viernes, 8 de junio de 2018

Solemnidad Inmaculado Corazón de María - Fiesta Junio 9 de 2018



Fiesta: Sábado de la tercera semana de Pentecostés (día siguiente al Sagrado Corazón de Jesús). La fiesta del Inmaculado Corazón de María se celebra el sábado después de Corpus Christi. La Fiesta del Sagrado Corazón es el día anterior (viernes). La Iglesia celebra las dos fiestas en días consecutivos para manifestar que estos dos corazones son inseparables. María siempre nos lleva a Jesús.

Historia


Ya San Juan Eudes, en el siglo XVII, había difundido esta devoción. En 1942, en plena II Guerra Mundial, el Papa Pío XII consagró el mundo al Corazón Inmaculado de María. La Fiesta del Corazón Inmaculado de María fue oficialmente establecida en toda la Iglesia por el Papa Pío XII, el 4 de mayo de 1944, para obtener por medio de la intercesión de María:
"La paz entre las naciones, libertad para la Iglesia, la conversión de los pecadores, amor a la pureza y la práctica de las virtudes" 

En diciembre del año 1925, la Virgen Santísima se le apareció a Lucía Martos, vidente de Fátima, y le prometió asistir a la hora de la muerte, con las gracias necesarias para la salvación, a todos aquellos que en los primeros sábados de cinco meses consecutivos, se confesasen, recibieran la Sagrada Comunión, rezasen una tercera parte del Rosario, con la intención de darle reparación.

En la tercera aparición de Fátima, Nuestra Madre le dijo a Lucía:
"Nuestro Señor quiere que se establezca en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado. Si se hace lo que te digo se salvarán muchas almas y habrá paz; terminará la guerra... Quiero que se consagre el mundo a mi Corazón Inmaculado y que en reparación se comulgue el primer sábado de cada mes... Si se cumplen mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz... Al final triunfará mi Corazón Inmaculado y la humanidad disfrutará de una era de paz"
En un diálogo entre Lucía y Jacinta, ella, de 10 años, dijo a Lucía:
"A mí me queda poco tiempo para ir al Cielo, pero tú te vas a quedar aquí abajo para dar a conocer al mundo que nuestro Señor desea que se establezca en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado de María"
"Diles a todos que pidan esta gracia por medio de Ella y que el Corazón de Jesús desea ser venerado juntamente con el Corazón de su Madre. Insísteles en que pidan la paz por medio del Inmaculado Corazón de María, pues el Señor ha puesto en sus manos la paz del mundo"



El Papa Juan Pablo II declaró que la conmemoración del Inmaculado Corazón de María, será de naturaleza "obligatoria" y no "opcional"

Es decir, por primera vez en la Iglesia, la liturgia para esta celebración debe realizarse en todo el mundo Católico.


Devoción de los
Cinco Primeros Sábados



Es una devoción al Corazón de María. En diciembre de 1925, la Virgen se le apareció a Lucía Martos, una de las tres pastorcitas vidente de Fátima, y le dijo:
"Yo prometo asistir a la hora de la muerte, con las gracias necesarias para la salvación, a todos aquellos que en los primeros sábados de cinco meses consecutivos, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen la tercera parte del Rosario, con intención de darme reparación"
Entreguémonos al Corazón de María diciéndole:
"¡Llévanos a Jesús de tu mano! ¡Llévanos, Reina y Madre hasta las profundidades de su Corazón adorable! ¡Corazón Inmaculado de María, ruega por nosotros!"
Del texto de la
Consagración de Pío XII


"Ante tu trono nos postramos suplicantes, seguros de alcanzar misericordia, de recibir gracias y el auxilio oportuno... Obtén paz y libertad completa a la Iglesia santa de Dios; detén el diluvio del neopaganismo; fomenta en los fieles el amor a la pureza, la práctica de la vida cristiana y del celo apostólico, para que los que sirven a Dios aumenten en mérito y número"


Acto de Consagración
al Inmaculado Corazón de María
(Papa Pío XII)



¡Oh Reina del Santísimo Rosario, auxilio de los cristianos, refugio del género humano, vencedora de todas las batallas de Dios! Ante vuestro Trono nos postramos suplicantes, seguros de impetrar misericordia y de alcanzar gracia y oportuno auxilio y defensa en las presentes calamidades, no por nuestros méritos, de los que no presumimos, sino únicamente por la inmensa bondad de vuestro maternal Corazón.

