miércoles, 7 de febrero de 2018

Personas auténticas: 10 rasgos que las hacen especiales


Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. 

La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad. 

Me gusta la gente con capacidad para asumir las consecuencias de sus acciones, la gente que arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño.

Me gusta la gente que agradece el nuevo día, las cosas buenas que existen en su vida, que vive cada hora dando lo mejor de sí, agradecido de estar vivo.

Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente, pero sin lastimarme ni herirme.

Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos razonables a las decisiones de cualquiera.

Me gusta la gente de criterio, la que no se avergüenza en reconocer que se equivocó o que no sabe algo. La gente que, al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos.

Me gusta la gente que piensa y medita internamente. La gente que no juzga ni deja que otros juzguen.

Me gusta la gente que tiene personalidad.

Se trata de un extracto de Mario Benedetti. Yo, simplemente, digo que me gusta la gente auténtica. Esa gente que no tiene miedo a mostrarse tal cual es.

Las personas auténticas son aquellas que, sin ser un dechado de virtudes, deciden ser coherentes con lo que piensan y sienten. De hecho, resulta curioso porque probablemente todos coincidimos en que la falsedad no es buena consejera, pero muchos no dudan en mentir o en esconder sus emociones cuando consideran que es “necesario”. 

En la sociedad actual, donde las personas pasan horas cuidando su imagen en las redes sociales, la autenticidad es un don raro. Sin embargo, nos sentimos atraídos por esta característica. De hecho, en un estudio muy interesante realizado en la Bangor University de Wales les pidieron a un grupo de personas que fueran auténticas, a otras que fingieran. Luego, les pusieron delante de extraños, para que mantuvieran una conversación. Los psicólogos monitorizaban las respuestas de ambos interlocutores y se dieron cuenta de que respondemos con mayor rapidez a las sonrisas auténticas, quizá porque las asumimos como un valor que debe ser recompensado. Al contrario, reaccionamos con mayor lentitud y con menos entusiasmo ante las sonrisas fingidas.

¿Qué diferencia a las personas auténticas del resto?

1. Tienen una autoestima sólida. Un estudio realizado en la Universidad de Manchester descubrió que las personas auténticas tienen una autoestima elevada, aunque no demasiado para no caer en actitudes narcisistas o arrogantes. Estas personas, más bien tienen una autoestima sólida, consistente, que les permite funcionar de modo más relajado y no estar a la defensiva continuamente. Estas personas logran ser auténticas porque les preocupa menos exponerse ante los demás, porque se sienten a gusto consigo mismas y saben que las opiniones de los otros son solo eso, meras opiniones.

2. Abrazan la vulnerabilidad. Nuestra cultura nos impulsa a mantener los puentes levadizos levantados y a minimizar o esconder los errores y las imperfecciones, para protegernos de los demás. Se trata de una cultura que rechaza la vulnerabilidad. Sin embargo, la Psicología nos enseña que abrirnos al miedo o reconocer nuestras debilidades nos permite crecer. Por eso, las personas auténticas abrazan la vulnerabilidad y son capaces de mostrarla, no tienen miedo a fracasar o a equivocarse porque saben que cada experiencia implica un aprendizaje.

3. Comparten sus pensamientos, creencias y sentimientos. Las personas auténticas no se plantean muchos problemas a la hora de expresar lo que sienten o piensan. De hecho, un estudio realizado en la Wake Forest University desveló que cuando las personas son auténticas, tanto si tienen tendencia a la extroversión como si son introvertidas, se sienten cómodas compartiendo sus ideas y emociones. Además, en este estudio también se apreció que las personas más auténticas también eran emocionalmente más estables.

4. Dan y reciben cumplidos. Las personas auténticas no tienen problemas para hacer un cumplido, y tampoco se esconden detrás de la falsa modestia cuando los reciben. Son conscientes de que los cumplidos deben fluir en dos direcciones y son capaces de desligarse del estrés que generalmente está asociado a las expectativas de los demás. Estas personas no se pierden en elucubraciones. Si creen que alguien merece un cumplido, lo hacen. Si reciben uno, no buscan intenciones ocultas. Para ellos los cumplidos son una mera constatación de los hechos para hacer sentir bien a los demás. 

5. Son excelentes oyentes. A pesar de que solemos identificar la autenticidad con la extroversión, lo cierto es que las personas auténticas no suelen acaparar la atención sino que son excelentes oyentes. Se trata de personas que normalmente prestan atención a las conversaciones, porque están realmente interesadas en los demás y quieren conocerles. Como se relacionan con los demás desde su “yo” más profundo, también intentan conectar con la esencia de los demás.

6. Se guían por su voz interior. Uno de los aspectos claves de la autenticidad es sentirse a gusto consigo mismo. Estas personas pasan mucho tiempo buceando en su interior, se conocen bien, saben cuáles son sus valores y por qué quieren luchar. Esa seguridad hace que no se dejen influenciar demasiado por el medio, saben lo que quieren y van a por ello. Cuando deben tomar una decisión, en vez de mirar a su alrededor para ver qué han hecho los demás, buscan dentro de sí la respuesta. Son personas proactivas, no reactivas.

7. No les asusta el fracaso. La mayoría de las personas siguen los caminos convencionales, los que marca la sociedad, simplemente porque tienen miedo al fracaso, porque saben que esos caminos han sido probados por otros y son relativamente seguros. Las personas auténticas, al contrario, no temen arriesgar. La idea del fracaso no les asusta tanto como para obstaculizar sus sueños. Son conscientes de que los errores son parte del camino y conducen a aprendizajes.

8. No intentan convencer. Una de las características más interesantes de las personas auténticas es que, a pesar de que saben lo que quieren y están muy seguras de sus puntos de vista, no pretenden convencer a su interlocutor. En una conversación, estas personas normalmente se limitan a exponer sus ideas o sentimientos, no pretenden manipular emocionalmente ni hacer cambiar de opinión a los demás. Las personas auténticas no son invasivas, respetan el espacio de los demás y sus ideas.

9. Asumen su responsabilidad. Las personas auténticas no son perfectas, también se equivocan y a veces incluso pueden herir a los demás. Sin embargo, lo que las diferencia del resto es que asumen la responsabilidad por sus opiniones, actos y sentimientos. Estas personas asumen sus errores e intentan repararlos, no se escudan detrás de excusas. 

10. No juzgan a los demás. Las personas auténticas suelen tener un mundo interior muy rico, por lo que están más volcadas hacia sí que hacia el exterior. Por otra parte, tener un locus de control interno también influye en que sean menos propensas a criticar a los demás. Estas personas son más tolerantes y abiertas a la diversidad, comprenden la complejidad humana y no se dejan influenciar por sus expectativas. Como resultado, suelen tener menos fricciones en sus relaciones interpersonales.

Fuente - Texto tomado de RINCONPSICOLOGIA.COM:
https://www.rinconpsicologia.com/2015/11/personas-autenticas-10-rasgos-que-las.html

San Jerónimo Emiliani - Patrono de los Niños Huérfanos - Fiesta Febrero 8


Jerónimo nació en Venecia (Italia) en el año 1486. De joven fue militar y llegó a ser comandante de las fuerzas que defendía la ciudad de Castelnouvo de Quero. Las fuerzas enemigas francesas, muy superiores en número, lograron tomar a Castelnouvo y Jerónimo cayó prisionero, y encarcelado en un calabozo con cadenas en manos y pies. Y éste fue el golpe de gracia para su conversión. Hasta entonces había llevado una vida muy mundana, pero en la soledad de la cárcel se dedicó a meditar en aquellas palabras de Jesús:



"¿De qué le sirve a un hombre ganar todo el mundo, si se pierde a sí mismo?"
Y se propuso dedicar su vida entera y todas sus energías a tratar de conseguir su propia santificación y la salvación de muchos otros. Estando en la tenebrosa prisión, y viendo que humanamente no tenía remedio para aquella aflicción, se dedicó a rezar con toda fe a la Santísima Virgen María para que le consiguiera de Dios su pronta liberación. Y he aquí que de la manera más inesperada son quitadas las cadenas de sus manos y de sus pies, y logra salir sin que los guardianes se le opongan. En el silencio de la cárcel había encontrado la amistad con Dios por medio de la oración y la meditación. Reconociendo que su liberación de la cárcel era un favor especialísimo de la Santísima Virgen, se dirigió ante la imagen de Nuestra Señora en Treviso y a sus pies dejó sus cadenas y sus armas de militar, como recuerdo y agradecimiento y se propuso propagar incansablemente la devoción a la Madre de Dios.

Por aquellos tiempos apareció en Italia una serie de apóstoles formidables que se propusieron, iluminados por el Espíritu Santo, enfervorizar al pueblo en la piedad, y dedicar el mayor número posible de personas a obras de caridad en favor de los necesitados. Algunos de estos santos fueron: Santa Catalina de GénovaSan CayetanoSan Camilo de Lellis, San Bernardino de Feltre, San Felipe Neri, San José Calasanz, y Santa Ángela de Mérici. Un verdadero "sindicato" de apóstoles de la caridad. A ellos se unió San Jerónimo.

En 1531 se propagó por Italia la terrible peste del cólera. Jerónimo vendió todo lo que tenía. Incluso los muebles de su casa, y se dedicó a atender a los enfermos más abandonados. Él mismo tenía que cavarles las sepulturas y llevarlos al cementerio, porque casi nadie se atrevía a acercárseles, por temor al contagio. También él se contagió de la terrible enfermedad, pero por favor de Dios logró curarse. Miles y miles de niños pobres quedaron huérfanos y desamparados, por la muerte de sus padres en la epidemia de cólera. Entonces Jerónimo se dedica a recogerlos y a proporcionarles alimento, vestido, hospedaje y educación, todo totalmente gratis. De casa en casa va pidiendo limosnas para poder ayudar a sus niños huérfanos. Muchos le colaboran. Levanta dos grandes edificios; en uno recibe a los niños y en el otro a las niñas. Y como muchas mujeres ante la absoluta miseria se han dedicado a la prostitución, entonces el santo funda una Casa para mujeres arrepentidas y allí aprenden costura, bordados y otras artes para ganarse la vida honestamente.

Varios de sus amigos y colaboradores deseaban dedicarse por completo a la obra de atender a los niños huérfanos y desamparados, y con ellos fundó el santo una nueva comunidad, en Somasca, cerca de Milán. El nombre de esta congregación religiosa fue de "Servidores de los pobres", pero en recuerdo al sitio donde se efectuó su fundación, ahora se llama la Comunidad de los Padres Somascos. En la actualidad tienen unas 75 casas en el mundo con unos 500 religiosos, y se dedican preferencialmente a educar niños desamparados.

Las gentes decían que la vida de Jerónimo Emiliani estaba toda hecha de caridad. Que de él se podía repetir (en sus debidas proporciones) el elogio que fue hecho de Jesús: 
"Pasó su vida haciendo el bien" (Hech. 10,38).
Nadie que viniera a pedirle un favor quedaba sin ser atendido. Lo llamaban "el paño de lágrimas" de los que sufrían y lloraban. No reparaba en ningún sacrificio con tal de hacer el bien, especialmente a los niños más pobres, para los cuales se sacrificaba hasta el extremo con tal de conseguirles maestros, alimentos y toda clase de ayudas espirituales y materiales. Y Dios premiaba su oración, su caridad y su sacrificio, permitiéndole obrar frecuentes milagros. A muchos enfermos los cuidaba como especializado y amable enfermero, y a varios otros les colocaba las manos sobre su cabeza y los curaba de sus enfermedades. La fama de sus milagros se extendió por todos los alrededores de las ciudades donde trabajaba.

Viajaba por los campos predicando misiones, y en los ratos libres se iba a trabajar con los campesinos y aprovechaba la confianza y el cariño que éstos le tenían, para darles buenos consejos y ponerlos en amistad con Dios. Volvió a propagarse la peste del cólera y San Jerónimo volvió a dedicarse a curar enfermos, a llevarles alimento y vestidos y a enterrar personalmente a los muertos llevándolos sobre sus hombros. Pero se contagió de la violenta enfermedad y en pocos días estuvo agonizante. Era el buen amigo que ofrecía su vida por sus amigos.

Cuando apenas tenía 56 años de edad, murió santamente el 8 de febrero de 1537. Después de muerto hizo numerosos milagros y el Papa Clemente XIII lo declaró santo en 1767. Después el Pontífice Pío XI lo declaró Patrono de los niños huérfanos en 1928.

Fuente - Texto tomado de EWTN:
http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Jer%C3%B3nimo_Emiliani.htm

Lectura del Santo Evangelio Según San Marcos 7, 14-23


14. Entonces, llamando de nuevo la atención del pueblo les decía:
"Escuchadme todos, y entendedlo bien:
15. Nada de fuera que entra en el hombre, puede hacerle inmundo; mas las cosas que proceden o salen del hombre, ésas son las que dejan mácula en el hombre.
16. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga! 
17. Cuando se apartó de la multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron por el sentido de esa parábola.
18. Él les dijo: "¿Ni siquiera ustedes son capaces de comprender? ¿No saben que nada de lo que entra de afuera en el hombre puede mancharlo.
19. Porque eso no va al corazón sino al vientre, y después se elimina en lugares retirados? Así Jesús declaraba que eran puros todos los alimentos.
20. Luego agregó: "Lo que sale del hombre es lo que lo hace impuro.
21. Porque del interior del corazón del hombre es de donde proceden los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios.
22. Los hurtos, las avaricias, las malicias, los fraudes, las deshonestidades, la envidia y mala intención, la blasfemia o maledicencia, la soberbia, la estupidez o la sinrazón.

23. Todos estos vicios proceden del interior, y ésos son los que manchan al hombre, y de los que ha de purificarse".
Palabra de Dios,
Gloria a Ti, Señor Jesús