sábado, 17 de marzo de 2018

Lectura del Santo Evangelio Según San Juan 12, 20-33


20. Al mismo tiempo ciertos gentiles de los que habían venido para adorar a Dios en la fiesta.

21. Se llegaron a Felipe, natural de Betsaida en Galilea, y le hicieron esta súplica:
"Señor, deseamos ver a Jesús"
22. Felipe fue y lo dijo a Andrés; y Andrés y Felipe juntos, se lo dijeron a Jesús.

23. Jesús les respondió, diciendo:
"Venida es la hora en que debe ser glorificado el Hijo del hombre.


24. En verdad, en verdad os digo, que si el grano de trigo, después de echado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto.
25. Así el que ama desordenadamente su alma, la perderá; mas el que aborrece o mortifica su alma en este mundo, la conserva para la vida eterna.


26. El que me sirve, sígame; que donde yo estoy, allí estará también el que me sirve; y a quien me sirviere, le honrará mi Padre.
27. Pero ahora mi alma se ha conturbado. Y ¿qué diré?  ¡Oh Padre!, líbrame de esta hora. Mas no, que para esa misma hora he venido al mundo.
28. ¡Oh Padre!, glorifica tu santo nombre"
Al momento se oyó del cielo esta voz:
"Le he glorificado ya, y le glorificaré todavía más"
29. La gente que allí estaba, y oyó el sonido de esta Voz, decía que aquello había sido un trueno. Otros decían:
"Un ángel le ha hablado"
30. Jesús les respondió, y dijo:
"Esta Voz no ha venido por Mí, sino por vosotros.
31. Ahora mismo va a ser juzgado el mundo; ahora el príncipe de este mundo va a ser lanzado fuera.

32. Y cuando yo seré levantado en alto en la tierra, todo lo atraeré a mí"

33. (Ésto lo decía para significar de qué muerte había de morir).

Palabra de Dios,
Gloria a Ti, Señor Jesús

Lectura del Santo Evangelio Según San Juan 7, 40-53


40. Muchas de aquellas gentes, habiendo oído estos discursos de Jesús, decían:

"Éste ciertamente es un profeta".

41. "Éste es el Cristo, o Mesías", decían otros.

Mas algunos replicaban:

"¿Por ventura el Cristo ha de venir de Galilea?"

42. "No está claro en la Escritura que del linaje de David, y del lugar de Betlehem donde David moraba, debe venir el Cristo?"

43. Con ésto se suscitaron disputas entre las gentes del pueblo sobre su persona.

44. Había entre la muchedumbre algunos que querían prenderle; pero nadie se atrevió a echar la mano sobre Él.

45. Y así los ministros o alguaciles volvieron a los pontífices y fariseos. Y éstos les dijeron:

"¿Cómo no le habéis traído?"

46. Respondieron los ministros:



"Jamás hombre alguno ha hablado tan divinamente como este hombre".

47. Dijéronle los fariseos:

"¿Qué, también vosotros habéis sido embaucados?"

48. "¿Acaso alguno de los príncipes o de los fariseos ha creído en Él?"

49. "Sólo ese populacho, que no entiende de la ley, es el maldito".

50. Entonces Nicodemo, aquel mismo que de noche vino a Jesús, y era uno de ellos, les dijo:


51. "¿Por ventura nuestra ley condena a nadie sin haberle oído primero, y examinado su proceder?"
52. Respondiéronle:

"¿Eres acaso tú como Él, galileo? Examina bien las Escrituras, y verás cómo no hay profeta originario de Galilea.

53. Enseguida se retiraron cada uno a su casa.

Palabra de Dios,
Gloria a Ti, Señor Jesús

San Cirilo de Jerusalén - Obispo y Doctor de la Iglesia - Fiesta 18 de Marzo


San Cirilo nació cerca de Jerusalén, en el año 315. Sus padres eran cristianos y le dieron una excelente educación. Conocía muy bien las Sagradas Escrituras, que citaba frecuentemente en sus instrucciones. Se cree que fue ordenado sacerdote por el obispo de Jerusalén San Máximo, quien le encomendó la tarea de instruir a los Catecúmenos, cosa que hizo por varios años.

Sus escritos son de gran importancia por ser un Padre de la Iglesia y Arzobispo de Jerusalén solo tres siglos después de la Pasión de Jesús. Sucedió a Máximo en la sede de Jerusalén el año 348 y fue obispo de esa ciudad por unos 35 años. Por su defensa de la ortodoxia en la controversia arriana, se vio mas de una vez condenado al destierro.

Hasta nosotros llegaron 18 discursos catequéticos, un sermón de la piscina de Betseda, la carta al emperador Constantino y otros pequeños fragmentos. Trece escritos están dedicados a la exposición general de la doctrina, y cinco, llamados mistagógicas, están dedicados al comentario de los ritos sacramentales de la iniciación cristiana.

Estos escritos llamados Catequesis de San Cirilo, nos llegaron gracias a la transcripción de un estenógrafo, que lo hizo con la misma sencillez y naturalidad que lo hacía San Cirilo, cuando comunicaba a la comunidad cristiana, en los tres principales santuarios de Jerusalén, entre ellos la Basílica de la Santa Cruz de Constanza, llamada Martyrion para los candidatos al bautismo y la iglesia de la Resurrección o Anástasis, para los que se bautizaban durante la semana de Pascua, es decir, eran los mismos lugares de la redención, como él mismo decía, que no solo se escucha, sino que "se ve y se toca".

Por estos importantes escritos, que probablemente lo compuso al comienzo de su episcopado, ha merecido el título de Doctor de la Iglesia, por el Papa León XIII. La incertidumbre de su pensamiento teológico, es lo que demoró en Occidente, el reconocimiento de su santidad. Su fiesta fue instituida en 1882.

Tuvo alguna simpatía por los arrianos, pero pronto se separó de ellos para adherirse a los semiarrianos homoiusianos, esto era, la orientación teológica que se inclinaba a los convenios, que proponía el término "homoi-ousios" (de naturaleza semejante) en vez de "homo-ousios" (de la misma naturaleza, es decir, el verbo de la misma naturaleza que el Padre). Se trataba solo de añadir una letra, pero era suficiente para eliminar la idea de la consubstancialidad (consubstancial: que es de la misma substancia) entre el Padre y el Hijo. Cirilo abandonó también a los semiarrianos y se unió a la doctrina ortodoxa de Nicea, por eso fue desterrado cinco veces bajo los emperadores Constantino y Valente. En total fueron 16 años de destierro. Tres veces por un bando y dos por el bando opuesto.

En sus escritos habla de la penitencia, del pecado, del bautismo y del Credo, explicándolo frase por frase, para instruir a los recién bautizados sobre la fe, también habla bellísimamente sobre la Eucaristía, insistiendo fuertemente en que Jesucristo Sí está presente en la Santa Hostia de la Eucaristía. A los que reciben la comunión en la mano les aconseja:
"Hagan de su mano izquierda como un trono que se apoya en la mano derecha, para recibir al Rey Celestial" (traten con cuidado la hostia consagrada, para que no caigan pedacitos, así como no dejaríamos caer al suelo pedacitos de oro).
En síntesis estos documentos son de mucho valor porque contienen las enseñanzas y ritos de la Iglesia de mediados del siglo IV y forman "el primitivo sistema teológico". También describe interesantemente acerca del descubrimiento de la cruz y de la roca que cerraba el Santo Sepulcro.

Existen dos versiones que no coinciden entre sí, de por qué Cirilo sucedió a Máximo en la sede de Jerusalén. San Jerónimo fue quien dejó una de ellas, pero evidentemente tenía prejuicio en contra de San Cirilo.

Arrio Acacio, era uno de los obispos de la provincia, que consagró legalmente a San Cirilo, pensando que luego iba a poder manejarlo, pero se equivocó por completo. Cirilo era un hombre suave de carácter, prefería instruir que polemizar, trataba de permanecer neutral en las discusiones y por esa razón ambos partidos lo desterraron en su momento, llamándolo hereje. Pero contaba con amigos como San Hilario, que era defensor del dogma de la Santísima Trinidad y con San Atanasio que defendía la divinidad de Jesucristo, que le profesaba una sincera amistad. En el Concilio general de Constantinopla, en el año 381, lo llaman:
"Valiente luchador para defender a la Iglesia de los herejes que niegan las verdades de nuestra religión".
En el primer año de su episcopado, ocurrió un fenómeno físico que impresionó a la ciudad. Envió noticia de lo sucedido al emperador Constantino, en una carta que aún existe y que se ha puesto en duda su autenticidad, aunque el estilo sin duda es suyo. La carta dice:

"En las nonas de mayo, hacia la hora tercera, apareció en los cielos una gran cruz iluminada, encima del Gólgota, que llegaba hasta la sagrada montaña de los Olivos: fue vista no por una o dos personas, sino evidente y claramente por toda la ciudad. Esto no fue, como podría creerse, una fantasía ni apariencia momentánea, pues permaneció por varias horas visible a nuestros ojos y más brillante que el sol. La ciudad entera se llenó de temor y regocijo a la vez, ante tal portento y corrieron inmediatamente a la iglesia alabando a Cristo Jesús único Hijo de Dios"
Enseguida que Cirilo tomara posesión, comenzaron las discusiones entre él y Acacio, no solo por problemas de sus respectivas sedes, sino también sobre asuntos de fe, porque Acacio en ese entonces, estaba envuelto en la herejía arriana. Acacio como metropolitano de Cesarea, exigía la jurisdicción de Cirilo que mantuvo la prioridad de su sede, como si tuviera un "trono apostólico". Acacio recordaba un Canon del Concilio de Nicea que dice: "Ya que por la costumbre o antigua tradición, el obispo de Aelia (Jerusalén) debe recibir honores, dejemos al metropolitano (de Cesarea) en su propia dignidad mantener el segundo lugar".

La pelea se hizo abierta y Acacio convocó un Concilio de Obispos partidarios suyos, al que citaron a Cirilo, pero no se presentó. Se le acusó de contumacia (porfía, obstinación en el error) y de haber vendido propiedades de la Iglesia para ayudar a los necesitados. Lo último, sí lo hizo, como anteriormente lo habían hecho muchos prelados, entre ellos San Ambrosio y San Agustín, y fueron comprendidos. El fraudulento Concilio condenó a Cirilo y fue desterrado de Jerusalén. Se fue para Tarso, lo recibió Silvanus, un obispo semi-arriano, y esperó allí la apelación que había hecho al tribunal superior. Dos años después, ante el Concilio de Seleucia, llegó su apelación. Este Concilio estaba integrado por semi-arrianos, arrianos y muy pocos miembros del partido ortodoxo, todos de Egipto. Cirilo se sentó entre los semi-arrianos que lo ayudaron durante su exilio. Acacio se fue de la reunión, objetando violentamente la presencia de Cirilo, pero regresó pronto para participar de los debates posteriores. El partido de Acacio fue depuesto por tener minoría y el de Cirilo fue reivindicado.

Acacio se fue a Constantinopla a tratar de convencer a Constantino a que reuniera otro concilio. Acusó a Cirilo de haber vendido unas vestiduras que el emperador le regaló a Macario para administrar el bautizo y que luego fueron vistas en una representación teatral. Esto puso furioso al emperador, y emitió un segundo decreto de exilio en contra de Cirilo, un año después de haber sido repuesto a su sede. Constantino muere en el año 361, le sucede Juliano, quien llama a que regresen todos los obispos que Constantino había desterrado, y así Cirilo regresa a su sede. Durante la gestión de Juliano el Apóstata, hubo pocos martirios en comparación con otros reinados, pero cayó en la cuenta que la sangre de los mártires era el simiente de la iglesia y por esa razón hizo todo lo que pudo para desacreditar la religión que él había abandonado. Nos cuentan los historiadores de la Iglesia, Sócrates, Teodoreto y otros, que Juliano planeó reconstruir el templo de Jerusalén para apelar a los sentimientos nacionales de los Judíos y para demostrar que lo que Jesús había anunciado en el evangelio, no se cumpliría. San Cirilo contempla con calma los preparativos para la reconstrucción del templo, profetizando que sería un fracaso, y así sucedió. Gibbon y otros agnósticos se burlan de los sucesos sobrenaturales, sismos, esferas de fuego, desplome de paredes, etc... que le hicieron abandonar el proyecto, pero Gibbon admite que estos sucesos están confirmados no solo por escritores cristianos, como San Juan Crisóstomo y San Ambrosio, sino también por el testimonio de Ammianus Marcellinus, el soldado filósofo, que era pagano.

San Cirilo es desterrado por Valente, por tercera vez en el año 367, junto con todos los prelados nombrados por Juliano. Este último destierro duró 11 años, pero cuando sube al trono Teodoro, le restituye a su sede, donde permanece los últimos años de su vida. Triste por todo lo malo que encontró en Jerusalén, vicios, crímenes, desórdenes, herejías divisiones, etc… apela al Concilio de Antioquía. Envían a San Gregorio de Nissa, quien no pudo remediar nada y abandona Jerusalén, dejando para la posteridad sus "Advertencias en contra de las peregrinaciones", una detallada descripción de la moral de la santa ciudad en aquel tiempo.

Cirilo y San Gregorio estuvieron presentes en el gran Concilio de Constantinopla (primer Concilio Ecuménico que participó Cirilo), que era el segundo Concilio Ecuménico. En esta ocasión Cirilo, obispo de Jerusalén junto con los patriarcas de Alejandría y Antioquía, toma lugar como metropolitano, se reconoció la legitimidad de su episcopado. Este Concilio promulgó el Símbolo de Nicea, en su forma corregida. Cirilo y los demás aceptan el término "Homo-ousios" que llegó a ser la palabra clave de la ortodoxia. Este hecho toman Sócrates y Sozomeno, como un acto de arrepentimiento. Por otra parte, los obispos escriben una carta al Papa San Dámaso, donde halagan a Cirilo diciendo que es uno de los defensores de la verdad ortodoxa en contra de los arrianos.

Se cree que murió en Jerusalén en el año 386 a los 72 años.


El pan celestial
y la bebida de salvación
Catequesis de Jerusalén 
Catequesis 22
(Mistagógica 4,1.3-6.9: PG 33, 1098-1106)

Nuestro Señor Jesucristo, en la noche en que iban a entregarlo tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
«Tomad, comed; esto es mi cuerpo»


Y, después de tomar el cáliz y pronunciar la acción de gracias, dijo:
«Tomad, bebed; ésta es mi sangre»
Si fue Él mismo quien dijo sobre el pan: Esto es mi cuerpo, ¿quién se atreverá en adelante a dudar? Y si Él fue quien aseguró y dijo: Esta es mi sangre, ¿quién podrá nunca dudar y decir que no es su sangre?

Por lo cual estamos firmemente persuadidos de que recibimos como alimento el cuerpo y la sangre de Cristo. Pues bajo la figura del pan se te da el cuerpo, y bajo la figura del vino, la sangre; para que al tomar el cuerpo y la sangre de Cristo, llegues a ser un solo cuerpo y una sola sangre con Él. Así, al pasar su cuerpo y su sangre a nuestros miembros, nos convertimos en portadores de Cristo. Y como dice el bienaventurado Pedro, nos hacemos partícipes de la naturaleza divina.

En otro tiempo Cristo, disputando con los judíos, dijo:
«Si no coméis mi carne y no bebéis mi sangre, no tenéis vida en vosotros»
Pero como no lograron entender el sentido espiritual de lo que estaban oyendo, se hicieron atrás escandalizados, pensando que se les estaba invitando a comer carne humana.

En la antigua alianza existían también los panes de la proposición: pero se acabaron precisamente por pertenecer a la antigua alianza. En cambio, en la nueva alianza, tenemos un pan celestial y una bebida de salvación, que santifican alma y cuerpo. Porque del mismo modo que el pan es conveniente para la vida del cuerpo, así el Verbo lo es para la vida del alma.

No pienses, por tanto, que el pan y el vino eucarísticos son elementos simples y comunes: son nada menos que el Cuerpo y la Sangre de Cristo, de acuerdo con la afirmación categórica del Señor; y aunque los sentidos te sugieran lo contrario, la fe te certifica y asegura la verdadera realidad.

La fe que has aprendido te da, pues, esta certeza: lo que parece pan no es pan, aunque tenga gusto de pan, sino el Cuerpo de Cristo; y lo que parece vino no es vino, aún cuando así lo parezca al paladar, sino la Sangre de Cristo; por eso ya en la antigüedad, decía David en los salmos:
"El pan da fuerzas al corazón del hombre y el aceite da brillo a su rostro"
Fortalece, pues, tu corazón comiendo ese pan espiritual, y da brillo al rostro de tu alma.

Y que con el rostro descubierto y con el alma limpia, contemplando la gloria del Señor como en un espejo, vayamos de gloria en gloria, en Cristo Jesús, nuestro Señor, a quien sea dado el honor, el poder y la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Fuente - Textos tomados de CORAZONES.ORG:

5a. Semana de Cuaresma - Marzo 18 al 24 de 2018



Domingo - Marzo 18

Quinto Domingo de Cuaresma

Domingo de los profetas
y de Lázaro

"El Señor me puso barro en los ojos, me lavé" (Antífona de Comunión Jn. 9, 11).

Reflexión

«Señor Dios, Luz que alumbras a todo hombre que viene a este mundo, ilumina nuestro espíritu con la claridad de tu gracia, para que nuestros pensamientos sean dignos de ti y aprendamos a amarte de todo corazón. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén».

Oración

Señor Dios, luz que alumbras a todo hombre que viene a este mundo, ilumina nuestro espíritu con la claridad de tu gracia, para que nuestros pensamientos sean dignos de ti y aprendamos a amarte de todo corazón. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

MARZO 19 AL 24

Lunes, Marzo 19

"Yo confío en el Señor. Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. Te has fijado en mi aflicción"(Antífona de Entrada, Sal 30, 7-8).

Oración

Oh Dios, que renuevas el mundo por medio de sacramentos divinos; concede a tu Iglesia la ayuda de estos auxilios del cielo sin que le falten los necesarios de la tierra. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Martes, Marzo 20

"Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor".

Oración

Concédenos, Señor, perseverar en el fiel cumplimiento de tu santa voluntad, para que, en nuestros días, crezca en santidad y en número el pueblo dedicado a tu servicio. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Miércoles, Marzo 21

"Dios, me libró de mis enemigos, me levantó sobre los que resistían y me salvó del hombre cruel". (Antífona de Entrada, Sal 17, 48-49).

Oración

Ilumina, Señor, el corazón de tus fieles purificado por las penitencias de Cuaresma; y tú, que nos infundes el piadoso deseo de servirte, escucha paternalmente nuestras súplicas. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Jueves, Marzo 22

"Cristo es mediador de una alianza nueva; en ella ha habido una muerte, y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna". (Antífona de Entrada, Heb 9, 15).

Oración

Escucha nuestras súplicas, Señor, y mira con amor a los que han puesto su esperanza en tu misericordia; límpialos de todos sus pecados, para que perseveren en una vida santa y lleguen de este modo a heredar tus promesas. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Viernes, Marzo 23

"Piedad, Señor, que estoy en peligro; líbranos de los enemigos que me persiguen, Señor, que no me avergüence de haberte invocado". (Antífona de Entrada, Sal 30, 10. 16. 18).

Oración

Perdona las culpas de tu pueblo, Señor, y que tu amor y tu bondad nos libren del poder del pecado, al que nos ha sometido nuestra debilidad. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Sábado, Marzo 24

"Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. Soy un gusano, no un hombre; vergüenza de la gente, desprecio del pueblo". (Antífona de Entrada, Sal 21, 20. 7).

Oración

Señor, tú que realizas sin cesar la salvación de los hombres y concedes a tu pueblo, en los días de Cuaresma, gracias más abundantes, dígnate mirar con amor a tus elegidos y concede tu auxilio protector a los catecúmenos y a los bautizados. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Fuente - Texto tomado de EWTN.COM:
http://ewtn.com/espanol/cuaresma/week5.asp

La ciencia moderna: ¿niega o prueba la existencia de Dios?


Cuando uno se da cuenta de que las leyes de la naturaleza tienen que estar coordinadas con máxima precisión para que den como resultado el universo visible, es difícil resistirse a la idea de que el universo no es casual.

Por: P. Miguel A. Fuentes, IVE | Fuente: TeologoResponde.org 

Estimado Padre: Soy universitario y estoy haciendo un trabajo sobre la ciencia y el cristianismo. Resulta que he leído varios artículos sobre lo que piensan los científicos sobre Dios y a pesar de que había creído que la ciencia (me refiero a la física y otras como la astronomía) no puede hablar de Dios (o sea no puede llegar a Dios), resulta que he leído dos artículos de buenos científicos que defienden que su ciencia puede probar la existencia de Dios. Al comentar mi perplejidad a mi profesor, éste me dijo que le presentara una exposición del tema. ¿En qué me puede orientar usted?

Respuesta:

Estimado:

Te envío este artículo del Dr. Luis Fernández Cuervo (titulado "Sobre el Universo y Dios. Hablan ateos y creyentes", publicado en www.arvo.net); creo que da una breve pero adecuada visión del tema.

Es frecuente en el mundo actual la gente que lleva su admiración por la Ciencia hasta el punto de creer que sólo allí se encierra toda la sabiduría y certeza posibles. Algunos, además, elevan su admiración hasta la idolatría, pensando que el avance de ella supone siempre un descrédito y derrota de la religión.

Eso equivale a anclar su mentalidad en lo peor de los ilustrados del Siglo XVIII. No hace mucho leí, en un artículo de otro diario, la chocante afirmación de que Pasteur, al demostrar que no existía la generación espontánea de seres vivos a partir de material inerte, había refutado con ello una idea religiosa.

Pero esa idea nunca fue una idea religiosa, sino una idea científica equivocada en la que creyeron los científicos, creyentes y no creyentes, hasta que en el Siglo XIX, el genial Louis Pasteur demostró lo contrario. ¡Pero resulta que Pasteur fue siempre un católico practicante! y, además, dijo que "un poco de ciencia aleja de Dios, pero mucha ciencia devuelve a él".

Si revisamos la historia, podemos comprobar que muchos de los grandes avances científicos fueron hechos por gente que no tuvo ningún conflicto entre la ciencia que cultivaba y la religión en la que creía.

La lista de ellos es larga. Sin embargo, también es verdad que, hoy día, muchos científicos ilustres son agnósticos -no saben decir si Dios existe o no-, o son ateos que pretenden convencerse y convencernos de que su ciencia demuestra la no existencia de Dios.

Aparte de los que mencioné en mi artículo anterior, Watson y Crick, destacan hoy por su franco ateísmo Steven Weinberg y Peter Atkins.

Asegura Atkins que no es necesaria la existencia de un creador y que, mirado a fondo, "todo es caos" y que "esta es la frialdad que hemos de aceptar cuando escrutamos profunda y desapasionadamente el corazón del universo". En cuanto a Weinberg, Premio Nóbel de Física, para él todo el universo que conocemos, incluyendo la vida humana, sólo es el resultado accidental, por casualidad, de un cúmulo de coincidencias que pudieron no haberse dado. (¿Alabemos, entonces, a la diosa Casualidad?).

E insiste en que: "Cuanto más comprensible parece el Universo, tanto más sin sentido parece también". Con eso no están de acuerdo muchos otros físicos, entre ellos Albert Einstein, que, sin practicar nunca ninguna religión, aseguraba que:

"Cuanto más estudio la ciencia más creo en Dios"

El error de esos agnósticos o ateos está en lo limitado de su ciencia y en lo desorbitado de su soberbia intelectual. Cuando hablan de caos habría que decirles que siempre parece sin sentido lo que conocemos mal o sólo en parte y que si acaso creen que ya lo saben todo sobre el Universo. Cuando al descifrar las etapas y estructuras del cosmos y de la vida observan, sin que se vea un agente externo que la produzca, cómo unas cosas son causas de otras y cómo se coordinan entre sí, llegan a la conclusión, como el viejo Laplace, que no hace falta Dios, que aquello se ha hecho solo. ¿Qué supone más sabiduría y más poder humanos? ¿Un reloj antiguo que había que darle cuerda o uno actual que no lo necesita? Escuchar un concierto transmitido en ese mismo momento por la radio supone más inteligencia y poder humanos que estar allí presentes en ese concierto.

La ciencia y el poder humanos han vencido el espacio. Y escuchar años más tarde ese mismo concierto en un cassete, supone mayor inteligencia y poder humanos que los de aquella radio, pues ahora se ha vencido no sólo el espacio sino también el tiempo. Si ésa es nuestra experiencia sobre el poder creador del hombre, ¿por qué en cambio se lo niegan a Dios? Precisamente, cuanto más autónomo aparece algo, en su existencia y funcionamiento, más inteligente y poderosa tiene que ser la Causa que pudo producirla. Y también cuanto mayor complejidad y finura de estructuras y funcionamiento tiene. Hay mayor inteligencia y poder creador para hacer un moderno cronómetro que para hacer un reloj de arena.

Por eso, muchos físicos comprueban que los parámetros fundamentales que rigen la fuerza de la gravedad, la carga de los protones y la masa de los neutrones, la distancia de la tierra al sol, etc., parecen haber sido ajustados muy precisa e inteligentemente de modo que permitiesen surgir organismos conscientes.

De hecho, modificar en lo más mismo esos valores habrían hecho perder a los átomos su integridad, que las estrellas no brillasen, que ninguna galaxia hubiera podido albergar vida o que el colapso del universo sucediera segundos después del "Big Bang". John Polkinghorne, físico de la Universidad de Cambridge, observa que "cuando uno se da cuenta de que las leyes de la naturaleza tienen que estar coordinadas con máxima precisión para que den como resultado el universo visible, es difícil resistirse a la idea de que el universo no es casual, sino que tiene que haber un propósito en él". Y Jerzy A. Janik, físico nuclear y miembro de la Academia de Ciencias de Polonia y Noruega, concluye:

"Tengo respeto al agnosticismo en los físicos. Pero cuando dicen que son agnósticos porque son científicos, hacen una extrapolación. Pueden serlo, pero no partiendo de la física.

Hay que ser ateos honestos. La física no da prueba negativa de Dios o de la realidad trascendente: no es su objeto. (…) Eso no es el resultado de la ciencia, depende de otros factores personales: el sufrimiento, la pobreza de un pueblo…".

Sí, y precisamente el sufrimiento es una piedra de escándalo que a algunos científicos puede apartarles de Dios -tal parece ser el caso de Weinberg- y a otros -como a Max Planck- la ocasión para encontrarle. Espero poder hablarles también de esto último.

Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:
http://es.catholic.net/op/articulos/54511/la-ciencia-moderna-niega-o-prueba-la-existencia-de-dios#