En esta hora trágica de la historia humana, a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, nos entregamos y nos consagramos, no sólo en unión con la Santa Iglesia, cuerpo místico de vuestro Hijo Jesús, que sufre y sangra en tantas partes y de tantos modos atribulada, sino también con todo el Mundo dilacerado por atroces discordias, abrasado en un incendio de odio, víctima de sus propias iniquidades. 

Que os conmuevan tantas ruinas materiales y morales, tantos dolores, tantas angustias de padres y madres, de esposos, de hermanos, de niños inocentes; tantas vidas cortadas en flor, tantos cuerpos despedazados en la horrenda carnicería, tantas almas torturadas y agonizantes, tantas en peligro de perderse eternamente.

Vos, oh Madre de misericordia, impetradnos de Dios, la paz; y, ante todo, las gracias que puedan convertir en un momento los humanos corazones, las gracias que preparan, concilian y aseguran la paz. Reina de la paz, rogad por nosotros, y dad al mundo en guerra la paz porque suspiran los pueblos, la paz en la verdad, en la justicia, en la caridad de Cristo. Dadle la paz en las armas y la paz de las almas, para que en la tranquilidad del orden se dilate el Reino de Dios.

Conceded vuestra protección a los infieles y a cuantos yacen aún en las sombras de la muerte; concédeles la paz y haced que brille para ellos el sol de la verdad y puedan repetir con nosotros ante el único Salvador del mundo:

"Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad"

Dad la paz a los pueblos separados por el error o la discordia, especialmente a aquellos que os profesan singular devoción y en los cuales no había casa donde no se hallase honrada vuestra venerada imagen (hoy quizá oculta y retirada para mejores tiempos), y haced que retornen al único redil de Cristo bajo el único verdadero Pastor.

Obtened paz y libertad completa para la Iglesia Santa de Dios; contened el diluvio inundante del neopaganismo, fomentad en los fieles el amor a la pureza, la práctica de la vida cristiana y del celo apostólico, a fin de que aumente en méritos y en número el pueblo de los que sirven a Dios.


Finalmente, así como fueron consagrados al Corazón de vuestro Hijo Jesús la Iglesia y todo el género humano, para que, puestas en Él todas las esperanzas, fuese para ellos señal y prenda de victoria y de salvación; de igual manera, oh Madre nuestra y Reina del Mundo, también nos consagramos para siempre a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, para que vuestro amor y patrocinio aceleren el triunfo del Reino de Dios, y todas las gentes, pacificadas entre sí y con Dios, os proclamen bienaventurada y entonen con Vos, de un extremo a otro de la tierra, el eterno Magnificat de gloria, de amor, de reconocimiento al Corazón de Jesús, sólo en el cual pueden hallar la Verdad, la Vida y la Paz.

Fundamento

Después de su entrada a los cielos, el Corazón de María sigue ejerciendo a favor nuestro su amorosa intercesión. El amor de su Corazón se dirige primero a Dios y a su Hijo Jesús, pero se extiende también con solicitud maternal sobre todo el género humano que Jesús le confió al morir; y así la veneramos por la santidad de su Inmaculado Corazón y le solicitamos su ayuda maternal en nuestro camino a su Hijo.

El Inmaculado Corazón de María, nuestra madre, es el camino más rápido y seguro para llegar a Jesús. Venerar el Inmaculado Corazón de María es venerar a la mujer que está llena del Espíritu Santo, llena de gracia, y siempre pura para Dios. Su corazón femenino siempre está lleno de amor por sus hijos. Por eso se representa rodeado de blancas rosas.

Veneramos el Corazón que guarda todas las cosas de Dios en su Corazón y que nos ayuda a sanar y consagrar a Dios nuestro propio corazón.


Fuente - Texto tomado de CATOLICO.ORG:
http://www.catolico.org/biblia_y_liturgia/textos_bib_liturgia/fiestas/inmaculado_corazon_maria.htm

Fuente - Texto tomado de DEVOCIONARIO.COM:
Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG:

Fuente - Texto tomado de ACIPRENSA:

San Efrén de Siria - Diácono - Doctor de la Iglesia - "Arpa del Espíritu Santo" - (306-373) - Fiesta Junio 9


Efrén: "fructífero"
(que da mucho fruto)
Diácono - Doctor de la Iglesia - escritor eclesiástico - llamado "el arpa del Espíritu Santo".

