sábado, 13 de mayo de 2017

Lectura del Santo Evangelio Según San Juan 14, 1-12

JESUS ES EL CAMINO

1. No se turbe vuestro corazón. Pues creéis en Dios, creed también en Mi.

2. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones; que si no fuese así, os lo hubiera Yo dicho. Yo voy a preparar lugar para vosotros.


3. Y cuando habré ido, y os habré preparado lugar, vendré otra vez, y os llevaré conmigo, para que donde Yo estoy, estéis también vosotros.

4. Que ya sabéis adónde voy, y sabéis así mismo el camino.
5. Dícele Tomás:

"Señor, no sabemos adónde vas; pues ¿cómo podemos saber el camino?"

6. Respóndele Jesús:



"Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí".
7. Si me hubieseis conocido a Mí, hubierais sin duda conocido también a mi Padre; pero le conoceréis luego, y ya le habéis visto en cierto modo".
8. Dícele Felipe:

"Señor, muéstranos al Padre, y eso nos basta".

9. Jesús le responde:

"Tanto tiempo ha que estoy con vosotros, ¿y aún no me habéis conocido? Felipe, quien me ve a Mí, ve también al Padre. ¿Pues cómo dices tú: Muéstranos al Padre?
10. ¿No creéis que Yo estoy en el Padre y que el Padre está en Mí? Las palabras que Yo os hablo, no las hablo de Mí mismo. El Padre que está en Mí, Él mismo hace conmigo las obras que Yo hago.


11. ¿Cómo no creéis que Yo estoy en el Padre, y que el Padre está en Mí?
12. Creedlo a lo menos por las obras que Yo hago. En verdad, en verdad os digo, que quien cree en Mí, ése hará también las obras que Yo hago, y las hará todavía mayores; por cuanto Yo me voy al Padre".
Palabra de Dios
Gloria a Ti, Señor Jesús

San Matías - Apóstol Siglo I - Fiesta Mayo 14



Matías significa "Regalo de Dios". Éste es el apóstol número 13 (el 14 es San Pablo). Es un apóstol "póstumo" (se llama póstumo al que aparece después de la muerte de otro).

Matías fue elegido "apóstol" por los otros 11, después de la muerte y Ascensión de Jesús, para reemplazar a Judas Iscariote que se ahorcó. La Santa Biblia narra de la siguiente manera su elección:
"Después de la Ascensión de Jesús, Pedro dijo a los demás discípulos: Hermanos, en Judas se cumplió lo que de él se había anunciado en la Sagrada Escritura: con el precio de su maldad se compró un campo. Se ahorcó, cayó de cabeza, se reventó por medio y se derramaron todas sus entrañas. El campo comprado con sus 30 monedas se llamó Haceldama, que significa: 'Campo de sangre'. El Salmo 69 dice: 'su puesto queda sin quién lo ocupe, y su habitación queda sin quién la habite', y el Salmo 109 ordena: 'que otro reciba su cargo'.


Conviene entonces que elijamos a uno que reemplace a Judas. Y el elegido debe ser de los que estuvieron con nosotros todo el tiempo en que el Señor convivió con nosotros, desde que fue bautizado por Juan Bautista hasta que resucitó y subió a los cielos".
Los discípulos presentaron dos candidatos: José, hijo de Sabas y Matías. Entonces oraron diciendo:
"Señor, tú que conoces los corazones de todos, muéstranos a cuál de éstos dos eliges como apóstol, en reemplazo de Judas"
Echaron suertes y la suerte cayó en Matías y fue admitido desde ese día en el número de los doce apóstoles (Hechos de los Apóstoles, Capítulo 1).

San Matías se puede llamar un "apóstol gris", que no brilló de manera especial, sino que fue como tantos de nosotros, un discípulo del montón, como una hormiga en un hormiguero. Y a muchos nos anima que haya santos así porque esa va a ser nuestra santidad: la santidad de la gente común y corriente. Y de estos santos está lleno el cielo. Esto democratiza mucho la santidad, porque ella ya no es para personajes brillantes solamente, sino para nosotros los del montón, con tal de que cumplamos bien cada día nuestros propios deberes y siempre por amor de Dios y con mucho amor a Dios.

San Clemente y San Jerónimo dicen que San Matías había sido uno de los 72 discípulos que Jesús mandó una vez a misionar, de dos en dos. Una antigua tradición cuenta que murió crucificado. Lo pintan con una cruz de madera en su mano y los carpinteros le tienen especial devoción.

Fuente - Texto tomado de EWTN:

Canonización Jacinta y Francisco Marto - Videntes de la Virgen de Fátima - Mayo 13 de 2017



Son tres los niños videntes de la Virgen de Fátima:

Sor Lucía Dos Santos


Jacinta de Jesús Marto


Francisco Marto



Y dos de ellos serán canonizados por el Papa Francisco el día 13 de mayo de 2017, día en que se conmemora los 100 años de la primera aparición de la Virgen de Fátima en Portugal.

Aquí están las biografías de los niños canonizados:







Elevemos nuestras oraciones a ellos para que intercedan por nosotros ante Dios...

Virgen de Fátima - Acto de Consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María - San Juan Pablo II


Acto de Consagración del mundo
al Corazón Inmaculado de María
por San Juan Pablo II
(Mayo 13 de 1982)

Acto de consagración:
«Madre de los hombres y de los pueblos, Tú conoces todos sus sufrimientos y sus esperanzas, Tú sientes maternalmente todas las luchas entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas que sacuden al mundo, acoge nuestro grito dirigido en el Espíritu Santo directamente a tu Corazón y abraza con el amor de la Madre y de la Esclava del Señor a los que más esperan este abrazo, y, al mismo tiempo, a aquellos cuya entrega Tú esperas de modo especial. Toma bajo tu protección materna a toda la familia humana a la que, con todo afecto a Ti, Madre, confiamos. Que se acerque para todos el tiempo de la paz y de la libertad, el tiempo de la verdad, de la justicia y de la esperanza».
Pero el Santo Padre, para responder más plenamente a las peticiones de «Nuestra Señora», quiso explicitar durante el Año Santo de la Redención el acto de consagración del 7 de junio de 1981, repetido en Fátima el 13 de mayo de 1982. Al recordar el fiat pronunciado por María en el momento de la Anunciación, en la plaza de San Pedro el 25 de marzo de 1984, en unión espiritual con todos los Obispos del mundo, precedentemente «convocados», el Papa consagra a todos los hombres y pueblos al Corazón Inmaculado de María, en un tono que evoca las angustiadas palabras pronunciadas en 1981.
«Y por eso, oh Madre de los hombres y de los pueblos, Tú que conoces todos sus sufrimientos y esperanzas, Tú que sientes maternalmente todas las luchas entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas que invaden el mundo contemporáneo, acoge nuestro grito que, movidos por el Espíritu Santo, elevamos directamente a Tu Corazón: abraza con amor de Madre y de Sierva del Señor a este mundo humano nuestro, que te confiamos y consagramos, llenos de inquietud por la suerte terrena y eterna de los hombres y de los pueblos.
De modo especial confiamos y consagramos a aquellos hombres y aquellas naciones, que tienen necesidad particular de esta entrega y de esta consagración.
¡“Nos acogemos a Tu Protección, Santa Madre de Dios”!
¡No deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades!».
Acto seguido, el Papa continúa con mayor fuerza y con referencias más concretas, comentando casi el triste cumplimiento del Mensaje de Fátima:
«He aquí que, encontrándonos hoy ante Ti, Madre de Cristo, ante Tu Corazón Inmaculado, deseamos, junto con toda la Iglesia, unirnos a la consagración que, por amor nuestro, Tu Hijo hizo de sí mismo al Padre cuando dijo:

 “Yo por ellos me santifico, para que ellos sean santificados en la verdad” (Jn 17, 19)
Queremos unirnos a nuestro Redentor en esta consagración por el mundo y por los hombres, la cual, en su Corazón divino tiene el poder de conseguir el perdón y de procurar la reparación.
El poder de esta consagración dura por siempre, abarca a todos los hombres, pueblos y naciones, y supera todo el mal que el espíritu de las tinieblas es capaz de sembrar en el corazón del hombre y en su historia; y que, de hecho, ha sembrado en nuestro tiempo.
¡Oh, cuán profundamente sentimos la necesidad de consagración para la humanidad y para el mundo: para nuestro mundo contemporáneo, en unión con Cristo mismo! En efecto, la obra redentora de Cristo debe ser participada por el mundo a través de la Iglesia.
Lo manifiesta el presente Año de la Redención, el Jubileo extraordinario de toda la Iglesia.
En este Año Santo, bendita seas por encima de todas las creaturas, Tú, Sierva del Señor, que de la manera más plena obedeciste a la llamada divina.
Te saludamos a Ti, que estás totalmente unida a la consagración redentora de Tu Hijo.
Madre de la Iglesia: ilumina al Pueblo de Dios en los caminos de la fe, de la esperanza y de la caridad. Ilumina especialmente a los pueblos de los que Tú esperas nuestra consagración y nuestro ofrecimiento. Ayúdanos a vivir en la verdad de la consagración de Cristo por toda la familia humana del mundo actual.


Al encomendarte, oh Madre, el mundo, todos los hombres y pueblos, te confiamos también la misma consagración del mundo, poniéndola en tu Corazón maternal.
¡Corazón Inmaculado! Ayúdanos a vencer la amenaza del mal, que tan fácilmente se arraiga en los corazones de los hombres de hoy y que con sus efectos inconmensurables pesa ya sobre la vida presente y da la impresión de cerrar el camino hacia el futuro.


¡Del hambre y de la guerra, líbranos!
¡De la guerra nuclear, de una autodestrucción incalculable y de todo tipo de guerra, líbranos!
¡De los pecados contra la vida del hombre desde su primer instante, líbranos!
¡Del odio y del envilecimiento de la dignidad de los hijos de Dios, líbranos!
¡De toda clase de injusticias en la vida social, nacional e internacional, líbranos!
¡De la facilidad de pisotear los mandamientos de Dios,líbranos!
¡De la tentativa de ofuscar en los corazones humanos la verdad misma de Dios, líbranos!
¡Del extravío de la conciencia del bien y del mal, líbranos!
¡De los pecados contra el Espíritu Santo, líbranos!,¡líbranos!
Acoge, oh Madre de Cristo, este grito lleno del sufrimiento de todos los hombres. Lleno del sufrimiento de sociedades enteras.
Ayúdanos con el poder del Espíritu Santo a vencer todo pecado, el pecado del hombre y el «pecado del mundo», el pecado en todas sus manifestaciones.
Aparezca, una vez más, en la historia del mundo el infinito poder salvador de la Redención: poder del Amor misericordioso. Que éste detenga el mal. Que transforme las conciencias. Que en tu Corazón Inmaculado se abra a todos la luz de la Esperanza».
Sor Lucía confirmó personalmente que este acto solemne y universal de consagración correspondía a los deseos de Nuestra Señora («Sim, està feita, tal como Nossa Senhora a pediu, desde o dia 25 de Março de 1984»: «Sí, desde el 25 de marzo de 1984, ha sido hecha tal como Nuestra Señora había pedido»: carta del 8 de noviembre de 1989). Por tanto, toda discusión, así como cualquier otra petición ulterior, carecen de fundamento.

Fuente - Texto tomado de EWTN:

100 años - Aniversario - Nuestra Señora de Fátima - Apariciones - Mensaje - Secretos - Fiesta Mayo 13

Apariciones y Mensaje
de la Virgen de Fátima


Primera Aparición
13 de mayo de 1917



Según las descripciones de la Hermana Lucía, era “una Señora vestida toda de blanco, más brillante que el sol, irradiando una luz más clara e intensa que un vaso de cristal lleno de agua cristalina, atravesado por los rayos del sol más ardiente. Su Semblante era de una belleza indescriptible, ni triste ni alegre, sino seria, tal vez con una suave expresión de ligera censura”. ¿Cómo describir con detalle sus trazos? ¿De qué color eran sus ojos y los cabellos de esa figura celestial? ¡Lucía nunca lo supo con certeza!



La Hermana Lucía continúa diciendo: “El vestido más blanco que la propia nieve, parecía tejido de luz. Tenía las mangas relativamente estrechas y el cuello cerrado, llegando hasta los pies que envueltos por una tenue nube, apenas se veían rozando la copa de la encina. La túnica era blanca, y un manto también blanco, con bordes de oro, del mismo largo que el vestido, le cubría casi todo el cuerpo.



Tenía las manos puestas en actitud de oración, apoyadas en el pecho, y de la derecha pendía un lindo rosario de cuentas brillantes como perlas, con una pequeña cruz de vivísima luz plateada. Como único adorno, un fino collar de oro reluciente, colgando sobre el pecho y rematado casi a la altura de la cintura, por una pequeña esfera del mismo metal”.



“Estábamos tan cerca, que quedábamos dentro de la luz que la cercaba, o que irradiaba. Tal vez a un metro y medio de distancia, más o menos. Entonces, Nuestra Señora nos dijo:
"No tengáis miedo, no os haré mal"

- ¿De dónde es Vuestra Merced? Le pregunté.
"Soy del Cielo"
- ¿Y qué quiere de mí Vuestra Merced?
"Vengo a pediros que volváis aquí durante seis meses seguidos, los días 13 y a esta misma hora. Después os diré quién soy y lo que quiero. Y volveré aquí aún una séptima vez"
- ¿Y yo también voy a ir al Cielo?
"Sí, vas"
- ¿Y Jacinta?
"También"
- ¿Y Francisco?
"También, pero tiene que rezar muchos Rosarios"


Me acordé entonces de preguntar por dos niñas que habían muerto hacía poco. Eran amigas mías y frecuentaban mi casa para aprender a tejer con mi hermana mayor.

- ¿María de las Nieves ya está en el Cielo?
"Sí, está"
- ¿Y Amalia?
"Estará en el Purgatorio hasta el fin del mundo. ¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que os quiera enviar, en reparación por los pecados con que Él es ofendido, y en súplica por la conversión de los pecadores?"
- Sí, queremos.
"Váis pues, a tener mucho que sufrir, pero la gracia de Dios será vuestro consuelo"



Fue al pronunciar estas últimas palabras (“la gracia de Dios”, etc.), cuando abrió las manos por primera vez, comunicándonos una luz tan intensa, como el reflejo que de ellas procedía, que, penetrándonos en el pecho y en lo más íntimo del alma, hacía vernos a nosotros mismos en Dios, que era esa luz, más claramente que como nosotros vemos en el mejor de los espejos. Entonces, por un impulso interior, también comunicado, caímos de rodillas y repetimos interiormente:
"Oh, Santísima Trinidad, yo te adoro. Dios mío, Dios mío, yo te amo en el Santísimo Sacramento".
Pasados los primeros momentos, Nuestra Señora añadió:

"Rezad el Rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra"

Enseguida comenzó a elevarse serenamente, subiendo en dirección al naciente, hasta desaparecer en la inmensidad de la distancia. La luz que la circundaba iba abriendo un camino en la oscuridad de los astros, motivo por el cual alguna vez dijimos que vimos abrirse el Cielo”.

Segunda Aparición
13 de junio de 1917

La Hermana Lucía describe así lo sucedido en aquella segunda aparición:

“Después de rezar el Rosario con Jacinta y Francisco, y las demás personas que estaban presentes, vimos de nuevo el reflejo de la luz que se aproximaba (lo que llamábamos relámpago); y, enseguida, a Nuestra Señora sobre la encina, igual (que en la aparición) de mayo.



- ¿Qué quiere Vuestra Merced de mí? Pregunté.
"Quiero que vengáis aquí el día 13 del mes que viene, que recéis el Rosario todos los días, y que aprendáis a leer. Después diré lo que quiero"
Lucía pide la curación de un enfermo.

"Si se convierte, se curará en el transcurso del año"

- Quería pedirle que nos llevara al Cielo.
"Sí, a Jacinta y a Francisco los llevaré en breve. Pero tú te quedarás aquí algún tiempo más. Jesús quiere servirse de ti para hacerme conocer y amar. Él quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. A quien la abrace, le prometo la salvación; y serán amadas de Dios estas almas, como flores puestas por mí para adornar su trono"
- ¿Y me quedo aquí sola?
"No, hija. ¿Y tú sufres mucho con eso? No te desanimes. Nunca te dejaré. Mi inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios"



Al decir estas últimas palabras, abrió las manos y nos comunicó, por segunda vez, el reflejo de aquella luz tan intensa. En ella nos veíamos como sumergidos en Dios. Francisco y Jacinta parecían estar en la parte que se elevaba hacia el Cielo y yo en la que se esparcía por la tierra. Delante de la mano derecha de la Santísima Virgen había un Corazón rodeado de espinas que parecían clavárseles por todas partes. Comprendimos que era el Inmaculado Corazón de María, ultrajado por los pecados de los hombres, que pedía reparación”.


Tercera Aparición
13 de julio de 1917

Es la Hermana Lucía quien nos narra de esta manera lo que sucedió en esta tercera aparición:

“Vimos el reflejo de la luz como de costumbre y, enseguida, a Nuestra Señora sobre la pequeña encina.



- ¿Qué quiere Vuestra Merced de mí? Pregunté.
"Quiero que vengáis el 13 del mes que viene, y que continuéis rezando el Rosario todos los días en honor de Nuestra Señora del Rosario, para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra, porque sólo Ella los podrá socorrer"
- Quería pedirle que nos dijera quién es y que hiciera un milagro con el que todos crean que Vuestra Merced se nos aparece.
"Continuad viniendo aquí todos los meses. En octubre diré quién soy y lo que quiero, y haré un milagro que todos han de ver, para que crean"
Entonces hice algunos pedidos (de parte de varias personas). Nuestra Señora dijo que era necesario que rezasen el Rosario para alcanzar las gracias durante el año. Y continuó diciendo:

"Sacrificaos por los pecadores y decid muchas veces, sobre todo cuando hagáis algún sacrificio:



¡Oh! Jesús, es por vuestro amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María”

Primera parte del Secreto



“Al decir estas últimas palabras –narra la Hermana Lucía- abrió de nuevo las manos como en los dos meses anteriores. El reflejo (de los rayos de luz) pareció penetrar la tierra, y vimos como un mar de fuego y, sumergidos en ese fuego, a los demonios y las almas como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma humana, que flotaban en el incendio llevados por las llamas que de ellas mismas salían juntamente con nubes de humo, cayendo hacia todos los lados –semejante al caer de las chispas en los grandes incendios- sin peso ni equilibrio, entre gritos y gemidos de dolor y desesperación que horrorizaban y hacían estremecer de pavor (debe haber sido ante esta visión que solté aquel “ay”, que dicen haberme oído exclamar). Los demonios se distinguían por formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes como negros carbones en brasa”.

Segunda parte del Secreto

“Asustados y como pidiendo socorro, levantamos los ojos hacia Nuestra Señora, que nos dijo con bondad y tristeza:

"Visteis el Infierno, a donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacen lo que yo os diga, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra va a terminar. Pero, si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre.





Para impedirlo, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora en los primeros sábados. Si atienden mis pedidos, Rusia se convertirá y tendrán paz. Si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas. Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz. En Portugal se conservará siempre el dogma de la fe, etc.

Se siguió un instante de silencio, y pregunté:

- ¿Vuestra Merced no quiere nada más de mí?
"No, hoy no quiero nada más de ti"
Y como de costumbre, comenzó a elevarse en dirección al este, desapareciendo en la inmensa lejanía del firmamento”.

Tercera parte del Secreto

He aquí el texto, redactado en 1.944 por la Hermana Lucía:

“Hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centellando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él, el Ángel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz:
"¡Penitencia,
Penitencia,
Penitencia!"
Y vimos en una inmensa luz que es Dios: “algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él” a un Obispo vestido de Blanco “hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre”.



También a otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza: el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones.

Bajo los dos brazos de la Cruz había dos Ángeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los Mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios”.



La Santísima Virgen retomó la palabra:

“Esto no se lo digáis a nadie. A Francisco si podéis decírselo. Cuando rezareis el Rosario, decid después de cada misterio:

¡Oh Jesús Mío! Perdonadnos, libradnos del fuego del Infierno, llevad todas las almas para el Cielo, principalmente aquellas que más lo necesitan”

Habiendo declarado que nada más necesitaba de Lucía, Nuestra Señora se elevó en dirección del naciente hasta desaparecer.


Cuarta Aparición
15 de agosto de 1917

Habían sido secuestrados y mantenidos tres días bajo vigilancia por el Administrador de Ourém, que a toda costa –y en vano- deseaba arrancarles el secreto confiado por la Virgen, los tres niños no pudieron comparecer a la Cova de Iría el día 13 de agosto, cuando se daría la cuarta aparición de la Santísima Virgen.

El relato de la Hermana Lucía sobre la cuarta aparición de la Madre de Dios, el día 15 de agosto:

“Andando con las ovejas, en compañía de Francisco y de su hermano Juan, en un lugar llamado Valinhos, y sintiendo que algo de sobrenatural se aproximaba y nos envolvía, sospechando que la Santísima Virgen nos fuese a aparecer, y teniendo pena de que Jacinta quedase sin verla, pedimos a su hermano Juan que la fuese a llamar.


Mientras tanto, vi con Francisco el reflejo de la luz, a la que llamábamos relámpagos y, llegada Jacinta un instante después, vimos a Nuestra Señora sobre una encina.
- ¿Qué quiere Vuestra Merced de mí?
"Quiero que continuéis yendo a Cova de Iría el día 13 y que continuéis rezando el Rosario todos los días. En el último mes haré el milagro para que todos crean"
- ¿Qué quiere Vuestra Merced que se haga con el dinero que la gente deja en Cova de Iría?
"Haced dos andas; una llévala tú con Jacinta y dos niñas más vestidas de blanco; la otra, que la lleve Francisco con tres niños más. El dinero de las andas es para la fiesta de Nuestra Señora del Rosario. Lo que sobre es para ayudar a una capilla que debéis mandar construir"
- Quería pedirle la curación de algunos enfermos.
"Sí, curaré a algunos en el transcurso de este año"



Y tomando un aspecto más triste, les recomendó de nuevo la práctica de la mortificación, diciendo al final:

"Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, que muchas almas se van al Infierno por no haber quien se sacrifique y pida por ellas”

Tras pronunciar estas palabras, la Virgen María se retiró, como en las veces anteriores, en dirección hacia levante.


Quinta Aparición
13 de septiembre de 1917

Así narra la Hermana Lucía la quinta aparición:



“Al aproximarse la hora, fui allí con Jacinta y Francisco, entren numerosas personas que nos hacían caminar con dificultad. Los caminos estaban apiñados de gente. Todos querían vernos y hablar con nosotros, pidiendo que presentásemos a Nuestra Señora sus necesidades. (…)

Llegamos por fin a Cova de Iría, junto a la encina, y comenzamos a rezar el Rosario con la gente. Poco después vimos el reflejo de la luz y, enseguida, a la Santísima Virgen sobre la encina. Nos dijo:

"Continuad rezando el Rosario para alcanzar el fin de la guerra. En octubre vendrán también Nuestro Señor; Nuestra Señora de los Dolores y Nuestra Señora del Carmen, y San José con el Niño Jesús, para bendecir al mundo.
(Aquí Nuestra Señora hace alusión a que vendrá bajo otras advocaciones con que también es venerada la misma y única Virgen María)
Dios está contento con vuestros sacrificios, pero no quiere que durmáis con la cuerda, usadla sólo durante el día"

- Me han encargado que le pida muchas cosas: la cura de algunos enfermos, de un sordomudo.
"Sí, a algunos curaré, a otros no. En octubre haré un milagro para que todos crean"
Y comenzando a elevarse, desapareció como de costumbre”.

Sexta y última aparición
13 de octubre de 1917


Llegó, por fin, el día tan esperado de la sexta y última aparición de la Santísima Virgen a los tres pastorcitos. Por lo avanzado del otoño, la mañana estaba fría. Una lluvia persistente y abundante había transformado la Cova de Iría en un inmenso lodazal, y el frío calaba hasta los huesos a la multitud de 50 a 70 mil peregrinos que habían acudido de todos los rincones de Portugal.

Cerca de las once y media, aquel mar de gente abrió paso a los tres videntes que se aproximaban, vestidos con sus trajes de domingo.

Es la Hermana Lucía quien nos relata lo que sucedió:



“Llegados a Cova de Iría, junto a la encina, llevada por un movimiento interior, pedí al pueblo que cerrase los paraguas para rezar el Rosario. Poco después vimos el reflejo de la luz y, enseguida, a Nuestra Señora sobre la encina.


- ¿Qué quiere Vuestra Merced de mí?
"Quiero decirte que hagan aquí una capilla en mi honor; que soy la Señora del Rosario, que continuéis rezando el rosario todos los días. La guerra va a terminar y los militares volverán en breve a sus casas"
- Quería pedirle muchas cosas. Si curaba unos enfermos y convertía unos pecadores…
"A algunos sí, a otros no. Es preciso que se enmienden, que pidan perdón por sus pecados"
Y tomando un aspecto más triste, (Nuestra Señora agregó):
"No ofendan más a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido"
Enseguida, abriendo las manos, Nuestra Señora las hizo reflejar en el sol y, mientras se elevaba, su propia luz continuaba reflejándose en el sol.

Habiendo la Santísima Virgen desaparecido en esa luz que Ella misma irradiaba, se sucedieron en el cielo tres nuevas visiones, como cuadros que simbolizaban los misterios gozosos, dolorosos y gloriosos del Rosario.

Junto al sol apareció la Sagrada Familia: San José, con el Niño Jesús en los brazos, y Nuestra Señora del Rosario. La Virgen vestía una túnica blanca y un manto azul, San José estaba también de blanco y el Niño Jesús de rojo. San José bendijo al pueblo trazando tres veces en el aire una cruz, y el Niño Jesús hizo lo mismo.

Las dos escenas siguientes fueron vistas sólo por Lucía. Primero, vio a Nuestro Señor, transido de dolor en el camino del Calvario, y a la Virgen de los Dolores, sin la espada en el pecho. El Divino Redentor también bendijo al pueblo.

Por fin apareció, gloriosa, Nuestra Señora bajo la advocación del Carmen coronada Reina del Cielo y del Universo, con el Niño Jesús en brazos.

Mientras los tres pastorcitos contemplaban los personajes celestiales, se operó ante los ojos de la multitud el milagro anunciado.


Y tomando un aire de tristeza la Santísima Virgen dijo estas sus últimas palabras de las apariciones:
"QUE NO OFENDAN MÁS A DIOS QUE YA ESTÁ MUY OFENDIDO"
(Lucía afirma que de todas las frases oídas en Fátima, ésta fue la que más le impresionó)

La Santísima Virgen antes de despedirse señaló con sus manos hacia el sol y entonces los 70.000 espectadores presenciaron un milagro conmovedor, un espectáculo maravilloso, nunca visto: la lluvia cesó instantáneamente (había llovido desde el amanecer y era mediodía), las nubes se alejaron y el sol apareció como un inmenso globo de plata o de nieve, que empezó a dar vueltas a gran velocidad, esparciendo hacia todas partes luces amarillas, rojas, verdes, azules y moradas, y coloreando de una manera hermosísima las lejanas nubes, los árboles, las rocas y los rostros de la muchedumbre que allí estaba presente. De pronto el sol se detiene y empieza a girar hacia la izquierda despidiendo luces tan bellas que parece una explosión de juegos pirotécnicos, y luego la multitud ve algo que la llena de terror y espanto.


Ven que el sol se viene hacia abajo, como si fuera a caer encima de todos ellos y a carbonizarlos, y un grito inmenso de terror se desprende de todas las gargantas:
"Perdón, Señor, perdón"
Fue un acto de contrición dicho por muchos miles de pecadores. Este fenómeno natural se repitió tres veces y duró diez minutos. No fue registrado por ningún observatorio astronómico porque era un milagro absolutamente sobrenatural.

Luego el sol volvió a su sitio y los miles de peregrinos que tenían sus ropas totalmente empapadas por tanta lluvia, quedaron con sus vestidos instantáneamente secos. Y aquel día se produjeron maravillosos milagros de sanaciones y conversiones. 

El ciclo de las visiones de Fátima había terminado.

Y nosotros queremos recordar y obedecer los mensajes de la Santísima Virgen en Fátima:


"Rezar el Rosario. Hacer oración y sacrificios por la conversión de los pecadores y NO ofender más a Dios, que ya está muy ofendido".

Fuente - Texto tomado del Libro: FÁTIMA – Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará – Caballeros de la Virgen

Fuente - Texto tomado del Vaticano: