domingo, 5 de noviembre de 2017

Beata Cristina de Stommeln - Mística y Estigmatizada (Año 1312) - Fiesta Noviembre 6



Beata Cristina de Stommeln
(† 6 de noviembre de 1312)

El jesuita francés A. F. Poulain († 1919), en su gran obra sobre la mística Des grâces d’Oraison (10a. ed., París, 1922), afirmó:
“Una gracia extraordinaria concedida por Dios, (casi siempre) está acompañada por una intervención extraordinaria del diablo. La tierra es el campo de batalla. Los dos ejércitos, el de los espíritus buenos y el de los malos, luchan frente a frente por las mismas almas”
¡Y de qué manera, como casi nunca se encuentra en la vida de otros hombres místicamente dotados está justificada esta afirmación al estudiar la vida de la Beata Cristina de Stommeln! En ella es posible sentir el luchar fragoroso de los Ángeles buenos y de los caídos (con el diablo a la cabeza), desde su infancia hasta su muerte, a los 70 años de edad, como testimoniaba después de intensas observaciones el dominico Pedro de Dacia, erudito contemporáneo suyo († 1289).

Cristina nació en 1242 en Stommeln (entre Colonia y Neuss), hija del labrador Enrique Bruso y su esposa Hilla. Desde muy temprana edad se distinguió por una religiosidad especial:

Cuando contaba sólo con seis años fue honrada con una primera aparición; a los siete experimentó una visión en la que era conducida por un Ángel hasta el paraíso, donde observó los misterios celestiales y fue colmada de una alegría inexpresable. Con nueve años de edad fue presentada en espíritu por un Ángel tres noches consecutivas ante la presencia de la Santísima Virgen María; la Madre de Dios le decía a la niña:
¡Alégrate, hija carísima, y goza, porque serás la novia y amiga de mi Hijo muy amado!”
Cuando Cristina cumplió 10 años se le apareció una noche el Señor:
“Hija muy amada, ve, soy Jesucristo. ¡Prométeme fidelidad, es decir, que me servirás para siempre! Si alguien pidiera tu mano, ¡dile que ya te comprometiste al mismo Jesucristo en sus manos!”

El Señor tomó su mano derecha y, colocándola en la suya, le decía:
“¡Con las beguinos debes quedarte!”
A partir de entonces, Cristina cavilaba la manera de llegar a las beguinos, un tipo especial de vírgenes y viudas piadosas que vivían en comunidad, pero sin votos religiosos propios, en los llamados “corrales de las beguinos”. Cuando supo que también existían beguinos en Colonia, se trasladó a esta ciudad, sin el conocimiento paterno; tenía 13 años. Fue recibida bondadosamente en este corral, fundado en 1230; sin embargo, como había salido de su casa en contra de la voluntad de sus padres, éstos no le prestaban ayuda, por lo que hubo de vivir en Colonia en la más extrema pobreza (cada beguino debía cuidar de su propio sustento). En esta comunidad comenzó Cristina a sufrir los acosos y persecuciones del diablo. El padre H. Wilms OP escribe en su Historia de las dominicas alemanas:

Cristina de Stommeln se halla dignamente en su brillo puro de virtud al lado de las mujeres más nobles que embellecen nuestros altares. Recibió muchas consolaciones, al igual que las místicas más excelsas; pero es propio de ella que padeciera una persecución brutal de parte del diablo. Dios prepara a sus amigos pruebas especiales, pero éstas no son para todos iguales. Algunos son perseguidos y ofendidos de forma cruel por los hombres; otros soportan tentaciones interiores, desiertos y arideces del espíritu; tampoco Cristina de Stommeln se libró de estos sufrimientos.

Las beguinos en Colonia, y después en Stommeln, contribuyeron en parte a los sufrimientos de esta virgen noble. Sequedad del espíritu y soledad interior no le eran desconocidas, pero mucho más tuvo que sufrir del enemigo maligno, quien la perseguía y torturaba de una manera que puede resultarnos hoy incomprensible. Su biógrafo sueco, el erudito Pedro de Dacia, explicó, según las exigencias más severas de la ciencia, que en este caso se trató realmente de ataques diabólicos.

Los relatos que tenemos a la vista son creíbles, porque fueron escritos en el tiempo de la beata Cristina de Stommeln por aquellas personas que presenciaron los acontecimientos o los escucharon de testigos oculares. Tanto estos testigos como los redactores son hombres dignos de honra y bien instruidos que merecen nuestra fe. Esto vale ante todo para el director espiritual de Cristina, Pedro de Dacia, religioso de vida santa que obtuvo en su provincia los ministerios de mayor confianza de la orden. Las informaciones ciertas que poseemos de Cristina de Stommeln las debemos a sus noticias y sugerencias.

De las torturas diabólicas a las cuales era sometida Cristina de Stommeln pueden constatarse más claramente los maltratos físicos; era arrastrada por un poder invisible de sus cabellos, quemada con piedras ardientes, golpeada con varas, flagelada con azotes, manchada con lodo; por el mismo poder invisible le fueron arrancados los dientes, perforados los pies, maltratado todo el cuerpo. Los testigos veían los efectos. Quedaron huellas visibles. Frecuentemente, las torturas tuvieron un carácter visionario. Fueron causadas por imágenes de terror que influyeron vivamente su fantasía. El sufrimiento se realizó, entonces, en el interior de la paciente beata. En ocasiones, sus sentidos exteriores percibieron imágenes engañosas.


Ciertamente era un sufrimiento expiatorio por otros el que esta mujer místicamente agraciada sufrió y aceptó con las beguinos, primero en Colonia y después en su patria Stommeln, hasta el año 1288. Por otra parte, experimentó también numerosas gracias elevadas y consoladoras que se le concedieron: además de la estigmatización, recibió, por ejemplo, comuniones extáticas, conocimientos profundos de la Sagrada Escritura y el don de poder ver en el interior de los corazones. Gracias a estas luchas, sufrimientos y pruebas, Cristina fortaleció sus virtudes ejemplares, como afirma el padre Pedro Dacia:

Tuve la ocasión de observar sus costumbres y comportamiento, examinarlos y someterlos a juicios profundos, como ya antes observé sobre su paciencia y humildad. Y aunque durante sus estados acontecieron algunas cosas imposibles de captar y explicar por la inteligencia humana normal, lo que según mi parecer le otorga el carácter de sobrenatural y maravilloso, al menos observé que poseía una serenidad admirable, ejercitaba una castidad increíble y desarrolló una gran amabilidad unida con decencia, una alegría en el temor de Dios; poseía, además, humildad y alegría en las humillaciones. Hablaba poco y siempre de manera edificante y, cuando se le preguntaba sobre algo respondía con modestia. A veces hablaba alegremente, pero nunca una palabra vacía. Usaba un hábito religioso sin ningún adorno innecesario. En su conducta había algo virtuoso que a todos los que la vieron o trataron alegraba.

En 1288 terminaron los sufrimientos expiatorios que soportó principalmente por la conversión de los pecadores y por las almas del purgatorio; a partir de entonces, Cristina vivió todavía retirada y llena de paz en Stommeln, donde murió en gracia el 6 de noviembre de 1312 a la edad de 70 años. El Papa Pío X reconoció expresamente, después de un profundo examen, el 11 de agosto de 1908 la veneración de esta mujer estigmatizada que experimentó la lucha entre los Ángeles buenos y los ángeles caídos en su propia persona, en cuerpo y alma.

Fuente - Texto tomado de RELIGIONES.CO:

13 cosas que talvés no sabías del diablo y sus demonios: exorcista Fortea


REDACCIÓN CENTRAL, 30 de octubre de 2015 / 07:03 p.m. (ACI).

El reconocido exorcista P. José Antonio Fortea en su “Summa Daemoniaca” menciona un gran conjunto de cuestiones relativas al demonio que es importante que todo cristiano lo tome en cuenta para el combate espiritual por alcanzar el cielo.


13 cosas que talvés no sabías
del diablo y sus demonios

1.- El enemigo tiene varios nombres


En el Antiguo Testamento se le llama “Satán” que significaría “adversario, enemigo, opositor”. Así mismo, en el Nuevo Testamento se le nombra como “Diablo”, que viene del verbo griego “diaballo” (acusar). En cambio la palabra demonio, del griego “daimon” (genio), es usado para designar a seres espirituales malignos.

Lucifer es un nombre que no está en las Sagradas Escrituras y que significa “estrella de la mañana” o “el que lleva la luz”. Lo cual “recuerda la pena tan grande que es que siendo tan bello, cayera”, indica el P, Fortea. Sin embargo, el presbítero sigue la misma idea de otro renombrado exorcista, P. Gabriele Amorth, quien considera que Lucifer es el nombre propio del segundo demonio en importancia en la jerarquía demoníaca.

2.- La gran prueba



Todos los ángeles al ser creados por Dios, sabían que Él era su creador, pero pasaron por una prueba “antes de la visión de la esencia de la Divinidad”. A modo de comparación, el sacerdote explica que sería como decir que “veían a Dios como una luz, que le oían como una voz majestuosa y santa, pero que su rostro seguía sin desvelarse”.

“En esa prueba unos obedecieron, otros desobedecieron. Los que desobedecieron de forma irreversible se transformaron en demonios. Ellos mismos se transformaron en lo que son. Nadie les hizo así”.

3.- La batalla en el cielo fue intelectual



Al respecto, el exorcista indica que los ángeles desobedientes empezaron a odiar a Dios y a verlo como una cadena que oprimía su libertad. La batalla entre Miguel y Lucifer, cada uno con sus ángeles, no fue con armas, ya que no tienen cuerpo, “las únicas armas que pueden blandir son los argumentos intelectuales”, explica.

“Unos se hicieron más soberbios, otros no tanto. Cada ángel rebelde fue deformándose más y más, cada uno en unos pecados específicos. Así como, por el contrario, los ángeles fieles se fueron santificando progresivamente. Unos ángeles se santificaron más en una virtud otros en otra… los ángeles fueron admitidos a la presencia divina, y a los demonios se les dejó que se alejaran”.

4.- La razón de su rebeldía



Sólo en este punto se toma como referencia el libro “Historia del Mundo Angélico”, también del P. Fortea. Allí sugiere, a modo de novela, que la prueba por la que habrían pasado los ángeles es la revelación que les hizo Dios sobre crear el mundo material con la humanidad, que Él se haría hombre para salvar a los pecadores y que nacería de una mujer, la cual sería la reina de los ángeles.

Lucifer no pudo soportar esta idea, creía que él debería engendrarlo al ser la “obra maestra” del Creador. Más adelante con otros ángeles acusaron que Dios estaba equivocado y se rebelaron por completo. Los ángeles que acataron la voluntad de Dios se postraron a adorar a su creador, aún sin ver todavía su esencia. Mientras que los rebeldes se alejaron del amor de Dios.

5.- Son seres espirituales



“Un demonio es un ser espiritual de naturaleza angélica condenado eternamente”. Es decir, no tienen cuerpo, no sienten inclinación a ningún pecado que se cometa con el cuerpo, pero pueden tentar a los hombres a pecar en esas materias. Comprenden esos pecados de un modo meramente intelectual y sus faltas son sólo espirituales.

En este sentido el exorcista precisa que Satán “sigue siendo un bellísimo ángel en su naturaleza, aunque repugnante en su aspecto moral… Su ser personal se ha deformado, pero su naturaleza permanece y permanecerá intacta haga lo que haga. Dado que ambas cosas son inseparables, él auténticamente es un monstruo, un ser deforme, alguien que produce repugnancia y aversión”.

6.- Entre los demonios también hay tiempo



Su tiempo no es material como el de los humanos, sino que es un tiempo propio de los espíritus, que es llamado “evo” (“aevum” en latín) y que es la sucesión de actos de entendimiento y voluntad en un ser espiritual.

El Creador, en cambio, vive en un eterno presente. “Sólo en Él no hay sucesión de tiempo de ninguna clase. En Él no ha transcurrido nunca ni un solo segundo, ni un solo antes ni después. La eternidad de Dios es cualitativamente distinta de la eternidad del tiempo material (con un principio, pero sin final) y de la eternidad del evo (también con un principio, también sin final)”, puntualiza Fortea.

7.- Sufren al considerar a Dios



Cada ángel caído “en el conocer encuentra placer, pero también sufrimiento. Sufre cada vez que ese conocimiento le lleva a considerar a Dios. Y el demonio percibe continuamente el orden y la gloria del Creador en todas las cosas. Hasta en las cosas aparentemente más neutras, él encuentra el reflejo y el recuerdo de los atributos divinos”.

Sin embargo, el exorcista plantea que “el demonio no está siempre en cada instante sufriendo. Muchas veces simplemente piensa. Sólo sufre en ciertos momentos, cuando se acuerda de Dios, cuando se vuelve a hacer consciente de su miserable estado, de su separación de Dios”.

8.- No conocen el futuro, ni pueden leer los pensamientos



Los demonios no ven el futuro, pero con su inteligencia muy superior a la del ser humano pueden deducir por sus causas algunas cosas que sucederán. No saben lo que uno decidirá porque “la libertad humana es el gran factor de indeterminación en sus previsiones”, sostiene el P. Fortea.

“Los demonios pueden tentarnos pero no pueden leer nuestros pensamientos. Aunque dada su gran inteligencia pueden conjeturar lo que pensamos. Al ser seres más inteligentes que nosotros, deducen muchas más cosas y con más seguridad con muy pocos signos externos que lo que deduciríamos nosotros. Pero siempre hay que recordar que ellos están fuera de nuestra alma, sólo Dios puede leer nuestra alma”.

9.- Cuidado con las tentaciones


“El demonio nos puede introducir pensamientos, imágenes o recuerdos, pero no puede introducirse en nuestra voluntad. Podemos ser tentados, pero al final hacemos lo que queremos. Ni todos los poderes del infierno pueden forzar a alguien a cometer ni el más pequeño pecado”, sostiene el sacerdote.

De igual manera puntualiza que “si uno es tentado y ora, la tentación desaparece. Es incompatible la tentación con la oración. La oración crea primero una barrera contra la tentación, pues nuestra voluntad y nuestra inteligencia se centran en Dios. Y si insistimos un poco más, el demonio no puede resistirla y huye”.

10.- Odian más a los ascetas



El exorcista Fortea afirma con seguridad que de todos los cristianos que están en la Iglesia, al que más odia el demonio es al que se dedica a la ascesis (disciplina, ayuno, meditación, oración, sacrificios, etc. para alcanzar la virtud).

“El demonio odia mucho más al asceta que a la jerarquía eclesiástica o a los mismos exorcistas. El exorcista expulsa a uno, dos, una docena de demonios... El hombre que se mortifica, quebranta de un modo mucho más poderoso la influencia demoníaca en este mundo por el mero hecho de sobrellevar sobre su cuerpo y su espíritu la pasión cotidiana de su vida crucificada”.

11.- El significado de la cruz para los demonios



El presbítero describe que “todos y cada uno de los demonios estaban allí, rodeando la Cruz, contemplando con delectación su triunfo”. No obstante, ellos no podían imaginar que era la mayor victoria del Reino de los Cielos que los dejó “sin habla” con la Resurrección.

“Dios Padre no había perdonado la Pasión ni a su mismo Hijo… La Pasión en la Cruz suponía la prueba palpable de que la Justicia Divina no era trasgredida en vano. Fue en ese momento cuando se hicieron plenamente conscientes todos los demonios de que su condenación no tendría indulto alguno por los siglos de los siglos”.

“Por eso ellos de estar contemplando la Cruz con la alegría de su victoria maligna, pasaron a entender que para ellos sería para siempre el recuerdo terrible de la Justicia Divina. Y por eso por encima de todo, los demonios odian la imagen de la cruz, más que la imagen de la Santísima Virgen María o la imagen de cualquier otro santo o la representación de otro misterio sagrado”.

12.- Los objetos que atormentan a los demonios



“La Iglesia con el poder que ha recibido de Cristo puede unir un efecto espiritual a un objeto”, explica el P. Fortea. Cuenta que en una ocasión no había agua durante un exorcismo y bendijo el contenido de una botella de limonada, pero el efecto que producía era mucho menor.

“Al cabo de unos minutos ordené en el nombre de Jesús al demonio que me dijera por qué era eso así. Se resistió, pero al final dijo que el agua era símbolo de pureza y limpieza. Si bien, dijo que aquel otro líquido bendito también le producía algún efecto, pero menos”.

Otros objetos que atormentan a los demonios son las reliquias de los santos y la cruz. Así mismo, las imágenes religiosas también los atormentan, más si están bendecidas, y con mayor fuerza “si en la bendición expresamente se pidió a Dios que repelieran a los demonios”.

13.- No es el 666



El exorcista afirma que identificar la figura bíblica del Anticristo con la del diablo es un error ya que el “666” que menciona el Apocalipsis es número de un ser humano. Por lo tanto es un hombre que propaga el odio, la guerra y el mal. “Nerón, Napoleón, y especialmente Hitler, son figura y bosquejo del Anticristo definitivo y perfecto”, señala.

“También nos aclara mucho la figura del Anticristo su mismo nombre ANTI-CRISTO. Es decir, se trata de la figura contraria a Cristo. Cristo era un hombre, el Anticristo también. Cristo extendió el amor, la paz, la misericordia. El Anticristo extenderá el odio, la guerra, la venganza”.

Oraciones: Contra el maleficio y todo mal - Curación Interior - Liberación - Padre Gabrielle Amorth

Oraciones contra los poderes de las tinieblas - Apéndice II - Ritual Romano de Exorcismos


Fuente - Texto tomado de ACIPRENSA.COM:

Lectura del Santo Evangelio Según San Mateo 23, 1-12


1. Entonces, dirigiendo Jesús su palabra al pueblo y a sus discípulos.

2. Les dijo:

"Los escribas, o doctores de la ley, y los fariseos, están sentados en la cátedra de Moisés.
3. Practicad, pues, y haced todo lo que os dijeren; pero no arregléis vuestra conducta por la suya, porque ellos dicen lo que se debe hacer, y no lo hacen.
4. El hecho es que van liando cargas pesadas e insoportables, y las ponen sobre los hombros de los demás, cuando ellos no quieren ni aplicar la punta de el dedo para moverlas.
5. Todas sus obras las hacen con el fin de ser vistos de los hombres; por lo mismo llevan las palabras de la ley en filacterias más anchas, y más largas las franjas u orlas de su vestido.
6. Aman también los primeros asientos en los banquetes, y las primeras sillas en las sinagogas.
7. Y el ser saludados en la plaza, y que los hombres les den el título de Maestros o Doctores.
8. Vosotros, por el contrario, no habéis de querer ser saludados maestros, porque uno sólo es vuestro Maestro, y todos vosotros sois hermanos.


9. Tampoco habéis de aficionaros a llamar a nadie sobre la tierra Padre vuestro; pues uno sólo es vuestro verdadero Padre, el cual está en los cielos.


10. Ni debéis preciaros de ser llamados maestros, porque el Cristo es vuestro único Maestro.


11. En fin, el mayor entre vosotros ha de ser ministro o criado vuestro.

12. Que quien se ensalzare será humillado, y quien se humillare será ensalzado".

Palabra de Dios,
Gloria a Ti, Señor Jesús