sábado, 5 de noviembre de 2016

Los terremotos serían castigo de Dios por las uniones homosexuales


Beata Cristina de Stommeln - Mística y Estigmatizada (Año 1312) - Fiesta Noviembre 6



Beata Cristina de Stommeln
(† 6 de noviembre de 1312)

El jesuita francés A. F. Poulain († 1919), en su gran obra sobre la mística Des grâces d’Oraison (10a. ed., París, 1922), afirmó:
“Una gracia extraordinaria concedida por Dios, (casi siempre) está acompañada por una intervención extraordinaria del diablo. La tierra es el campo de batalla. Los dos ejércitos, el de los espíritus buenos y el de los malos, luchan frente a frente por las mismas almas”
¡Y de qué manera, como casi nunca se encuentra en la vida de otros hombres místicamente dotados está justificada esta afirmación al estudiar la vida de la Beata Cristina de Stommeln! En ella es posible sentir el luchar fragoroso de los Ángeles buenos y de los caídos (con el diablo a la cabeza), desde su infancia hasta su muerte, a los 70 años de edad, como testimoniaba después de intensas observaciones el dominico Pedro de Dacia, erudito contemporáneo suyo († 1289).

Cristina nació en 1242 en Stommeln (entre Colonia y Neuss), hija del labrador Enrique Bruso y su esposa Hilla. Desde muy temprana edad se distinguió por una religiosidad especial:

Cuando contaba sólo con seis años fue honrada con una primera aparición; a los siete experimentó una visión en la que era conducida por un Ángel hasta el paraíso, donde observó los misterios celestiales y fue colmada de una alegría inexpresable. Con nueve años de edad fue presentada en espíritu por un Ángel tres noches consecutivas ante la presencia de la Santísima Virgen María; la Madre de Dios le decía a la niña:
¡Alégrate, hija carísima, y goza, porque serás la novia y amiga de mi Hijo muy amado!”
Cuando Cristina cumplió 10 años se le apareció una noche el Señor:
“Hija muy amada, ve, soy Jesucristo. ¡Prométeme fidelidad, es decir, que me servirás para siempre! Si alguien pidiera tu mano, ¡dile que ya te comprometiste al mismo Jesucristo en sus manos!”

El Señor tomó su mano derecha y, colocándola en la suya, le decía:
“¡Con las beguinos debes quedarte!”
A partir de entonces, Cristina cavilaba la manera de llegar a las beguinos, un tipo especial de vírgenes y viudas piadosas que vivían en comunidad, pero sin votos religiosos propios, en los llamados “corrales de las beguinos”. Cuando supo que también existían beguinos en Colonia, se trasladó a esta ciudad, sin el conocimiento paterno; tenía 13 años. Fue recibida bondadosamente en este corral, fundado en 1230; sin embargo, como había salido de su casa en contra de la voluntad de sus padres, éstos no le prestaban ayuda, por lo que hubo de vivir en Colonia en la más extrema pobreza (cada beguino debía cuidar de su propio sustento). En esta comunidad comenzó Cristina a sufrir los acosos y persecuciones del diablo. El padre H. Wilms OP escribe en su Historia de las dominicas alemanas:

Cristina de Stommeln se halla dignamente en su brillo puro de virtud al lado de las mujeres más nobles que embellecen nuestros altares. Recibió muchas consolaciones, al igual que las místicas más excelsas; pero es propio de ella que padeciera una persecución brutal de parte del diablo. Dios prepara a sus amigos pruebas especiales, pero éstas no son para todos iguales. Algunos son perseguidos y ofendidos de forma cruel por los hombres; otros soportan tentaciones interiores, desiertos y arideces del espíritu; tampoco Cristina de Stommeln se libró de estos sufrimientos.

Las beguinos en Colonia, y después en Stommeln, contribuyeron en parte a los sufrimientos de esta virgen noble. Sequedad del espíritu y soledad interior no le eran desconocidas, pero mucho más tuvo que sufrir del enemigo maligno, quien la perseguía y torturaba de una manera que puede resultarnos hoy incomprensible. Su biógrafo sueco, el erudito Pedro de Dacia, explicó, según las exigencias más severas de la ciencia, que en este caso se trató realmente de ataques diabólicos.

Los relatos que tenemos a la vista son creíbles, porque fueron escritos en el tiempo de la beata Cristina de Stommeln por aquellas personas que presenciaron los acontecimientos o los escucharon de testigos oculares. Tanto estos testigos como los redactores son hombres dignos de honra y bien instruidos que merecen nuestra fe. Esto vale ante todo para el director espiritual de Cristina, Pedro de Dacia, religioso de vida santa que obtuvo en su provincia los ministerios de mayor confianza de la orden. Las informaciones ciertas que poseemos de Cristina de Stommeln las debemos a sus noticias y sugerencias.

De las torturas diabólicas a las cuales era sometida Cristina de Stommeln pueden constatarse más claramente los maltratos físicos; era arrastrada por un poder invisible de sus cabellos, quemada con piedras ardientes, golpeada con varas, flagelada con azotes, manchada con lodo; por el mismo poder invisible le fueron arrancados los dientes, perforados los pies, maltratado todo el cuerpo. Los testigos veían los efectos. Quedaron huellas visibles. Frecuentemente, las torturas tuvieron un carácter visionario. Fueron causadas por imágenes de terror que influyeron vivamente su fantasía. El sufrimiento se realizó, entonces, en el interior de la paciente beata. En ocasiones, sus sentidos exteriores percibieron imágenes engañosas.


Ciertamente era un sufrimiento expiatorio por otros el que esta mujer místicamente agraciada sufrió y aceptó con las beguinos, primero en Colonia y después en su patria Stommeln, hasta el año 1288. Por otra parte, experimentó también numerosas gracias elevadas y consoladoras que se le concedieron: además de la estigmatización, recibió, por ejemplo, comuniones extáticas, conocimientos profundos de la Sagrada Escritura y el don de poder ver en el interior de los corazones. Gracias a estas luchas, sufrimientos y pruebas, Cristina fortaleció sus virtudes ejemplares, como afirma el padre Pedro Dacia:

Tuve la ocasión de observar sus costumbres y comportamiento, examinarlos y someterlos a juicios profundos, como ya antes observé sobre su paciencia y humildad. Y aunque durante sus estados acontecieron algunas cosas imposibles de captar y explicar por la inteligencia humana normal, lo que según mi parecer le otorga el carácter de sobrenatural y maravilloso, al menos observé que poseía una serenidad admirable, ejercitaba una castidad increíble y desarrolló una gran amabilidad unida con decencia, una alegría en el temor de Dios; poseía, además, humildad y alegría en las humillaciones. Hablaba poco y siempre de manera edificante y, cuando se le preguntaba sobre algo respondía con modestia. A veces hablaba alegremente, pero nunca una palabra vacía. Usaba un hábito religioso sin ningún adorno innecesario. En su conducta había algo virtuoso que a todos los que la vieron o trataron alegraba.

En 1288 terminaron los sufrimientos expiatorios que soportó principalmente por la conversión de los pecadores y por las almas del purgatorio; a partir de entonces, Cristina vivió todavía retirada y llena de paz en Stommeln, donde murió en gracia el 6 de noviembre de 1312 a la edad de 70 años. El Papa Pío X reconoció expresamente, después de un profundo examen, el 11 de agosto de 1908 la veneración de esta mujer estigmatizada que experimentó la lucha entre los Ángeles buenos y los ángeles caídos en su propia persona, en cuerpo y alma.

Fuente - Texto tomado de RELIGIONES.CO:

Guía para discernir el voto católico


Magisterio de la Iglesia:
No se puede votar en favor
de un candidato que esté a favor
o sea permisivo con el aborto

A continuación les presento este artículo, que nos ayudará a los católicos del mundo entero para tomar las decisiones más acertadas y no desperdiciar nuestro voto en contra de la verdad (mandamientos de la Ley de Dios), la vida, la ética, la moral y doctrina de la fe.

Fuente: perudefiendelavida.com 

La idea de este informe es responder a la pregunta si el católico tiene guías dadas por el Magisterio de la Iglesia para que pueda discernir un voto ético, y en este caso concreto, con respecto a su contribución en el plano político a la defensa de la vida.

Pero si bien hemos querido hacer un informe para los católicos en el cual la enseñanza de la Iglesia es el marco referencial, no podemos dejar de mencionar que la ética católica al basarse en la moral natural puede ser entendida y ser aceptable por personas de otros credos, como también agnósticos y ateos que consideran, al igual que la doctrina católica, al aborto como el acto injusto de eliminar la vida de un niño en el vientre de su madre.

Debido a que el voto que ejercen los ciudadanos católicos, en unas elecciones es un deber y un derecho, además de un acto político que tiene repercusiones sociales, el principal documento para nuestro informe es el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (CDSI), encargado por San Juan Pablo II para su realización al Pontificio Consejo “Justicia y Paz” y que fue publicado en el 2005. Precisamente el Papa Francisco se refirió a este Compendio como un instrumento muy adecuado para reflexionar sobre las graves cuestiones sociales.

La Iglesia enseña que su doctrina social «se trata de una doctrina que debe orientar la conducta de las personas» y «se sitúa en el cruce de la vida y de la conciencia cristiana con las situaciones del mundo…». (CDSI, 73).

Para poder entender la gravedad y la dimensión ética que tiene el aborto en el plano social debemos tener en cuenta que la Iglesia señala en su Catecismo lo siguiente:

«El aborto directo (procurado), es decir, querido como un fin o como un medio, es gravemente contrario a la ley moral». El aborto es un crimen, «un daño irreparable causado al inocente a quien se da muerte, a sus padres y a toda la sociedad». «El derecho inalienable de todo individuo humano inocente a la vida constituye un elemento constitutivo de la sociedad civil y de su legislación».

O el mismo Papa Francisco recientemente:

«El aborto no es un “mal menor”. Es un crimen. Es echar fuera a uno para salvar a otro. Es lo que hace la mafia. Es un crimen, es un mal absoluto».

Para aligerar y hacer más entendible lo que enseña la Iglesia sobre esta materia, lo desarrollaremos a través de preguntas:

1) ¿La Iglesia por qué opina acerca de cómo debe votar un católico?

El voto para las elecciones de los futuros gobernantes tiene unas consecuencias en la vida social y en numerosos ámbitos (políticos, económicos, legales, ecológicos, etc.). Por lo tanto, el voto tiene un carácter moral por su vínculo con el desarrollo social desde una visión integral del hombre.

Como señala la Iglesia, «mediante el cumplimiento de los deberes civiles comunes, “de acuerdo con su conciencia cristiana”, en conformidad con los valores que son congruentes con ella, los fieles laicos desarrollan también sus tareas propias de animar cristianamente el orden temporal, respetando su naturaleza y legítima autonomía, y cooperando con los demás, ciudadanos según la competencia específica y bajo la propia responsabilidad. Consecuencia de esta fundamental enseñanza del Concilio Vaticano II es que «los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en la “política”; es decir, en la multiforme y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común», que comprende la promoción y defensa de bienes tales como el orden público y la paz, la libertad y la igualdad, el respeto de la vida humana y el ambiente, la justicia, la solidaridad, etc.».

Sobre esta participación del católico en la vida social el Papa Francisco señala:

«…nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos. ¿Quién pretendería encerrar en un templo y acallar el mensaje de San Francisco de Asís y de la beata Teresa de Calcuta? Ellos no podrían aceptarlo. Una auténtica fe —que nunca es cómoda e individualista— siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra».

Conclusión: El voto, es una expresión de la participación en la vida social y en la política de laico católico, y a su vez tiene que encontrarse de acuerdo a su conciencia cristiana y en conformidad con los valores que son congruentes a ella.

2) ¿Votar no es un tema de conciencia personal?

Sí, lo es. Pero existe en nuestra cultura actual, una mal entendida autonomía de la conciencia que tal como lo señala el Catecismo de la Iglesia Católica puede llevar a desviaciones del juicio en la conducta moral.

Sin entrar en profundidades filosóficas podemos decir que el juicio de la conciencia implica la obligación que en este acto exista un vínculo entre mi libertad con la verdad porque “la madurez y responsabilidad de estos juicios se demuestran no con la liberación de la conciencia de la verdad objetiva, en favor de una presunta autonomía de las propias decisiones, sino, al contrario, con una apremiante búsqueda de la verdad y con dejarse guiar por ella en el obrar”. (CDSI, n. 139)

Entre las fuentes para formar e iluminar la conciencia del católico se encuentra la Palabra de Dios, la oración, los testimonios o consejos de los otros y las enseñanzas autorizadas de la Iglesia.

Conclusión: Si bien el voto es un acto de conciencia personal, éste debe ser iluminado por fuentes que se encuentran en coherencia con los valores morales verdaderos, dados por la Palabra de Dios y la Enseñanza de la Iglesia.

3) ¿Los católicos antes de votar debemos preguntarnos sobre la posición del candidato a la presidencia o al congreso frente a la defensa de la vida y el aborto?

Sí. Y la razón es que existe una relación entre candidatos, planes de gobierno y su posición firme o permisiva a favor del derecho a la vida desde la concepción. Una posición permisiva al aborto es aquella que si bien el aborto no se encuentra en sus planes de gobierno, sí se encuentra a favor de éste, por tanto, no se opondrá a iniciativas en el gobierno a favor del mismo.

a) En el caso de la Presidencia

Cuando se vota por un candidato a la presidencia se vota al mismo tiempo, principalmente, por sus planes de gobierno. Si el candidato tiene en su programa el despenalizar el aborto o que sea parte de los “derechos sexuales y reproductivos”, entonces votar por él, es también votar por el aborto. También implica que al votar por determinado candidato en la práctica se está votando también por su equipo de gobierno el cual controlará ministerios claves como los de Salud, Justicia, Educación, o de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, los cuales tendrán un papel clave en la defensa de la vida o para la promoción del aborto en el futuro gobierno.

b) En el caso del Congreso

En el caso de un candidato al Congreso su situación repercute de una manera distinta en este tema. Un congresista puede tener como motivo de su campaña un proyecto totalmente diverso a un tema vinculado a la defensa de la vida, como por ejemplo, el de transporte o el de seguridad ciudadana. Pero como congresista su voto puede ser gravitante en alguna comisión o en el pleno del Congreso a favor o en contra de la vida. Por lo tanto, al votar por un congresista que apoye el aborto o defienda la vida, aunque esté no sea el motivo principal de su campaña, colabora en esa misma línea en la legislación de las leyes pro-vida o pro-aborto.

Los documentos que manifiesta este carácter moral del voto vinculado a la posición de los candidatos con respecto al aborto son:

En 1974 la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe a través del documento “Declaración sobre el aborto procurado” afirma:

«En todo caso debe quedar bien claro que un cristiano no puede jamás conformarse a una ley inmoral en sí misma; tal es el caso de la ley que admitiera en principio la licitud del aborto. Un cristiano no puede ni participar en una campaña de opinión en favor de semejante ley, ni darle su voto, ni colaborar en su aplicación».

San Juan Pablo II en su encíclica Evangelium Vitae volverá a incidir en este criterio de acción moral:

«En el caso pues de una ley intrínsecamente injusta, como es la que admite el aborto o la eutanasia, nunca es lícito someterse a ella, “ni participar en una campaña de opinión a favor de una ley semejante, ni darle el sufragio del propio voto“».

En un contexto más amplio la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe a través de la “Nota Doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política ” señala:

«…la conciencia cristiana bien formada no permite a nadie favorecer con el propio voto la realización de un programa político o la aprobación de una ley particular que contengan propuestas alternativas o contrarias a los contenidos fundamentales de la fe y la moral». (Compendio DSI, 570)

También un documento de la Conferencia Episcopal Peruana ante las elecciones municipales y regionales de setiembre del 2010 publicó el documento titulado “La política debe buscar el bien común y no el beneficio grupal ni personal” señalando en su punto 5:

“Debe tenerse en cuenta además la visión ética y moral de los candidatos ante los valores fundamentales como la defensa de la vida humana, de la familia, del matrimonio, de la dignidad de la mujer, y de los derechos humanos ya que el futuro del país exige de todos los peruanos, pero de manera particular de sus autoridades, rectitud ética en el desarrollo de sus responsabilidades para realizar y apoyar los cambios que nuestra sociedad necesita”.

Conclusión: Siendo el aborto contrario a los contenidos de la fe como de la moral, sería inmoral votar por un candidato que impulse o promueva leyes favorables al aborto.

¿Es el aborto el único criterio decisor a la hora de votar por un candidato?

No. Para votar por determinado candidato el que éste se encuentre a favor del aborto o no, no es el único criterio decisor, pero la ética exige que este otro criterio tiene que ser de igual importancia o gravedad que el del aborto. Los siguientes puntos nos pueden iluminar al respecto:

El Papa Benedicto XVI en su Exhortación Apostólica PostSinodal Sacramentum Caritatis señala que existen cuatro valores no negociables en la vida social

En el punto 83 de dicho documento señala:

«El culto agradable a Dios nunca es un acto meramente privado, sin consecuencias en nuestras relaciones sociales: al contrario, exige el testimonio público de la propia fe. Obviamente, esto vale para todos los bautizados, pero tiene una importancia particular para quienes, por la posición social o política que ocupan, han de tomar decisiones sobre valores fundamentales, como:

– El respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural.

– La familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer.

– La libertad de educación de los hijos.

– La promoción del bien común en todas sus formas.

Estos valores no son negociables»

Precisamente teniendo como base estos valores no negociables se firmó en julio de 2014 el “Compromiso por el Perú”: Defensa de la Vida, la Familia, la Educación y la Libertad Religiosa, y que suscribieron varios partidos e Iglesias.

Por lo tanto, en nuestras relaciones sociales, y ello incluye el voto que ejercemos, la Iglesia enseña que estos valores tienen una importancia tal, que al violarlos se atenta gravemente contra los derechos de los demás e impide alcanzar el bien común de la sociedad. En ese sentido, por ejemplo, no se puede comparar el ir en contra de algunos de estos valores con respecto a cuestiones técnicas o económicas como puede ser inversión en infraestructura o leyes electorales con el derecho a la vida.

Es bueno señalar por ejemplo que la Evangelium Vitae señala que el aborto colisiona contra el logro del bien común:

«Por tanto, las leyes que autorizan y favorecen el aborto y la eutanasia se oponen radicalmente no sólo al bien del individuo, sino también al bien común y, por consiguiente, están privadas totalmente de auténtica validez jurídica. En efecto, la negación del derecho a la vida, precisamente porque lleva a eliminar la persona en cuyo servicio tiene la sociedad su razón de existir, es lo que se contrapone más directa e irreparablemente a la posibilidad de realizar el bien común».

Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET: