jueves, 16 de noviembre de 2017

Santa Isabel de Hungría - Viuda (1207 - 1231) - Fiesta Noviembre 17


Santa Isabel de Hungría
Princesa de Hungría y Duquesa de Turingia
Su padre, el rey Andrés II de Hungría, primo del emperador de Alemania, la había prometido por esposa a Luis, hijo de los duques de Turingia, cuando sólo tenía 11 años.

Isabel, princesa de Hungría y duquesa de Turingia, a los 15 años fue dada en matrimonio por su padre el Rey de Hungría al Príncipe Luis VI de Turingia, el matrimonio tuvo tres hijos. Se amaban tan intensamente que ella llegó a exclamar un día:
"Dios mío, si a mi esposo lo amo tantísimo, ¿cuánto más debiera amarte a Ti?"
Su esposo aceptaba de buen modo las santas exageraciones que Isabel tenía en repartir a los pobres cuanto encontraba en la casa. Él respondía a los que criticaban:
"Cuanto más demos nosotros a los pobres, más nos dará Dios a nosotros"

A pesar de que el matrimonio fue arreglado por los padres, fue un matrimonio vivido en el amor y una feliz conjunción entre la ascética cristiana y la felicidad humana, entre la diadema real y la aureola de santidad. La joven duquesa, con su austeridad característica, despertando el enojo de la suegra y de la cuñada al no querer acudir a la Iglesia, adornada con los preciosos collares de su rango:
"¿Cómo podría -dijo cándidamente- llevar una corona tan preciosa ante un Rey coronado de espinas?"
Sólo su esposo, tiernamente enamorado de ella, quiso demostrarse digno de una criatura tan bella en el rostro y en el alma y tomó por lema en su escudo, tres palabras que expresaron de modo concreto el programa de su vida pública:
"Piedad, Pureza, Justicia"
Una vez se encontró un leproso abandonado en el camino, y no teniendo otro sitio en dónde colocarlo por el momento, lo acostó en la cama de su marido que estaba ausente. Llegó éste inesperadamente y le contaron el caso. Se fue furioso a regañarla, pero al llegar a la habitación, vio en su cama, no el leproso sino un hermoso crucifijo ensangrentado.




Recordó entonces que Jesús premia nuestros actos de caridad para con los pobres como hechos a Él mismo. Juntos crecieron en la recíproca donación, animados y apoyados por la convicción de que su amor y la felicidad que resultaba de él eran un don sacramental:
"Si yo amo tanto a una criatura mortal -le confiaba la joven duquesa a una de sus sirvientes y amiga- ¿cómo debería amar al Señor inmortal, dueño de mi alma?"
A sus 15 años Isabel tuvo a su primogénito, a los 17 una niña y a los 20 otra niña. Cuando apenas tenía 20 años y con su hijo menor recién nacido, su esposo, un cruzado, murió en un viaje a defender Tierra Santa. Isabel casi se desespera al oír la noticia, pero luego se resignó y aceptó la voluntad de Dios. Rechazó varias ofertas de matrimonio y se decidió entonces a vivir en la pobreza y dedicarse al servicio de los más pobres y desamparados.

Cuando apenas hacía tres semanas había perdido a su esposo, muerto en una cruzada a la que se había unido con entusiasmo juvenil. Cuando quedó viuda, estallaron las animosidades reprimidas de sus cuñados que no soportaban su generosidad para con los pobres.


El sucesor de su marido la desterró del castillo de Wartemburg y tuvo que huir con sus tres hijos, desprovistos de toda ayuda material. Ella, que cada día daba de comer a 900 pobres en el castillo, ahora no tenía quién le diera para el desayuno. Pero confiaba totalmente en Dios y sabía que nunca la abandonaría, ni a sus hijos. Finalmente algunos familiares la recibieron en su casa, y más tarde el Rey de Hungría consiguió que le devolvieran los bienes que le pertenecían como viuda, y con ellos construyó un gran hospital para pobres, y ayudó a muchas familias necesitadas.

Un día, cuando todavía era princesa, fue al templo vestida con los más exquisitos lujos, pero al ver una imagen de Jesús crucificado pensó:
"¿Jesús en la Cruz despojado de todo y coronado de espinas, y yo con corona de oro y vestidos lujosos?"
Nunca más volvió con vestidos lujosos al templo de Dios.


Un Viernes Santo, después de la ceremonia, cuando ya habían desvestido los altares en la iglesia, se arrodilló ante uno y delante de varios religiosos hizo voto de renuncia de todos sus bienes y voto de pobreza, como San Francisco de Asís, y consagró su vida al servicio de los más pobres y desamparados. 

Cambió sus vestidos de princesa por un simple hábito de hermana franciscana, de tela burda y ordinaria, y los últimos cuatro años de su vida (de los 20 hasta los 24 años), se dedicó a atender a los pobres enfermos del hospital que había fundado. Se propuso recorrer calles y campos pidiendo limosna para sus pobres, y vestía como las mujeres más pobres del campo. Vivía en una humilde choza junto al hospital. Tejía y hasta pescaba, con tal de obtener con qué comprarles medicinas a los enfermos.

Tenía un director espiritual que para ayudarla en su camino a la santidad, la trataba duramente. Ella exclamaba:
"Dios mío, si a este sacerdote le tengo tanto temor, ¿cuánto más te debería temer a Ti, si desobedezco tus mandamientos?"
El pueblo la llamaba "la mamacita buena". Uno de los sacerdotes de aquella época escribió:
"Afirmo delante de Dios que raramente he visto una mujer de una actividad tan intensa, unida a una vida de oración y de contemplación tan elevada"
Algunos religiosos franciscanos que la dirigían en su vida de total pobreza, afirman que varias veces, cuando ella regresaba de sus horas de oración, la vieron rodeada de resplandores y que sus ojos brillaban como luces muy resplandecientes. El mismo emperador Federico II afirmó:
"La venerable Isabel, tan amada de Dios, iluminó las tinieblas de este mundo como una estrella luminosa en la noche oscura"
Cuando apenas cumplía 24 años, el 17 de noviembre del año 1231, pasó de esta vida a la eternidad. A sus funerales asistieron el emperador Federico II y una multitud tan grande formada por gentes de diversos países y de todas las clases sociales, que los asistentes decían que no se había visto ni quizá se volvería a ver en Alemania un entierro tan concurrido y fervoroso como el de Isabel de Hungría, la patrona de los pobres.

Una Historia

No faltó quien acusó a la princesa ante el propio duque de estar dilapilando los caudales públicos y dejar exhaustos los graneros y almacenes. El margrave Luis quería a su esposa con delirio, pero no pudo resistir, sin duda, el acoso de sus intendentes y les pidió una prueba de su acusación.


"Espera un poco -le dijeron- y verás salir a la señora con la faltriquera llena"
Efectivamente, poco tuvo que esperar el duque para ver a su mujer que salía, como a hurtadillas de palacio cerrando cautelosamente la puerta. Violentamente la detuvo y le preguntó con dureza:
¿Qué llevas en la falda?
Nada..., son rosas -contestó Isabel tratando de disculparse, sin recordar que estaba en pleno invierno-
Y, al extender el delantal, rosas eran y no mendrugos de pan lo que Isabel llevaba, porque el Señor quiso salir fiador de la palabra de su sierva.

Milagros

El mismo día de la muerte de la santa, a un hermano lego se le destrozó un brazo en un accidente y estaba en cama sufriendo terribles dolores. De pronto vio aparecer a Isabel en su habitación, vestida con trajes hermosísimos. Él dijo:
"¿Señora, usted que siempre ha vestido trajes tan pobres, por qué ahora tan hermosamente vestida?"
Y ella sonriente le dijo:
"Es que voy para la gloria. Acabo de morir para la tierra. Estire su brazo que ya ha quedado curado"
El paciente estiró el brazo que tenía totalmente destrozado, y la curación fue completa e instantánea.

Dos días después de su entierro, llegó al sepulcro de la santa un monje cisterciense el cual desde hacía varios años sufría un terrible dolor al corazón y ningún médico había logrado aliviarle de su dolencia. Se arrodilló por un buen rato a rezar junto a la tumba de la santa, y de un momento a otro quedó completamente curado de su dolor y de su enfermedad.

Estos milagros y muchos más, movieron al Papa Gregorio IX a declararla santa, cuando apenas habían pasado cuatro años de su muerte.

Santa Isabel de Hungría es patrona de la Arquidiócesis de Bogotá.

Oración

Oh Dios misericordioso, 
alumbra los corazones de tus fieles;
y por las súplicas gloriosas de Santa Isabel,
haz que despreciemos las prosperidades 
mundanales, y gocemos siempre
de la celestial consolación.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

Fuente - Texto tomado de EWTN:

Yo Soy Jesucristo


Cuando en las horas de íntimo vacío, el desaliento te invada el alma y las lágrimas afloren a tus ojos, búscame:
YO SOY AQUEL, que sabe sofocarte el llanto y enjugarte las lágrimas
Cuando te juzgues incomprendido por los que te rodean, y veas que sólo hay indiferencia en tu entorno, acércate a Mí:
YO SOY LA LUZ: bajo sus rayos se clarifica la limpieza de tus intenciones y la nobleza de tus sentimientos
Cuando se te deprima el ánimo para hacer frente a las viscisitudes de la vida, y te sientas ante la inminencia del desfallecimiento, llámame:
YO SOY LA FUERZA; capaz de remover las piedras de tu camino y de hacerte sobreponer a los avatares del mundo
Cuando te azoten, despiadados, los vendavales, y ya no sepas dónde reclinar la cabeza, corre hacia Mí:

YO SOY EL REFUGIO: en cuyo seno podrás guarecer tu cuerpo y tranquilizar tu espíritu
Cuando te falte la calma, en los momentos de mayor abatimiento y te consideres incapaz de conservar tu serenidad de espíritu, llámame:
YO SOY LA PACIENCIA; que te hace superar los trances más dolorosos y vencer las situaciones más difíciles
Cuando te debatas en los paroxismos del dolor y tengas el alma ulcerada por los abrojos, grítame:
YO SOY LA SINCERIDAD; que sabe corresponder a la franqueza de tus actitudes y a la altura de tus ideales
Cuando la tristeza y la melancolía te pudran el corazón y todo te aburra, pregunta por Mí:

YO SOY LA ALEGRÍA, que te infunde un aliento nuevo y te hace conocer los encuentros de tu mundo interior
Cuando uno tras otro se te mueran los ideales más bellos y te sientas en la cima de la desesperación, aférrate a Mí:
YO SOY LA ESPERANZA; que te robustece la fe y te enciende los sueños
Cuando la impiedad rehúse revelarte ternura, y experimentes la dureza del corazón humano, búscame:
YO SOY EL PERDÓN: que te levanta el ánimo, y potencia la rehabilitación de tu espíritu
Cuando dudes de todo, hasta de tus propias convicciones y el escepticismo te avasalle el alma, recurre a Mí:

YO SOY LA FE, que te inunda de luz el entendimiento y te capacita para la conquista de la felicidad
Cuando ya no experimentes la sublimidad de un afecto tierno y sincero y te desilusiones de los sentimientos de tus semejantes, acércate a Mí:
YO SOY LA RENUNCIA, que te enseña a olvidar las ingratitudes de los hombres y a superar las incomprensiones del mundo
Y, en fin, cuando quieras saber quién soy, pregunta al riachuelo que murmura y al pájaro que canta, a la flor que se abre y a la estrella que parpadea, al muchacho que espera y al anciano que vive de recuerdos.
Me llamo AMOR, el remedio para todos los males que te atormentan el espíritu.
¡YO SOY JESUCRISTO!

JUAN ALVES BATISTA

Vaticano no conmemoró con un sello los 100 años de la Virgen de Fátima: ¿prefirió al hereje Martín Lutero?

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En torno a Lutero: ¿Celebración, conmemoración?

¿El camino para acercar a muchos pecadores a la Iglesia, a Cristo, es el de «revalorizar a Judas»? Ni conmemoración, ni celebración alguna. Penitencia, y petición de perdón al Señor por todo el daño ocasionado en estos 500 años.

Por: P. Ernesto Juliá | Fuente: ReligionConfidencial.com 

Martín Lutero

El Prior General de la Orden de san Agustín ha escrito una «Carta a las Hermanas y Hermanos de la Orden», con motivo de los 500 años de la así mal llamada «reforma luterana», en la que con una claridad meridiana, señala unas buenas luces para orientarse en el desconcierto que se ha originado en torno a ese acontecimiento:

«Sola Scriptura, sola gratia, sola fide. Las consecuencias de la percepción luterana llevan a la negación del libre albedrío, a la innovación dogmática de los sacramentos, al rechazo de la misa como sacrificio, a la negación del sacerdocio ministerial, a la demolición del magisterio y de la jerarquía eclesiástica, a la demonización del papado. Sin embargo, Lutero se muestra sorprendentemente servil a los príncipes protestantes y se manifiesta un apasionado defensor del legítimo orden social y político, incluso a un alto precio. Su postura en la Guerra de los Campesinos (1524-1525) nos ofrece buena muestra de ellos y constituye uno de los rasgos más discutido del reformador».

Y en unos párrafos anteriores subraya: «Lutero no solo abandonó la Orden, sino que abominó de la vida religiosa con todas sus fuerzas, rechazó las prácticas ascéticas y de piedad, el rezo del breviario y otras obligaciones, modificó radicalmente la teología sacramentaria, condenó los votos y promovió el abandono (en algunos casos incluso con violencia, añado yo) y la fuga masiva de los consagrados. El daño causado a la Orden y a la vida religiosa en Alemania fue enorme».

En un artículo reciente en «La Nuova Bussola Quotidiana», el card. Gerhad L. Müller se lamenta de la confusión que se está originando en diversos ámbitos, también eclesiásticos, en torno a Lutero. Y subraya con toda claridad, por si todavía fuera preciso aclararlo, que lo que hizo Lutero no fue, en absoluto, una reforma; fue una destrucción, una «revolución» y que, por lo tanto, no tiene ningún sentido afirmar, como alguno por desgracia ha hecho, que Lutero «fue un acontecimiento del Espíritu Santo»:

«Lutero ha negado la Eucaristía; el carácter de sacrificio del sacramento, y ha negado la real conversión de la sustancia del pan y del vino en la sustancia del Cuerpo y de la Sangre de Cristo. Además, ha definido el orden Episcopal, sacramento del Orden, una invención del Papa».

«Es inaceptable afirmar que la reforma de Lutero fue un acontecimiento del Espíritu Santo. Al contrario, fue contra el Espíritu Santo».

Nadie niega que Lutero promovió el acercamiento del pueblo fiel a la Sagrada Escritura, que desde entonces las versiones del Evangelio a las lenguas habladas en todos los países, que se había comenzado a hacer casi 100 años antes se multiplicaron.

Como parte de ese desconcierto ante lo que se dice aquí y allá -quizá con muy buena voluntad de salvar barreras- señalo sencillamente unas frases que he encontrado recientemente en las páginas de un buen semanario católico.

Se habla de «luteranos que empiezan a volver a la piedad eucarística». Los luteranos que llegan a tener fe en la presencia real y sacramental de Cristo en la Eucaristía, se unen a la Iglesia. Ya lo han hecho varios grupos, y seguirán haciéndolo. Al cabo de algún tiempo de comenzar la revuelta, ni Lutero ni Calvino, ni Zwinglio, ni los que les han seguido han creído en esa «Presencia sacramental». Para ellos, a lo más era un «recuerdo de la cena del Señor»; un gesto que «significa una cierta presencia de Jesús en el pan consagrado». O sea, si unimos esto a la destrucción del sacerdocio, ese «pan consagrado» no es apenas algo más que un «pan bendito» Cristo no está allí «realmente presente con su Cuerpo, con su Sangre, con su Alma, con su Divinidad». No hay ninguna Eucaristía. Que ese movimiento luterano actúa hacia una mayor veneración del pan consagrado; bendito sea. Rezamos para que clamen al Señor y les conceda la Fe en la Eucaristía.

El prior de los Agustinos, después de afirmar que para Lutero «no es posible la retractación porque no asume la posibilidad de equivocación o de error», añade: «Es significativa su fijación en la figura del papa, que va evolucionando desde el acatamiento reverente hasta la animadversión y aborrecimiento, hasta desembocar en el odio de sus últimos años. Son verdaderamente tristes sus exagerados insultos y agresiones a la Iglesia de Roma (papista, según su particular terminología). Leer esos textos nos llena de dolor». Le llegó a llamar, incluso, «anticristo».

En el semanario se habla de una especie de peregrinación que lleva por título: «Con Lutero a casa del Papa». Quizá les podría iluminar más el camino, si dijesen «Volvamos a la casa del Papa»; y dejar a Lutero en la tumba.

Y por último, para no hacer demasiado largas estas líneas, en un artículo de Roma, se insinúa que en este 500 aniversario del cisma herético -esa es la palabra, aunque él no lo dice, y parece que hoy se ha borrado del diccionario- sería oportuno avanzar en el diálogo con los protestantes, haciendo entre otras cosas: «revalorizar a los grandes personajes en la historia de la Iglesia, como Lutero», como si Lutero hubiese predicado la «verdad».

¿El camino para acercar a muchos pecadores a la Iglesia, a Cristo, es el de «revalorizar a Judas»?

Ni conmemoración, ni celebración alguna. Penitencia, y petición de perdón al Señor por todo el daño ocasionado en estos 500 años. Y oraciones. Yo uno las mías a las de toda la Iglesia pidiendo al Espíritu Santo que mueva el corazón de muchos protestantes, que ya han corregido los errores y las desviaciones dogmáticas y morales de Lutero, para que acojan todo el tesoro de Fe y de Tradición de la Iglesia Católica, y podamos así vivir en la unidad querida por el Fundador de la Iglesia, Nuestro Señor Jesucristo.




INFOVATICANA

El Vaticano publica un sello con los herejes Lutero y Melanchton al pie de la Cruz


31 de octubre de 2017


El Vaticano anunció hoy que emitirá un sello postal especial que representa a Lutero al pie de la Cruz, para conmemorar el 500 aniversario de la Reforma Protestante

Según informa InfoCatólica, el sello postal de 1 euro emitido por la Oficina Filatélica de la Santa Sede muestra en primer plano a Jesús Crucificado, y en el fondo «una vista dorada e intemporal de la ciudad de Wittenberg», según la descripción del Vaticano.

Y añade:

«Con una disposición penitencial, arrodillándose respectivamente a la izquierda y derecha de la cruz, Martín Lutero tiene la Biblia, fuente y destino de su doctrina, mientras que Felipe Melanchthon, teólogo y amigo de Martín Lutero, y uno de los principales protagonistas de la reforma, sostiene en la mano la Confesión de Augsburgo (Confessio Augustana), la primera presentación pública oficial de los principios del protestantismo escritos por él».




El Vaticano de Bergoglio celebra la Revuelta Protestante con un sello


31 de octubre de 2017 - 11:59 a.m.

Por RORATE CÆLI

Esto es asqueroso. Ni siquiera fingen que sea una celebración verdadera de Lutero, tal y como deja claro la reproducción de la imagen hagiográfica de Lutero y Melanchton.


Es la misma jerarquía que expulsa de la catedral de Bruselas a unos pocos jóvenes por rezar el Santo Rosario delante de un pastor luterano, al considerarlo “agresiones” que “ofenden” a los herejes.


Fuente - Textos tomados de:

ES.CATHOLIC.NET:
http://es.catholic.net/op/articulos/67260/en-torno-a-lutero-celebracion-conmemoracion

INFOVATICANA.COM:
https://infovaticana.com/2017/10/31/vaticano-publica-sello-los-herejes-lutero-melanchton-al-pie-la-cruz/

ADELANTELAFE.COM:
http://adelantelafe.com/vaticano-bergoglio-celebra-la-revuelta-protestante-sello/?utm_content=buffera8d85&utm_medium=social&utm_source=facebook.com&utm_campaign=buffer