sábado, 24 de marzo de 2018

Domingo de Ramos - Lectura del Santo Evangelio Según San Marcos 14, 1-72; 15, 1-47







Capítulo XIV

Dos días después era la Pascua, cuando comienzan los ázimos: y los príncipes de los sacerdotes y los escribas andaban trazando cómo prender a Jesús con engaño y quitarle la vida. Mas no ha de ser, decían, en la fiesta, porque no se amotine el pueblo. Hallándose Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, estando a la mesa, entró una mujer con un vaso de alabastro lleno de ungüento o perfume hecho de la espiga del nardo, de mucho precio, y quebrando el vaso, derramó el bálsamo sobre la cabeza de Jesús. Algunos de los presentes irritados interiormente, decían:
"¿A qué fin desperdiciar ese perfume, siendo así que se podía vender en más de trescientos denarios, y dar el dinero a los pobres?"
Con este motivo bramaban contra ella. Mas Jesús les dijo:



"Dejadla en paz, ¿por qué la molestáis? La obra que ha hecho conmigo es buena y loable: pues que a los pobres los tenéis siempre con vosotros, y podéis hacerles bien cuando quisiereis; mas a mí no me tendréis siempre. Ella ha hecho cuanto estaba en su mano; se ha anticipado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura y hacerme en vida este honor. En verdad os digo que doquiera que se predicare este evangelio por todo el mundo, se contará también en memoria y alabanza de esta mujer lo que acaba de hacer"
Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, salió a verse con los sumos sacerdotes, para entregarles a Jesús. Los cuales cuando le oyeron, se holgaron mucho, y prometieron darle dinero. Y él ya no buscaba sino ocasión oportuna para entregarle. El primer día, pues, de los ázimos en que sacrificaban el cordero pascual, dícenle los discípulos:
"¿A dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de la Pascua?"
Y Jesús envió a Jerusalén a dos de ellos, diciéndoles:
"Id a la ciudad, y encontraréis a un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle. Y en donde quiera que entrare, decid al amo de la casa, que el Maestro os envía a decir: ¿Dónde está la sala en que he de celebrar la cena de la Pascua con mis discípulos? Y él os mostrará una pieza de comer grande, bien mueblada: preparadnos allí lo necesario"
Fueron, pues, los discípulos, y llegando a la ciudad, hallaron todo lo que les había dicho, y dispusieron las cosas para la Pascua. Puesto ya el sol, fue Jesús allá con los doce. Y estando a la mesa, y comiendo, dijo Jesús:
"En verdad os digo, que uno de vosotros, que come conmigo, me hará traición"

Comenzaron entonces ellos a contristarse y a decirle uno después de otro:
"¿Seré yo acaso, Señor?"
Él les respondió:



"Es uno de los doce, uno que mete conmigo la mano o moja en un mismo plato. Verdad es que el Hijo del hombre se va, o camina a su fin, como está escrito de Él; pero, ¡ay de aquel hombre, por quien el Hijo del hombre será entregado a la muerte! Mejor sería para el tal hombre el no haber nacido"
Durante la cena, tomó Jesús pan, y bendiciéndolo lo partió, y dióselo, y les dijo:



"Tomad, éste es mi cuerpo"
Y cogiendo el cáliz, dando gracias se lo alargó; y bebieron todos de él. Y al dárselo, díjoles:
"Esta es la sangre mía, el sello del nuevo testamento, la cual será derramada por muchos. En verdad os digo, que de hoy más no beberé de este fruto de la vid, hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios"
Y dicho el himno de acción de gracias, salieron hacia el monte del Olivar. Antes de partir díjoles aún Jesús:
"Todos os escandalizaréis por ocasión de mí esta noche, según está escrito: Heriré al pastor, y se descarriarán las ovejas. Pero en resucitando me pondré a vuestro frente en Galilea en donde os reuniré otra vez"
Pedro le dijo entonces:
"Aún cuando fueres para todos los demás un objeto de escándalo, no lo serás para mí"
Jesús le replicó:
"En verdad te digo, que tú, hoy mismo en esta noche, antes de la segunda vez que cante el gallo, tres veces me has de negar"
Él no obstante se afirmaba más y más en lo dicho, añadiendo:
"Aunque me sea forzoso el morir contigo, yo no te negaré"
Y lo mismo decían todos los demás. En ésto llegan a la granja llamada Getsemaní. Y dice a sus discípulos:
"Sentaos aquí mientras que Yo hago oración"
Y llevándose consigo a Pedro, y a Santiago, y a Juan, comenzó a atemorizarse y angustiarse. Y díjoles:


"Mi alma siente angustias de muerte; aguardad aquí y estad en vela"

Y apartándose un poco adelante, se postró en tierra; y suplicaba que, si se pudiese, se alejase de Él aquella hora:


"¡Oh Padre, Padre mío!, decía, todas las cosas te son posibles, aparta de mí este cáliz; mas no sea lo que Yo quiero, sino lo que Tú"
Viene después a los tres, y hallólos dormidos. Y dice a Pedro:



"¿Simón, tú duermes?, ¿aún no has podido velar una hora? Velad, y orad para que no caigáis en la tentación. El espíritu a la verdad está pronto, es esforzado, pero la carne es flaca"
Fuése otra vez a orar, repitiendo las mismas palabras. Y habiendo vuelto, los encontró de nuevo dormidos (porque sus ojos estaban cargados de sueño) y no sabían qué responderle. Al fin vino tercera vez, y les dijo:
"Ea, dormid y reposad... Pero basta ya: la hora es llegada; y ved aquí que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. Levantaos de aquí, y vamos, que ya el traidor está cerca"
Estando todavía hablando, llega Judas Iscariote, uno de los doce, acompañado de mucha gente, armada con espadas y con garrotes, enviada por los príncipes de los sacerdotes, por los escribas y por los ancianos. El traidor les había dado una seña, diciendo:
"A quien yo besare, Él es, prendedle y conducidle con cautela"
Así al punto que llegó, arrimándose a Jesús, le dijo:
"Maestro mío, Dios te guarde; y bésole"

Y bésole. Ellos entonces le echaron las manos, y le aseguraron. Entretanto uno de los circunstantes (Pedro) desenvainando la espada, hirió a un criado del Sumo sacerdote, y le cortó una oreja. Jesús empero, tomando la palabra, les dijo:
"¿Como si Yo fuese algún ladrón, habéis salido a prenderme con espadas y con garrotes? Todos los días estaba entre vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis. Pero es necesario que se cumplan las Escrituras"
Entonces sus discípulos, abandonándole, huyeron todos. Pero cierto mancebo le iba siguiendo envuelto solamente en una sábana o lienzo sobre sus carnes, y los soldados le cogieron. Mas él soltando la sábana, desnudo se escapó de ellos. Jesús fue conducido a casa del Sumo sacerdote, donde se juntaron todos los principales sacerdotes, y los escribas, y los ancianos. Pedro como quiera le fue siguiendo a lo lejos, hasta dentro del palacio del Sumo sacerdote, donde se sentó al fuego con los criados, y estaba calentándose, mientras tanto los príncipes de los sacerdotes, con todo el concilio, andaban buscando contra Jesús algún testimonio, para condenarle a muerte, y no le hallaban. Porque dado que muchos atestiguaban falsamente contra Él, los tales testimonios no estaban acordes, ni eran suficientes para condenarle a muerte. Comparecieron, en fin, algunos que alegaban contra Él este falso testimonio:
"Nosotros le oímos decir: Yo destruiré este templo hecho de mano de los hombres, y en tres días fabricaré otro sin obra de mano alguna"
Pero tampoco en este testimonio estaban acordes. Entonces el Sumo sacerdote levantándose en medio del congreso, interrogó a Jesús, diciéndole:
"¿No respondes nada a los cargos que te hacen éstos?"
Jesús, empero, callaba, y nada respondió. Interrogóle el Sumo sacerdote nuevamente, y le dijo:
"¿Eres Tú el Cristo, o Mesías, el Hijo de Dios bendito?"
A ésto le respondió Jesús:
"Yo Soy; y algún día veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra de la majestad de Dios, y venir sobre las nubes del cielo"


Al punto, el Sumo sacerdote, rasgando sus vestiduras, dice:
"¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Vosotros mismos habéis oído la blasfemia: ¿qué os parece?"
Y todos ellos le condenaron por reo de muerte. Y luego empezaron algunos a escupirle, y tapándole la cara, dábanle golpes, diciéndole:
"Profetiza, o adivina quién te ha dado"
Y los ministriles le daban de bofetadas. Entretanto, hallándose Pedro abajo en el patio, vino una de las criadas del Sumo sacerdote; y viendo a Pedro que se estaba calentando, clavados en él los ojos, le dice:
"Tú también andabas con Jesús Nazareno"
Mas él lo negó, diciendo:
"Ni le conozco, ni se lo que te dices"
Y saliéndose fuera del zaguán, cantó el gallo. Reparando de nuevo en él la criada, empezó a decir a los circunstantes:
"Sin duda éste es de aquellos"
Mas él lo negó segunda vez. Un poquito después, los que estaban allí decían nuevamente a Pedro:
"Seguramente tú eres de ellos, pues eres también galileo"
Aquí comenzó a echarse maldiciones, y a asegurar con juramento:
"Yo no conozco a ese hombre de que habláis"
Y al instante cantó el gallo la segunda vez. Con lo que se acordó Pedro de la palabra que Jesús le había dicho:
"Antes de cantar el gallo por segunda vez, tres veces me habrás ya negado"

Y comenzó a llorar amargamente.

CAPÍTULO XV

Y luego que amaneció, habiéndose juntado para deliberar los Sumos sacerdotes, con los ancianos y los escribas, y todo el consejo o sanedrín, ataron a Jesús, y le condujeron y entregaron a Pilatos. Pilatos le preguntó:




"¿Eres Tú el rey de los judíos?"
A lo que Jesús respondiendo, le dijo:
"Tú lo dices, lo Soy"
Y como los príncipes de los sacerdotes le acusaban en muchos puntos. Pilatos volvió nuevamente a interrogarle, diciendo:
"¿No respondes nada? Mira de cuántas cosas te acusan"
Jesús, empero, nada más contestó, de modo que Pilatos estaba todo maravillado. Solía él, por razón de la fiesta de Pascua, concederles la libertad de uno de los presos, cualquiera que el pueblo pidiese. Entre éstos había uno llamado Barrabás, el cual estaba preso con otros sediciosos, por haber en cierto motín cometido un homicidio. Pues como el pueblo acudiese a esta sazón a pedirle el indulto que siempre les otorgaba. Pilatos les respondió, diciendo:


"¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?"
Porque sabía que los príncipes de los sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Mas los pontífices instigaron al pueblo a que pidiese más bien la libertad de Barrabás. Pilatos de nuevo les habló, y les dijo:
"¿Pues qué queréis que haga del rey de los judíos?"
Y ellos volvieron a gritar:
"¡Crucificadle!"
Y les decía:


"¿Pues qué mal es el que ha hecho?"
Mas ellos gritaban con mayor fuerza:
"¡Crucificadle!"
Al fin Pilatos, deseando contentar al pueblo, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de haberle hecho azotar, se lo entregó para que fuese crucificado. Los soldados le llevaron entonces al patio del pretorio, y reuniéndose allí toda la cohorte. Vístenle un manto de grana a manera de púrpura, y le ponen una corona de espinas entretejidas. Comenzaron en seguida a saludarle diciendo:
"¡Salve, oh rey de los judíos!"
Al mismo tiempo herían su cabeza con una caña, y escupíanle, e hincando las rodillas le adoraban. Después de haberse así mofado de Él, le desnudaron de la púrpura, y volviéndole a poner sus vestidos, le condujeron afuera para crucificarle.


Al paso alquilaron a un hombre que venía de una granja, llamado Simón Cireneo, padre de Alejandro y de Rufo, obligándole a que llevase la cruz de Jesús.


Y de esta suerte le conducen al lugar llamado Gólgota, que quiere decir Calvario, u osario. Allí le daban a beber vino mezclado con mirra; mas Él no quiso beberlo. Y después de haberle crucificado, repartieron sus ropas, echando suertes sobre la parte que había de llevar cada uno.


Era ya cumplida la hora de tercia, cuando le crucificaron. Y estaba escrita la causa de su sentencia con este letrero:
EL REY DE LOS JUDÍOS

Crucificaron también con Él a dos ladrones, uno a su derecha y otro a la izquierda; con lo que se cumplió la Escritura, que dice:

Y fue puesto en la clase de los malhechores
Los que iban y venían blasfemaban de Él, meneando sus cabezas, y diciendo:
"¡Hola!, Tú que destruyes el templo de Dios, y que lo reedificas en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz"
De la misma manera, mofándose de Él los príncipes de los sacerdotes, con los escribas, se decían el uno al otro: 
"A otros ha salvado, y no puede salvarse a sí mismo. El Cristo, el rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que seamos testigos de vista, y le creamos"
También los que estaban crucificados con Él, le ultrajaban. Y a la hora de sexta se cubrió toda la tierra de tinieblas hasta la hora de nona.



Y a la hora de nona exclamó Jesús diciendo en voz grande y extraordinaria:



"ELOI, ELOI, ¿LAMMA SABACTANI?", que significa: "DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?"
Oyéndolo algunos de los circunstantes, decían:
"Ved cómo llama a Elías"
Y corriendo uno de ellos, empapó una esponja en vinagre, y revolviéndola en la punta de una caña, dábale a beber, diciendo:
"Dejad que cobre así algún aliento, y veremos si viene Elías a descolgarle de la cruz"
Mas Jesús, dando un gran grito, expiró.





Todos se arrodillan
y se hace una pausa

Y al mismo tiempo el velo del templo se rasgó en dos partes, de arriba abajo.



Y el centurión que estaba allí presente, viendo que había expirado con gran clamor, dijo:



"Verdaderamente que este hombre era Hijo de Dios"
Había también allí varias mujeres que estaban mirando de lejos, entre las cuales estaba María Magdalena y María, madre de Santiago el menor y de José, y Salomé mujer de Zebedeo. Que cuando estaba en Galilea, le seguían y le asistían con sus bienes; y también otras muchas, que juntamente con Él habían subido a Jerusalén. Al caer el sol (por ser aquel día la parasceve, o día de preparación, que precede al sábado), fue José de Arimatea, persona ilustre y senador, el cual esperaba también el reino de Dios, y entró denodadamente a Pilatos, y pidió el cuerpo de Jesús. Pilatos, admirándose de que tan pronto hubiese muerto, hizo llamar al centurión, y le preguntó si efectivamente era muerto. Y habiéndole asegurado que sí el centurión, dio el cuerpo a José. José, comprada una sábana, bajó a Jesús de la cruz, y le envolvió en la sábana, y le puso en un sepulcro abierto en una peña, y arrimando una gran piedra, dejó así con ella cerrada la entrada. Entretanto, María Magdalena y María, madre de José, estaban observando dónde le ponían.

Palabra de Dios,
Gloria a Ti, Señor Jesús

Semana Santa y Pascua de Resurrección (Marzo 25 a Abril 1 de 2018)


Domingo de Ramos
(Marzo 25)

Conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén


En este día la Iglesia recuerda la entrada de Cristo, el Señor, en Jerusalén para consumar su misterio pascual. Por esa razón, en todas las misas se hace memoria de esta entrada del Señor: por la procesión o entrada solemne antes de la Misa principal, o por la entrada simple antes de las restantes misas.

El Domingo de Ramos

La liturgia de este día expresa por medio de dos ceremonias, una de alegría y otra de tristeza, los dos aspectos del misterio de la Cruz.

Se trata primero de la bendición y procesión de las Palmas en que todo respira un santo júbilo, el cual nos permite, aún después de veinte siglos, revivir la escena grandiosa de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.

Luego viene la Misa, cuyos cantos y lecturas se relacionan exclusivamente con el doloroso recuerdo de la Pasión del Salvador.

Bendición de los Ramos y Procesión

En Jerusalén, y en el siglo IV, se leía en este domingo, y en el lugar mismo en que se realizó, el relato evangélico que nos pinta a Cristo aclamado por las turbas como rey de Israel, y tomando posesión de la capital de su reino. Y, en efecto, Jerusalén era imagen del reino de la Jerusalén celestial.

Luego, el obispo cabalgando sobre un jumento, iba desde la cima del Monte de los Olivos hasta la Iglesia de la Resurrección, rodeado de la muchedumbre que llevaba en la mano ramos y cantaba himnos y antífonas.

Semejante ceremonia iba precedida de la lectura del paso del Éxodo, relativo a la salida de Egipto. El pueblo de Dios, acampado a la sombra de las palmeras, junto a las doce fuentes en que Moisés les prometió el maná, era figura del pueblo cristiano que corta ramas de palmeras y manifiesta que su Rey, Jesús, viene a liberar las almas del pecado y a conducirlas a las fuentes bautismales para alimentarlas después con el Maná eucarístico.

La iglesia romana, al adoptar uso tan bello hacia el siglo IX, añadió los ritos de la bendición de los Ramos. En esa bendición, la Iglesia implora sobre «los que moran en las habitaciones en que se guardan, la salud del alma y cuerpo».

Este cortejo de cristianos que, con palmas en la mano y entonando triunfantes hosannas, aclama todos los años en el mundo entero y a través de todas las generaciones la realeza de Cristo.

"Viendo por la fe ese hecho y su significación roguemos al Señor que, lo que aquél pueblo hizo exteriormente, nosotros lo cumplamos también espiritualmente, ganando la victoria sobre el demonio".

Conservemos religiosamente en nuestras casas uno de los ramos bendecidos. Este sacramental nos alcanzará gracias, por virtud de la oración de la Iglesia, y afianzará nuestra fe en Jesús vencedor del pecado y de la muerte.

MARZO 26 - MARZO 31


Lunes Santo (Marzo 26)

"Pelea, Señor, contra los que me atacan, guerrea contra los que me hacen guerra; empuña el escudo y la adarga, levántate y ven en mi auxilio, Señor Dios, mi fuerte salvador". (Antífona de Entrada, Sal 34, 1-2, Sal 139, 8).

Oración

Dios todopoderoso, mira la fragilidad de nuestra naturaleza, y, con la fuerza de la pasión de tu Hijo, levanta nuestra débil esperanza. Por Nuestro Señor Jesucristo.

Martes Santo (Marzo 27)

"No me entregues a la saña de mi adversario, porque, se levantan contra mí testigos falsos, que respiran violencia". (Antífona de Entrada, Sal 26, 12).

Oración

Dios todopoderoso y eterno, concédenos participar tan vivamente en las celebraciones de la pasión del Señor, que alcancemos tu perdón. Por Nuestro Señor Jesucristo.

Miércoles Santo (Marzo 28)

"Al nombre de Jesús toda rodilla se doble -en el cielo, en la tierra, en el abismo-, porque el Señor se rebajó hasta someterse incluso a la muerte y una muerte de cruz; por eso Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre". (Antífona de Entrada, Flp 2, 10. 8. 11).

Oración

Oh Dios, que, para librarnos del poder del enemigo; quisiste que tu Hijo muriera en la cruz; concédenos alcanzar la gracia de la resurrección. Por Nuestro Señor Jesucristo.

Jueves Santo (Marzo 29)


La liturgia del Jueves Santo está toda embebida en el recuerdo de la Redención. La función antiguamente de tres misas: La primera, en que se reconciliaban a los públicos penitentes, la segunda, en la cual se consagraban los Santos Óleos, y la tercera, para conmemorar muy especialmente la institución de la Sagrada Eucaristía en la Última Cena.

La Iglesia, celebra en la Eucaristía durante el curso del año todos los misterios de la vida de Jesús, se apega hoy al recuerdo de la institución misma de este Sacramento inefable y del Sacerdocio Católico.

Esta misa realiza de un modo muy especial la orden dada por Jesús a sus sacerdotes de renovar la Última Cena en que Jesús, en los momentos mismos en que tramaban su muerte, instituyó el misterio de perpetuar entre nosotros su presencia. Por eso la Iglesia, suspendiendo un instante su duelo, celebra el Santo Sacrificio en este día con santo júbilo, reviste a sus ministros con ornamentos blancos y festivos, y canta el Gloria como a vuelo de campanas, las cuales enmudecerán hasta la Vigilia Pascual.

En la Epístola nos dice el Apóstol que la Misa es el "Memorial de la muerte de Jesús". Era necesario el sacrificio del altar para que pudiésemos comulgar la Víctima del Calvario y aplicarnos sus méritos. Y así la Eucaristía, que toma todo su valor del sacrificio de la cruz, comunica a su vez una universalidad de tiempo y de lugares. El mismo Salvador se encarga de hacer las abluciones prescritas por los judíos en el curso del festín (Ev), mostrándose con ello cuál es la pureza y la caridad que Dios exige a los que quieren comulgar, para no exponerse como Judas a ser reos del Cuerpo y Sangre del Señor (Ep).

Participemos todos hoy de este Ágape, de este festín de la Caridad. Ésa es la intención de nuestra Santa Madre Iglesia. No dejemos de ir a recibir en este Jueves Santo la Sagrada Víctima que se inmola en el altar, y así cumpliremos santamente con nuestro deber; precisamente en este día se nos recuerdan todos los detalles de la institución del Sacerdocio y del Sacrificio Eucarístico.

Viernes Santo (Marzo 30)


El Viernes Santo es un día de duelo, el mayor de todos. Cristo muere. El dominio de la muerte, consecuencia del pecado, sobre todas nuestras vidas humanas alcanza incluso al jefe de la humanidad, el Hijo de Dios hecho hombre.

Pero, como todos los cristianos saben, esta muerte que Jesús ha compartido con nosotros y que fue tan atroz para él, respondía a los designios de Dios sobre la salvación del mundo y aceptada por el Hijo para nuestra redención. Desde entonces la cruz de Cristo es la gloria de los cristianos. "Para nosotros toda nuestra gloria está en la cruz de nuestro Señor Jesucristo" y, hoy, lo repite la Iglesia y presenta la misma cruz para nuestra adoración: "He aquí el madero de la cruz, del cual pendió la salvación del mundo". Por ello, el Viernes Santo es al mismo tiempo que un día de luto, el día que ha devuelto la esperanza a los hombres; él nos lleva a la alegría de la resurrección.

La acción litúrgica con que la Iglesia celebra, por la tarde, la redención del mundo, debería ser amada de todos los cristianos. En este día, el recuerdo solemne de la Pasión, las grandes oraciones en que la Iglesia ora confiada por la salvación de todos los hombres, la adoración de la cruz y el canto de los improperios son algo más que ritos emocionantes; es la oración y el hacinamiento de gracias de los rescatados que, en comunidad, adquieren conciencia ante Dios de todo lo que el misterio de la cruz representa para ellos.

Sábado de Gloria (Marzo 31)


Durante el día sábado, como una viuda, la Iglesia llora la muerte de su Esposo.

La Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y muerte y aquél "descenso a los infiernos" –al lugar de los muertos– que confesamos en el Credo y que prolonga la humillación de la cruz, manifestando el realismo de la muerte de Jesús, cuya alma conoció en verdad la separación del cuerpo y se unió a las restantes almas de los justos. Pero el descenso al reino de muerte es también el primer movimiento de la victoria de Cristo sobre la misma.

Hoy no se celebra sacrificio de la Misa ni se recibe comunión –a no ser el caso de viático-, aunque se reza la liturgia de las Horas. El altar permanece por todo ello desnudo hasta que, después de la solemne Vigilia o expectación nocturna de la Resurrección, se inauguren los gozos de la Pascua, cuya exuberancia inundará los cincuenta días pasados.

Domingo de Resurrección (Abril 1)


Cristo verdaderamente resucitó de la muerte, ganando para nosotros nueva vida. (Secuencia del Domingo de Resurrección).

Reflexión

En el Domingo de Resurrección, la Iglesia contempla a Cristo resucitado. Así revive la experiencia primordial en que descansa la base de su existencia. Ella experimenta la misma maravilla que María Magdalena y las otras mujeres que fueron a la tumba de Cristo en la mañana de Pascua y la encontraron vacía. Esa tumba llegó a ser la matriz de la vida. Quienquiera que había condenado a Jesús, creyó que Él había enterrado su causa bajo una lápida helada. Los mismos discípulos experimentaron el sentimiento del fracaso irreparable. Entendemos su sorpresa, entonces, e incluso su desconfianza ante las noticias de la tumba vacía. Pero el Resucitado no demoró en dejarse ver Él mismo y ellos se rindieron a la realidad. ¡Ellos vieron y creyeron! Dos mil años más tarde, nosotros sentimos todavía la emoción indecible que los venció cuando ellos oyeron el saludo del Maestro: "la Paz esté con ustedes..." La Resurrección de Cristo es la fuerza, el secreto de la Cristiandad. No es una pregunta de la mitología ni de mero simbolismo, sino un acontecimiento concreto. Es confirmado por pruebas seguras y convincentes. La aceptación de esta verdad, aunque es fruto de la gracia de Espíritu Santo, descansa al mismo tiempo en una base histórica sólida. En el umbral del tercer milenio, el nuevo esfuerzo por la evangelización puede empezar sólo de una experiencia renovada de este Misterio, aceptado en la fe y presenciado en la vida. ... Papa Juan Pablo II.

Actos

La Misa deberá ser celebrada en el Día de Pascua con gran solemnidad. Es apropiado que el rito penitencial en este día se acompañe con rocío de agua bendita en la Vigilia, durante la cual se debe cantar la antífona del Vidi Aquam, o alguna otra canción de carácter bautismal. Las fuentes en la entrada de la iglesia deben llenarse también con la misma agua. La tradición de celebrar Vísperas bautismales en el Día de Pascua cantando salmos durante la procesión a la fuente se debe mantener donde está todavía vigente, o ser reestablecida debidamente. El Cirio Pascual tiene su lugar apropiado cerca del púlpito o en el altar y debe ser encendida por lo menos en todas las celebraciones litúrgicas más solemnes de la temporada hasta el domingo de Pentecostés, lo mismo en Misa que en la oración Matutina y Nocturna. Después del tiempo de Pascua el Cirio se debe guardar con respeto en el baptisterio, así que en la celebración del Bautismo la vela del bautizado pueda ser encendida de él. En la celebración de funerales, el Cirio Pascual debe estar cerca del ataúd para indicar que la muerte de un cristiano es su propia Pascua. El Cirio Pascual no debe encenderse ni colocarse en el santuario fuera de la temporada de Pascua.

Oración

Dios nuestro Padre, creador de todo, hoy es el día de la alegría de Pascua. Esta es la mañana en que el Señor apareció a los hombres que habían comenzado a perder su esperanza y abrieron sus ojos a lo que las escrituras predijeron: que primero Él debió morir, y entonces Él resucitaría y subiría en la presencia gloriosa del Padre. Que el Señor resucitado inspire a nuestras mentes y abra nuestros ojos para que lo podamos reconocer en la fracción del pan, y seguirlo en su Resurrección. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.

Fuente - Texto tomado de EWTN.COM:

Solemnidad La Anunciación del Señor - Fiesta Marzo 25


La Anunciación del Señor es llamada así porque en el día conmemorado, fue un ángel quien anunció la venida del Hijo de Dios en la carne. Por tres razones convenía que la Encarnación del Hijo de Dios fuese precedida por un anuncio que fuera hecho por un ángel.
  1. Para que el orden de la reparación correspondiese con el orden de la prevaricación. Así como el diablo tentó a la mujer para llevarla a la duda, de la duda al consentimiento y del consentimiento a la caída, el ángel anunció a la Virgen para estimularle su fe, llevarla de la fe al consentimiento y del consentimiento a la concepción del Hijo de Dios.
  2. Por causa del ministerio del ángel, porque siendo el ángel ministro y esclavo del Altísimo, y habiendo sido la bienaventurada Virgen María escogida como Madre de Dios, era sumamente conveniente que el ministro sirviera a la Señora y justo también que la Anunciación fuese hecha a la bienaventurada Virgen por el ministerio de un ángel.
  3. Para reparar la caída del ángel. Si la Encarnación no tuvo como único objetivo reparar la caída del hombre, sino también reparar la ruina del ángel, los ángeles no deberán ser excluidos. Como la mujer no está excluida del conocimiento de los misterios de la Encarnación y de la Resurrección, lo mismo debería ser del conocimiento del mensajero angélico, por eso Dios anunció ambos misterios a la mujer por intermedio de un ángel: la Encarnación a la Virgen María, y la Resurrección a María Magdalena.
La bienaventurada Virgen estuvo desde los tres a los catorce años en el Templo, junto con otras vírgenes, e hizo el voto de castidad hasta que Dios dispusiese de otro modo. Conforme está detalladamente relatado en la historia de la natividad de la bienaventurada MaríaJosé la tomó como esposa después de haber recibido una revelación divina y después que su ramo floreció. A fin de tomar providencias para su matrimonio, José fue a Belén (donde había nacido), en cuanto María retornaba a la casa de sus padres en Nazareth, nombre que significa "flor". Comenta San Bernardo: "La flor quiso nacer de una flor en una flor y en la estación de las flores". Fue allá por lo tanto, que el ángel se le apareció a Ella y la saludó diciéndole:
"Salve, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita entre las mujeres"

San Bernardo explica que:
"El ejemplo de San Gabriel y el movimiento de San Juan Bautista, nos convidan a saludar a María, para nuestro beneficio"
Pero conviene ahora buscar los motivos por los cuales el Señor deseó que su Madre se casase. San Bernardo da tres razones:

1. "Fue necesario que María se casase con José porque así el misterio quedaba oculto a los demonios.
2. Porque el esposo testimoniaba la virginidad de Ella.
3. Y porque el pudor y la reputación de la Virgen quedaban resguardados".
A ésto, le podemos agregar otras razones:
4. Para hacer que fuese borrada la deshonra en las mujeres, de cualquier condición, solteras, casadas y viudas, triple condición por la cual la propia Virgen pasó.
5. Para que pudiese recibir ayuda de su esposo.
6. Para constituir una prueba de la importancia del matrimonio.
7. Para establecer en el Hijo la genealogía del marido.
Por eso el ángel dijo:
"Salve, llena de gracia"
San Bernardo, explicando tales palabras, dice que "la gracia de la divinidad está en su seno, la gracia de la caridad en su corazón, la gracia de la afabilidad en su boca, la gracia de la misericordia y de la generosidad en sus manos". Y agrega que "Ella es verdaderamente llena de gracia, pues de su plenitud todos los cautivos reciben redención; los enfermos, curación; los tristes, consolación; los pecadores, perdón; los justos, gracia; los ángeles, alegría; en fin, toda la Trinidad, gloria; el Hijo del hombre, la naturaleza humana".
"El Señor está contigo" 
-Explica San Bernardo- significa que "contigo está el Señor en cuanto Padre, que generó Aquel que concebiste en cuanto Espíritu Santo, del cual concibió, en cuanto Hijo, que se revistió de tu carne".
"Bendita entre todas las mujeres"
Significa que "encima de todas las mujeres porque seréis Madre y Virgen, y Madre de Dios".

Las mujeres estaban sujetas a una triple maldición: la de deshonra, la del pecado y la del suplicio. La de la deshonra alcanzaba a las que no concebían, y así Raquel decía: "El Señor me sacó del oprobio en que estuve"; la del pecado recaía en las que concebían, de ahí el Salmo que dice "fui concebido en iniquidad"; y la del suplicio que afligía a las parturientas, conforme está en el Génesis: "tendrás hijos con dolor". Solamente la Virgen María es bendita entre todas las mujeres, pues su virginidad está unida a la fecundidad, su fecundidad a la santidad en la concepción, y su santidad a la alegría en el parto. Ella es llena de gracia, por lo que dice San Bernardo, por cuatro razones que fulguran en su espíritu:
  1. La devoción de la humildad.
  2. El respeto al pudor.
  3. La grandeza de la fe.
  4. El martirio de su corazón.
El ángel agregó:
"El Señor está contigo"
Por cuatro razones, que del Cielo resplandecieron en su persona, todavía conforme a San Bernardo:


  1. La santificación de María.
  2. La salutación angélica.
  3. La venida del Espíritu Santo.
  4. La Encarnación del Hijo de Dios.
Dijo también:
"Bendita entre las mujeres"
Por otros cuatro privilegios que, según San Bernardo, resplandecieron en su carne:
  1. Reina de las vírgenes (virginidad absoluta).
  2. Fecundidad sin corrupción.
  3. Gravidez sin incomodidades.
  4. Parto sin dolor.
"Al oír tales palabras del ángel, quedó perturbada y reflexionó sobre el significado de aquella salutación"
Al oír el elogio, la Virgen ponderó sobre él; afectada en su modestia quedó callada; tocada en su pudor, pensó con prudencia lo que significaba aquella salutación. Según San Bernardo: 
"La perturbación que la Virgen sintió fue resultado de su pudor virginal, y si no quedó más perturbada se debió a la fuerza del alma que la llevó a calar y reflexionar dando prueba de prudencia y discreción".
Y entonces el ángel la tranquiliza diciéndole:
"No temas, María, has encontrado gracia ante el Señor"
San Bernardo comenta:
"Encontró gracia delante de Dios, la paz de los hombres, la destrucción de la muerte, la reparación de la vida". 
"He aquí que Tú concebirás y darás a luz un Niño a quien llamarás JESÚS, esto es, Salvador, pues, Él salvará al pueblo de sus pecados. Será grande y llamado Hijo del Altísimo". 
Dice San Bernardo que:
"Eso significa que Aquel que es grande como Dios, será también grande Hombre, grande Profeta".
Entonces María preguntó al ángel:
"¿Cómo será eso posible si no conozco hombre?"
Esto es, ¿si no me propongo conocer? Pues Ella es Virgen de espíritu, carne e intención. Sin embargo, María interroga; ahora bien, quien interroga es porque tiene duda. María creyó en algo que iba contra la naturaleza. Ella quiso saber cómo acontecerían las cosas. Por lo tanto, Ella no duda del hecho, sino que apenas indaga sobre su modo y sus circunstancias, ya que hay tres modos de concepción: el natural, el espiritual y el maravilloso. Y Ella pregunta bajo cuál de ellos concebirá. Y el ángel le respondió:
"El Espíritu Santo vendrá sobre Ti, y Él mismo te hará concebir"
Se dice que Cristo Nuestro Señor fue concebido por el Espíritu Santo por cuatro razones:
  1. Mostrar que es por la inefable Caridad Divina que el Verbo de Dios se hizo carne, conforme dice Juan: "Dios amó tanto el mundo que le dio su Hijo único". Esta explicación nos es dada por el Maestro de las Sentencias.
  2. Mostrar que fue una gracia concedida sin que para eso hubiera algún merecimiento por parte de los hombres. Esa razón es dada por San Agustín.
  3. Mostrar que fue por el poder del Espíritu Santo que el Señor Jesús fue concebido. Esta explicación es de autoría de San Ambrosio.
  4. Hugo de San Víctor dice que el motivo de la concepción natural es el amor del marido por su esposa, y de la esposa por su marido: "Ocurrió lo mismo con la Virgen, pues el amor que Ella tenía al Espíritu Santo ardía singularmente en su Corazón, en cuanto que el amor del Espíritu Santo hacia Ella, operaba maravillas en su cuerpo".
"Y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra"

Esto quiere decir que la sombra es naturalmente formada por un cuerpo colocado en el camino de la luz, y como la Virgen, por su naturaleza humana, no podía recibir la plenitud de la divinidad, "la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra", significa que en Ella la luz incorpórea de la divinidad asumió la humanidad del cuerpo, a fin de que Dios pudiese sufrir. San Bernardo parece aceptar esta explicación cuando dice:
"Como Dios es Espíritu y como en verdad somos el cuerpo de su sombra, Él vino a nosotros para que por medio de la carne vivificada viéramos el Verbo en la carne, el sol en la nube, la luz en la lámpara, la vela en el candelero". 
Y todavía comentando el mismo pasaje, San Bernardo afirma:
"Es como si el ángel dijese que el modo por el cual Tú concebirás a Cristo del Espíritu Santo, será ocultado por la sombra del poder de Dios en su asilo más secreto, para que sea conocido apenas por Él y por Ti. Es como si el ángel dijese: ¿por qué me preguntas lo que sabrás por experiencia propia? Tú sabrás, sabrás, felizmente sabrás, pero por intermedio de Aquel que al mismo tiempo será tu profesor y tu autor. Fui enviado para anunciar la concepción virginal, no para crearla. Aquella frase puede incluso indicar que Él la cubrirá con Su Sombra, esto es, extinguirá el ardor del vicio.


El anuncio del Ángel a María. En el primer capítulo del Evangelio de San Lucas leemos:

Al sexto mes fue enviado
por Dios el Ángel Gabriel
a una ciudad de Galilea,
llamada Nazaret,
a una virgen desposada
con un hombre llamado José,
de la casa de David;
el nombre de la virgen era María.

La palabra "Ángel" significa: Un mensajero, un mensajero de Dios.

"Gabriel": El que trae buenas noticias, de parte de Dios.

Una "virgen" es en la Santa Biblia una mujer que no ha cometido impurezas. En el mundo hay muchas mujeres vírgenes, pero una es más pura y más santa que las demás y la llamamos "Santísima Virgen". Es la madre de Jesús.

"Comprometida en matrimonio (Desposada)": Unos meses antes de casarse, los novios firmaban un compromiso de matrimonio, para que el esposo pudiera dedicarse tranquilamente a preparar todo lo necesario para su próximo hogar, sin peligro de que después la prometida ya no se casara con él.

"Desposada" a un hombre llamado José.

En Israel era muy estimado el Nombre de María: Así se llamaba la hermana de Moisés, y en tiempos de Jesús este nombre era tan popular, que las tres mujeres que estuvieron presentes en el Calvario, todas tenían el nombre de María (Las Tres Marías).

"María" es un nombre que significa "Señora" o "Princesa", pero varios autores dicen que en Egipto el nombre de María proviene de dos palabras: "Mar": la hija preferida, e "ia": la abreviatura de IAVEH: Dios. Por lo cual el Nombre de María significaLa hija preferida de Dios. Y en verdad que sí corresponde muy bien este significado a lo que en realidad ha llegado a ser la Madre de Jesús: la hija que más quiere Dios.

Y entrando, le dijo:
"Salve, llena de gracia,
el Señor está contigo".


"Salve": En Hebreo, Shalon Jalai, o sea: ¡Yo te saludo. Te felicito. Alégrate! Cada vez que rezamos el Avemaría saludamos a la Virgen con el mismo saludo con el que la saludó el Ángel en el día más feliz de su vida, en el día de la Anunciación, cuando ella empezó a ser Madre de Dios. Hemos saludado muchas veces a la Virgen Santa con el saludo que a Ella más le agrada, el que le compuso el mismo Dios en persona.

"Llena de gracia": La mujer que más gracias o favores ha recibido de Dios. Llena de gracia quiere decir: la muy simpática para Dios. Si Ella hubiera tenido algún pecado, ya no habría sido totalmente simpática para Nuestro Señor. Pero Ella no tuvo ni la más mínima mancha de pecado.

"El Señor está contigo": Los israelitas cuando querían animar a una persona y asegurarle que le iban a suceder cosas maravillosas le decían: "El Señor está contigo". Es que "Si Dios está con nosotros, ¿quién podrá contra nosotros?". Cada vez que rezamos el Avemaría felicitamos a la Virgen por esta bella noticia: ¡El Señor está siempre contigo!  ¡Y ojalá que esté siempre también con cada uno de nosotros!

Ella se conturbó
por estas palabras,
y preguntaba
qué significaría
aquel saludo.
El Ángel le dijo:
"No temas, María,
porque has hallado
gracia delante de Dios"

"No temas": Es una frase que en la Santa Biblia se repite muchas veces, dirigida hacia las personas que Dios elige para sus grandes obras. ¡No temas, porque Dios va contigo y te ayudará en todo!  ¡No temas!

"Has hallado gracia delante de Dios"

Maravilloso elogio. Ojalá se pudiera decir también de cada uno de nosotros.

"Vas a concebir en el seno
y vas a dar a luz un hijo,
a quien pondrás
por nombre Jesús"

"El nombre Jesús": significa El que salva de los pecados. Porque Él ha venido a salvarnos a los pecadores y a pagar nuestras deudas ante Dios.

"Él será grande
y será llamado
Hijo del Altísimo,
y el Señor Dios
le dará el trono
de David, su padre;
reinará sobre
la casa de Jacob
por los siglos
y su reino no tendrá fin"

Bellísimas noticias acerca de Jesús, que conviene recordar y no olvidar jamás.


"María respondió al Ángel:
¿Cómo será ésto,
puesto que no conozco varón?
El Ángel le respondió:
El Espíritu Santo vendrá
sobre Ti y el poder del Altísimo
te cubrirá con su sombra;
por eso el que ha de nacer
será santo y será llamado
Hijo de Dios...
Dijo María:
'He aquí la esclava del Señor;
hágase en Mí según tu palabra'.
Y el Ángel dejándola se fue"

Y en aquel momento el Hijo de Dios se encarnó y se hizo hombre en el vientre Santísimo de la Virgen María. Día grande y mil veces bendito en el que Dios se vino a vivir entre nosotros.

En 9 meses será Navidad, el día del Nacimiento de Jesús.



¡Gracias Señor te damos por asumir nuestra humanidad para salvarnos!

Tanto amó Dios al mundo
que le dio a su propio Hijo
para que el mundo se salve
por medio de Él 
(Evangelio de San Juan).


Lectura del Santo Evangelio
según San Lucas 1, 26-38




Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo»
Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin»
María respondió al ángel:
«¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?»

El ángel le respondió:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios»
Dijo María:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra»

Y el ángel dejándola se fue.

Fuente - Texto tomado de HERALDOS DEL EVANGELIO:
http://es.arautos.org/view/show/14433-la-anunciacion-del-se-or