sábado, 19 de agosto de 2017

Lectura del Santo Evangelio Según San Mateo 15, 21-28


21. Partido de aquí Jesús, retiróse hacia el país de Tiro y de Sidón.

22. Cuando he aquí que una mujer cananea, venida de aquel territorio, empezó a dar voces diciendo:
"Señor, Hijo de David, ten lástima de mí: mi hija es cruelmente atormentada del demonio"
23. Jesús no le respondió palabra; y sus discípulos, acercándose, intercedían diciéndole:
"Concédele lo que pide, a fin de que se vaya porque viene gritando tras nosotros"
24. A lo que Jesús respondiendo dijo:
"Yo no soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel"
25. No obstante, ella se llegó y le adoró diciendo:
"Señor, socórreme"
26. El cual le dio por respuesta:
"No es justo tomar el pan de los hijos y echarlo a los perros"
27. Mas ella le dijo:
"Es verdad, Señor; pero los perritos comen a lo menos de las migajas que caen de la mesa de sus amos"

28. Entonces Jesús respondiendo le dice:
"¡Oh mujer!, grande es tu fe; hágase conforme tú lo deseas"

Y en la hora misma su hija quedó curada.

Palabra de Dios.
Gloria a Ti, Señor Jesús.

¿Cuál fue el mayor sufrimiento físico de Jesús que no se recuerda?



¿Qué tienen en común el místico medieval, San Bernardo de Claraval y el santo Padre Pío de Pietrelcina?

Bueno, los dos son santos, compartiendo la recompensa eterna que Dios ha preparado para ellos. pero además ambos tenían una devoción sincera a la:


“Llaga del hombro de Jesús”

San Bernardo de Claraval, el místico francés que ayudó a renovar la Orden de los Cistercienses en el siglo XII, de acuerdo con los anales de Claraval, tuvo una conversación con nuestro Señor. El oró, preguntándole a Jesús cuál fue su mayor sufrimiento que no se recuerda; y el Señor le respondió:


“Tenía en mi hombro, mientras soporté Mi Cruz en el Camino de los Dolores, una herida grave que era más dolorosa que las demás, y que no es recordada por los hombres. Honra esta herida con tu devoción, y te daré todo lo que me pidas a través de su virtud y el mérito. Y en lo que se refiere a todos aquellos que veneren esta llaga, les perdonaré todos sus pecados veniales y no recordaré sus pecados mortales.



San Pío de Pietrelcina, capuchino, sacerdote y místico, murió en 1968. El Padre Pío era conocido como confesor y hombre santo que, durante más de 50 años, soportó las Llagas de Cristo (los estigmas) en las manos y los pies.

En un libro publicado en lengua italiana por el convento de San Pio, titulado “Il Papa e Il Frate”, de Stefano Campanella, se publicó que el futuro San Pío, una vez, había tenido una conversación muy interesante con Karol Wojtyla, el futuro Papa San Juan Pablo II.

Según Campanella, el padre Wojtyla le preguntó al Padre Pío cuál de sus heridas era la que le causaba el mayor de los dolores. El padre Wojtyla espera que el Padre Pio dijera que era su herida en el pecho, pero en cambio el Padre Pío contestó:

“Es mi llaga en el hombro, que nadie conoce y nunca se ha curado o tratado”

En 2008, cuarenta años después de la muerte del Padre Pío, Frank Rega escribió:


Hubo un tiempo en que Padra [sic] había confiado al hermano Modestino Fucci, ahora el portero de convento del Padre Pío en San Giovanni Rotondo, Italia, que sus dolores más grandes se produjeron cuando cambió su camiseta. El hermano Modestino, como el padre Wojtyla, pensó que el Padre Pío se refería a los dolores de la herida en el pecho. Luego, el 4 de febrero de 1971, al hermano Modestino se le asignó la tarea de hacer un inventario de todos los elementos en la celda del padre fallecido en el convento, y también de sus pertenencias en los archivos. Ese día se descubrió que una de las camisetas del Padre Pío llevaba un círculo de manchas de sangre en la zona del hombro derecho.

Esa misma noche, el hermano Modestino pidió al Padre Pío en oración que lo ilumine sobre el significado de la camiseta manchada de sangre. Le pidió al Padre que le diera una señal, si realmente llevaba la “Llaga del hombro de Cristo”. Luego se fue a dormir, despertándose a la una de la mañana, con un terrible dolor, insoportable en su hombro, como si hubiera sido cortado con un cuchillo hasta el hueso del hombro. Sintió que moriría de dolor si continuaba, pero duró muy poco tiempo. A continuación, la sala se llenó con el aroma de un perfume celestial de flores (el signo de la presencia espiritual del Padre Pío) y oyó una voz que decía:


“¡Esto es lo que tuve que sufrir!”

San Bernardo de Claraval, después de recibir el mensaje de Cristo en relación con el dolor que experimenta en su hombro, trató de fomentar la devoción a la Llaga del hombro de Cristo, y escribió esta oración:


Oración a la Llaga del hombro de Cristo

Oh amado Jesús, manso Cordero de Dios, a pesar de ser yo una criatura miserable y pecadora, te adoro y venero la llaga causada por el peso de vuestra cruz que abriendo vuestras carnes desnudo los huesos de vuestro hombro sagrado y de la cual vuestra Madre Dolorosa tanto se compadeció. También yo, oh carísimo Jesús, me compadezco de Vos y desde el fondo de mi corazón te glorifico y te agradezco por esta llaga dolorosa de vuestro hombro en la que quisiste cargar vuestra cruz por mi salvación. Ah! por los sufrimientos que padeciste y que aumentaron el enorme peso de vuestra cruz, ruégote con mucha humildad, ten piedad de mí, pobre criatura pecadora, perdonad mis pecados y conducidme al cielo por el camino de la cruz.

Se rezan siete Ave María y se agrega:


Madre santísima imprime en mi corazón las llagas de Jesucristo crucificado…
 (Indulgencia de 300 días).

Oh dulcísimo Jesús, no seas mi juez sino mi salvador… (Indulgencia de 100 días).


Fuente - Texto tomado de REINADELCIELO.ORG:

San Bernardo de Claraval - Abad y Doctor de la Iglesia - Fiesta 20 de Agosto



Nacimiento: Año 1090 - Fontaine lès Dijon (Borgoña - Francia)
Fallecimiento: Agosto 20 de 1153 - Monasterio de Claraval (Francia)

Bernardo significa "Batallador y Valiente". Nace en Borgoña, Francia (cerca de Suiza) en el año 1090 y murió a los 63 años, el 20 de agosto del año 1153. San Bernardo es el último de los llamados Padres de la Iglesia. Pero en importancia es uno de los que más han influido en el pensamiento católico en todo el mundo. Fue nombrado Doctor de la Iglesia.

Bernardo tenía un extraordinario carisma de atraer a todos para Cristo. Amable, simpático, inteligente, bondadoso y alegre. Todo esto y vigor juvenil le causaba un reto en las tentaciones contra la castidad y santidad. Por eso durante algún tiempo se enfrió en su fervor y empezó a inclinarse hacia lo mundano. Pero las amistades mundanas, por más atractivas y brillantes que fueran, lo dejaban vacío y lleno de hastío. Después de cada fiesta se sentía más desilusionado del mundo y de sus placeres.

La familia que se fue con Cristo

Esta familia ha sido un caso único en la historia. Cuando Bernardo se fue de religioso, se llevó consigo a sus 4 hermanos varones, y un tío, dejando a su hermana a que cuidara al papá (la mamá ya había muerto), y el hermanito menor para que administrara las posesiones que tenían. Dicen que cuando llamaron al menor para anunciarle que ellos se iban de religiosos, el muchacho les respondió: "¡Ajá!  ¿Conque ustedes se van a ganarse el cielo, y a mí me dejan aquí únicamente en la tierra? Esto no lo puedo aceptar". Y un tiempo después, también él se fue de religioso. Y más tarde llegaron además al convento, el papá y el esposo de la hermana (y ella también se fue de monja). Casos como éste, son más únicos que raros.

A mal grave, remedio terrible

Como sus pasiones sexuales lo atacaban violentamente, una noche se revolcó entre el hielo hasta quedar casi congelado. Sabía que a la carne le gusta el placer y comprendió que si la castigaba así, no vendrían tan fácilmente las tentaciones. Aquel tremendo remedio le trajo liberación y paz.

Una Visión cambia su rumbo



Una noche de Navidad, mientras celebraban las ceremonias religiosas en el templo, se quedó dormido y le pareció ver al Niño Jesús en Belén en brazos de María, y que la Santa Madre le ofrecía a su Hijo para que lo amara y lo hiciera amar mucho por los demás. Desde este día ya no pensó sino en consagrarse a la religión y al apostolado. Bernardo se fue al convento de monjes benedictinos llamado Cister, y pidió ser admitido. El superior, San Esteban Harding, lo aceptó con gran alegría pues, en aquel convento, hacía 15 años que no llegaban religiosos nuevos.


La Predicación de Santo

Lo llamaban "El Doctor boca de miel" (doctor melifluo). Su inmenso amor a Dios y a la Virgen Santísima y su deseo de salvar almas lo llevaban a estudiar por horas y horas cada sermón que iba a pronunciar, y luego como sus palabras iban precedidas de mucha oración y de grandes penitencias, el efecto era fulminante en los oyentes. Escuchar a San Bernardo era ya sentir un impulso fortísimo a volverse mejor.

Durante su vida fundó más de 300 conventos para hombres, e hizo llegar a gran santidad a muchos de sus discípulos. Lo llamaban "el cazador de almas y vocaciones". Con su apostolado consiguió que 900 monjes hicieran profesión religiosa.

Su amor a la Santísima Virgen


Fue el gran enamorado de la Virgen Santísima. Se adelantó en su tiempo a considerarla medianera de todas las gracias y poderosa intercesora nuestra ante su Hijo Nuestro Señor. Los que quieren progresar en su amor a la Madre de Dios, necesariamente tienen que leer los escritos de San Bernardo por la claridad y el amor con que habla de ella. Él fue quien compuso aquellas últimas palabras de la Salve:
"Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María"
Tal era su amor a la Virgen que teniendo costumbre de saludarla siempre que pasaba ante una imagen de ella con las palabras:
"Dios te Salve María"
La imagen un día le contestó:
"Dios te salve, hijo mío Bernardo"

El pueblo vibraba de emoción cuando le oía clamar desde el púlpito con su voz sonora e impresionante:
  • Si se levanta la tempestad de las tentaciones, si caes en el escollo de las tristezas, eleva tus ojos a la Estrella del Mar: invoca a María!
  • Si te golpean las olas de la soberbia, de la maledicencia, de la envidia, mira a la Estrella, invoca a María!
  • Si la cólera, la avaricia, la sensualidad de tus sentidos quieren hundir la barca de tu espíritu, levanta los ojos de la fe, mira a la Estrella, invoca a María!
  • Si ante el recuerdo desconsolador de tus muchos pecados y de la severidad de Dios, te sientes ir hacia el abismo del desaliento o de la desesperación, lánzale una mirada a la Estrella del cielo y rézale a la Madre de Dios!
  • En medio de tus peligros, de tus angustias, de tus dudas, piensa en María, invoca a María!
  • El pensar en Ella y el invocarla, sean dos cosas que no se aparten nunca ni de tu corazón ni de tus labios. Y para estar más seguro de su protección no te olvides de imitar sus ejemplos. Siguiéndola no te pierdes en el camino!
  • ¡Implorándola no te desesperarás!  ¡Pensando en Ella no te descarriarás!
  • Si Ella te tiene de la mano no te puedes hundir. Bajo su manto nada hay que temer.
  • ¡Bajo su guía no habrá cansancio, y con su favor llegarás felizmente al Puerto de la Patria Celestial!
Sus bellísimos sermones son leídos hoy, después de varios siglos, con verdadera satisfacción y gran provecho.

Acordaos



Acordaos,
¡oh piadosísima Virgen María!,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que
han acudido a vuestra protección,
implorando vuestro auxilio,
haya sido desamparado.
Animado por esta confianza,
a Vos acudo, oh Madre, 
Virgen de las vírgenes,
y gimiendo bajo el peso
de mis pecados me atrevo
a comparecer ante Vos.
Oh Madre de Dios,
no desechéis mis súplicas,
antes bien, escuchadlas
y acogedlas benignamente.
Amén.

Fuente - Texto tomado de ES.WIKIPEDIA.ORG:
http://es.wikipedia.org/wiki/Bernardo_de_Claraval

Fuente - Texto tomado de EWTN.COM:
http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Bernardo_8_20.htm

Fuente - Texto tomado de DEVOCIONARIO.COM:
http://www.devocionario.com/maria/oraciones_1.html

Fuente - Texto tomado de CATOLICO.ORG:

TEMA DE ACTUALIDAD - La ideología de género y la destrucción del hombre


Agosto 17 de 2017 - 12:05 am - Por Padre Lucas Prados

Aunque la raíz inmediata de la ideología de género se coloca en el contexto de la cuestión femenina, su más profunda motivación debe buscarse en la tentativa de la persona humana de liberarse de sus condicionamientos biológicos y en último término, de su naturaleza, tal como Dios la creó.

Toda la antropología cristiana tiene su base y punto de partida en los tres primeros capítulos del Génesis. En ellos aparece claramente una verdad revelada: el hombre fue creado por Dios con una naturaleza determinada y concreta; naturaleza hecha a imagen y semejanza de Dios. La humanidad se articula pues, desde su origen, sobre lo femenino y lo masculino, que son así revelados como pertenecientes ontológicamente a la creación y al ser del hombre.

Algunos conceptos básicos sobre la identidad sexual

Los especialistas distinguen tres aspectos entrelazados entre sí en la identidad sexual de la persona. Estos tres aspectos son: el sexo biológico, el sexo psicológico y el sexo sociológico. Es decir estos tres aspectos no son comportamientos estancos, porque en el hombre y en la mujer existe una profunda unidad e interdependencia entre las dimensiones corporales, psíquicas y espirituales.

El sexo biológico viene principalmente determinado por los cromosomas XX en la mujer y XY en el varón. Estas bases biológicas intervienen profundamente en el organismo, como se ve en las diferencias estructurales, hormonales y funcionales del cerebro masculino y el femenino.

El sexo psicológico son las vivencias psíquicas como varón o como mujer. Esa conciencia psicológica se suele formar a los dos o tres años y coincide habitualmente con el sexo biológico, aunque haya excepciones a causa de la educación que se haya recibido.

El sexo social o civil es la percepción del sexo por el entorno. En esto hay muchos cambios, ya que esa percepción social es fruto de procesos históricos y culturales: hace unos siglos no se concebía que una mujer fuera militar, por ejemplo.

El concepto de la ideología de género

Según esta ideología, no existiría una identificación entre sexo genético y el ser hombre o mujer, sino que más bien habría que decir que es el mismo ser humano quien va determinando su “género” acorde con los deseos e inclinaciones de su voluntad. Los defensores de la ideología de género sostienen que no existe una naturaleza humana que haga a unos seres humanos, varones y a otros, mujeres.

Esta ideología defiende que las diferencias entre el hombre y la mujer, a pesar de las obvias diferencias anatómicas, no corresponden a una naturaleza fija, sino que son unas construcciones meramente culturales y convencionales, hechas según los roles y estereotipos que cada sociedad asigna a los sexos.

Esta ideología siempre habla de género y nunca de sexo porque para ellos, el término sexo hace referencia a la naturaleza, e implica dos posibilidades: varón o mujer; que son las únicas posibilidades derivadas de la dicotomía sexual biológica. Mientras que el término género procede de la lingüística y permite muchas variaciones: masculino, femenino, neutro….

Según Judith Butler, defensora de esta ideología: “El género es una construcción cultural; por consiguiente, no es el resultado causal del sexo, ni tan aparentemente fijo como el sexo”.

Al teorizar que el género es una construcción radicalmente independiente del sexo, el género mismo viene a ser un artificio libre de ataduras. En consecuencia varón y masculino podrían significar tanto un cuerpo femenino como uno masculino; mujer y femenino, tanto un cuerpo masculino como uno femenino. Esta ideología afirma que no existen sexos, sólo roles: orientaciones sexuales que son cambiantes a lo largo de la vida de la persona.

El Papa Benedicto XVI a lo largo de varios discursos y escritos, dijo al respecto:

“La ideología de género es la última rebelión de la creatura contra su condición de creatura. Con el ateísmo, el hombre moderno pretendió negar la existencia de una instancia exterior que le dice algo sobre la verdad de sí mismo, sobre lo bueno y sobre lo malo. Con el materialismo, el hombre moderno intentó negar sus propias exigencias y su propia libertad, que nacen de su condición espiritual. Ahora, con la ideología de género el hombre moderno pretende librarse incluso de las exigencias de su propio cuerpo: se considera un ser autónomo que se construye a sí mismo; una pura voluntad que se autocrea y se convierte en un dios para sí mismo…

En la actualidad, existe sólo el hombre en abstracto, que después elije para sí mismo, autónomamente, una u otra cosa como naturaleza suya. Se niega a hombres y mujeres su exigencia creacional de ser formas de la persona humana que se integran mutuamente. Ahora bien, si no existe la dualidad de hombre y mujer como dato de la creación, entonces tampoco existe la familia como realidad preestablecida por la creación. Pero, en este caso, también la prole ha perdido el puesto que hasta ahora le correspondía y la particular dignidad que le es propia. Allí donde la libertad de hacer se convierte en libertad de hacerse por uno mismo, se llega necesariamente a negar al Creador mismo y, con ello, también el hombre —como criatura hecha a imagen y semejanza de Dios— queda finalmente degradado en la esencia de su ser…

En esa perspectiva de un hombre privado de su alma y, por tanto, de una relación personal con el Creador, todo lo que es técnicamente posible se convierte en moralmente lícito, cada experimento resulta aceptable, cada política demográfica consentida, cada manipulación legitimada”

El concepto de identidad de género es una invención ideológica carente de fundamentación empírica, tal como probaremos más adelante.

Los precedentes de la ideología de género

Si hacemos marcha atrás y revisamos un poco la historia de los últimos doscientos años, encontraremos a filósofos y pensadores como Rousseau y Sartre, que en cierto modo son los que establecen las bases filosóficas que luego se desarrollarán en la ideología de género.

El filósofo J. Rousseau (s. XVIII), con la visión del “natural salvaje”, presenta al ser humano natural como inocente y asexuado. Lo mejor es no intervenir en su desarrollo ni con estrategias educativas ni con presiones sociales. La naturaleza se instruye a sí misma y solo hay que dejar que cada uno, naturalmente, se vaya desarrollando. Todo lo que venga de ese modo ha de ser bienvenido. La libertad es dejar que suceda lo que naturalmente tenga que suceder.

J. P. Sartre (s. XX), al señalar que la existencia precede a la esencia, deja abierto el camino para que el “yo” pueda ser el constructor de sí mismo determinando qué experiencias vivir. El ser humano no se debe a nadie ni a nada, está arrojado en su existencia y sus acciones brotan de una libertad que se vive como una condena. La persona está antes y más allá de sus acciones, y por tanto sus acciones tampoco son, en último término, definitorias. La esencia como realidad natural que se recibe no impone nada, pues la existencia le precede. Si la esencia precediera a la existencia, el ser humano debería, de alguna forma, atender a esa esencia y dejaría de ser libre. En Sartre, con lo dicho, una malentendida defensa de la libertad le lleva a la renuncia de la esencia.

Ya más cercano a nosotros tenemos a Simone de Beauvoir (1908-1986), en cuya obra, El segundo sexo (1949), (con una enorme difusión en la sociedad del momento y en los movimientos feministas de los años setenta), mantenía de forma radical, que la mujer no nace, sino que se hace. Sobre la base de un feminismo igualitarista las mujeres renunciaron a su esencia, negando radicalmente la existencia de una feminidad o de ciertos rasgos femeninos innatos.

Los movimientos feministas preceden históricamente a la ideología de género, y aún siendo cosas muy distintas, aquéllos son la base sociológica que crea el humus adecuado para que esta surja.

Las feministas igualitaristas (al estilo Simone de Beauvoir) lograron que la sociedad asumiera la idea de que trabajar en casa, ser buena esposa y madre era atentatorio contra la dignidad de la mujer, algo humillante que la degradaba, esclavizaba e impedía desarrollarse en plenitud. Y que, para ser una mujer moderna era preciso previamente liberarse del yugo de la feminidad, en especial, de la maternidad, entendida como un signo de represión y subordinación: la tiranía de la procreación. De este modo, se generaba cierto desprecio hacia las mujeres que trabajaban en su casa o cuidaban de sus hijos, las cuales resultaban estigmatizadas, considerándolas poco atractivas o interesantes y nada productivas para la sociedad; frente a aquellas otras mujeres que renunciaban a la maternidad o al cuidado personalizado de sus vástagos desde sus primeros días de vida, las cuales aparecían ante la opinión pública como heroínas, auténticas mujeres modernas, que lejos de esclavizarse perdiendo el tiempo en la atención a sus retoños, se entregaban plenamente a su profesión, por la que lo sacrificaban todo, lo que las liberaba y convertía en estereotipos de la emancipación femenina.

Leyes como la del aborto o la ley de igualdad, mediante la utilización de términos contradictorios, como la “salud reproductiva”, referida paradójicamente a las técnicas tendentes a evitar la reproducción a toda costa, fueron expuestas a la sociedad como la fórmula justa para liberar a la mujer y favorecer su desarrollo personal y profesional, cuando realmente lo que consiguieron fue su autodestrucción, afectando a su esencia y dignidad de manera irreversible. Como resultado de esto, muchas mujeres tendieron a ocultar su sensibilidad femenina/maternal como si fuera un defecto humillante y adoptaron una postura cuasi masculina simulando ser agresivas y competitivas en sus trabajos, yendo en último término en contra de sus verdaderos deseos.

Muchas mujeres se esforzaron por cumplir sus funciones exactamente como un hombre; y su naturaleza rechazada, reprimida, luego se hizo valer y surgieron las depresiones, la ansiedad, la insatisfacción, la frustración e infelicidad, porque, la feminidad luchaba por salir. Como afirmaba García Morente: “ser mujer lo es todo para la mujer; es profesión, es sentimiento, es concepción del mundo, es opinión, es la vida entera. La mujer realiza un tipo de humanidad distinto del varón, con sus propios valores y sus propias características y sólo alcanzará su plena realización existencial cuando se comporte con autenticidad respecto de su condición femenina”.

Por vez primera el movimiento feminista iba contra sí mismo, contra su propia razón de ser, y se desnortaba autolesionando a las mujeres a las que en un principio defendió. La mujer asumió de forma espontánea, y sin queja alguna, que los roles masculinos eran los justos y oportunos, que debía imitarlos para lograr la igualdad y adoptando un comportamiento y, en ocasiones, un aspecto varonil, se traicionó a sí misma, sacrificando el alma femenina, a cambio de ser aceptada en el universo masculino.

La ideología de género: origen, significado y consecuencias

Actualmente, nos hallamos plenamente sumergidos en la tercera etapa de todo este proceso: el denominado feminismo de género. El término feministas de género fue acuñado por Christina Hoff Sommers, con el fin de distinguir el feminismo radical surgido hacia fines de 1960, del anterior movimiento feminista de paridad (que cree en la igualdad legal y moral de los sexos).

El feminismo de género pronto encontró una favorable acogida en un buen número de importantes universidades donde se pretendió elevar los “Gender Studies” a un nuevo rango científico.

Según este feminismo de género, el objetivo ya no es ser igual al hombre, porque la propia noción o concepto de hombre sería una construcción social inexistente en la realidad. Se trata ahora de destruir todo lo relativo a la naturaleza, negar cualquier influencia de la biología en nuestra configuración sexual, abstracción hecha de las diferencias fisiológicas externas, cuya importancia es minimizada hasta el extremo. Toda diferencia pertenece a la cultura o es una “construcción social”. El objetivo propio de esta ideología consiste en liberarse de estas construcciones plenamente y asumir, ejerciendo una libertad absoluta, la tendencia sexual que se desee en cada etapa o momento de la vida.

Es evidente que de este modo, el feminismo (en sentido propio) está llegando a su fin, porque la liberación deseada comprende indiscriminadamente tanto a mujeres como a varones. Las feministas de género no buscan la mejora en la situación de la mujer, sino la anulación radical de las diferencias hombre-mujer, anulación de lo femenino y lo masculino y, en consecuencia, ladesnaturalización extrema del ser humano.

Además, las feministas de género insisten en la desconstrucción de la familia, no sólo porque, según ellas, esclaviza a la mujer, sino porque condiciona socialmente a los hijos para que acepten la familia, el matrimonio y la maternidad como algo natural. Queda claro que para los propulsores del género las responsabilidades de la mujer en la familia son supuestamente enemigas de la realización de la mujer. El entorno privado se considera como secundario y menos importante; la familia y el trabajo del hogar como “carga” que afecta negativamente los proyectos profesionales de la mujer.

Para eliminar las clases sexuales es necesario que la mujer se rebele y se adueñe del control de la reproducción y de la fertilidad humana en general. Ya no hay procreación, fruto del amor entre un hombre y una mujer, sino reproducción biológica. El sexo debe quedar absolutamente disociado de la maternidad y la fecundidad. Los denominados derechos reproductivos implican que la mujer debe tener el control pleno de su fertilidad, principalmente a través de la anticoncepción y el aborto.

Con la renuncia voluntaria a la maternidad, pero sobre todo con el aborto, la mujer se desubica respecto de sí misma y entra en una profunda crisis de identidad que la conduce a la infelicidad. Como señala Janne Haaland: “la cuestión esencial no es sólo de orden práctico sino también antropológico: las mujeres nunca se sentirán felices si no toman conciencia de hasta qué punto la maternidad define al ser femenino, tanto en el plano físico como espiritual, y expresan esta realidad con la reivindicación del reconocimiento social. Ser madre es mucho más que la intensa y vivida experiencia de dar a luz y criar a un hijo: es la clave para la toma de conciencia existencial de quienes somos”.

La mujer no tiene porqué querer lo mismo que quiere el hombre. Existe una nueva generación de mujeres que evitan los altos cargos o las jornadas laborales enteras porque no les proporciona la satisfacción personal que ansían. Prefieren trabajos más sencillos para poder dedicar mayor tiempo al cuidado de los hijos y de una adecuada valoración de la maternidad. Muchas mujeres, apoyadas por sus maridos, evalúan sus prioridades y deciden a favor de la familia, no como una forma de sacrificio o autoinmolación, sino por puro placer personal, como una vía de autorrealización que las llena de felicidad.

El sexo y la naturaleza humana creada por Dios

El doctor John Money (defensor de la ideología de género) sostenía que el sexo es cambiable con la educación si se actúa desde el nacimiento y si las operaciones de cambio de genitales se realizan antes de los 18 meses. Pasados los 18 meses, el sexo biológico impondría la subjetividad, es decir, establecería la diferencia de género masculina-femenino. Con esta visión Money creó en 1950 el término “género”, y la influencia de sus estudios en la ideología de género es absoluta.

Para demostrar su teoría, Money realizó una intervención quirúrgica en el año 1966 sobre dos hermanos Bruce y Brain que habían nacido al mismo tiempo. Bruce había sufrido, debido a un accidente, la amputación del pene. Money argumentó que al ocurrir antes de los 18 meses se podía llevar a cabo un cambio de sexo y que no supondría problema alguno siempre y cuando no le dijeran nada sobre la intervención y fuera educado como una niña. Los padres siguieron las indicaciones del médico. Hasta en tres libros Money propuso este caso como el ejemplo paradigmático de sus teorías, y por ello recibió reconocimiento social, distinciones y financiación para sus investigaciones.

Bruce, siguiendo la estrategia de Money, pasó a ser Brenda. Pero Brenda, a pesar de la intervención y de ser tratada como niña, no se comportaba como mujer. Money dijo a los padres que insistieran. Los padres obedecieron, y los resultados fueron desastrosos. Los padres no aguantaron la tensión y decidieron, en contra de las indicaciones del médico, explicarle lo sucedido a Bruce-Brenda, el cual, tras saberlo, se rebautizó como David. El final de Bruce-Brenda-David y de su familia fue dramático: él acabó suicidándose y el matrimonio roto, con problemas de alcoholismo y más suicidios. El fracaso que supuso el caso, tomado como paradigmático en la ideología de género durante décadas, fue ocultado por Money y sus seguidores y no salió a la luz hasta 1995. Los suicidios acontecieron en 2004 y no fueron reportados hasta el 2006, el mismo año en que falleció Money.

Décadas de investigación en neurociencia, en endocrinología genética, en psicología del desarrollo, demuestran que existen diferencias entre los sexos. Los científicos han documentado una increíble colección de diferencias cerebrales estructurales, químicas, genéticas, hormonales y funcionales entre mujeres y varones.

Sandra Witleson, neurocientífica, afirma con rotundidad: “el cerebro tiene sexo”. Hombres y mujeres salen del útero materno con algunas tendencias e inclinaciones innatas, no nacen como hojas en blanco en las que las experiencias de la infancia marcan la aparición de las personalidades femenina y masculina.

El psiquiatra, Gianfrancesco Zuanazzi, afirma que “la sexualización involucra a todo el organismo, de modo que el dimorfismo coimplica, de manera más o menos evidente, a todos los órganos y funciones. En particular este proceso afecta al sistema nervioso central, determinando diferencias estructurales y funcionales entre el cerebro masculino y femenino”. Ambos cerebros son “fundamentales variantes biológicas del cerebro humano”.

Cuando se nace con un cerebro –masculino o femenino- ni la terapia hormonal, ni la cirugía, ni la educación pueden cambiar la identidad del sexo.

En la misma línea, los doctores Richard Fiztgibbons, Phillip Sutton y Dale O’Leary, consideran que el sexo biológico no puede cambiarse, y rechazan el concepto de identidad de género o la idea de que el género, como construcción social o percepción personal, sea distinto del sexo biológico de cada cual. En su artículo, “La psicopatología de la cirugía de reasignación de sexo”, cuestionan las implicaciones médicas y éticas de la práctica de cirugías de cambio de sexo. Los autores abordan este asunto desde la perspectiva médico-biológica según la cual el género humano es una cuestión de composición genética, y explican que la identidad sexual está escrita en cada célula del cuerpo y puede determinarse mediante exámenes de ADN. No puede ser modificada.

Mantener que el hombre y la mujer son los mismos en aptitudes, habilidades o conductas; considerar que son intercambiables o fungibles, es construir una sociedad basada en una mentira biológica y científica. Como afirma Louann Brizendine, neuropsiquiatra de la Universidad de Columbia: “No existe un cerebro unisex. Si en nombre de la corrección política intentamos refutar la influencia de la biología en el cerebro, empezaremos a combatir nuestra propia naturaleza”.

Ahora bien, no podemos todo reducirlo a naturaleza o a comportamiento social, según la Dra. Meeker, algunas personas prefieren agarrarse tenazmente a los descubrimientos científicos sobre el cerebro, y creer que la ciencia lo explica absolutamente todo, dejan de un lado cuanto pueda pertenecer al ámbito filosófico y religioso y mantienen que la ciencia es el único baluarte de la verdad. Las conexiones neuronales o las hormonas no lo explican todo. Tampoco la educación y las influencias sociales. No todo es cultura, como pretenden algunos. Ni todo es naturaleza, como mantienen otros, cayendo en un reduccionismo biológico absurdo, pues niegan la libertad del hombre. Cualquiera de las dos posiciones extremas resulta insostenible. Tenemos por un lado la naturaleza –neuronas, sustancias químicas del cerebro, hormonas, los genes…-. Y, por otro, la crianza, la cultura, la educación. Ante este panorama no tiene sentido hablar de naturaleza o de cultura por separado, sino sólo de su interacción.

Como dijo Benedicto XVI: “La naturaleza humana y la dimensión cultural se integran en un proceso amplio y complejo, que constituye la formación de la propia identidad, donde ambas dimensiones, la masculina y la femenina, se integran y complementan…”.

La educación juega, por lo tanto, un papel fundamental en el equilibrado desarrollo de la personalidad femenina y masculina, por medio de la potenciación de las virtudes y aptitudes peculiares de cada sexo y por medio, asimismo, del encauzamiento de aquellas tendencias innatas que podrían dificultar una justa igualdad y un correcto desarrollo personal. La educación sirve para regular ese núcleo innato y natural que todos llevamos dentro. Para ello hay que reconocer la importancia de la educación en las primeras etapas de la vida. Por ello, aquellos métodos educativos y docentes que aprecien, valoren y concedan el tratamiento adecuado a las especificidades propias de cada sexo, serán sin duda los más adecuados para lograr el equilibrio personal y humano que todo niño precisa para alcanzar una madurez responsable y, en consecuencia, libre y feliz.

En definitiva, recientes investigaciones científicas demuestran cómo la identidad sexual está escrita en cada célula del cuerpo y no puede ser modificada. El sexo biológico no puede cambiarse. El concepto de identidad de género o la idea de que el género, como construcción social o percepción personal, sea distinto del sexo biológico de cada cual es una invención ideológica carente de fundamentación empírica.

Las personas que encuentran dificultades para identificarse con su sexo biológico frecuentemente padecen de problemas psicológicos más serios, entre ellos: depresión, ansiedad severa, masoquismo, autodesprecio, narcisismo, consecuencias de abusos sexuales en la infancia y de situaciones familiares conflictivas.

Al proponer una solución quirúrgica para trastornos psicológicos profundos de este orden, la cirugía de cambio de sexo es categóricamente inadecuada y éticamente inaceptable. De acuerdo con los autores, aquellos individuos que se someten a esta práctica siguen teniendo los mismos problemas con las relaciones, el trabajo y las emociones que tenían antes de ella.

Padre Lucas Prados

Fuente - Texto tomado de ADELANTELAFE.COM: