sábado, 25 de febrero de 2017

Lectura del Santo Evangelio Según San Mateo 6, 24-34



24. Ninguno puede servir a dos señores; porque o tendrá aversión al uno y amor al otro, o si se sujeta al primero, mirará con desdén al segundo.
"No podéis servir a Dios y a las riquezas"

25. En razón de esto os digo:
"No os acongojéis por el cuidado de hallar qué comer para sustentar vuestra vida, o de dónde sacaréis vestidos para cubrir vuestro cuerpo. Qué ¿no vale más la vida, o el alma, que el alimento, y el cuerpo que el vestido?"
 26. Mirad las aves del cielo cómo no siembran, ni siegan, ni tienen graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta.

"¿Pues no valéis vosotros mucho más sin comparación que ellas?"

27. Y 
"¿Quién de vosotros a fuerza de discursos puede añadir un codo a su estatura?"
28. Y acerca del vestido ¿a qué propósito inquietaros? Contemplad los lirios del campo cómo crecen y florecen. Ellos no labran, ni tampoco hilan.

29. Sin embargo, Yo os digo que ni Salomón, en medio de toda su gloria, se vistió con tanto primor como uno de estos lirios.


30. Pues:
"Si una hierba del campo que hoy es, o florece, y mañana se echa en el horno, Dios así la viste, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe?
31. Así que no vayáis diciendo acongojados:
"¿Dónde hallaremos qué comer y beber?  ¿Dónde hallaremos con qué vestirnos?"
32. Como hacen los paganos, los cuales andan ansiosos tras de todas estas cosas; que bien sabe vuestro Padre la necesidad que de ellas tenéis.

33. Así que:

"Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas se os darán por añadidura"

34. No andéis, pues, acongojados por el día de mañana; que el día de mañana harto cuidado traerá por sí; bástale ya a cada día su propio afán o tarea.
Palabra de Dios,
Gloria a Ti, Señor Jesús

La ciencia confirma que: Familia que reza unida se mantiene unida


Sagrada Familia: Jesús, José y María
Informes centrados en la relación entre religión y psicología son muy concluyentes en este aspecto.

Fuente: Revista Vive

La famosa frase del sacerdote Patrick Peyton: “Familia que reza unida, permanece unida”, fue confirmada por distintos estudios científicos. Se llegó a la conclusión de que las familias que rezan juntas están más unidas, son más felices y por consiguiente viven mejor. 

Estos informes centrados en la relación entre religión y psicología son muy concluyentes en este aspecto.

La oración reduce el estrés y mejora la salud


Clay Routledge, profesor de Psicología en la Universidad Estatal de Dakota del Norte ha recogido la literatura científica publicada al respecto. Ha llegado a la conclusión de que la oración, y más en familia, ayuda a ser más paciente convirtiendo a las personas en más tolerantes con respecto al entorno más cercano. Además, tal y como recoge UCCR, tiene ventajas por las que muchas personas pagan a profesionales: mejora la salud y reduce el estrés.

“Hay una evidencia que indica que la oración, un comportamiento asociado a la religión, puede ser útil para los individuos y para la sociedad”

Este estudio no entraba en los aspectos teológicos sino en los efectos que la práctica religiosa y la oración tiene en las personas. También en las consecuencias son beneficiosas no sólo para el alma sino también para el cuerpo.

Y no son cosas imposibles. Si una familia pasa un rato unida rezando, durante ese tiempo no está enganchada a la televisión, al celular o la tablet provocando una mayor interacción entre los miembros de la familia.

Se genera un impacto en niños y adolescentes



El departamento de Sociología de la Universidad de Carolina del Norte, realizó un estudio centrado en los adolescentes estadounidenses. En este llegó a la conclusión de que los niños cuyos padres rezan juntos tienen una mejor relación con ellos. Aunque los pequeños no hayan participado en ese momento de oración, la paz que generan se transmite también a los niños.

Otro informe de la Universidad Estatal de Florida menciona también que ésta incidía en los efectos positivos que la oración genera en una pareja puesto que aumenta la confianza mutua entre ellos.

La oración, también clave en la enfermedad



Los efectos de la oración son muy visibles en las personas. No sólo a la hora de unir a la familia sino para afrontar acontecimientos difíciles. Qué se lo digan a Alexis Carrel, Nobel de Medicina, que se convirtió en Lourdes cuando provenía de un ateísmo radical. Y lo que más le llamó precisamente la atención fue la oración. Esta es su reflexión sobre los efectos de la oración en las personas:

“Cuando la oración es habitual y verdaderamente ferviente, su influencia se hace muy clara. Consiste en una especie muy clara. Consiste en una especie de transformación mental y orgánica. Esta transformación se opera de manera progresiva. Se diría que en la profundidad de la conciencia se enciende una luz. El hombre se ve tal como es. (…) Poco a poco se produce un apaciguamiento interior; una armonía de las actividades nerviosas y morales, una mayor resistencia frente a la pobreza, la calumnia, las preocupaciones. Una mayor capacidad de soportar sin desfallecer la pérdida de los suyos, el dolor, la enfermedad, la muerte. Así, el médico que ve un enfermo que se pone a orar puede alegrarse. La calma engendrada por la oración es una poderosa ayuda para la terapéutica.

La oración no puede compararse con la morfina puesto que la oración determina, al mismo tiempo que la calma, una integración de las actividades mentales, una especie de florecimiento de la personalidad. A veces, heroísmo. La pureza de la mirada, la tranquilidad del porte, la serena alegría de la expresión, la virilidad de la conducta y, cuando es necesario, la simple aceptación de la muerte del soldado o del mártir, traducen la presencia del tesoro escondido del espíritu”.

Somos una gran familia; recemos juntos:

El Santo Rosario

Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:

San Porfirio de Gaza - Anacoreta y Obispo (Año 420) - Fiesta Febrero 26



San Porfirio nació en Tesalónica (aquella ciudad a la cual San Pablo escribió sus dos cartas a los tesalonicenses). Tesalónica queda en Macedonia, y Macedonia está situada al norte de Grecia. A los 25 años dejó su ciudad y su familia y se fue de monje a Egipto a rezar y meditar y hacer penitencia.

Cinco años más tarde pasó a Palestina y se fue a vivir a una cueva cerca del río Jordán. Pero allí la humedad lo hizo enfermar de reumatismo y cinco años después se fue a vivir a Jerusalén. En esta ciudad cada día visitaba el Santo Sepulcro, el Huerto de los Olivos, la Casa de la Última Cena y los demás santos lugares donde estuvo Nuestro Señor. Su reumatismo lo hacía caminar muy despacio y con grandes dolores y apoyado en un bastón. Sin embargo ningún día dejaba de ir a los Santos Lugares y Comulgar.

En aquellos tiempos llegó a Jerusalén un cristiano llamado Marcos, el cual se quedó admirado de que este hombre tan enfermo y con tan grandes dolores reumáticos no dejaba ningún día de visitar los Santos Lugares para dedicarse allí a rezar y a meditar. Un día al ver que el santo sufría tanto al subir las escalinatas del templo, Marcos se ofreció para ayudarle pero Porfirio se negó a aceptar su ayuda diciéndole:
"No está bien que habiendo venido yo aquí a expiar mis pecados sufriendo y rezando, me deje ayudar de ti para disminuir mis dolores. Déjame sufrir un poco, que lo necesito para pagarle a Dios mis muchos pecados"
Marcos lo admiró más desde ese día y en adelante fue su compañero, su amigo y el que escribió después la biografía de este santo. Lo único que le preocupaba a Porfirio era que no había vendido la herencia que sus padres le habían dejado en su patria, la cual quería repartir entre los pobres. Confió esta misión a Marcos, que partió rumbo a Tesalónica y a los tres meses volvió con el dinero de la venta de todas aquellas tierras, dinero que Porfirio repartió totalmente entre las gentes más pobres de Jerusalén. Cuando Marcos se fue a Tesalónica estaba Porfirio muy débil y agotado, pálido y sin fuerzas. Y al volver a Jerusalén lo encontró de buenos colores y lleno de vigor y fuerzas. Le preguntó cómo había sucedido semejante cambio tan admirable y Porfirio le dijo:
"Mira, un día vine al Santo Sepulcro a orar, y mientras rezaba sentí que Jesucristo se me aparecía en visión y me decía:
‘Te devuelvo la salud para que te encargues de cuidar mi cruz’
Y quedé instantáneamente curado de mi reumatismo. Lo que los médicos no pudieron hacer en muchos años, lo hizo Jesús en un solo instante, porque para Él todo es posible"

Y en adelante se quedó ayudando en la Iglesia del Santo Sepulcro, custodiando la parte de la Santa Cruz que allí se conservaba.

Como Porfirio había repartido toda su herencia entre los pobres, tuvo él que dedicarse a trabajos manuales para poder ganarse la vida. Aprendió a fabricar sandalias y zapatos y a trabajar en cuero y así ganaba para él y para ayudar a otros necesitados. Marcos, que era un hábil escribiente y ganaba buen dinero copiando libros, le propuso que él costearía toda su alimentación para que no tuviera que dedicarse a trabajos manuales agotadores. San Porfirio le dijo:
"No olvidemos que San Pablo dijo en su segunda Carta a los tesaloniceses: "El que no quiere trabajar, que tampoco coma"; siguió ganándose el pan con el sudor de la frente, hasta los 40 años
El obispo de Jerusalén al ver tan piadoso y santo a Porfirio lo ordenó de sacerdote. Y poco después recibió una carta del obispo de Cesarea pidiéndole que le enviara un santo sacerdote para darle una misión. Como Porfirio era un verdadero penitente que ayunaba cada día y rezaba horas y horas y ayudaba a cuanto pobre podía, el obispo de Jerusalén lo envió a Cesarea. Y aquella noche tuvo Porfirio un sueño. Oyó que Jesús le decía:
"Hasta ahora te has encargado de custodiar mi Santa Cruz. De ahora en adelante te encargarás de cuidar a unos hermanos míos muy pobres"
Con eso entendió el santo que ya no seguiría viviendo en Jerusalén. Al llegar a Cesarea el obispo de allá lo convenció de que debía aceptar ser obispo de Gaza, que era una ciudad muy pobre. Después de que le rogaron mucho, al fin exclamó:


Porfirio significa:
el que se viste de púrpura
"Si esa es la voluntad de Dios, que se haga lo que Él quiere y no lo que quiera yo"
Y aceptó. Al llegar a Gaza los paganos promovieron grandes desórdenes porque sentían que con este hombre se iba a imponer la religión de Cristo sobre las falsas religiones de los ídolos y falsos dioses. Porfirio no se dio por ofendido sino que se dedicó a instruir a los ignorantes y a ayudar a los pobres y así se fue ganando las simpatías de la población.

La ciudad de Gaza y sus alrededores estaban sufriendo un verano terrible y muy largo. Las cosechas se perdían y no se hallaban ya agua ni para beber. Los paganos esparcieron la calumnia de que todo esto era un castigo de los dioses por haber llegado allí Porfirio con su doctrina y sus cristianos. Y empezaron a tratar muy mal al obispo y a sus fieles seguidores. Entonces San Porfirio organizó una procesión de rogativas por las calles, rezando y cantando para que Dios enviara la lluvia, y al terminar la procesión se descargó un torrencial aguacero que llenó de vida y frescor todos los alrededores.

Los paganos se propusieron que de todos modos sacarían a Porfirio y a sus cristianos de aquella región y empezaron a emplear medidas muy violentas contra ellos. Pero se equivocaron. Creyeron que la piedad y la bondad del obispo eran debilidad y cobardía, y no era así. El santo se fue a donde el jefe del imperio que vivía en Constantinopla y obtuvo que le dieran un fuerte batallón de soldados que puso orden y paz en la ciudad. Y ya los paganos no pudieron atacarlo más. Él no agredía a nadie, pero buscaba quién lo defendiera cuando trataban injustamente de acabar con la santa religión de Cristo. Y después de varios años la acción evangelizadora de Porfirio y de sus sacerdotes llegó a ser tan eficaz que se acabó por completo allí la religión pagana de los falsos dioses, y desaparecieron los templos de los ídolos. Las gentes quemaron todos sus libros de magia y ya no hubo más consultas a brujas o espiritistas ni creencias supersticiosas.

San Porfirio construyó en Gaza un bellísimo templo. El día en que empezó la construcción del nuevo edificio recorrió la ciudad con enorme gentío cantando salmos y bendiciendo a Dios. Cada fiel llevaba alguna piedra o algún ladrillo u otro material para contribuir a la edificación de la Casa de Dios. La construcción duró cinco años y toda la ciudad colaboró con mucha generosidad. El día de la Consagración de la nueva catedral (domingo de Pascua del año 408) el santo repartió abundantísimas limosnas a todos los pobres de la ciudad. Siempre fue sumamente generoso en ayudar a los necesitados. Los últimos años los dedicó pacíficamente a instruir y enfervorizar a sus sacerdotes y al pueblo con sus predicaciones, con su buen ejemplo y su oración. El 26 de febrero del año 420 murió santamente.

San Porfirio, valeroso y santo obispo:
haz que todos los obispos católicos
del mundo sean tan valientes,
generosos y fervorosos como lo fuiste tú.

A quien se declare a mi favor delante de la gente de esta tierra, yo me declararé en su favor delante de los ángeles del cielo
(Jesucristo)

Fuente - Texto tomado de EWTN.COM:
http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Porfirio.htm