Biografía

San Efrén alcanzó gran fama como maestro, orador, poeta, comentarista y defensor de la fe. Es el único de los Padres sirios a quien se honra como Doctor de la Iglesia Universal, desde 1920. En Siria, tanto los católicos como los separados de la Iglesia lo llaman "Arpa del Espíritu Santo" y todos han enriquecido sus liturgias respectivas con sus homilías y sus himnos. A pesar de que no era un hombre de mucho estudio formal, estaba empapado en las Sagradas Escrituras y tenía gran conocimiento de los misterios de la fe.

San Basilio le describe como "un interlocutor que conoce todo lo que es verdad"; San Jerónimo, al recopilar los nombres de los grandes escritores cristianos, le menciona con estos términos: "Efrén, diácono de la iglesia de Edessa, escribió muchas obras en sirio y llegó a tener tanta fama, que en algunas iglesias se leen en público sus escritos, después de las Sagradas Escrituras. Yo leí en la lengua griega un libro suyo sobre el Espíritu Santo; a pesar de que sólo era una traducción, reconocí en la obra el genio sublime del hombre". (Edessa, hoy llamada Urfa o Sanliurfa, está en Turquía).

San Efrén narra que en un sueño vió que de su lengua nacía una mata de uvas, la cual se extendía por muchas regiones, llevando a todas sus racimos. Este sueño llegó a ser profético por la gran propagación de sus obras. 

A San Efrén debemos, en gran parte, la introducción de los cánticos sagrados en los oficios y servicios públicos de la Iglesia, como una importante característica del culto y un medio de instrucción. 

Su vida


Efrén nació alrededor del año 306, en la población de Nísibis (hoy llamada Nusaybin, en Turquía), región dominada por Roma. No se sabe por cierto si sus padres eran cristianos. Él reconoce que de joven no le daba mucha importancia a la religión hasta que llegaron las pruebas. A la edad de dieciocho años recibió el bautismo y, permaneció junto al famoso obispo de Nisibis, San Jacobo, con quien, se afirma, asistió al Concilio de Nicea, en 325. Tras la muerte de San Jacobo, Efrén mantuvo estrechas relaciones con los tres jerarcas que le sucedieron. 

Efrén se hallaba en Nisibis las tres veces en que los persas pusieron sitio a la ciudad, puesto que en algunos de los himnos que escribió, hay descripciones sobre los peligros de la población, las defensas de la ciudad y la derrota final del enemigo en el año 350. Si bien los persas no pudieron tomar a Nisibis por los ataques directos, consiguieron entrar sin lucha a la ciudad trece años después, cuando Nisibis se les entregó como parte del precio de la paz que pagó el emperador Joviano, después de la derrota y la muerte de Juliano. La entrada de los persas hizo huir a los cristianos, y Efrén se refugió en una caverna abierta entre las rocas de un alto acantilado que dominaba la ciudad de Edessa. Ahí vivió con absoluta austeridad, sin más alimento que un poco de pan de centeno y algunas legumbres; y fue en aquella soledad inviolable donde escribió la mayor parte de sus obras espirituales. Era un asceta y se le notaba en su apariencia. Según dicen las crónicas era de corta estatura, medio calvo y lampiño, tenía la piel apergaminada, dura, seca y morena como el barro cocido; vestía con andrajos remendados, y todos los parches habían llegado a ser del mismo color de tierra; lloraba mucho y jamás reía. 

Si bien la solitaria cueva era su morada y su centro de operaciones, no vivía recluido en ella y con frecuencia bajaba a la ciudad para ocuparse de todos los asuntos que afectaban a la Iglesia. A Edessa la llamaba "la ciudad bendita" y en ella ejerció gran influencia. Predicaba a menudo y, al referirse al tema de la segunda venida de Cristo y el juicio final, usaba una elocuencia tan vigorosa, que los gemidos y lamentos de su auditorio ahogaban sus palabras.

Algunos biógrafos nos dan una idea muy poco inspiradora de San Efrén, como si rechazara la alegría y la amabilidad. El obispo lo nombró director de la escuela de canto religioso de su ciudad, y allí formó muchos maestros de canto para que fueran a darle solemnidad a las fiestas religiosas de diversas parroquias. Allí estuvo por 13 años (del 350 al 363).

