viernes, 29 de septiembre de 2017

No celebrar Halloween - Fiesta pagana y anticristiana - Octubre 31





Halloween significa "All hallow's eve", palabra que proviene del inglés antiguo, y que significa "Víspera de todos los santos", ya que se refiere a la noche del 31 de octubre, Víspera de la Fiesta de Todos los Santos. Sin embargo, la antigua costumbre anglosajona le ha robado su estricto sentido religioso para celebrar en su lugar la noche del terror, de las brujas y los fantasmas. Halloween marca un triste retorno al antiguo paganismo, tendencia que se ha propagado también entre los pueblos hispanos.


Origen de Halloween

Se remonta a un festival religioso de origen pagano, celebrado por los Celtas antes del Cristianismo. En sus creencias, ellos pensaban que en la noche del 31 de octubre el dios Samhain liberaba a los espíritus de los muertos, haciendo que fueran de casa en casa a visitar los parientes. Si éstos no le presentaban ofrendas, eran hechizados y castigados por los espíritus. Más tarde, los sacerdotes de este dios eran los que recogían las ofrendas y si eran satisfactorias, les dejaban una luz o linterna, en la puerta que le llamaban la "Jack-o-Lantern". Durante estas fiestas sacrificaban muchas personas al dios Celta por medio del fuego, y de acuerdo a la forma en que resultaban quemadas, pronosticaban la buena y la mala suerte.

Con la llegada del Cristianismo, todas estas fiestas paganas de muerte y destrucción fueron abolidas. Los primeros cristianos, y la misma Iglesia, hicieron frente a estas celebraciones, aunque subsistieron en las montañas del norte de Escocia. Desde el siglo VII, el Papa Bonifacio IV trasladó la Fiesta de Todos los Santos para el primero de noviembre, con la idea de cristianizar esta tradición y darle un sentido de luz a una fiesta satánica. En este día se celebran a todos aquellos que desde los primeros días del Cristianismo dieron su vida por proclamar que JESÚS ES EL SEÑOR y no ningún otro. Éste es un día para meditar en que nosotros no somos diferentes de ellos, y tenemos la obligación de proclamar el SEÑORÍO DE JESÚS sobre toda la creación.

Festividad de todos los santos



Sin embargo, para los creyentes es la Fiesta de Todos los Santos, la que verdaderamente tiene relevancia y refleja la fe en el futuro, para quienes esperan y viven según el Evangelio predicado por Jesús. El respeto a los restos mortales de quienes murieron en la fe y su recuerdo, se inscribe en la veneración de quienes han sido "templos del Espíritu Santo".

Pensándolo desde la fe

Una propuesta de temas para considerar detenidamente nuestra fe católica y la actitud que debemos tomar ante el Halloween. Ante todos estos elementos que componen hoy el Halloween, vale la pena reflexionar y hacerse las siguientes preguntas:

¿Es que, con tal que se diviertan, podemos aceptar que los niños al visitar las casas de los vecinos, exijan dulces a cambio de no hacerles un daño (estropear muros, romper huevos en las puertas, etc.)?  Respecto de la conducta de los demás, se puede leer el criterio de Nuestro Señor Jesucristo en Lc. 6,31: "Tratad a los hombres de la misma manera que quisierais que ellos os tratasen a vosotros".






¿Qué experiencia (moral o religiosa) queda en el niño que para "divertirse" ha usado disfraces de diablos, brujas, muertos, monstruos, vampiros y demás personajes relacionados principalmente con el mal y el ocultismo, sobre todo cuando la televisión y el cine identifican estos disfraces con personajes contrarios a la sana moral, a la fe y a los valores del Evangelio?  Veamos qué dice Nuestro Señor Jesucristo del mal y lo malo en Mt. 7,17: "Así es que todo árbol bueno produce buenos frutos, y todo árbol malo da frutos malos".  Mt. 6,13: "Y no nos dejes caer en la tentación; más líbranos del mal. Amén".  La palabra de Dios nos habla de esto también en 1a. Pe. 3, 8-12: "Finalmente, sed todos de un mismo corazón, compasivos, amantes de todos los hermanos, misericordiosos, modestos, humildes, no volviendo mal por mal, ni maldición por maldición, antes al contrario, bienes o bendiciones; porque a ésto sois llamados, a fin de que poseáis la herencia de la bendición celestial. Así, pues, el que de veras ama la vida, y quiere vivir días dichosos, refrene su lengua del mal, y sus labios no se desplieguen a favor de la falsedad. Desvíese del mal, y obre el bien; busque con ardor la paz y vaya en pos de ella. Pues el Señor tiene fijos sus ojos sobre los justos, y escucha propicio las súplicas de ellos, al paso que mira con ceño a los que obran mal".




¿Cómo podemos justificar como padres de una familia cristiana que nuestros hijos, el día de Halloween hagan daño a las propiedades ajenas? ¿No seríamos totalmente incongruentes con la educación que hemos venido proponiendo, en la cual se debe respetar a los demás y que las travesuras o maldades no son buenas?  ¿No sería ésto aceptar que, por lo menos, una vez al año se puede hacer el mal al prójimo?  ¿Qué nos enseña Nuestro Señor Jesucristo sobre el prójimo?  Leamos Mt. 22, 37-40: "Respondióle Jesús: Amarás al Señor Dios tuyo de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente; éste es el máximo y primer mandamiento; el segundo es semejante a éste, y es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos está cifrada toda la ley y los profetas".




Con los disfraces y la identificación que existe con los personajes del cine... ¿no estamos promoviendo en la conciencia de los pequeños que el mal y el demonio son sólo fantasías, un mundo irreal que nada tiene que ver con nuestras vidas, y que por lo tanto no nos afectan?  La Palabra de Dios afirma la existencia del diablo, del enemigo de Dios en St. 4,7:  "Estad, pues, sujetos a Dios, y resistid con su gracia al diablo, y huirá de vosotros".  1a. Pe. 5,8: "Sed sobrios, y estad en continua vela; porque vuestro enemigo el diablo anda girando como león rugiente alrededor de vosotros, en busca de presa qué devorar". Ef. 6,11: "Revestíos de toda la armadura de Dios, para poder contrarrestar a las asechanzas del diablo". Lc. 4,2: "Donde estuvo cuarenta días, y allí era tentado del diablo. En cuyos días no comió nada, y al cabo de ellos tuvo hambre".





¿Qué experiencia religiosa
o moral queda después
de la fiesta del Halloween?




¿No es Halloween otra forma de relativismo religioso, con la cual vamos permitiendo que nuestra fe y nuestra vida cristianas se vean debilitadas?

Si aceptamos todas estas ideas y las tomamos a la ligera en "aras de la diversión de los niños" ¿Qué diremos a los jóvenes (a quienes durante su infancia les permitimos jugar al Halloween), cuando acudan a los brujos, hechiceros, médiums, y los que leen las cartas y todas esas actividades contrarias a lo que nos enseña la Biblia?

Es que nosotros, como cristianos, mensajeros de la paz, el amor, la justicia, portadores de la luz para el mundo, ¿podemos identificarnos con una actividad en donde todos sus elementos hablan de temor, injusticia, miedo y oscuridad? Sobre el tema de la paz podemos leer Fil. 4,9: "Lo que habéis aprendido, y recibido, y oído, y visto en mí, ésto habéis de practicar; y el Dios de la paz será con vosotros". Gal. 5,22: "Al contrario, los frutos del espíritu son caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimidad". Ver qué dice Jesús sobre ésto en Mt. 5,14: "Vosotros sois la luz del mundo. No se puede encubrir una ciudad edificada sobre un monte". Jn. 8,12: "Y volviendo Jesús a hablar al pueblo, dijo: Yo Soy la luz del mundo; el que Me sigue, no camina a oscuras, sino que tendrá la luz de la vida".



Si somos sinceros con nosotros mismos y buscamos ser fieles a los valores de la Iglesia Católica, llegaremos a la conclusión de que el Halloween no tiene nada que ver con nuestro recuerdo cristiano de los Fieles Difuntos, y que todas sus connotaciones son nocivas y contrarias a los principios elementales de nuestra fe.

Fuente - Texto tomado de ACIPRENSA:

San Jerónimo - Presbítero y Doctor de la Iglesia - Fiesta Septiembre 30


Jerónimo quiere decir:
el que tiene un nombre sagrado
JERO = Sagrado
NOMOS = Nombre
Jerónimo bendito:
pídele a Dios que a nosotros se nos prenda
o contagie ese amor tuyo tan inmenso
por la Sagrada Biblia, por estudiar, amar
y practicar la Palabra de Dios.
Bendice a todos los que en el mundo entero
se dedican a dar a conocer y amar el Libro Santo

Dicen que este santo ha sido el hombre que en la antigüedad estudió más y mejor la S. Biblia. Nació San Jerónimo en Dalmacia (Yugoslavia) en el año 342. Sus padres tenían buena posición económica, y así pudieron enviarlo a estudiar a Roma. En Roma estudió latín bajo la dirección del más famoso profesor de su tiempo, Donato, el cual hablaba el latín a la perfección, pero era pagano. Esta instrucción recibida de un hombre muy instruido pero no creyente, llevó a Jerónimo a llegar a ser un gran latinista y muy buen conocedor del griego y de otros idiomas, pero muy poco conocedor de los libros espirituales y religiosos.

Pasaba horas y días leyendo y aprendiendo de memoria a los grandes autores latinos: Cicerón, Virgilio, Horacio y Tácito, y a los autores griegos: Homero y Platón, pero no dedicaba tiempo a leer libros religiosos que lo pudieran volver más espiritual.

En una carta que escribió a Santa Eustoquia, San Jerónimo le cuenta el diálogo aterrador que sostuvo en un sueño o visión:

"Sintió que se presentaba ante el trono de Jesucristo para ser juzgado. Nuestro Señor le preguntaba:
"¿A qué religión pertenece?"
Él le respondió:
"Soy cristiano-católico"
Y Jesús le dijo:

"No es verdad. Que borren su nombre de la lista de los cristianos católicos. No es cristiano sino pagano, porque sus lecturas son todas paganas. Tiene tiempo para leer a Virgilio, Cicerón y Homero, pero no encuentra tiempo para leer las Sagradas Escrituras"
Se despertó llorando y en adelante su tiempo será siempre para leer y meditar libros sagrados, y exclamará emocionado:
"Nunca más me volveré a trasnochar por leer libros paganos"
A veces dan ganas de que a ciertos católicos les sucediera una aparición como la que tuvo Jerónimo, para ver si dejan de dedicar tanto tiempo a lecturas paganas e inútiles (revistas, novelas) y dedican unos minutos más a leer el libro que los va a salvar, la Sagrada Biblia.

Jerónimo dispuso irse al desierto a hacer penitencia por sus pecados (especialmente por su sensualidad que era muy fuerte, y por su terrible mal genio y su gran orgullo). Pero allá aunque rezaba mucho y ayunaba, y pasaba noches sin dormir, no consiguió la paz. Se dio cuenta de que su temperamento no era para vivir en la soledad de un desierto deshabitado, sin tratar con nadie. Él mismo en una carta cuenta cómo fueron las tentaciones que sufrió en el desierto (y esta experiencia puede servirnos de consuelo a nosotros cuando nos vengan horas de violentos ataques de los enemigos del alma):
"Hasta que al fin, sintiéndome impotente ante tan grandes enemigos, me arrodillé llorando ante Jesús crucificado, bañé con mis lágrimas sus pies clavados, y le supliqué que tuviera compasión de mí, y ayudándome el Señor con su poder y misericordia, pude resultar vencedor de tan espantosos ataques de los enemigos del alma. Y yo me pregunto: si ésto sucedió a uno que estaba totalmente dedicado a la oración y a la penitencia, ¿qué no les sucederá a quienes viven dedicados a comer, beber, bailar y darle a su carne todos los gustos sensuales que pide?"

Vuelto a la ciudad, sucedió que los obispos de Italia tenían una gran reunión o Concilio con el Papa, y habían nombrado como secretario a San Ambrosio. Pero éste se enfermó, y entonces se les ocurrió nombrar a Jerónimo. Y allí se dieron cuenta de que era un gran sabio que hablaba perfectamente el latín, el griego y varios idiomas más. El Papa San Dámaso, que era poeta y literato, lo nombró entonces como su secretario, encargado de redactar las cartas que el Pontífice enviaba, y algo más tarde le encomendó un oficio importantísimo: hacer la traducción de la S. Biblia. Las traducciones de la Biblia que existían en ese tiempo tenían muchas imperfecciones de lenguaje y varias imprecisiones o traducciones no muy exactas. Jerónimo, que escribía con gran elegancia el latín, tradujo a este idioma toda la S. Biblia, y esa traducción llamada "Vulgata" (o traducción hecha para el pueblo o vulgo), fue la Biblia oficial para la Iglesia Católica durante 15 siglos. Únicamente en los últimos años ha sido reemplazada por traducciones más modernas y más exactas, como por ej. La Biblia de Jerusalén y otras.


Casi de 40 años Jerónimo fue ordenado sacerdote. Pero sus altos cargos en Roma y la dureza con la cual corregía ciertos defectos de la alta clase social, le trajeron envidias y rencores. Sintiéndose incomprendido y hasta calumniado en Roma, donde no aceptaban el modo fuerte que él tenía de conducir hacia la santidad a muchas mujeres que antes habían sido fiesteras y vanidosas, y que ahora por sus consejos se volvían penitentes y dedicadas a la oración, dispuso alejarse de allí para siempre y se fue a la Tierra Santa donde nació Jesús.

Sus últimos 35 años los pasó San Jerónimo en una gruta, junto a la Cueva de Belén. Varias de las ricas matronas romanas que él había convertido con sus predicaciones y consejos, vendieron sus bienes y se fueron también a Belén a seguir bajo su dirección espiritual. Con el dinero de esas señoras construyó en aquella ciudad un convento para hombres y tres para mujeres, y una casa para atender a los peregrinos que llegaban de todas partes del mundo a visitar el sitio donde nació Jesús. Allí, haciendo penitencia, dedicando muchas horas a la oración, días, semanas y años al estudio de la S. Biblia, Jerónimo fue redactando escritos llenos de sabiduría, que le dieron fama en todo el mundo. Con tremenda energía escribía contra los herejes que se atrevían a negar las verdades de nuestra santa religión. Muchas veces se extralimitaba en sus ataques a los enemigos de la verdadera fe, pero después se arrepentía humildemente.

La Santa Iglesia Católica ha reconocido siempre a San Jerónimo como un hombre elegido por Dios para explicar y hacer entender mejor la S. Biblia. Por eso ha sido nombrado Patrono de todos los que en el mundo se dedican a hacer entender y amar más las Sagradas Escrituras. El Papa Clemente VIII decía que el Espíritu Santo le dio a este gran sabio unas luces muy especiales para poder comprender mejor el Libro Santo. Y el vivir durante 35 años en el país donde Jesús y los grandes personajes de la S. Biblia vivieron, enseñaron y murieron, le dio mayores luces para poder explicar mejor las palabras del Libro Santo. 

Se cuenta que una noche de Navidad, después de que los fieles se fueron de la gruta de Belén, el santo se quedó allí solo rezando y le pareció que el Niño Jesús le decía:
"Jerónimo ¿qué me vas a regalar en mi cumpleaños?"

Él respondió:
"Señor te regalo mi salud, mi fama, mi honor, para que dispongas de todo como mejor te parezca"
El Niño Jesús añadió:
"¿Y ya no me regalas nada más?"
"Oh mi amado Salvador, exclamó el anciano, por Ti repartí ya mis bienes entre los pobres. Por Ti he dedicado mi tiempo a estudiar las Sagradas Escrituras... ¿qué más te puedo regalar? Si quisieras, te daría mi cuerpo para que lo quemaras en una hoguera y así poder desgastarme todo por Ti"
El Divino Niño le dijo:

"Jerónimo: regálame tus pecados para perdonártelos"
El santo al oír ésto se echó a llorar de emoción y exclamaba:
"¡Loco tienes que estar de amor, cuando me pides ésto!"
Y se dio cuenta de que lo que más deseaba Dios que le ofrezcamos los pecadores, es un corazón humillado y arrepentido, que le pide perdón por las faltas cometidas. 

El 30 de septiembre del año 420, cuando ya su cuerpo estaba debilitado por tantos trabajos y penitencias, y la vista y la voz agotadas, y Jerónimo parecía más una sombra que un ser viviente, entregó su alma a Dios para ir a recibir el premio de sus fatigas. Se acercaba ya a los 80 años. Más de la mitad los había dedicado a la santidad.

Fuente - Texto tomado de EWTN: