lunes, 8 de enero de 2018

San Julián - Mártir Año 304 - Fiesta Enero 9


San Julián nació en la ciudad de Antioquía (en Siria), de una familia que se preocupó por darle una muy buena formación religiosa. Los papás querían que se casara con una joven muy virtuosa y de familia muy rica, pero Julián tuvo una visión en la cual vio algunos de los premios que Dios reserva para quienes conservan su virginidad y narró la visión a la novia. Y entonces los dos, de común acuerdo, hicieron voto de castidad o sea un juramento de conservarse siempre puros. Los papás creían que ellos formarían un hogar, pero los novios se habían comprometido a conservar para siempre su virginidad. Y poco tiempo después murieron los padres de los dos jóvenes, y entonces Julián y su prometida se fueron cada uno a un desierto a orar, y a hacer penitencia y cada cual fundó un monasterio. Julián un monasterio para hombres y ella uno para mujeres.

Muchos hombres deseosos de conseguir la santidad se fueron a acompañar a Julián en su vida de religioso y lo nombraron superior. Él los dirigió con especial cariño y con gran prudencia. Era el que más duro trabajaba, el que mayores favores hacía a todos y el más fervoroso en la oración. Y dedicaba muchas horas a la lectura de libros religiosos y a la meditación.

Su vida fue una continua Cuaresma, o sea un ayunar y guardar abstinencia y orar y meditar, todos los días, sin cansarse. A los súbditos nunca los reprendía con altanería ni con malos modos o delante de los demás, sino en privado, con frases amables, comprensivas y animadoras, que les demostraban el gran aprecio y amor que les tenía, y que llegaban al fondo del alma y obtenían verdaderas conversiones. Los religiosos decían que Julián era muy exigente y duro para sí mismo, pero admirablemente comprensivo y amable para con los demás, y que gobernaba con tal prudencia y caridad a los monjes que éstos se sentían en aquel desierto más felices que si estuvieran en el más cómodo convento de la ciudad.

La persecución

Y sucedió que estalló en Antioquía la persecución contra los cristianos, y el gobernador Marciano ordenó apresar a Julián y a todos sus monjes. Centenares de cristianos fueron siendo quemados por proclamar su amor a Jesucristo, y cuando le llegó el turno a nuestro santo, se produjo el siguiente diálogo entre el perseguidor y Julián:

Perseguidor:
"Le ordenamos que adore la estatua de nuestro emperador"
Julián:
"Yo no adoro sino única y exclusivamente al Dios del cielo"
Perseguidor:
"Su dios y emperador es el César de Roma"
Julián:
"Mi Jefe a quien adoro y obedezco es Nuestro Señor Jesucristo"



Perseguidor:
"¿Cómo se le ocurre creer en uno que fue crucificado?"
Julián:
"Es que el crucificado ya resucitó y está sentado a la derecha de Dios Padre"
Perseguidor:
"¿Te ríes de nuestros dioses y del emperador?  Pues ahora que te atormenten te arrepentirás de haber procedido así"
Julián:
"Dios ayuda a los que son sus amigos, y Cristo Jesús, que es muchísimo más importante y poderoso que el emperador, me dará las fuerzas y el valor para soportar los tormentos"
El perseguidor, viendo que con amenazas no lo conmueve, se propone cambiar de táctica y ofrecerle a Julián grandes premios si deja la santa religión.
"Tus padres eran personas muy importantes en esta ciudad. Si dejas de ser cristiano y adoras a nuestros dioses, te concederemos puestos de primera clase"
Julián:
"Mis padres me están observando desde el cielo y se sienten muy contentos y muy honrados de que yo proclame mi fe en Cristo y derrame por Él mi sangre"

Empiezan a darle a Julián terribles latigazos, con fuetes que tienen pedacitos de hierro en los extremos, pero uno de los verdugos al retirar rápidamente el fuete, es herido gravemente en un ojo por la punta de hierro del látigo. Julián oye el grito de dolor y llamando al verdugo le coloca sus manos sobre el ojo destrozado y se obtiene inmediatamente la curación.

Los verdugos le cortan la cabeza al santo, pero en ese momento el joven Celso, hijo del perseguidor Marciano, al ver con qué gran valentía y alegría ha ido a la muerte este amigo de Cristo, se declara él también seguidor de Jesús y se hace cristiano. Esta conversión fue considerada como un verdadero milagro espiritual obtenido por el martirio de Julián.

Y los amigos de Jesús queremos proclamar siempre y en todas partes nuestra fe, y preferir mil muertes y diez mil tormentos, antes que dejar nuestra santísima religión por irnos a religiones falsas que ni dan felicidad en esta vida ni consiguen salvación eterna.

San Julián:
pídele a Cristo
que nosotros logremos
perseverar fieles a nuestra
santa religión
hasta la muerte.

Fuente - Texto tomado de EWTN:

4 Claves para entender cómo llevar nuestras cruces y conservar la fe en el sufrimiento


4 claves para entender qué significa llevar las cruces que se nos presentan en la vida y cómo nos ayuda Dios.

Por: n/a | Fuente: PildorasdeFe.net 

"Llevar la Cruz": Estas célebres palabras de Cristo aparecen en los tres evangelios sinópticos (Marcos 8,34; Mateo 16,24; Lucas 9,23) y tienen dos interpretaciones diferentes: una en la cual el sufrimiento constituye un "testimonio" del Señor; la otra considera el sufrimiento un "morir a sí mismo".

En este artículo tomaremos como tema la primera de estas interpretaciones y te daremos 4 claves que te ayudarán a entender qué significa llevar las cruces que se nos presentan en la vida.

1. Entender que todos tenemos cruces


Cuando consideramos la invitación del Señor a tomar nuestra cruz, tendemos a pensar que Dios nos pide aceptar los sufrimientos y dificultades propios de la vida en este mundo, infectado por el virus de la maldad.

Si bien a veces nos cuesta comprender por qué un Dios tan bueno permite que su pueblo sufra, todos sabemos lo que es el sufrimiento y podemos entender qué relación tiene con la cruz.

Este tipo de sufrimiento puede ser físico, espiritual o emocional; es decir, puede abarcar muchos tipos de adversidades, como un cáncer o el daño interior provocado por la discriminación, o incluso la persecución por causa de la fe; o bien puede manifestarse en la muerte de un bebé poco antes de nacer, o en un hijo perfectamente sano pero que no avanza como debería en su educación.

También puede presentarse en forma del rechazo de amigos o familiares por defender la vida en una cultura de la muerte, o bien en el trauma causado por una separación dolorosa en el matrimonio. Sea lo que sea, todos hemos pasado por situaciones que podríamos llamar “cruces” que nos toca llevar.

Pero también es importante darse cuenta de que, antes de aceptar cualquier cruz que se nos presente, podemos pedirle al Señor que nos libre de ella.

Sí, es cierto que Jesús nos dijo que cargáramos nuestras cruces, pero al mismo tiempo, Él mismo curó a mucha gente, es decir, les quitó sus cruces por su amor y su compasión.

Así como les quitó las cruces a esas personas, hay muchos casos en los que Él también quiere quitarnos las nuestras, porque sabe que estamos sufriendo, a veces en extremo.

2. El sufrimiento es un Misterio


La experiencia nos dice que hay personas que reciben curaciones especiales de Dios y otras no. Esto sucede porque el sufrimiento es un gran misterio: algunas personas que oran mucho y son muy santas no reciben curación, mientras que otras que apenas llegan a la fe, sanan. Algunas reciben curación después de haber orado sólo un momento, otras rezan durante años y nunca sanan.

Al parecer, San Pablo llevaba una cruz, que él llamaba “espina en la carne” (2 Corintios 12,7), que puede haber sido alguna forma de dolencia o padecimiento. Lo que haya sido, lo primero que hizo fue pedirle al Señor que le quitara esa cruz, y en realidad se lo pidió en tres ocasiones distintas.


Cristo mismo también oró con la misma intención en el Jardín de Getsemaní poco antes de que lo arrestaran. Pero ni Jesús ni Pablo se vieron libres de sus respectivas aflicciones.

Por eso, cuando se te presente una cruz en tu vida, pídele al Señor que te la quite; pide curación y puedes hacerlo con las mismas palabras de Jesús; o bien, clama en alta voz, como lo hacía el ciego Bartimeo, a quien no pudieron hacer callar:

"¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!" (Marcos 10,46-52).

Dios nos ama y quiere sanarnos. Si tuvieras un hijo enfermo ¿no harías tú todo lo posible para evitar que sufriera y se curara?

¡Por supuesto! En efecto, si así queremos a nuestros hijos nosotros que somos pecadores, ¡cuánto más nuestro Padre que está en el cielo derramará su gracia sanadora sobre los suyos! (Mateo 7,11).

Siempre es bueno orar y no dejar de hacerlo. Nunca te des por vencido, aunque no puedas comprender el misterio de tus propias aflicciones.

No dejes de confiar en Dios, porque su bondad y su amor jamás disminuyen:

“Den gracias al Señor porque Él es bueno, porque su amor es eterno” (Salmo 136,1).

3. En tu oración pide fortaleza para llevar la cruz



Cuando rezamos para sanarnos de alguna enfermedad, también tenemos que preguntarnos:

"Si me toca aceptar esta cruz, ¿lo haré con una actitud de “entereza y serenidad” o con una fe firme y confiada?"

Hay una diferencia importante en esto: Una persona que acepta su cruz con entereza y serenidad, lo hace con buena intención, tratando de no quejarse ni sentir lástima de sí misma.

Si bien esta es una manera correcta de aceptar la cruz, si alguien lo hace sólo apoyándose en sus buenas intenciones y en su capacidad humana, es probable que toda su experiencia venga acompañada de algún grado de desaliento, ira o sentido de culpa, en algún momento se sentirá flaquear.

La razón es que algunas cruces son excesivamente pesadas y a veces nos resultan demasiado dolorosas para llevarlas solos.

Aquí es donde interviene la fe firme y confiada. Dios puede ayudarte a llevar el peso de la cruz que hoy cargas. Dios quiere comunicarnos su propia gracia divina para ayudarnos a aceptar las cruces de la vida, como Jesús le dijo a San Pablo:

"Mi amor es todo lo que necesitas; pues mi poder se muestra plenamente en la debilidad".

Estas palabras fueron tan impresionantes para el apóstol que luego pudo escribir:

"Y me alegro también de las debilidades, los insultos, las necesidades, las persecuciones y las dificultades que sufro por Cristo, porque cuando más débil me siento es cuando más fuerte soy". (2 Corintios 12,9-10).

Llevar una cruz con la ayuda de la gracia de Dios es muy diferente de tratar de actuar con entereza y hacer lo posible por aceptar la adversidad con serenidad, pero sin la ayuda de Dios, es decir, sólo con tus fuerzas humanas.

Los que aceptan la cruz recurriendo a la gracia aprenden a depender de Dios más y más cada día; además, encuentran reservas de fortaleza, confianza y obediencia que saben perfectamente que no vienen de ellos mismos, sino de un Dios que es bondadoso y misericordioso.

En lugar de centrar su atención en los padecimientos que les toca llevar, se sienten inspirados a ser comprensivos y compasivos con otras personas, aunque ellos mismos sufran dolores, padecimientos y dificultades.

En resumen, poco a poco van adoptando las actitudes del propio Jesús.

Esta es la paradoja de la cruz: Aceptamos el sufrimiento no porque sea bueno ni porque nos guste, sino como parte de nuestra vocación de seguidores de Cristo Jesús.

Estas cruces pueden llegar a ser oportunidades para que nos entreguemos más al Señor y le demos gloria y alabanza.


4. El sufrimiento nos une a Cristo



El Papa San Juan Pablo II nos ofreció un ejemplo conmovedor de cómo se puede demostrar el gozo de conocer al Señor incluso cuando se está padeciendo los dolores de la ancianidad.



En su última presentación en público, en marzo de 2005, el Santo Padre salió a la ventana de su residencia en el Vaticano a pesar de la fragilidad de su condición, ya cercano a la muerte y con dificultades para hablar.

No se escuchó ninguna palabra de sus labios y después de bendecir a la multitud reunida en la plaza, se retiró y se cerraron las cortinas. No pudo decir nada, pero toda su silenciosa actitud demostraba que quería animar a todos.

Quienes lo observaban ese día podían imaginarse que les quería decir: “Sigan adelante, sigan en la carrera hacia el cielo". Fue un ejemplo dramático y conmovedor de lo muy unido que él se sentía a su gente y de cuánto los amaba a todos.

Durante toda su vida, el Santo Padre enseñó que el sufrimiento nos une al Señor y sus últimos días de vida fueron una clara demostración de su enseñanza.

En febrero de 1984 emitió una carta apostólica sobre el misterio del sufrimiento titulada Salvici Doloris, en la cual escribió, de una manera que resultó ser profética, sobre lo que significaba llevar nuestra cruz con la ayuda de la gracia de Dios:

"Esta madurez interior y grandeza espiritual en el sufrimiento, ciertamente son fruto de una particular conversión y cooperación con la gracia del Redentor crucificado.
Jesús mismo es quien actúa en medio de los sufrimientos humanos por medio de su Espíritu de Verdad, por medio del Espíritu Consolador. Él es quien transforma, en cierto sentido, la esencia misma de la vida espiritual, indicando al hombre que sufre un lugar cercano a sí. Él es -como Maestro y Guía interior- quien enseña al hermano y a la hermana que sufren este intercambio admirable, colocado en lo profundo del misterio de la redención.
El sufrimiento es, en sí mismo, probar el mal. Pero Cristo ha hecho de él la más sólida base del bien definitivo, o sea del bien de la salvación eterna".
Conclusión

Querido lector, si te ha tocado llevar una cruz particularmente pesada, no dejes de orar y pedir curación o solución; pero si la cruz permanece, pídele al Señor la gracia de ayudarte a aceptarla y llevarla, y ten por seguro que Él vendrá en tu ayuda.

Como lo dijo San Juan Pablo II, todo sufrimiento es malo y no existirá en la nueva Jerusalén, cuando Jesús regrese a la tierra. Pero Dios sabe sacar el bien de este mal, incluso grandes bendiciones, y puede enseñarnos a todos a aceptar el sufrimiento de una manera que nos acerque más a Jesús.

Así pues, haz un momento de paz y bendice a todos los que sepas que están llevando una cruz muy pesada; pídele al Señor que derrame sobre ellos una gracia abundante para que reciban el auxilio del cielo y les lleve la paz.

Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:
http://es.catholic.net/op/articulos/67925/como-llevar-nuestras-cruces-y-conservar-la-fe-en-el-sufrimiento

5 Lecciones de vida de “El Principito” demostradas por la ciencia


Gelsomino del Guercio | Enero 8 de 2018


La célebre novela da algunas lecciones que pueden revolucionar nuestra cotidianidad. De la creatividad a los "riesgos" que se corren.

Antoine de Saint-Exupéry da cinco consejos a los adultos para vivir mejor el presente a través de El Principito, el héroe nacido de su pluma en 1943.

Un centenar de páginas ilustradas, traducidas en 288 lenguas y dialectos. El Principito es la obra que tiene más traducciones en el mundo. Magia para los niños, alegoría para los grandes.

Con ocasión de su 70º aniversario, The Huffington Post (13 septiembre) eligió cinco lecciones de vida del libro, actuales y demostradas por datos científicos.

1. Regresar a la creatividad como cuando éramos niños

“Quería saber si era verdaderamente un ser comprensivo pero siempre contestaban: “Es un sombrero”. Me abstenía entonces de hablarles de la serpiente boa, de la selva virgen y de las estrellas. Poniéndome a su altura, les hablaba de su mundo: del bridge, del golf, de política y de corbatas. Y la persona mayor quedaba contentísima de conocer a un hombre tan razonable” – El narrador.


El primer dibujo del narrador niño del libro de Saint-Exupéry representa una boa que digiere a un elefante. Pero los adultos, en cambio, ven lo mismo: un simple sombrero. Por eso abandona su pasión por el dibujo hasta su encuentro con el Principito quien sabe inmediatamente que se trata de un elefante dentro de una boa.

El Principito tiene más imaginación: cuando le pide al narrador que le dibuje una oveja, prefiere el dibujo de una caja. De esta forma, puede imaginar que la oveja está dentro.

La lección de vida: Los adultos pierden esa pizca de locura que los empujaba a imaginar y crear de niños. Los adultos prefieren los números y las cosas inmediatas y se olvidan de mirar en profundidad, más allá de la superficie, de dejarse llevar y de inventar.

Qué dice la ciencia: Según varios psicólogos e investigaciones conducidas por colegas del Huffington Post estadounidense los creativos se parecen al Principito. Sueñan con los ojos abiertos, por ejemplo. Las personas creativas van en busca de nuevas experiencias, hacen las preguntas adecuadas, observan a los demás, se alejan de sus propias convicciones.

2. No nos lo tomemos tan a pecho 

“Las administro. Las cuento y las recuento una y otra vez. Es difícil. ¡Pero yo soy un hombre serio! – El hombre de negocios.



Durante su viaje por los planetas, el Principito se encontró con un hombre de negocios. ¿Su característica principal (la única)? Es muy serio. No hace otra cosa que contar todas las estrellas de la galaxia, incesantemente. Se considera satisfecho porque cree que las posee todas, pero su vida está hecha solo de monotonía y soledad porque no se dedica a nada más. No aprecia ni siquiera la belleza de esas estrellas.

La lección de vida: Es mejor ser menos serio para apreciar el verdadero significado de las cosas.

Qué dice la ciencia: Numerosos estudios sostienen que en la vida no hay nada mejor que una buena dosis de risas para estar bien consigo mismo durante mucho tiempo. En 2014, algunos investigadores de una universidad californiana demostraron que las personas que ríen tienen mejor memoria y están menos estresadas.

3. Más tiempo a sí mismo para ser feliz

“Pues como el planeta da una vuelta completa cada minuto, yo no tengo un segundo de reposo. Enciendo y apago una vez por minuto” – El Farolero. 


En el quinto planeta el Principito se encontró con un personaje realmente extravagante. Cada minuto debe encender y apagar su farol. Cada minuto para él vale un día. No tiene nunca tiempo para descansar o dormir.

La lección de vida: Es necesario apreciar cada instante que pasa, sacar lo mejor de la vida.

Qué dice la ciencia: La falta de sueño tiene efectos catastróficos para la salud. No hagas como el farolero: aumentará el riesgo de diabetes, enfermedades cardíacas, ictus, algunos tipos de cáncer, problemas de memoria, emotividad más acentuada, aumento del apetito… Los efectos negativos de la privación del sueño son realmente muchos. Además de dormir, es indispensable dedicar tiempo a sí mismo, desconectarse del trabajo.

4. Lanzarse hacia nuevos descubrimientos

“El geógrafo no puede estar de acá para allá haciendo el recuento de ciudades, ríos, montañas, océanos y desiertos. Un geógrafo es demasiado importante para andar explorando de un lado a otro. Se queda en su despacho” – El geógrafo.


En el sexto planeta del viaje, el Principito se encontró con “un anciano que escribía en enormes libros”. Creyó, por lo tanto, que había encontrado a un explorador, pero en realidad el único habitante del planeta es un geógrafo que nunca había puesto un pie fuera de su despacho.

La lección de vida: Tendemos a quedarnos anclados en nuestra “zona de confort” porque es más fácil que correr riesgos. En realidad tenemos que aprovechar nuestro tiempo en la Tierra para vivir experiencias diversas, hacer nuevos amigos, viajar por el mundo.

Qué dice la ciencia: Los motivos para salir de la propia zona de confort son muchos y la ciencia intenta demostrarlo. Cuando estamos estresados o frente a desafíos somos más eficientes, según estos psicólogos. Acoger los desafíos nos ayuda a envejecer mejor, según un estudio publicado en 2013.

5. Mejor escoger con el corazón

“He aquí mi secreto: Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos” – El zorro.




El Principito ama una rosa de su planeta que se asemeja en todos los aspectos a las rosas que observa en la Tierra. Pero su rosa es única porque la ha escogido. Es una rosa “única en el mundo”, le dice el zorro, porque le ha dedicado su tiempo.


La lección de vida: El Principito representa la espontaneidad de los sentimientos. A diferencia de los seres humanos del planeta Tierra que piensan con la cabeza, al ver en su rosa sólo una flor, él piensa instintivamente, con el corazón.

Qué dice la ciencia: Buenas noticias para las personas instintivas. Según un estudio publicado en 2012 en la revista Journal of Organizational Behavior and Human Decision, en el proceso de toma de decisiones la intuición es tan eficaz como un enfoque analítico. En algunos casos, incluso más. En el mundo de los negocios, un individuo que conoce bien su área de competencia tomará decisiones mejores confiando “en la panza”.

Fuente - Texto tomado de ES.ALETEIA.ORG:

Lectura del Santo Evangelio Según San Mateo 3, 13-17



13. Por este tiempo vino Jesús de Galilea al Jordán en busca de Juan para ser de él bautizado.

14. Juan, empero, se resistía a ello, diciendo:
"¿Yo debo ser bautizado de ti, y tú vienes a mi?"
15. A lo cual respondió Jesús, diciendo:
"Déjame hacer ahora, que así es como conviene que nosotros cumplamos toda justicia"
Juan entonces condescendió con él.

16. Bautizado, pues, Jesús, al instante que salió del agua se le abrieron los cielos, y vio bajar al Espíritu de Dios a manera de paloma y posar sobre Él.

17. Y oyóse una voz del cielo que decía:


"Este es mi querido Hijo, en quien tengo puesta toda mi complacencia"
Palabra de Dios
Gloria a Ti, Señor Jesús

Fiesta del Bautismo del Señor - Enero 8 de 2018



La festividad del Bautismo del Señor, fiesta que se celebra el domingo siguiente a la Epifanía y con la que se cierra el Tiempo de Navidad, comenzando el Tiempo Ordinario, en que meditamos a Cristo, Salvador del mundo.

El Bautismo en el Jordán fue para Jesús dejar la vida silenciosa de Nazareth y el comienzo de su misión mesiánica. Isaías habla del elegido que promoverá el derecho y la justicia, curará y librará. El "Elegido" fue investido como Mesías en las aguas del Jordán donde se escuchó la palabra del Padre.



En muy poco tiempo la liturgia nos hace pasar de la cuna a la madurez. Cristo estuvo preparándose para su misión durante 30 años, una misión que consistió en hacer cercano al hombre el Reino de Dios.

La fiesta del Bautismo del Señor nos lleva al inicio de las cosas, a la génesis misma del mundo. Así como en el principio el Espíritu se cernía sobre la superficie de las aguas, en la escena que hoy contemplamos, el que va a ser Redentor de la humanidad brota de las aguas esenciales y es señalado por el Espíritu eterno como Salvador.

Jesús está a punto de iniciar su misión y busca a Juan Bautista, que predicaba junto al Jordán. El evangelio asegura que Juan se veía como un siervo del Mesías, anunciador de su llegada. Él decía no ser digno de desatarle las sandalias. Jesús, pues se acerca a Juan. Quiere ser bautizado. Es claro que no viene por un bautismo de regeneración, sino que quiere inaugurar su tarea.

El Padre de los cielos convierte la escena en una escuela personal para Jesús. Él nació de las entrañas de María. Ahora, al salir del agua, oye al Padre decirle:




"Tú eres mi Hijo muy querido"

Igual que su Madre le presentó a los pastores y a los magos del Oriente para que le adoraran, el Padre quiere empezar a presentarle ante el mundo, señalándolo como su "predilecto". Por fin, igual que la estrella le distinguió entre la multitud, Jesús ve cómo el Espíritu Santo le reconoce entre la muchedumbre y, así como la paloma va derecho al lugar de su origen, viene a Él para habitar en Él. El Espíritu sabe que Jesús es su hogar perpetuo.

El Bautismo del Señor, además, inaugura el anuncio del Reino del Padre y constata que Jesús inicia la nueva creación. El Señor aparece ante nuestros ojos, finalmente, como nuevo Moisés que, rescatado de las aguas, inició el proceso que culminaría con la ruptura de las cadenas de esclavitud que ataban de pies y manos a sus hermanos.

Finalmente, nosotros confesamos que Dios nos hizo sus hijos en la fuente bautismal. Ésta es nuestra fe: Cristo, que asumió nuestra carne y sangre, santifica las aguas comunicándoles fuerza redentora que se nos transmite en el bautismo. La acción salvífica de Dios actúa en su Hijo predilecto. Jesús, que sintetiza todo: el Espíritu, el agua y la sangre. Jesús como Dios que es, habiendo iniciado las cosas en las aguas primordiales, las restaura en las aguas bautismales.



¿Jesús, siendo Dios, necesita recibir el Espíritu Santo? ¿Acaso no lo tuvo desde la eternidad?

Jesús no necesita recibir el Espíritu, ya que Él es uno con el Padre y el Espíritu Santo desde la eternidad. En el bautismo se manifestó el Espíritu para beneficio nuestro, en una epifanía (manifestación) de la Trinidad.


La Iglesia celebra como Epifanía tres momentos:
  1. Su Epifanía ante los Reyes magos (San Mateo 2, 1-12).
  2. Su Epifanía a San Juan Bautista en el Jordán (San Mateo 3, 13-17).
  3. Su Epifanía a los discípulos y comienzo de su vida pública con el milagro en Caná (San Juan 2, 1-11).
Los padres de la Iglesia dicen:



San Cirilo de Alejandría (Siglo V)

"El Hijo unigénito recibe el Espíritu Santo no para sí mismo -pues es suyo, habita en Él, y por su medio se comunica, como ya dijimos antes-, sino para instaurar y restituir a su integridad a la naturaleza entera, ya que, al haberse hecho hombre, la poseía en su totalidad. Puede, por tanto, entenderse -si es que queremos usar nuestra recta razón, así como los testimonios de la Escritura- que Cristo no recibió el Espíritu para sí, sino más bien para nosotros en sí mismo: pues por su medio nos vienen todos los bienes".

San Máximo de Turín (Siglo V)

"¿Por qué quiso bautizarse, si es santo? Escucha: Cristo se hace bautizar, no para santificarse con el agua. sino para santificar el agua y para purificar aquella corriente con su propia purificación y mediante el contacto de su cuerpo. Pues la consagración de Cristo es la consagración completa del agua. Y así, cuando se lava el Salvador, se purifica toda el agua necesaria para nuestro bautismo, y queda limpia la fuente, para que pueda luego administrarse a los pueblos que habían de venir a la gracia de aquel baño. Cristo, pues, se adelanta mediante su Bautismo, a fin de que los pueblos cristianos vengan luego tras él con confianza.

Así es como entiendo yo el misterio: Cristo precede, de la misma manera que la columna de fuego iba delante a través del mar Rojo, para que los hijos de Israel siguieran intrépidamente su camino; y fue la primera en atravesar las aguas, para preparar la senda a los que seguían tras ella. Hecho que, como dice el Apóstol, fue un símbolo del bautismo. Y en un cierto modo aquello fue verdaderamente un bautismo, cuando la nube cubría a los israelitas y las olas les dejaban paso. Pero todo ésto lo llevó a cabo el mismo Cristo Señor que ahora actúa, quien, como entonces precedió a través del mar a los hijos de Israel en figura de columna de fuego, así ahora, mediante el Bautismo, va delante de los pueblos cristianos con la columna de su cuerpo. Efectivamente, la misma columna, que entonces ofreció su resplandor a los ojos de los que la seguían, es ahora la que enciende su luz en los corazones de los creyentes: entonces, hizo posible una senda para ellos en medio de las olas del mar; ahora, corrobora sus pasos en el baño de la fe".

San Hipólito (Siglo III)

"Jesús fue a donde Juan y recibió de él el Bautismo. Cosa realmente admirable. La corriente inextinguible que alegra la ciudad de Dios es lavada con un poco de agua. La fuente inalcanzable, que hace germinar la vida para todos los hombres y que nunca se agota, se sumerge en unas aguas pequeñas y temporales".

San Gregorio Nacianceno (Siglo IV)

"Lectura del día: Ojalá que estéis ya purificados, y os purifiquéis de nuevo. Nada hay que agrade tanto a Dios como el arrepentimiento y la salvación del hombre, en cuyo beneficio se han pronunciado todas las palabras y revelado todos los misterios; para que, como astros en el firmamento, os convirtáis en una fuerza vivificadora para el resto de los hombres; y los esplendores de aquella luz que brilla en el cielo os hagan resplandecer, como lumbreras perfectas, junto a su inmensa luz, iluminados con más pureza y claridad por la Trinidad, cuyo único rayo, brotado de la única Deidad, habéis recibido inicialmente en Cristo Jesús, Señor nuestro, a quien le sean dados la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.


El Bautismo de Jesús
en el río Jordán

Llegado a la edad de 30 años, Jesús decidió dejar el retiro de Nazareth para iniciar su vida pública en cumplimiento de la voluntad del Padre. Por aquellos días había aparecido Juan el Bautista, predicando en el desierto la conversión y bautizando en el Jordán a las multitudes que acudían a él y confesaban sus pecados. Entonces se presentó también Jesús, que venía de Nazareth (en Galilea), para ser bautizado por Juan. Pero éste intentaba disuadirlo diciéndole:
"Soy yo el que necesito que Tú me bautices, ¿y Tú acudes a mí?"
Jesús le contestó:
"Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere"
Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre Él. Y vino una voz del cielo que decía:
"Éste es Mi Hijo, el Amado, Mi Predilecto, en Quien Me Complazco"
Los relatos de la vida de Jesús señalan Su Bautismo como la inauguración de su vida pública. El Bautismo de Jesús es la gran TEOFANÍA o MANIFESTACIÓN DE DIOS, en que por primera vez se revela el misterio de la Trinidad. Las Tres Divinas Personas se hacen sensibles:
  1. El Hijo en la persona de Jesús;
  2. El Espíritu en forma de paloma que se posa suavemente sobre Su Cabeza;
  3. El Padre mediante la Voz de lo Alto: Éste es Mi Hijo... que proclama la filiación divina de Jesús y lo acredita como Su Enviado.
Era conveniente este testimonio, porque Jesús salía del anonimato de Nazareth y se disponía a realizar Su Obra de Mesías.


Evidentemente Jesús no necesitaba para sí mismo el bautismo de conversión que administraba el Bautista para el perdón de los pecados. Pero, para cumplir el designio del Padre, Jesús tenía que asumir los pecados del mundo, más aún, como dice San Pablo: "Hacerse pecado por nosotros" y así, como Cordero de Dios, quitar el pecado del mundo en la inmolación pascual a la que le llevaría el camino emprendido en el Jordán. Nosotros no somos bautizados con el bautismo de Juan, sino con el que inauguró Jesús y al que se refería el Bautista cuando decía:


"Yo os bautizo con agua, pero El que viene detrás de mí os bautizará con Espíritu Santo y fuego"

Y en nosotros, en el ámbito de la fe y de la gracia, se reproducen los prodigios del Bautismo de Cristo:

El Padre nos adopta como hijos y se nos da el Espíritu para que a lo largo de nuestra vida sigamos las huellas de Cristo.

Diferencia entre los dos bautismos
  1. El de Juan: con agua exterior, signo de arrepentimiento para el perdón de los pecados.
  2. El de Jesús: con Espíritu Santo, renovación interior que nos hace "partícipes de la naturaleza divina"

Sermón 39
En las Sagradas Luminarias, 14-16. 20
San Gregorio Nacianceno
Obispo

Cristo es iluminado: dejémonos iluminar junto con Él; Cristo se hace bautizar: descendamos al mismo tiempo que Él, para ascender con Él.

Juan está bautizando, y Cristo se acerca; tal vez para santificar al mismo por quien va a ser bautizado; y sin duda para sepultar en las aguas a todo el viejo Adán, santificando el Jordán antes de nosotros y por nuestra causa; y así, el Señor, que era espíritu y carne, nos consagra mediante el Espíritu y el agua.

Juan se niega, Jesús insiste. Entonces: Soy yo el que necesito que Tú me bautices, le dice la lámpara al Sol, la voz a la Palabra, el amigo al Esposo, el mayor entre los nacidos de mujer al Primogénito de toda la creación, él había saltado de júbilo en el seno materno al que había sido ya adorado cuando estaba en él, el que era y habría de ser precursor al que se había manifestado y se manifestará. Soy yo el que necesito que Tú me bautices; y podría haber añadido: "Por tu causa". Pues sabía muy bien que habría de ser bautizado con el martirio; o que, como a Pedro, no sólo le lavarían los pies.

Pero Jesús, por su parte, asciende también de las aguas; se lleva consigo hacia lo alto al mundo, y mira cómo se abren de par en par los cielos que Adán había hecho que se cerraran para sí y para su posteridad, del mismo modo que se había cerrado el paraíso con la espada de fuego.

También el Espíritu da testimonio de la divinidad, acudiendo en favor de quien es su semejante; y la voz desciende del cielo, pues del cielo procede precisamente Aquel de quien se daba testimonio; del mismo modo que la paloma, aparecida en forma visible, honra el cuerpo de Cristo, que por deificación era también Dios. Así también, muchos siglos antes, la paloma había anunciado el diluvio.

Honremos hoy nosotros, por nuestra parte, el Bautismo de Cristo, y celebremos con toda honestidad su fiesta. Ojalá que estéis ya purificados, y os purifiquéis de nuevo. Nada hay que agrade tanto a Dios como el arrepentimiento y la salvación del hombre, en cuyo beneficio se han pronunciado todas las palabras y revelado todos los misterios; para que, como astros en el firmamento, os convirtáis en una fuerza vivificadora para el resto de los hombres; y los esplendores de aquella luz que brilla en el cielo os haga resplandecer, como lumbreras perfectas, junto a su inmensa luz, iluminados con más pureza y claridad por la Trinidad, cuyo único rayo, brotado de la única Deidad, habéis recibido inicialmente en Cristo Jesús, Señor nuestro, a quien le sean dados la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

Oración

Dios todopoderoso y eterno, que en el Bautismo de Cristo, en el Jordán, quisiste revelar solemnemente que Él era Tu Hijo amado enviándole Tu Espíritu Santo, concede a tus hijos de adopción, renacidos del agua y del Espíritu Santo, perseverar siempre en tu benevolencia. Por nuestro Señor Jesucristo.



Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG:

Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:

Fuente - Texto tomado de FRANCISCANOS.ORG:
http://www.franciscanos.org/oracion/rosario16.htm