No hay en sus obras el influjo de las controversias trinitarias de la época. Esto posiblemente se debe a que no conocía el griego. Mas bien se dedicó a defender la doctrina antigua por medio de la poesía. Bardesanes y otros utilizaban las canciones y la música populares para propagar falsas doctrinas. Efrén comprendió la importancia de estos medios y valoró mucho los cánticos sagrados como un complemento del culto público. Se propuso imitar las tácticas del enemigo y, sin duda, gracias a su prestigio personal, pero sobre todo el mérito grande de sus propias composiciones, las que hizo cantar en las iglesias por un coro de voces femeninas, consiguió suplantar los himnos gnósticos por sus propios himnos. 

No llegó a ser diácono sino a edad avanzada. Su humildad le obligaba a rehusar la ordenación y, el hecho de que a veces se le designe como a San Efrén el Diácono, apoya la afirmación de algunos de sus biógrafos en el sentido de que nunca obtuvo una dignidad eclesiástica más alta. Por otra parte, en sus escritos hay pasajes que parecen indicar que era sacerdote.

Alrededor del año 370, emprendió un viaje desde Edessa a Cesarea, en la Capadocia, con el propósito de visitar a San Basilio, de quien tanto y tan bien había oído hablar. San Efrén menciona aquella entrevista, lo mismo que San Gregorio de Nissa, el hermano de San Basilio, quien escribió un encomio del venerable sirio. Una de las crónicas declara que San Efrén extendió su viaje y que visitó Egipto, donde permaneció varios años, pero semejante declaración no está apoyada por alguna autoridad y no concuerda con los datos cronológicos de su vida, ampliamente reconocidos. 

Hombre de caridad

La última vez que tomó parte en los asuntos públicos fue en el invierno, entre los años 372 y 373, poco antes de su muerte. Había hambre en toda la comarca y San Efrén se hallaba profundamente apenado por los sufrimientos de los pobres. Los ricos de la ciudad se negaban a abrir sus graneros y sus bolsas, porque consideraban que no se podía confiar en nadie para hacer una justa distribución de los alimentos y las limosnas; entonces, el santo ofreció sus servicios y fueron aceptados. Para satisfacción de todos, administró considerables cantidades de dinero y de abastecimientos que le fueron confiadas, además de organizar un eficaz servicio de socorro que incluía la provisión de 300 camillas para transportar a los enfermos. Supo escuchar así la voz del Señor:
"Estuve enfermo y me fuiste a visitar: tuve hambre y me diste de comer. Ven al banquete preparado desde el comienzo de los siglos"(Mt. 25, 40)


Terminada su misión en Edessa, regresó a su cueva y sólo vivió treinta días más. Las "Crónicas" de Edessa y las máximas autoridades en la materia, señalan el año de 373 como el de su muerte, pero algunos autores afirman que vivió hasta el 378 o el 379. 

Escritor prolífico

Entre las obras suyas que han llegado hasta nosotros, algunas están escritas en el sirio original y otras son traducciones al griego, al latín y al armenio. Se las puede agrupar como obras de exégesis, de polémica, de doctrina y de poesía, pero todas, a excepción de los comentarios, están en verso. Sozomeno afirma que San Efrén escribió treinta millares de lineas. Sus poemas más interesantes son los "Himnos Nisibianos" (carmina Nisibena), de los que se conservan setenta y dos de un total de setenta y siete, así como los cánticos para las estaciones, que todavía se entonan en las iglesias sirias. Sus comentarios comprenden todo el Antiguo Testamento y muchas partes del Nuevo. Sobre los Evangelios no utilizó más que la única versión que circulaba por entonces en Siria, la llamada Diatessaron, la que, en la actualidad no existe más que en su traducción al armenio.

A pesar de que es poquísimo lo que sabemos sobre la vida de San Efrén, no poco es lo que nos ayudan sus escritos a formarnos una idea sobre el hombre que fue. Lo que más impresiona al lector es el espíritu realista y cordialmente humano con que discurre sobre los grandes misterios de la Redención. Se diría que se anticipa a esa actitud de emocionada devoción ante los sufrimientos físicos del Salvador, que no llegó a manifestarse en el occidente antes de la época de San Francisco de Asís.

Sus escritos:
  • Vigilad pues vendrá de nuevo
  • La palabra de Dios, fuente inagotable de vida
  • La cruz de Cristo, salvación del género humano
Muestra de las obras de San Efrén 

Títulos de la Virgen Santísima

Fue un gran amante de la Virgen María y en sus escritos vemos la profunda veneración que ya se le tenía en el siglo IV. San Efrén compuso, ya en el año 333, una lista en verso de los más bellos títulos que los cristianos otorgaban a la Santísima Virgen:


"Señora Nuestra Santísima,
Madre de Dios,
llena de gracia:
Tú eres la gloria
de nuestra naturaleza humana,
por donde nos llegan
los regalos de Dios.

Eres el ser más poderoso que existe,
después de la Santísima Trinidad;
la Mediadora de todos nosotros
ante el mediador que es Cristo;
Tú eres el puente misterioso
que une la tierra con el cielo,
eres la llave que nos abre
las puertas del Paraíso;
nuestra Abogada,
nuestra Intercesora.
Tú eres la Madre de Aquel
que es el ser más
misericordioso y más bueno.
Haz que nuestra alma llegue
a ser digna de estar un día
a la derecha de tu
Único Hijo, Jesucristo.
Amén!!"

Sobre el aposento donde tuvo
lugar la Última Cena


¡Oh tú, lugar bendito,
estrecho aposento
en el que cupo el mundo!
Lo que tú contuviste,
no obstante estar cercado
por límites estrechos,
llegó a colmar el universo.
¡Bendito sea el mísero lugar
en que con mano santa el pan fue roto!
¡Dentro de ti, las uvas que maduraron
en la viña de María, fueron exprimidas
en el cáliz de la salvación!

¡Oh, lugar santo!
Ningún hombre ha visto
ni verá jamás las cosas
que tú viste. En ti, el Señor
se hizo verdadero altar,
sacerdote, pan y cáliz de salvación.
Sólo Él bastaba para todo y,
sin embargo, nadie era
bastante para Él.
El Altar y cordero fue,
víctima y sacrificador,
sacerdote y alimento...

Descripción de Jesucristo siendo azotado




Tras el vehemente vocerío contra Pilatos,
el Todopoderoso fue azotado
como el más vil de los criminales.
¡Qué gran conmoción y cuanto horror
hubo a la vista del tormento!
Los cielos y la tierra enmudecieron
de asombro al contemplar Su cuerpo
surcado por el látigo de fuego,
¡Él mismo desgarrado por los azotes!
Al contemplarlo a Él,
que había tendido sobre la tierra
el velo de los cielos,
que había afirmado
el fundamento de los montes,
que había levantado a la tierra
fuera de las aguas, que lanzaba
desde las nubes el rayo cegador
y fulminante, al contemplarlo ahora
golpeado por infames verdugos,
con las manos atadas a un pilar de piedra
que Su palabra había creado.
¡Y ellos, todavía, desgarraban
sus miembros y le ultrajaban con burlas!
¡Un hombre, al que Él había formado,
levantaba el látigo!
¡Él, que sustenta a todas las criaturas
con su poder, sometió su espalda
a los azotes; Él, que es el brazo derecho
del Padre, consintió en extender sus brazos
en torno al pilar. El pilar de ignominia
fue abrazado por Él, que sostiene los cielos
y la tierra con todo su esplendor.
Los perros salvajes ladraron al Señor
que con su trueno sacude las montañas
y mostraron los agudos dientes
al Hijo de la Gloria.

El "Testamento de San Efrén"

Este documento nos revela el carácter del santo escritor. A pesar de que, posiblemente, haya sufrido alteraciones y agregados en fechas posteriores, no hay duda de que en gran parte, como afirma Rubens Duval, considerado como una autoridad en la materia, es auténtico, sobre todo los pasajes que reproducimos aquí. San Efrén hace un llamado a sus amigos y discípulos, en tono emocionado y de profunda humildad:

No me embalsaméis con aromáticas especies,
porque no son honras para mí.
Tampoco uséis incienso ni perfumes;
el honor no me corresponde a mí.
Quemad el incienso ante el altar santo:
A mí, dadme sólo el murmullo de las preces.
Dad vuestro incienso a Dios,
y a mí cantadme himnos.
En vez de perfumes y de especias,
dadme un recuerdo en vuestras oraciones...
Mi fin ha sido decretado
y no puedo quedarme.
Dadme provisiones para mi larga jornada:
vuestras plegarias, vuestros salmos y sacrificios.
Contad hasta completar los treinta días
y entonces, hermanos haced recuerdo de mí,
ya que, en verdad, no hay más auxilio
para el muerto sino el de los sacrificios
que le ofrecen los vivos.

Benedicto XV lo declaró doctor de la Iglesia.


¡Señor envía tu Espíritu Santo
y suscita en nosotros
la pasión por Ti
que manifestó
el Diácono San Efrén!

Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG: