bien lo que digo y comunícalo a todos: Mi Corazón está triste por los muchos sufrimientos que amenazan a este mundo. La justicia de nuestro Padre Celestial está ofendida gravemente. El mundo está inundado por una crecida de corrupción. Los gobiernos de los pueblos se han levantado como demonios en carne humana, y mientras hablan de paz, preparan la guerra con instrumentos devastadores, para aniquilar pueblos y naciones. Innumerables escándalos llevan las almas a la ruina, especialmente de la juventud.

El hogar, fuente de la fe y de santidad, está manchado y destruido.[…] (Los hombres) continúan viviendo pertinazmente en sus pecados. Cerca está el azote para limpiar la tierra del mal. La Justicia divina reclama la satisfacción de tantas ofensas y maldades que cubren la tierra y no se puede tolerar más. Los hombres obstinados en sus culpas no se vuelven a su Dios. La gente no se somete a la Iglesia, y desprecia a los sacerdotes por haber muchos malos entre ellos, que son causa de escándalos.


[…] El mundo será invadido por grandes desgracias, revoluciones sangrientas, huracanes terribles, inundaciones de ríos y mares.

Seguidamente la Madre de Dios le señala qué hacer ante esa situación: 

Levanta la voz, hasta que los sacerdotes de Dios presten oído a mi mensaje, y avisen a los hombres que el tiempo está cerca, y si no se convierten a Dios con oraciones y sacrificios, el mundo se verá envuelto en una nueva guerra […] Nubes con rayos de fuego, y una tempestad de fuego pasarán sobre el mundo, y el azote será el más terrible que ha conocido la historia. Durará setenta horas. Los impíos serán aplastados y eliminados. Muchos se perderán, porque permanecen en sus pecados…

Las horas de las Tinieblas están cerca […] Yo me inclino sobre el mundo y detengo la Justicia de Dios, de otra manera estas cosas hubieran sucedido ya. Hacen falta oración y sacrificios, que vuelvan a los hombres a Dios y a mi Corazón Inmaculado. Propaga a gritos todo esto, en todo el mundo, como eco verdadero de mi voz. Hazlo saber porque ayudará a salvar muchas almas e impedirá mucha destrucción en la Iglesia y en el mundo.
Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:

Fuente - Texto tomado de INFOCATOLICA.COM: