En las Basílicas de Roma no permiten pantalones cortos, vestidos sin mangas o escotes provocativos. No vamos a discutir aquí la delimitación exacta de cada pieza. El pudor y el respeto nos deben guiar.
No abogamos tampoco por hacer de la ropa el centro de la atención. Pero hoy día nos hemos ido al otro extremo y olvidado que vestir respetuosamente si tiene su importancia.
Cómo Vestimos
La forma en que vestimos refleja cuanto respetamos al anfitrión y la dignidad del evento. Es por eso, por ejemplo, que nos presentamos bien vestidos a una entrevista de trabajo, a un banquete de gala, a una boda o un funeral. Si los católicos comprendiesen el significado sublime de la Santa Misa, deberían manifestar el mayor respeto en la forma que se visten.
Comprendo el pecado que es juzgar a las personas por su apariencia. Bien nos lo enseña Santiago:
Supongamos que entra en vuestra asamblea un hombre con un anillo de oro y un vestido espléndido; y entra también un pobre con un vestido sucio; y que dirigís vuestra mirada al que lleva el vestido espléndido y le decís: «Tú, siéntate aquí, en un buen lugar»; y en cambio al pobre le decís: «Tú, quédate ahí de pie», o «Siéntate a mis pies». ¿No sería esto hacer distinciones entre vosotros y ser jueces con criterios malos? -Santiago 2,2-4.
Ciertamente no debemos juzgar. La persona con vestido sucio puede que sea pobre, puede que haya salido del trabajo y es su única oportunidad de asistir a Misa. Puede que venga con grandes problemas personales y no está pensando en su forma de vestir. En fin, hay muchas razones y no se debe juzgar. Es importante que extendamos una bienvenida llena de amor a todos.
Pero debemos juzgarnos a nosotros mismos. Si vamos a Misa vestidos como si fuéramos a cualquier evento, si estamos descuidando la forma de vestir en la Iglesia, hacemos mal. Recordemos que somos unidad de cuerpo y alma. Todo nuestro ser debe prepararse para la gran celebración que es la Misa Dominical. Todo lo visible ayuda a elevarnos al Dios invisible: la arquitectura, la música, las vestimentas del sacerdote, las imágenes sagradas, los utensilios sagrados, en fin, todo, debe manifestar la sublime importancia de la Santa Misa.
Aún si somos pobres, llevemos lo mejor que tenemos. Lo importante es la actitud que representan nuestros actos. He podido constatar muchas veces como los campesinos pobres van a la Santa Misa bien arreglados. No tienen ropa de lujo pero visten lo mejor que tienen. Hay un ambiente de respeto que manifiesta que la Misa es lo mas importante en la semana.
Si no vestimos la mejor ropa para la Santa Misa, ¿para quien la reservamos? Recordemos que no solo se habla con las palabras sino también con el lenguaje de nuestras actitudes externas. Es por eso que Jesús nos enseña en el Evangelio de San Mateo:
«Entró el Rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda, le dice: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?" El se quedó callado. Entonces el Rey dijo a los sirvientes: "Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes" (Mateo 22,11-13).
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Evidentemente no se trata de un pobre que no tenía otra cosa que vestir, pues entonces aplicaría el pasaje de Santiago expuesto arriba. Se trata de una falta de respeto que no se puede justificar.
Si visitamos las basílicas de Roma encontraremos que allí no permiten pantalones cortos, vestidos sin mangas o escotes provocativos. No vamos a discutir aquí la delimitación exacta de cada pieza. El pudor y el respeto nos deben guiar. No abogamos tampoco por hacer de la ropa el centro de la atención. Pero hoy día nos hemos ido al otro extremo y olvidado que vestir respetuosamente si tiene su importancia.
Cómo nos comportamos
La Iglesia es un lugar sagrado, reservado para el culto a Dios. En la Iglesia católica esta reservado El Santísimo en el tabernáculo y Su Presencia Real requiere de nosotros la mayor reverencia. Es por eso que, aunque no se esté celebrando la Santa Misa, el ambiente en la iglesia debe conducir a la oración y el respeto a Dios.
No es que la casa de Dios sea un lugar sombrío y severo pero tampoco es lugar para diversión ni para andar a las anchas. Es mas bien un lugar sagrado, diferente a todos los demás. ¡Es casa de oración! No es necesaria la rigidez pero no se debe andar como en el parque o en un centro comercial. Toda nuestra actitud debe reflejar nuestra fe en la Presencia de Cristo.
No es necesaria la rigidez y, una vez mas, debemos cuidarnos de no juzgar a otros. Pero si tenemos la obligación moral de reflexionar sobre nuestro propio comportamiento y enseñar a nuestros hijos. Los sacerdotes y los encargados de formación deben igualmente enseñar el respeto debido en la Iglesia.
El respeto, el orden, el decoro ante lo sagrado ha sufrido mucho en nuestra cultura moderna, precisamente porque hemos perdido de vista que Dios es Dios. El hecho de que Dios es Nuestro Padre y que nos ama infinitamente no se opone a la necesidad de rendirle adoración y gloria y manifestar sumo respeto en la Iglesia. Recordemos con qué celo defendió Jesús el respeto que debemos tener a la casa de Dios (Cf. Mt. 21,13).
San Arsenio fue uno de los monjes más famosos de la antigüedad. Sus dichos o refranes fueron enormemente estimados. Las gentes hacían viajes de semanas y meses con tal de ir a consultarle y oír sus consejos. Cuando el emperador Teodosio, el Grande, buscaba un buen profesor para sus dos hijos, el Papa San Dámaso le recomendó a Arsenio, que era un senador sumamente sabio y muy práctico en los consejos que sabía dar. Y así durante diez años tuvo que estarse en el palacio imperial tratando de educar a los dos hijos del emperador, Arcadio y Honorio. Pero se dio cuenta de que el uno era demasiado atrevido y el otro demasiado opacado, y desilusionado de ese fracaso como educador de los dos futuros emperadores dispuso dedicarse a otra labor, que le fuera de mayor utilidad para su santificación y salvación.
Y estando un día orando, en medio de una gran crisis espiritual, mientras le pedía a Dios que le iluminara lo que debía hacer para santificarse, oyó una voz que le decía:
"Apártese del trato con la gente, y váyase a la soledad"
Entonces dispuso irse al desierto a orar y a hacer penitencia con los demás monjes de esa soledad. Cuando llegó al monasterio del desierto, los monjes, sabiendo que había estado viviendo tanto tiempo como senador y como alto empleado del palacio imperial, dispusieron ponerle algunas pruebas para saber si en verdad era apto para esa vida de humillación y mortificación. El superior lo recibió fríamente, y al llegar al comedor, no lo hizo sentar a la mesa sino que lo dejó de pie, junto a su mesa. Luego en vez de pasarle un plato de comida, le lanzó una tajada de pan al piso, y le dijo secamente:
"Si quiere comer algo, recoja eso"
Arsenio se inclinó humildemente, recogió la tajada de pan y se sentó en el suelo a comer. El superior, al observar este comportamiento admirable, lo consideró lo suficientemente humilde como para ser recibido como monje y lo aceptó en el monasterio, diciendo a los demás religiosos:
"Éste será un buen hermano"
Arsenio había pasado toda su vida en el alto gobierno y en lujosos palacios, tratando con gente de mundo, y conservaba algunas costumbres mundanas que los otros monjes no hallaban cómo corregírselas, porque le tenían mucho respeto. Entonces dispusieron irlo corrigiendo indirectamente, y poco a poco. Así por ejemplo, él acostumbraba montar la pierna, mientras estaba rezando en la capilla. Y los demás para quitarle la tal costumbre, le dijeron a un monje joven que mientras rezaban tuviera la pierna montada, y que ellos le llamarían la atención por eso. Y así lo hicieron, regañando fuertemente al joven por esa actitud. Arsenio entendió muy bien la lección y se corrigió. San Arsenio se hizo famoso por sus penitencias extraordinarias. Un día llegó un alto empleado del imperio a llevarle un documento en el cual se le comunicaba que un senador riquísimo le dejaba en herencia todas sus grandes riquezas, y que se fuera a reclamarlas. El santo exclamó:
"Antes de que él muriera en su cuerpo, yo morí en mis ambiciones y avaricias. No quiero riquezas mundanas que me impidan adquirir las riquezas del cielo"
Y renunció a todo ésto en favor de los pobres. Con frecuencia pasaba toda la noche en oración. Los sábados al anochecer empezaba a rezar de rodillas con los brazos en cruz y permanecía así hasta que caía por el suelo desmayado. Tenía 40 años cuando abandonó el palacio imperial donde tenía todas las comodidades, para irse a un tremendo desierto, donde todo faltaba. Desde los 40 años hasta los 95 años estuvo orando, ayunando y haciendo penitencias en el desierto, por la conversión de los pecadores, la extensión de la religión y el perdón de sus propios pecados. Como hombre de mundo y de política que había sido, sentía una gran inclinación a tratar con la gente y a charlar con los demás, y en cambio hacía todo lo posible por retirarse del trato con todos, y vivir en la más completa soledad. Cuando un día el superior le llamó la atención porque no se prestaba a quedarse a charlar con las numerosísimas personas que iban a consultarle, le respondió:
"Dios sabe que los quiero con toda mi alma y que gozo inmensamente charlando con ellos, pero como penitencia tengo que abstenerme lo más posible de las charlatanerías. El Señor me ha dicho que si quiero santificarme, tengo que hacer la mortificación de apartarme del trato con las gentes"
En verdad que a cada persona la lleva Dios a la santidad por caminos diversos. A unos los hace santos haciendo que se dediquen totalmente a tratar con los demás para salvarlos, y a otros les ha pedido que con el sacrificio de no tratar con la gente, le ganen también almas para el cielo. Por muchos siglos han sido enormemente estimados los dichos o frases breves que San Arsenio acostumbraba decir a las gentes. Desde remotas tierras iban viajeros ansiosos de escuchar sus enseñanzas que eran cortas pero sumamente provechosas. Recordemos algunos de sus dichos:
"Muchas veces he tenido que arrepentirme de haber hablado. Pero nunca me he arrepentido de haber guardado silencio"
"Siempre he sentido temor a presentarme al juicio de Dios, porque soy un pecador"
"El religioso debe preguntarse frecuentemente: ¿para qué abandoné el mundo y me hice religioso? y responderse: Me hice religioso porque quiero santificarme y salvar mi alma. Si ésto no lo consigo, he perdido totalmente mi tiempo"
(Esta frase ha conmovido a muchos santos. Por ejemplo, San Bernardo la tenía escrita así en su habitación: 'Bernardo: ¿a qué viniste a la vida religiosa? - Quiero salvar mi alma y santificarme').
San Arsenio pedía consejos espirituales a monjes que eran muchísimo más ignorantes que él. Le preguntaron por qué lo hacía y respondió:
"Yo sé idiomas, literatura, filosofía y política, pero en lo espiritual soy un analfabeta. En cambio estos religiosos que no hicieron estudios especiales, son unos especialistas en espiritualidad y de ello saben mucho más que yo"
Un religioso le preguntó por qué los sabios del mundo que conocen tantas ciencias y han leído muchos libros son tan ignorantes en lo que se refiere a la santidad, y en cambio tanta gente ignorante progresa tan admirablemente en lo espiritual, y el santo respondió:
"Es que la ciencia infla y llena de orgullo, y en un corazón orgulloso Dios no hace obras de arte en santidad. En cambio los humildes conocen su debilidad, su ignorancia, y su insuficiencia, y ponen toda su confianza en Dios, y en ellos sí hace prodigios de santificación Nuestro Señor"
Arsenio era muy conocido por su presencia venerable. Alto, flaco, bien parecido, con una barba larguísima y muy blanca, su hermosa figura descollaba majestuosamente entre los demás monjes. Y su santidad superaba a la de los demás compañeros. Las gentes lo veneraban inmensamente y sus consejos han sido apreciados por muchos siglos. Que Arsenio ruegue por nosotros y nos consiga una santidad como la suya.
"De toda palabra indebida que diga una persona, tendrá que rendir cuentas el día del juicio" (Jesucristo, Mt. 12,36).
Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser Vos quien sois, Bondad infinita y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido. También me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno, ayudado de Vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
Oración para todos los Días
Oh Dios, que por amor a nosotros nos ha enviado a tu Divino Hijo como nuestro Salvador y Redentor, te pedimos que por mediación de los méritos de tu infancia, se acreciente nuestra fe y abundemos en buenas obras. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
NOVENO DÍA
La Palabra de Dios
"El ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, toma contigo al Niño y a su Madre y huye a Egipto, allí estarán hasta que te avise. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle. Él se levantó, tomó de noche al Niño y a su Madre y se retiró a Egipto; y allí estuvo hasta la muerte de Herodes; para que cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo". (Mt. 2, 13-15).
Reflexión
Dios desde toda la eternidad movido por su amor al hombre, tiene elaborado un plan para salvarlo. Con el abuso de su libertad, el hombre obstaculiza este plan de salvación. Nuestro deber es colaborar con Él mismo. Dios siempre cumple lo que promete. Nosotros con frecuencia no cumplimos.
Propósito
Voluntariamente voy a colaborar con Dios en mi propia salvación y en la de los demás.
Oración Comunitaria
Con confianza de hijos, dirijamos a Dios nuestro Padre, nuestras peticiones:
Para que Jesús nos ayude a hacer buen uso de nuestra libertad. Escúchanos, Señor.
Para que, si es de su agrado, nuestro buen Jesús nos conceda la gracia que le pedimos en esta novena. Escúchanos, Señor.
(Pueden añadirse otras peticiones).
Gozos
Coro
Oh Divino Niño mi Dios y Señor, tú serás el dueño de mi corazón.
Estrofas
Aquí en tu Santuario con fe y oración, te pedimos todos nuestra conversión.
Pequeños y grandes en gran procesión, venimos alegres a hacerte oblación.
Los jóvenes todos con gran persuasión, radiantes de anhelos van al Salvador.
Que nuestras familias como Nazaret, sus grandes virtudes puedan conocer.
Que amemos a todos nos manda el Señor, con todas las fuerzas que amamos a Dios.
Que al fin de mi vida con tu protección, tenga yo la dicha de mi salvación.
Oración Final
Oh, Jesús mío, que no quieres la perdición del pecador sino que se convierta y viva, ayúdanos con tu divina gracia para que comprendamos que la observancia de tus divinos mandamientos nos lleva a la felicidad temporal y eterna. Amén.
Lectura del Santo Evangelio Según San Mateo 11, 20-24
20. Entonces Jesús comenzó a reprochar a las ciudades en que había realizado la mayor parte de sus milagros, porque no se habían arrepentido:
21. «¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y Sidón se hubiesen hecho los milagros que se han realizado en ustedes, seguramente se habrían arrepentido, poniéndose vestidos de penitencia y cubriéndose de ceniza.
22. Yo se lo digo: Tiro y Sidón serán tratadas con menos rigor que ustedes en el día del juicio.
23. Y tú, Cafarnaúm, ¿subirás hasta el cielo? No, bajarás donde los muertos. Porque si los milagros que se han realizado en ti, se hubieran hecho en Sodoma, todavía hoy existiría Sodoma.
24. Por eso les digo que, en el día del Juicio, Sodoma será tratada con menos rigor que ustedes».
Palabra de Dios,
Gloria a Ti, Señor Jesús
El misterio de Sodoma y Gomorra
Por Vida en abundancia - 23 de enero de 2015
‘Entonces Yahvé hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego de parte de Yahvé. Y arrasó aquellas ciudades y todo a la redonda, con todos los habitantes de las ciudades y la vegetación del suelo’ (Génesis 19:24-25)
Etimología
El nombre de Sodoma se encuentra relacionado con la raíz árabe ‘sadama’, cuyo significado es ‘tristeza’, ‘angustia’, ‘arrepentimiento’, ‘agotamiento’, y su gentilicio es ‘sodomita’. Se la describe como una de las ciudades que formaron parte de la Pentápolis bíblica, y estaba situada a orillas del Mar Muerto, la cual fue destruida junto a Gomorra, de acuerdo al Antiguo Testamento de la Biblia.
Gomorra es conocida en hebreo moderno como ‘Amora’ y en griego antiguo ‘Gómorrha’, y su significado etimológico es ‘agua profunda, copiosa, abundante’, y estaba situada también junto al Mar Muerto.
Localización geográfica
Sodoma y Gomorra estaban situadas la una muy cerca de la otra en una llanura. Muy cerca de las dos ciudades se encontraba el Valle de Sidim, en el cual abundaban los pozos de asfalto, todo ello cercano al Mar Muerto o Mar Salado. También muy cerca de dichas ciudades se encontraban las de Admá, Soar y Zeboim.
La historia bíblica
El rey de Sodoma era Bera y el de Gomorra era Birsha (Génesis 14:2-3). En aquellos tiempos tanto Sodoma como Gomorra estaban en guerra con los reinos de Elam, Sinar, Elazar y Goim, siendo este último el reino vencedor.
Lot y su gente fueron hechos prisioneros por el reino de Goim en Sodoma, donde Lot y su familia residían, y fueron trasladados a Dan, de donde fueron rescatados por Abraham, el tío de Lot, junto con sus bienes y su gente (Génesis 14:15-16). Lot regresó a Sodoma, pero por aquel tiempo Sodoma ya tenía fama de ciudad de gente perversa.
Según el relato del Capítulo 18 del libro del Génesis, Dios reveló a Abraham que destruiría Sodoma y Gomorra por medio de fuego y azufre, porque su pecado era muy grave e irreversible, y sólo Lot y su familia podrían ser salvados (Génesis 18:20-21). Abraham intercedió por los justos de la ciudad de Sodoma y Dios le repuso que no la destruiría si, al menos, encontraba cincuenta justos allí. Dios permitió a Abraham interceder hasta que se convenciera de que allí no había ni diez justos.
Según continúa el capítulo 19 del Génesis (19:1-38), dos ángeles de Dios entraron en Sodoma para rescatar a Lot. Los ángeles eran de hermosa apariencia y llamaron la atención de los hombres de aquella ciudad. Al verlos, Lot les invitó e insistió en que pasaran la noche en su casa, pero antes de que se acostaran, los hombres de Sodoma cercaron la casa de Lot y le exigieron que les entregara a sus invitados con el propósito de abusar de ellos. Pero Lot se negó a hacerlo y, en cambio, les ofreció a sus dos hijas vírgenes para que se saciaran con ellas. La turba no aceptó la propuesta e intentaron romper la puerta de la casa de Lot, pero los dos invitados cegaron a los asaltantes (Génesis 19:6-9).
Después los ángeles dijeron a Lot que sacara de la ciudad a su familia. Lot avisó a sus yernos, pero éstos creyeron que bromeaba, así que Lot marchó solo con su esposa y sus hijas. Los ángeles, antes de retirarse, instruyeron a Lot de que pasara lo que pasara no se volviesen a mirar hacia atrás, puesto que quien lo hiciera se convertiría en estatua de sal. Lot huyó con su familia a una pequeña ciudad llamada Soar, que significa ‘pequeñez’ o ‘una nada’, al sudoeste del Mar Muerto. En pleno camino Dios provocó la destrucción de Sodoma y Gomorra (Génesis 19:14-24). De camino hacia Soar fue cuando la esposa de Lot se dio la vuelta para mirar atrás y quedó convertida en estatua de sal (Génesis 19:26).
En Deuteronomio 29:23 se señala que conjuntamente con Sodoma y Gomorra también quedaron destruidas las ciudades de Admá y Zeboim. Lot iba a refugiarse en Soar, pero ante el temor por la suerte de esa ciudad de Soar, prefirió refugiarse en una cueva con toda su descendencia (Génesis 19:30).
La razón de la destrucción
La referencia a las prácticas homosexuales parece muy clara en el texto bíblico. También dice que tanto los habitantes de Sodoma y Gomorra, así como las ciudades vecinas ‘fornicaron y se fueron tras una carne diferente’ (Judas 1:7), y que los de aquellas ciudades llevaban ‘una conducta licenciosa de hombres disolutos’ (2ª. Pedro 2:7).
San Pablo también condenó las relaciones entre hombres indicando que es un pecado que va contra la sana doctrina. Esta exhortación en sus cartas paulinas intentan que el pueblo cristiano se mantenga libre de las prácticas culturales de otros pueblos: ‘adúlteros, homosexuales, traficantes de esclavos, mentirosos, perjuros, y para todo el que se opone a la sana doctrina’ (1ª. Timoteo 1:10).
En Ezequiel 16:49-50 se indica claramente el motivo de la cólera divina cuando dice: ‘Este fue el crimen de tu hermana Sodoma: orgullo, voracidad, indolencia de la dulce vida tuvieron ella y sus hijas; no socorrieron al pobre y al indigente, se enorgullecieron y cometieron abominaciones ante mí: por eso las hice desaparecer, como tú has visto’. Aparte de sus propios crímenes y sus violaciones a la ley del amor, Ezequiel apunta claramente a la abominación de la Ley de Dios, que claramente prohíbe la perversión sexual. Además hace referencia al orgullo y a la soberbia con que se cometieron dichos pecados.
Definitivamente, la razón de la destrucción no estribaría únicamente a la homosexualidad, pero la tradición popular sí sostiene que la razón principal es esa por parte de los sodomitas, y que por ello dicha práctica pasó a llamarse ‘sodomía’. En la epístola de San Judas se arroja algo más de luz sobre el tema: ‘Y lo mismo Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, que como ellos fornicaron y se fueron tras una carne diferente, padeciendo la pena de un fuego eterno, sirven de ejemplo’ (Judas 1:7).
La destrucción según la arqueología
En 1989 el arqueólogo Ron Wyatt dijo haber hallado los vestigios de dos ciudades convertidas en cenizas en la margen occidental del Mar Muerto, una de ellas al pie de Masada y la otra al pie del monte Sodoma. Según su testimonio, Wyatt encontró en esas ruinas cimientos de edificios y otras estructuras, así como restos de cerámica, todo ello enterrado por la ceniza.
Según su propia investigación, estas ciudades fueron destruidas hace aproximadamente 3,900 años por un catastrófico incendio, cuyas causas pudo deberse a la concurrencia de fuertes terremotos, posibles corrimientos de tierra hacia el Mar Muerto y la liberación explosiva del material inflamable del subsuelo que, en contacto con el fuego de los hogares, incendiaría las viviendas. La persistencia de las cenizas frente a la erosión ambiental durante miles de años se explicaría por el hecho de que los objetos quemados con sulfuro dejan un residuo de ceniza más pesado que el material original.
Algunos arqueólogos, y según la ‘Teoría de la licuefacción’, es posible que un gran terremoto destruyera esas ciudades y provocara un descenso de nivel de las tierras ocupadas por ellos, quedando las ruinas inundadas por las aguas del Mar Muerto.
Los geólogos canadienses Graham Harris y Anthony Berardow descubrieron que la península de Lisán, hacia la parte oriental de dicho mar, fue el epicentro de un gran terremoto con escala mayor a seis grados en la escala de Richter, ocurrido hace aproximadamente 4,000 años, tiempo que concuerda con el de la destrucción de Sodoma, Gomorra, Admá y Zeboim. Según estos geólogos, el terremoto provocó efectos de licuefacción en el terreno, lo cual significa que el terreno se licúa debido a que hay un material poroso que se llena de agua, y estos suelos, una vez saturados, se comportan como un fluido bajo la acción de las ondas sísmicas, provocando con ello el engullimiento de las construcciones.
La teoría de la NASA
En el libro del Génesis, la Biblia dice que Dios destruyó Sodoma y Gomorra al hacer llover fuego y azufre sobre ambas ciudades, pero recientemente la NASA ha formulado la pregunta de que si el azufre y el fuego que cayó del cielo, así como la historia de la mujer de Lot que se convirtió en estatua de sal, tienen alguna base científica. Varios astrónomos creen que la destrucción de Sodoma y Gomorra está relacionada con la actividad de un cometa.
El Dr. John S. Lewis, profesor emérito de Ciencias Planetarias de la Universidad de Arizona (USA), y co-director del Centro Espacial de la NASA de Investigación de Ingeniería, es un científico que cree que la destrucción de Sodoma y Gomorra fue causada por un bombardeo cósmico, según relata en su libro ‘Rain of Fire and Ice: The Very Real Threat of Comet and Asteroid Bombardment’, que en idioma castellano significa ‘Lluvia de fuego y hielo: la verdadera amenaza de bombardeo por un cometa o un asteroide’.
Dice el Dr. Lewis en su libro que la lluvia de fuego desde el cielo podría ser una descripción de la ruptura y desintegración de un cometa en la atmósfera de la Tierra encima de esas antiguas ciudades, ya que grandes trozos de material rocoso y de hielo caerían desde el cielo, lo cual podría ser visto como ‘lluvia de fuego’. Además, el material de un cometa es rico en azufre. Incluso la caída de meteoritos pequeños puede producir un intenso olor a azufre, tan fuerte que puede ahogar a una persona.
Sigue diciendo el Dr. Lewis que pocos comentaristas bíblicos han comprendido el verdadero significado de lo que se descubre en esta frase sobre el fuego y el azufre que cae del cielo. Para aquellos que están familiarizados con la astronomía y la literatura antigua, la expresión ‘fuego cayendo del cielo’ no es una expresión críptica ni un recurso literario que necesite algún tipo de explicación fantasiosa, sino que es una frase descriptiva simple. El ‘fuego del cielo’ es una descripción exacta de material cósmico, ya sea un meteorito, asteroide o cometa, que se quema en la atmósfera y que viene a golpear la Tierra.
Otras indicaciones de que un bombardeo de cometas se llevó a cabo durante la destrucción de Sodoma y Gomorra viene de Génesis 19:28, donde dice: ‘Dirigió la vista hacia Sodoma y Gomorra y de toda la región a la redonda y, al fijarse, vio que subía de la tierra una humareda como la de una fogata’. La humareda de una fogata, de acuerdo al propio Dr. Lewis, se refiere a la nube que sale ardiendo y que apareció después del impacto de un cometa explosivo.
Un terremoto que abre una posible fisura no produciría una nube altísima y ardiente, ni crearía los módulos de azufre encerrados en las cenizas que se encuentran en aquella área. El impacto incluso de un pequeño fragmento cometario sobre Sodoma y Gomorra podría liberar la energía equivalente a la explosión de bombas de hidrógeno, y levantar una nube de hongo como el de las explosiones nucleares, según el Dr. Lewis.
Respecto a lo que le ocurrió a la mujer de Lot, que se convirtió en estatua de sal, hay que hacer notar que la palabra hebrea traducida como ‘sal’, es el término ‘malach’, que significa ‘polvo’, lo cual quiere decir que la esposa de Lot al mirar hacia atrás quedó como pulverizada como la sal o polvo; es decir, ella se convirtió en una columna de polvo.
Ahora este hecho adquiere un nuevo significado ya que los impactos de cometas aumentan y producen grandes cantidades de polvo. Si el impacto del cometa se produce en la atmósfera, el cometa se deshace pero el impacto produce vientos feroces que contienen los granos de polvo sobrecalentados, los cuales se disparan desde el lugar del impacto como el aumento de la base. Cualquiera que se vea sorprendido en este aumento en la distancia justa, posiblemente podría quedar asfixiado y cubierto por el polvo caliente, y convertido en un pilar de polvo después de que éste se enfríe y endurezca.
Conclusión
Es necesario hacer constar que la exposición y las conclusiones contenidas en el apartado de arqueología y el de las teorías de la NASA han sido obtenidos de la fuente original, o sea, de los escritos mencionados en las referencias detalladas al pie de este trabajo.
Definitivamente cada persona puede tener su propia teoría acerca del tema de la destrucción de Sodoma y Gomorra, pero debemos pensar que dicha destrucción, haya sido provocada por medios naturales o por otros medios, es indudable e innegable que en cualquiera de los casos estuvo la voluntad y la decisión de Dios.
Referencias
Biblia de Jerusalén: Edición 1999.
B. McDonald: ‘East of the Jordan: Territories and sites of the Hebrew Scriptures’ (Este del Jordán: Territorios y lugares de las Escrituras hebreas).
Dr. John S, Lewis: ‘Rain of Fire and Ice: The very real Threat of Comet and Asteroid Borbardment” (Lluvia de fuego y hielo: La verdadera amenaza del bombardeo de un cometa o un asteroide).
¿Cómo fue la destrucción de Sodoma y Gomorra?
Cafarnaúm
Cafarnaúm
Cafarnaúm, Cafarnaún o Capernaúm (hebreo כְּפַר נָחוּם [Kəfar Nāḥūm], «pueblo de Nahum») era un antiguo poblado pesquero ubicado en Galilea, en Israel, a orillas del mar de Galilea, también llamado lago Tiberiades o Kineret. Es conocida por los cristianos como "la ciudad de Jesús"; nombrada en el Nuevo Testamento. Fue uno de los lugares elegidos por Jesús de Nazareth para transmitir su mensaje y realizar algunos de sus milagros. Se encuentra a 2,5 km de Tabgha y a 15 km de la ciudad de Tiberías, en el margen noroeste del lago.
Etimología
El nombre semítico de la pequeña ciudad era Kfar Nahum («pueblo de Nahum»), siendo Nahum un profeta. En los escritos de Flavio Josefo, el nombre es traducido en griego como "Kαφαρναουμ (Kapharnaum)". En lengua árabe, a este lugar se le llama "Tell Hum", es decir, la colina (Tell) de Hum (abreviatura de Nahum).
En el Nuevo Testamento
El pueblo es mencionado en cuatro evangelios (Mateo 4:13, 8:5, 11:23, 17:24, Marcos 1:21, 2:1, 9:33, Lucas 4:23, 31,7:1, 10:15, Juan 2:12, 4:46, 6:17, 24,59), donde se menciona que estaba cerca de los lugares de donde provenían los apóstoles. El evangelio de Cristo fue predicado al principio comenzado de Capernaum. Simón Pedro, Andrés, Santiago y Juan, así como Mateo.
Recuperación de Cafarnaúm
En 1838, el geógrafo bíblico norteamericano Edward Robinson, descubrió las ruinas de este lugar. La antigua Cafarnaúm se presentó a los primeros exploradores como un lugar desolado y triste.
En 1866, el explorador británico Capitán Charles W. Wilson identificó los restos de una gran sinagoga. En 1894 el franciscano Fray Giuseppe Baldi de Nápoles, en nombre de la Custodia de Tierra Santa, consiguió adquirir a los beduinos una buena parte del área.
Los franciscanos levantaron una cerca para proteger las ruinas de frecuentes saqueos; plantaron palmeras y eucaliptos traídos de Australia para crear un pequeño oasis para recibir a los peregrinos a esta zona ubicada a 210 metros bajo el nivel del mar. Además construyeron un puerto pequeño para facilitar la entrada por el lago. Estas obras tomaron un gran impulso bajo la dirección del franciscano Virgilio Corbo.
Descubrimientos arqueológicos
Ruinas de Cafarnaúm
Las excavaciones más importantes se iniciaron en 1905, bajo la dirección de los alemanes Heinrich Kohl y Carl Watzinger y fueron continuadas por los franciscanos Fray Vendelin von Benden (1905-1915) y Gaudencio Orfali (1921-1926). Los resultados fueron el descubrimiento de dos edificios públicos y una iglesia bizantina de planta octogonal, y la excavación de la sinagoga mencionada anteriormente (que fuera parcialmente restaurada por el padre Orfali).
Más tarde, en 1968, las excavaciones fueron reanudadas por los franciscanos Corbo y Stanislao Loffreda, con la ayuda financiera del gobierno italiano. Durante esta etapa el mayor descubrimiento fue la casa de San Pedro, más algunos barrios del poblado de la época evangélica. Estas excavaciones continuaron hasta 1986.
Historia del poblado
Basándose en las fuentes literarias y en los resultados de las excavaciones se ha podido reconstruir parte de la historia de este poblado.
Se encontraron restos de sílex del paleolítico y muros y pavimentos del segundo milenio a.C. (Media y Tardía Edad de Bronce). No hay ningún rastro de ocupación en el periodo israelita (1200- 587 a.C.). El pueblo no es mencionado en el Antiguo Testamento.
Las excavaciones dieron como resultado que Cafarnaúm se estableció en el inicio de la Dinastía Asmonea, alrededor del siglo II a. C. y fue abandonado alrededor del siglo XI. Arqueológicamente quedó demostrado que la ciudad existía ya en el siglo II a. C. El sitio no tenía ningún muro defensivo y se extendía a lo largo de la ribera del lago, de oriente a occidente unos 300 metros, mientras que de sur a norte llegaba a 150 m.
Varios restos de este periodo se han encontrado bajo la gran sinagoga del siglo IV descubierta en 1866; bajo la iglesia octogonal y particularmente en el área occidental. Desde el lago hacia el norte se pudo constatar una hilera continua de habitaciones de una longitud de unos 110 metros. Éste parece que es el núcleo del asentamiento, del que Cafarnaúm se extendió en todas direcciones en los siglos siguientes. El cementerio estaba a 200 m de la sinagoga; tenía una extensión de 3 km, hasta el área agrícola de Tabgha. Se encontró un mausoleo romano. Las únicas casas de la época romana encontradas hasta ahora son las construidas en la hilera que va de la sinagoga a la llamada "ínsula sacra".
Descripción del poblado
El plano del poblado era bastante regular. A ambos lados de una amplia calle con orientación norte-sur, surgían pequeños barrios o islas, limitadas por pequeñas calles transversales y callejuelas sin salida. Los muros eran construidos con toscos bloques de basalto y reforzados con piedra y barro. No se observan grandes diferencias de nivel económico. Las casas privadas hasta ahora excavadas eran humildes celdas que recibían luz a través de una serie de aberturas o ventanas bajas. Eran habitaciones con techos ligeros, agrupadas alrededor de un patio grande. Este patio abierto comunitario era el punto más amplio e importante, debido a las condiciones climáticas de la zona, donde en el verano la temperatura alcanza 35°C. Las piedras para moler y los hornos hecho de tierra refractaria, estaban siempre en el patio. En torno al patio abierto había escaleras de piedra para ir a las terrazas.
El descubrimiento de este tipo de escalera esclarece el relato evangélico del paralítico descolgado a través del techo (Marcos 2:1-12). Por el tipo de construcción no era difícil subir al techo por la escalera del patio y quitar una parte para hacer descender al individuo "Jesús sana a un paralítico".
Bajo la gran sinagoga blanca, en 1981 se descubrieron los restos de una sinagoga del siglo I, construida con piedra basáltica negra. Muy verosímilmente se trata de la sinagoga de la que nos hablan los evangelios, según los cuales durante el siglo I Cafarnaúm fue el escenario de muchos acontecimientos de la vida de Jesucristo. Fue el hogar de sus primeros discípulos: Andrés, Mateo y Pedro. Los escritos judíos de la época identifican a Cafarnaúm como una de las localidades donde vivían minimo (herejes o sectarios), en este caso los judeocristianos. No se han encontrado evidencias que permitan pensar que Cafarnaúm se haya visto envuelta en las sangrientas sublevaciones judías contra los romanos en los años 70 y 135 y los documentos muestran que la población judía fue mayoritaria allí hasta el siglo IV.
En el año 1986, durante una inusual bajante del lago, fue descubierto un antiguo bote pesquero que data del siglo I a. C. Tenía una longitud de 8 metros y se encontraba preservado en el lodo. Después de un arduo trabajo, que debió realizarse antes de la subida de las aguas, el bote fue retirado del lugar hasta su actual emplazamiento en las cercanías del kibbutz Ginosar.
En el lago de Galilea se descubrió la barca de San Pedro
La Casa de Pedro
Ruinas de la casa de Pedro
Los arqueólogos encontraron en 1968, en una zona llamada "isla sagrada", la que ha sido considerada "la casa de Pedro", construida a finales del período helenístico. De forma casi cuadrada, con lados de cerca de 7,50 m, comunicaba con un patio al sur y otro al norte. En el lado oriental, en un espacio libre había un horno de tierra refractaria. Aún se conserva en buen estado el umbral a través del cual se entraba al patio norte. La casa denota una historia muy compleja.
A partir de la segunda mitad del siglo I comienza a distinguirse de todas las demás casas que han sido excavadas. Los muros fueron revocados con esmero; el suelo fue cubierto con capas de yeso y fue adaptada como iglesia doméstica (domus-ecclesia), donde se reunían los judeo-cristianos de la ciudad. De esta época hay allí muy pocos restos de cerámica doméstica y en cambio se encontraron gran cantidad de lámparas.
La transformación en el siglo IV
A finales del siglo IV esta casa-iglesia fue adaptada para recibir peregrinos y fue cercada por un muro de impresionante altura que abarcaba un perímetro de 112,25 m. Construido con argamasa, alcanza una altura de 2,30 m en el lado norte. Su finalidad era doble: encuadrar la casa de San Pedro como punto focal de la isla sagrada y acentuar la sacralidad de la misma. Tenía dos puertas: una en la esquina suroeste y la otra en la esquina noroeste. La casa de Pedro fue profundamente retocada y ampliada. La estancia venerada, originariamente cuadrada, fue dividida en dos espacios rectangulares unidas por un arco central. Hubo además un cierto mejoramiento en el estilo de vida general: las otras casas se construyeron con buena argamasa y se usaba cerámica fina importada. La peregrina Egeria que visitó Tierra Santa al final del s. IV escribió: "En Cafarnaúm está la casa del Príncipe de los Apóstoles (Pedro) que fue trasformada en iglesia, aunque las paredes quedaron las mismas".
La iglesia octogonal
Memorial octogonal construido recientemente como protección de la casa de Pedro
En la segunda mitad del siglo V los bizantinos desmantelaron toda la isla sagrada para construir encima la iglesia octogonal, la cual permaneció en uso hasta el siglo VII. La iglesia se compone de un octógono central con ocho pilares, de un octógono externo con umbrales todavía in situ, y de una galería o pórtico que introducía tanto al interior de la iglesia como a las dependencias situadas al este, que se comunicaban a través de un pasillo. Posteriormente este pasillo fue bloqueado y en el centro del lado oriental fue construido un ábside con una piscina bautismal, de la que se encontraron dos escalones a cada lado, y la salida del agua que se usaba en el rito.
El suelo de la iglesia era de mosaico. En el pórtico era un motivo puramente geométrico con cuatro filas de círculos contiguos y crucecitas. En la zona del octógono externo, los mosaicos encontrados representaban la flora y fauna, con un estilo semejante a lo encontrado en la basílica de la Multiplicación de los Panes en Tabgha. En el octógono central, el mosaico estaba compuesto de una franja con flores caliciformes, de un campo de escamas de pez con florecillas y de un gran círculo con un pavo real en el centro.
Es importante destacar la relación estrecha entre la iglesia octogonal y la casa de San Pedro: los bizantinos, al construir la nueva iglesia, situaron el octógono central justamente sobre los muros de la casa, con el objeto de perpetuar la ubicación exacta de la misma. A partir de ese momento, ya no se podía ver la humildad de la casa por estar cubierta por los mosaicos de la nueva estructura.
Aparentemente durante los periodos romano y bizantino la ciudad no fue destruida debido a guerras o a causas naturales. Incluso, la transición al periodo árabe en el siglo VII d.C. no estuvo marcada por una destrucción súbita global y aunque varias casas fueron abandonadas, otras continuaron en uso en este periodo.
Decadencia
La ciudad fue severamente dañada por el terremoto de 746, y fue reconstruida a poca distancia al noreste, en el lugar de la actual Iglesia Ortodoxa Griega de los Siete Apóstoles, construida en 1931.
Bajo los gobernantes Omeyas de Damasco el sitio fue totalmente reocupado y tanto la sinagoga como la iglesia octogonal fueron abandonadas. Durante la dinastía Abassid de Bagdad la prosperidad de Cafarnaúm declinó enormemente. Algunas nuevas edificaciones se levantaron durante el siglo XII, pero la aldea en ese tiempo ya era un montón de ruinas.
La sinagoga blanca
Ruinas de la sinagoga
Las ruinas de este edificio, que datan del siglo III o IV, descubiertas por Wilson, destacan notablemente entre las humildes viviendas del poblado. Fue construida casi exclusivamente con bloques blancos de piedra calcárea traídos de canteras lejanas.
Los muros de esta sinagoga están construidos encima de hiladas pertenecientes a la sinagoga anterior de piedra basáltica negra propia de la región. Debajo del piso de la sinagoga moderna se encuentra aún el piso de la sinagoga anterior.
El plano del piso de la sinagoga blanca es similar al de la sinagoga del siglo IV en Korazim (4 km al norte) y al de la sinagoga del siglo III en Baram (en el norte de la Galilea), pero la ornamentación arquitectónica del edificio en Cafarnaúm es mucho más elaborada, con capiteles corintios e intrincados relieves tallados en piedra.
El edificio se compone de cuatro partes: sala de oración, patio oriental, balaustrada meridional y un cuartito (al noroeste de la construcción). La sala de oración mide 24,40 m por 18,65 m con la fachada hacia el sur, mirando a Jerusalén. Las paredes internas estaban recubiertas de revoque pintado y de estucos de excelente realización, encontrados durante las excavaciones. De la sinagoga antigua se han conservado dos inscripciones, una en griego y la otra en arameo, que recuerdan a los bienhechores que facilitaron la construcción del edificio.
La sinagoga, tal como era en 381, fue descrita por la peregrina española Egeria, que escribió que el acceso a la estructura constaba de varios escalones y que el edificio estaba construido con piedra labrada.
La sinagoga y la iglesia de Cafarnaúm resultaron destruidas a principios del siglo VII (poco antes de la conquista árabe del año 636). Debido a las continuas tensiones entre las comunidades cristiana y judía, se ha sugerido que la iglesia pudo haber sido destruida durante la invasión persa en 614 y que la sinagoga fue destruida 15 años después como acto de venganza durante el breve restablecimiento del gobierno bizantino.
En 1926, el franciscano Orfali, comenzó la restauración de la sinagoga. Luego de su muerte, fue continuada por Virgilio Corbo a partir de 1976.