domingo, 18 de junio de 2017

Novena a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro - Día Segundo - Junio 19 de 2017



Día Segundo

Nuestra Señora del Perpetuo Socorro quiere que acudamos a Ella en todas nuestras necesidades.

Vemos que la Virgen Santísima del Perpetuo Socorro, cuando el Niño Jesús estrecha su mano, en vez de volver su mirada a Él la vuelve a nosotros. Sin duda quiere así mostrarnos su ardiente deseo de que acudamos a Ella. Con esta tierna y amorosa mirada nos está diciendo a todos:
"Yo Soy Madre de Dios, pero también Soy Madre vuestra"
¿Qué mayor deseo puede tener una madre que el de ayudar y socorrer a sus hijos? Entonces venid a mí hijos míos. Acudid a mí en todas vuestras necesidades y miserias; en vuestras penas, en vuestros desfallecimientos, en vuestras dudas; y si alguna vez llegareis, por desgracia, a caer, después de vuestra caída venid: Yo Soy la Madre del Perpetuo Socorro; Yo os consolaré, Yo os confirmaré, os defenderé, y os conduciré a la Patria bienaventurada del cielo.

Pedir la gracia
que se desea conseguir.
Rezar 3 Avemarías
y la oración correspondiente

Oración

¡Oh Salvador mío, Jesucristo! Al contemplaros en brazos de Vuestra Madre, veo que en medio de vuestro santo temor os abrazáis con Ella y me decís que os imite, recurriendo yo también a la que es mi perpetuo socorro. Inspiradme ¡oh Madre del Perpetuo Socorro! una confianza ilimitada en vuestra poderosa bondad.

Fuente - Texto tomado del Libro "Acudamos a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro" - Heraldos del Evangelio (Caballeros de la Virgen)

Novena al Sagrado Corazón de Jesús - Día Quinto - Junio 19 de 2017



La Señal del Cristiano

Por la señal de la Santa Cruz, + de nuestros enemigos, + líbranos, Señor Dios nuestro. + En el nombre del Padre, + y del Hijo, + y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición

Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar y confío en que por tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas, y me has de llevar a la vida eterna. Amén.

Oración Preparatoria

¡Oh Corazón divinísimo de mi amado Jesús, en quien la Santísima Trinidad depositó tesoros inmensos de celestiales gracias! Concededme un corazón semejante a vos mismo, y la gracia que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, vuestro sagrado culto y bien de mi alma. Amén.



Rezar a continuación la oración
del día que corresponda:

Día Quinto - Oración

Oración. ¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús, órgano de la Trinidad venerada, por quien se perfeccionan todas nuestras obras! Yo os ofrezco las mías, aunque tan imperfectas, para que supliendo Vos mi negligencia, puedan aparecer muy perfectas y agradables ante el divino acatamiento. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra Vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.

Rezar Tres Padrenuestros
y tres Avemarías,
en reverencia de las

tres insignias de la Pasión
con que se mostró
el divino Corazón

a Santa Margarita de Alacoque
Rezar Oraciones Finales




Oraciones Finales

Al Padre eterno. ¡Oh Padre Eterno! Por medio del Corazón de Jesús, mi vida, mi verdad y mi camino, llego a Vuestra Majestad; por medio de este adorable Corazón, os adoro por todos los hombres que no os adoran; os amo por todos los que no os aman; os conozco por todos los que, voluntariamente ciegos, no quieren conoceros. Por este divinísimo Corazón deseo satisfacer a Vuestra Majestad todas las obligaciones que os tienen todos los hombres; os ofrezco todas las almas redimidas con la preciosa sangre de vuestro divino Hijo, y os pido humildemente la conversión de todas por el mismo suavísimo Corazón. No permitáis que sea por más tiempo ignorado de ellas mi amado Jesús; haced que vivan por Jesús, que murió por todas. Presento también a Vuestra Majestad, sobre este santísimo Corazón, a vuestros siervos, mis amigos, y os pido los llenéis de su espíritu, para que, siendo su protector el mismo deífico Corazón, merezcan estar con Vos eternamente. Amén.

Hacer aquí la petición
que se desea obtener
con esta novena

Oración. ¡Oh Corazón divinísimo de Jesús, dignísimo de la adoración de los hombres y de los ángeles! ¡Oh Corazón inefable y verdaderamente amable, digno de ser adorado con infinitas alabanzas, por ser fuente de todos los bienes, por ser origen de todas las virtudes, por ser el objeto en quien más se agrada toda la Santísima Trinidad entre todas las criaturas! ¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús! Yo profundísimamente os adoro con todos los espíritus de mi pobre corazón, yo os alabo, yo os ofrezco las alabanzas todas de los más amantes serafines y de toda vuestra corte celestial y todas las que os puede dar el Corazón de vuestra Madre Santísima. Amén.

Novena tomada del Devocionario Católico:

Santa Juliana de Falconieri - Fundadora Siervas de la Virgen María - Año 1341 - Fiesta Junio 19



Esta santa tuvo la dicha de ser sobrina de un santo (San Alejo Falconieri, hermano de su padre), y de ser dirigida espiritualmente por otro santo (San Felipe Benicio).

Nació en Florencia en el año 1270. Su padre era riquísimo y había construido por su propia cuenta un templo en honor de la Santísima Virgen de quien era sumamente devoto. Sus padres habían suplicado por muchos años a Dios que les concediera descendencia, y al fin consiguieron que les diera esta hija que iba a ser su gloria y su alegría. De joven era tan virtuosa, que San Alejo le dijo a la mamá de Juliana:
"Dios no sólo te dio una hija, sino que te regaló un verdadero ángel"
De niña acostumbraba pasar largos ratos rezando en el templo, por lo cual la mamá le repetía:
"Si no concedes más tiempo a la costura y a la cocina, no vas a encontrar marido"
Pero aquella amenaza no le producía ningún temor, ya que sentía una inmensa inclinación hacia la virginidad. Habiendo muerto su padre cuando ella era muy pequeña, la mamá y el tío le prepararon un honroso matrimonio, pero ella los llamó aparte y les dijo que había tomado la decisión inquebrantable de quedarse soltera y dedicar su vida a la oración, a la meditación, a la caridad y al apostolado. Tenía apenas 15 años.

Bien preparada por su tío, San Alejo (Fundador de los Siervos de María), recibió del gran apóstol San Felipe Benicio el distintivo de Terciaria de los Siervos de María. Este distintivo era un manto sobre la cabeza. Ella siguió viviendo en su casa con la mamá, pero observando una conducta tan religiosa y tan santa como la de una fervorosa religiosa. A otras les agradó este modo de practicar la vida religiosa (quedándose con sus familiares, pero observando una conducta como la de una santa monja), y siguiendo su ejemplo. Todas llevaban como distintivo un manto sobre la cabeza, por lo cual la gente las llamaba: las muchachas de la pañoleta.

Creció mucho el número de las jóvenes Terciarias (se llaman terciarias a las que pertenecen a la tercera rama de una comunidad religiosa; la primera son los hombres; la segunda son las monjas y la tercera son las personas laicas, que viven en el mundo pero llevando una conducta como de gente muy piadosa), y tuvieron que conseguir una casa para reunirse. Entonces ellas eligieron como superiora a Juliana. Su asociación tomó el nombre de "Siervas de la Virgen María". Durante 35 años, hasta su muerte, dirigió nuestra santa a esta piadosa asociación, llevándola a un alto grado de perfección.

Juliana se propuso un Reglamento sumamente riguroso. Ayunaba tres días por semana, y a veces pasaba días sin comer bocado (sobre todo cuando se dedicaba a altísimas oraciones). Ésto hizo que se enfermara muy gravemente del estómago (úlcera llamaríamos quizás hoy a la tal enfermedad). Los viernes los dedicaba a meditar en la Pasión y Muerte de Jesucristo. Los sábados a pensar y leer acerca de la Santísima Virgen (de quien fue supremamente devota desde sus primeros años). Muchas veces dormía sobre el duro suelo.

Se propuso hacer los oficios más humildes de la casa, y tratar a cada una de sus compañeras como si fuera muy superior a ella (cumpliendo lo que recomienda San Pablo: "Considerad a los demás como superiores en todo a vosotros" - Filip. 2,3).

Redactó para su comunidad un Reglamento que fue aprobado después por cuatro Sumos Pontífices (Honorio IV, Nicolás IV, Benedicto XI y Martín V). Ella misma era la más exacta en cumplir cada uno de los artículos del Reglamento, dando así muy buen ejemplo a todas. Los que tuvieron que tratar con ella estuvieron de acuerdo en que su caridad, su amabilidad y su inclinación a buscar el bien de las almas de los demás, eran extraordinarias. La gente gozaba al recibir las demostraciones de su afectuosa bondad. Nunca dejaba escapar una oportunidad de ayudar a los que necesitaban de su colaboración.

Los sacerdotes decían que a los pecadores les hacían mayor bien los sencillos consejos de esta sencilla religiosa seglar, que los sermones de los mejores predicadores. Muchos pecadores se convirtieron de su vida de maldad, después de tener una charla con Juliana, la de la "pañoleta". Enemigos que se odiaban a muerte, hacían las paces y se declaraban para siempre la paz, cuando la santa se dedicaba a volverlos otra vez a la amistad. Pasaba horas y horas seguidas dedicada a la oración, sin sentir pasar el tiempo. A quien le preguntaba por qué se estaba tanto tiempo de rodillas, le respondía:
"Es para alejar las tentaciones"
Muchos días los pasó solamente con la Sagrada Comunión, sin ningún alimento más. Su fama de santidad se extendió por todos los alrededores de la casa donde vivía y por toda la ciudad. Y por medio de sus fervorosas oraciones consiguió favores especialísimos para quienes se encomendaban a sus plegarias. En su última enfermedad, a la edad de 71 años, ya su estómago no le recibía ningún alimento. Vomitaba todo lo que comía. Así que tuvo que dejar de recibir la Sagrada Comunión. Y esto constituía para Juliana la más grande mortificación y penitencia. Y sucedió que en la última visita que le hizo el sacerdote, llevando el Santísimo Sacramento, la santa, sabiendo que no podía comulgar, pidió que le colocaran sobre su corazón un mantel blanco y sobre este mantel la Santa Hostia.


Y he aquí que de un momento a otro, la Hostia Consagrada desapareció y nadie la pudo encontrar. Ella había pedido poder recibir a Jesús Sacramentado antes de morir, y su estómago no le permitía, pero su fe le consiguió el prodigio de poder comulgar. Tan pronto como la Hostia Consagrada colocada sobre su corazón desapareció, Juliana, con una expresión de inmensa alegría en su rostro, como si estuviera en éxtasis, murió llena de amor hacia Nuestro Señor.

Después de muerta encontraron sobre su corazón, en la piel, una cicatriz redonda, como si hubieran cortado para que pasara una Hostia. En recuerdo de ésto, sus religiosas llevan siempre sobre su hábito, en el lado del corazón, una medalla donde está grabada una Santa Hostia. En su sepulcro se obraron numerosos milagros. Y nosotros le pedimos a tan grande santa que nos obtenga de Dios que también a la hora de nuestra muerte, recibamos con todo el fervor posible la Sagrada Hostia, donde está el Cuerpo Santísimo de Cristo.

Fuente - Texto tomado de EWTN: