sábado, 26 de mayo de 2018

Lectura del Santo Evangelio Según San Mateo 28, 16-20


16. Mas los once discípulos partieron para Galilea, al monte que Jesús les había señalado.

17. Y allí al verle le adoraron; si bien algunos tuvieron sus dudas.

18. Entonces Jesús, acercándose, les habló en estos términos:
"A Mí se me ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra.
19. Id, pues, e instruid a todas las naciones en el camino de la salud, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

20. Enseñándoles a observar todas las cosas que Yo os he mandado. Y estad ciertos que Yo mismo estaré siempre con vosotros, hasta la consumación de los siglos".
Palabra de Dios
Gloria a Ti, Señor Jesús

Solemnidad Santísima Trinidad - Fiesta Mayo 27 de 2018



EL DOGMA
DE LA
SANTÍSIMA TRINIDAD

253 La Trinidad es una. No confesamos tres dioses sino un solo Dios en tres personas: "la Trinidad consubstancial" (Concilio de Constantinopla II, año 553: DS 421). Las personas divinas no se reparten la única divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente Dios: "El Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Espíritu Santo, es decir, un solo Dios por naturaleza" (Concilio de Toledo XI, año 675: DS 530). "Cada una de las tres personas es esta realidad, es decir, la substancia, la esencia o la naturaleza divina" (Concilio de Letrán IV, año 1215: DS 804).

254 Las Personas divinas son realmente distintas entre sí. "Dios es único pero no solitario" (Fides Damasi: DS 71). "Padre", "Hijo", Espíritu Santo" no son simplemente nombres que designan modalidades del ser divino, pues son realmente distintos entre sí: "El que es el Hijo no es el Padre, y el que es el Padre no es el Hijo, ni el Espíritu Santo el que es el Padre o el Hijo" (Concilio de Toledo XI, año 675: DS 530). Son distintos entre sí por sus relaciones de origen: "El Padre es quien engendra, el Hijo quien es engendrado, y el Espíritu Santo es quien procede" (Concilio de Letrán IV, año 1215: DS 804). La Unidad divina es Trina.

255 Las Personas divinas son relativas unas a otras. La distinción real de las Personas entre sí, porque no divide la unidad divina, reside únicamente en las relaciones que las refieren unas a otras: "En los nombres relativos de las personas, el Padre es referido al Hijo, el Hijo lo es al Padre, el Espíritu Santo lo es a los dos; sin embargo, cuando se habla de estas tres Personas considerando las relaciones se cree en una sola naturaleza o substancia" (Concilio de Toledo XI, año 675: DS 528). En efecto, "en Dios todo es uno, excepto lo que comporta relaciones opuestas" (Concilio de Florencia, año 1442: DS 1330). "A causa de esta unidad, el Padre está todo en el Hijo, todo en el Espíritu Santo; el Hijo está todo en el Padre, todo en el Espíritu Santo; el Espíritu Santo está todo en el Padre, todo en el Hijo" (Concilio de Florencia, año 1442: DS 1331).


Resumen

261 El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Sólo Dios puede dárnoslo a conocer revelándose como Padre, Hijo y Espíritu Santo.

262 La Encarnación del Hijo de Dios revela que Dios es el Padre eterno, y que el Hijo es "de la misma naturaleza que el Padre", es decir, que es en Él y con Él el mismo y único Dios.

263 La misión del Espíritu Santo, enviado por el Padre en nombre del Hijo (cf. Jn 14,26) y por el Hijo "de junto al Padre" (Jn 15,26), revela que él es con ellos el mismo Dios único. "Con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria".

264 "El Espíritu Santo procede principalmente del Padre, y por concesión del Padre, sin intervalo de tiempo procede de los dos como de un principio común" (S. Agustín, De Trinitate, 15,26,47).

265 Por la gracia del bautismo "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt 28, 19) somos llamados a participar en la vida de la Bienaventurada Trinidad, aquí abajo en la oscuridad de la fe y, después de la muerte, en la luz eterna (cf. Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios 9).

266 "La fe católica es ésta: que veneremos un Dios en la Trinidad y la Trinidad en la unidad, no confundiendo las Personas, ni separando las substancias; una es la persona del Padre, otra la del Hijo, otra la del Espíritu Santo; pero del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo una es la divinidad, igual la gloria, coeterna la majestad" (Símbolo "Quicumque": DS, 75).

267 Las Personas divinas, inseparables en su ser, son también inseparables en su obrar. Pero en la única operación divina cada una manifiesta lo que le es propio en la Trinidad, sobre todo en las misiones divinas de la Encarnación del Hijo y del don del Espíritu Santo.



Historia de la Fiesta


Comenzó a celebrarse esta fiesta hacia el año 1000, tal vez un poco antes. Parece ser que fueron los monjes los que asignaron el Domingo después de Pentecostés para su celebración. Las iglesias diocesanas comenzaron a seguir el ejemplo de los benedictinos y los cistercienses, y en los dos siglos siguientes, la celebración se extendió por toda Europa. Roma, siempre tan conservadora en cuestión de liturgia, tardó en admitir la nueva fiesta. Por fin, en 1334, el Papa Juan XXII la introdujo como fiesta de la Iglesia universal.

El Domingo de la Santísima Trinidad es de institución relativamente tardía, pero fue precedido por siglos de devoción al misterio que celebra. Tal devoción arranca del mismo Nuevo Testamento; pero lo que le dio especial impulso fue la lucha de la Iglesia contra las herejías de los siglos IV y V. 


Significado de la Fiesta

El objeto de la fiesta no es una realidad abstracta. Lo que adoramos es el Dios vivo, el Dios en que vivimos, nos movemos y existimos. Las personas divinas de la Trinidad no son extrañas. Por el bautismo participamos en la vida de Dios; entramos en relación personal con el Dios uno y trino. La gracia bautismal nos incorpora a Cristo, nos llena con su Espíritu, nos hace hijos de Dios. En una meditación sobre la Trinidad, Santo Tomás de Aquino afirma que por la gracia no sólo el Hijo, sino también el Padre y el Espíritu Santo vienen a morar en la mente y el corazón. El Padre viene fortaleciéndonos con su poder; el Hijo, iluminándonos con su sabiduría, el Espíritu Santo, con su bondad llena de amor nuestros corazones.


Símbolo
Niceno-Constantinopolitano



Creo en un solo Dios,
Padre todopoderoso,
Creador de cielo y tierra,
de todo lo visible y lo invisible.


Creo en un solo Señor,
Jesucristo, Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios,
Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero;
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza que el Padre,
por Quien todo fue hecho;
que por nosotros los hombres
y por nuestra salvación bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día,
según las Escrituras,
y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.



Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.



Creo en la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un sólo bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.


El Misterio



El misterio de la Santísima Trinidad
consiste en que Dios es uno solo
y en Él hay tres Personas:
Padre, Hijo y Espíritu Santo

El misterio de la Santísima Trinidad nos ha sido revelado por la Persona, palabras y acciones de Jesucristo. Después de haber hablado por los Profetas, Dios envió a su Hijo, Jesucristo, quien nos dio la Buena Nueva de la salvación. Éste es el mensaje del Nuevo Testamento. Con sus palabras y acciones, y especialmente en su sagrada Persona, Jesús nos dio a conocer las más profundas verdades acerca de Dios. La Trinidad es el misterio más profundo.

Jesús nos ha revelado los secretos del Reino de los Cielos. La suprema de sus enseñanzas es el secreto de Dios mismo. Nos ha hablado de la vida de Dios. Nos enseñó que Dios, siendo uno solo, hay en Él tres Personas iguales.

Nos dijo sus nombres:

"Padre, Hijo y Espíritu Santo"

Jesucristo se presentó a Sí mismo como el eterno y divino Hijo de Dios. Afirmó que es el Hijo, el Unigénito del Padre, igual al Padre.

Jesús nos reveló más plenamente al Padre. Siempre hablaba de su Padre llamándole por este nombre. Nos enseñó a amar a nuestro Padre celestial porque nos ama. Él quiere ayudarnos en todas las necesidades de alma y cuerpo. Quiere llevar a sus hijos a su hogar del Cielo.

Jesús reveló la tercera Persona divina, el Espíritu Santo. El Padre y el Hijo, después de la Resurrección, lo enviaron a la Iglesia. Jesús había prometido enviar la tercera Persona, Dios igual que Él mismo y el Padre.

Jesús, el Divino Maestro, habló a sus discípulos acerca del verdadero Dios y los llamó a ser hijos de Dios por el don del Espíritu.

Honramos a la Santísima Trinidad siempre que tomamos conciencia de que Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo están presentes en nuestra alma. Le honramos así mismo cuando tratamos de entender con la ayuda de la fe, que por el Bautismo estamos llamados a íntima unión de amor con las tres divinas Personas.


Misión de la Santísima Trinidad
  1. En la Creación: Dios Padre está como principio de todo lo que existe.
  2. En la Encarnación: Dios se encarna, por amor a nosotros, en Jesús, para liberarnos del pecado y llevarnos a la vida eterna.
  3. En Pentecostés: El Padre y El Hijo se hacen presentes en la vida del hombre en la Persona del Espíritu Santo, cuya misión es santificarnos, iluminándonos y ayudándonos con sus dones a alcanzar la vida eterna.
¿Qué hacemos al persignarnos?

"En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" Es costumbre de los católicos repetir frecuentemente estas palabras, al principio y al fin de nuestras acciones. Cada vez que hacemos la Señal de la Cruz sobre nuestro cuerpo, recordamos el misterio de la Santísima Trinidad:
  1. En el nombre del Padre: Ponemos la mano sobre la frente, señalando el cerebro que controla todo nuestro cuerpo, recordando en forma simbólica que Dios es la fuente de nuestra vida.
  2. ... y del Hijo: Colocamos la mano en el pecho, donde está el corazón, que simboliza al amor. Recordamos con ello que por amor a los hombres, Jesucristo se encarnó, murió y resucitó para librarnos del pecado y llevarnos a la vida eterna.
  3. ... y del Espíritu Santo: Colocamos la mano en el hombro izquierdo y luego en el derecho, recordando que el Espíritu Santo nos ayuda a cargar con el peso de nuestra vida, el que nos ilumina y nos da la gracia para vivir de acuerdo con los mandatos de Jesucristo.

Oración de Adoración
a la
Santísima Trinidad



Adoración al Padre Eterno
Un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria



Oración


Os adoro, oh Padre eterno, con toda la corte celestial, por mi Dios y Señor, y os doy infinitas gracias en nombre de la Santísima Virgen, vuestra Hija muy amada, por todos los dones y privilegios con que la adornasteis, especialmente por aquel poder con que la enaltecisteis en su gloriosa Asunción a los cielos.

Adoración al eterno Hijo
Un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria



Oración

Os adoro, oh eterno Hijo, con toda la corte celestial por mi Dios, Señor y Redentor, y os rindo gracias infinitas en nombre de la Santísima Virgen, vuestra muy amada Madre, por todos los dones y privilegios con que la adornasteis, especialmente por aquella suma sabiduría con que la ilustrasteis en su gloriosa Asunción al cielo.

Adoración al Espíritu Santo
Un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria



Oración

Os adoro, Espíritu Santo paráclito, por mi Dios y Señor, y os doy infinitas gracias con toda la corte celestial en nombre de la Santísima Virgen, vuestra amantísima Esposa por todos los dones y privilegios con que la adornasteis, especialmente por aquella perfectísima y divina caridad con que inflamasteis su santísimo y purísimo corazón en el acto de su gloriosísima Asunción al cielo; y humildemente os suplico en nombre de vuestra inmaculada Esposa, me otorguéis la gracia de perdonarme todos los gravísimos pecados que he cometido desde el primer instante en que pude pecar, hasta el presente, de los cuales me duelo infinitamente, con propósito de morir antes que volver más a ofender a vuestra divina Majestad; y por los altísimos méritos y eficacísima protección de vuestra amantísima Esposa os suplico me concedáis a mí y a N. el preciosísimo don de vuestra gracia y divino amor, otorgándome aquellas luces y particulares auxilios con los cuales vuestra eterna Providencia ha predeterminado salvarme, y conducirme a sí.

Texto Tomado del Catecismo de la Iglesia Católica – La Profesión de la Fe – La Revelación de Dios como Trinidad – La Santa Sede – Vaticano


San Agustín de Canterbury - Fundador de la Iglesia en Inglaterra Año 605 - Fiesta Mayo 27



San Agustín
apóstol de Inglaterra:
te rogamos por la Iglesia Católica en esa nación
y en todas las naciones del mundo. 
Pídele a Dios que nos envíe
muchos evangelizadores que sean como tú.
Amén.

San Agustín de Canterbury es considerado uno de los más grandes evangelizadores, al lado de San Patricio de Irlanda y San Bonifacio en Alemania. Tiene el gran mérito de haber dirigido la evangelización de Inglaterra.

Era superior del convento benedictino de Roma, cuando el Sumo Pontífice San Gregorio Magno se le ocurrió en el año 596 tratar de evangelizar a la isla de Inglaterra que era pagana. Conociendo el espíritu generoso y emprendedor de Agustín, que no se acobardaba ante ninguna dificultad, y además sus grandes virtudes, el Papa lo envió con 39 monjes más a tratar de convertir a esos paganos sajones.

Y sucedió que al llegar Agustín y sus 39 compañeros a la costa, donde se tomaba la embarcación para llegar a Inglaterra, allí les contaron terribles barbaridades acerca de los habitantes de esa isla, y los otros misioneros sintieron mucho miedo y enviaron al santo a que fuera a Roma a contarle al Pontífice lo peligroso que era esto que iban a emprender. Agustín fue a hablar con el Papa, pero san Gregorio lo animó de tal manera, recordándole que Dios les concedería la buena voluntad de aquellas gentes, que ya desde entonces Agustín no se dejó desanimar por los temores.

En Inglaterra mandaba el rey Etelberto que tenía una esposa muy santa (que después se llamó Santa Berta) y el primer regalo que Dios les concedió a los nuevos misioneros fue darles la buena voluntad del rey. Éste los recibió muy cariñosamente y les pidió que le enseñaran la religión, y tanto le agradó que pronto se hizo bautizar y les regaló su palacio real para que les sirviera de convento a los misioneros y les dio un templo en Canterbury para que allí enseñaran. Y en ese sitio está ahora la más famosa catedral de Inglaterra: la Catedral de Canterbury.



El rey dejó en libertad a los súbditos para que escogieran la religión que quisieran, pero les recomendó que se instruyeran en la religión de Jesucristo y tanto les agradaron a aquellas gentes las enseñanzas de Agustín y sus monjes, que en la Navidad del año 597 se hicieron bautizar 10.000 ingleses y entre los nuevos bautizados estaban los que ocupaban los cargos más importantes de la nación.


Agustín envió a dos de sus mejores monjes a Roma a contarle al Sumo Pontífice tan hermosas noticias, y el Papa en cambio le envió el nombramiento de arzobispo, y otro buen grupo de misioneros, y cálices y libros para las celebraciones y muchas imágenes religiosas que a esas gentes recién convertidas les agradaban en extremo. San Gregorio se alegró muchísimo ante noticias tan consoladoras, y le recomendó a San Agustín un simpático plan de trabajo.

San Gregorio, sabiendo que la principal virtud del obispo Agustín era la docilidad a sus superiores, le envió las siguientes recomendaciones:

1º. No destruir los templos de los paganos, sino convertirlos en templos cristianos.

2º. No acabar con todas las fiestas de los paganos, sino convertirlas en fiestas cristianas. Por ejemplo ellos celebraban las fiestas de sus ídolos con grandes banquetes en los cuales participaban todos. Pues hacer esos banquetes, pero en honor de los mártires y santos.

3º. Dividir el país en tres diócesis: Canterbury, Londres y York.

Nuestro santo cumplió exactamente estas recomendaciones, que le produjeron muy buenos resultados. Y fue nombrado por el Papa, jefe de toda la Iglesia Católica de Inglaterra (Arzobispo Primado). En las reuniones sobresalía entre todos por su gran estatura y por su presencia muy venerable que infundía respeto y admiración.

San Agustín escribía frecuentemente desde Inglaterra al Papa San Gregorio a Roma pidiéndole consejos en muchos casos importantes, y el Sumo Pontífice le escribía ciertas advertencias muy prácticas como éstas:

"Dios le ha concedido el don de hacer milagros, y le ha dejado el inmenso honor de convertir a muchísimos paganos al cristianismo, y de que las gentes lo quieran y lo estimen mucho. Pero cuidado, mi amigo, que esto no le vaya a producir orgullo. Alégrese de haber recibido estos regalos del buen Dios, pero tenga temor de no aprovecharlos debidamente. Consuélese al ver que con los milagros y la predicación logra que tantos paganos se vuelvan cristianos católicos, pero no vaya a creerse mejor que los demás, porque entonces le estaría robando a Dios el honor y la gloria que sólo Él se merece. Hay muchos que son muy santos y no hacen milagros ni hablan hermosamente. Así que no hay que llenarse de orgullo por haber recibido estas cualidades, sino alegrarse mucho al ver que Dios es más amado y más glorificado por las gentes".

Mucho le sirvieron a Agustín estos consejos para mantenerse humilde.

Después de haber trabajado por varios años con todas las fuerzas de su alma por convertir al cristianismo el mayor número posible de ingleses, y por organizar de la mejor manera que pudo, la Iglesia Católica en Inglaterra, San Agustín de Canterbury murió santamente el 26 de mayo del año 605. Y un día como hoy fue su entierro y funeral. Desde entonces ha gozado de gran fama de santidad en esa nación y en muchas partes más.

Fuente - Texto tomado de EWTN.COM:
http://ewtn.com/spanish/Saints/Agust%C3%ADn_de_Canterbury_5_27.htm