miércoles, 3 de agosto de 2016

10 cosas que tal vez no sabías del Santo Cura de Ars


REDACCIÓN CENTRAL, 03 de agosto de 2016 / 12:01 pm (ACI).

"Si fuera sacerdote, querría conquistar muchas almas", dijo una vez a su madre San Juan María Vianney, también conocido como el Santo Cura de Ars, cuya fiesta se celebra el 4 de agosto.

Aquí 10 cosas que tal vez no sabías de este sacerdote diocesano, miembro de la Tercera Orden Franciscana y patrono de los párrocos.

1. Su primera comunión fue accidentada

La Revolución Francesa trajo persecución contra los sacerdotes y aún después de ella debían disfrazarse para pasar de incógnito. Cuando el joven Juan recibió la primera comunión, llevaron carros de heno, los pusieron frente a las ventanas de la casa de su mamá y empezaron a descargar el material durante la ceremonia para evitar problemas con las autoridades.

El Santo siempre recordará este día en que derramó lágrimas de alegría al recibir al Señor y atesoró el Rosario que su madre le regaló en aquella ocasión.

2. Casi se retira de la escuela de seminaristas

Cuando la Iglesia obtuvo algo de libertad en Francia, el P. Balley, párroco de Ecculy, abrió una pequeña escuela para jóvenes con inquietudes vocacionales. Juan logró ingresar, pero por su dificultad para los estudios, estuvo a punto de renunciar. El sacerdote le sugirió que hiciera un peregrinaje al Santuario de San Francisco de Regis y regresó renovado.

3. Desertó del ejército

Napoleón quería conquistar toda Europa y Juan fue llamado al ejército porque no aparecía en la relación de ningún seminario. Cayó gravemente enfermo y cuando recuperó la salud, fue en busca de su regimiento que ya se había marchado, pero en el camino volvió a enfermar. Buscó refugio por varios días y se dio cuenta que, sin querer, se había convertido en un desertor.

Buscó a un mayor que escondía desertores y éste le aconsejó que se quedara en casa de uno de sus familiares. Adoptó el nombre de Jerome Vincent y con este nombre logró incluso abrir una escuela para los niños de la villa. Más adelante un decreto imperial concedió amnistía a los desertores.

4. Lo botaron del seminario

Juan logró ingresar al Seminario Mayor de Lyon, pero por su insuficiente conocimiento del latín no entendía ni podía responder a los formadores. Le pidieron que se marchara, lo que le produjo un inmenso dolor y desaliento, pero el P. Balley nuevamente fue en su ayuda y siguió los estudios en privado en Ecculy, cerca de Lyon. Sus cualidades morales sobrepasaron cualquier deficiencia académica.

5. Su maestro fue su primer penitente

Una vez ordenado sacerdote lo enviaron a ayudar al P. Balley, pero las autoridades diocesanas no le dieron permiso para confesar. El P. Balley intercedió y fue él mismo el primero en confesarse con San Juan María Vianney. Tiempo después el P. Balley murió en brazos del santo, quien sufrió como si hubiera perdido a su padre.

6. Tuvo una profecía en Ars

Las autoridades eclesiásticas lo enviaron al pequeño pueblo de Ars porque pensaban que con sus limitaciones intelectuales no podría servir en una comunidad grande. Al llegar hizo una profecía:


"La parroquia no será capaz de contener a las multitudes que vendrán hacia aquí".

Poco a poco se fue ganando el amor del pueblo y les inculcó el amor a la Eucaristía, siendo su fiesta favorita el Corpus Christi.

Cuando el Papa Pío IX definió el dogma de la Inmaculada Concepción, el santo pidió a los fieles que iluminaran sus casas en la noche y las campanas del templo resonaron por horas. La gente de los pueblos cercanos, al ver los destellos, pensó que el pueblo se estaba quemando y acudieron a apagar el supuesto incendio.

7. Tenía una profunda devoción a Santa Filomena

San Juan tenía una profunda devoción a Santa Filomena, una joven mártir de los primeros siglos del cristianismo, a quien llamaba su “agente con Dios”, construyó una capilla en su honor y un santuario. Cierto día enfermó de gravedad y prometió ofrecer 100 Misas en honor de Santa Filomena.

Cuando la primera Misa estaba siendo ofrecida, cayó en éxtasis y se le escuchó murmurar varias veces “Filomena”. Al volver en sí, exclamó que estaba curado y se lo atribuyó a la Santa.

8. La tentación era recurrente en su vida

El cura de Ars sufrió la tentación de desear la soledad y se sentía incapaz para el servicio que brindaba en la ciudad. En una oportunidad le rogó a su Obispo que lo dejase renunciar y hasta en tres ocasiones llegó a irse del pueblo, pero siempre regresó.

9. Luchó pacientemente contra el demonio

El demonio siempre molestaba al Santo Cura de Ars con ruidos extraños y fuertes por las noches. Su intención era agotarlo para que no tuviera fuerzas para confesar o celebrar la Eucaristía. Cierto día que el santo se disponía revestirse para la Santa Misa, el maligno incendió su cama.


San Juan, sabiendo que el enemigo quería detener el oficio divino, dio las llaves del cuarto a aquellos que iban a apagar el fuego y prosiguió.


"El villano, al no poder atrapar al pájaro le prende fuego a su jaula"

Fue lo único que dijo. Mucho tiempo después, el Señor premió al santo con un extraordinario poder de expulsar demonios de las personas poseídas.

10. Nunca fue nombrado párroco

Todos conocen a San Juan María Vianney con el título de Cura de Ars. “Poco importa la opinión de algún canonista exigente que dirá, a nuestro juicio con razón, que el Santo no llegó a ser jurídicamente verdadero párroco de Ars, ni aún en la última fase de su vida, cuando Ars ganó en consideración canónica”, según explica Lamberto de Echeverría, autor del libro El Santo Cura de Ars.

El Obispo de Belley solo le concedió el título de canónigo pero “el hecho real es que consagró prácticamente toda su vida sacerdotal a la santificación de las almas del minúsculo pueblo de Ars y que de esta manera unió, ya para siempre, su nombre y la fama de su santidad al del pueblecillo”.

Fuente - Texto tomado de ACIPRENSA.COM:
https://www.aciprensa.com/noticias/10-cosas-que-tal-vez-no-sabias-del-santo-cura-de-ars-68124/

Santo Cura de Ars - San Juan Bautista María Vianney - Fiesta Agosto 4



Nombre: Jean-Baptist-Marie Vianney.
Apodo: Santo Cura de Ars.
Nacimiento: Mayo 8 de 1786 (Dardilly, Francia).
Fallecimiento: Agosto 4 de 1859 (Ars-sur-Formans, Francia).

Sus restos mortales se conservan incorruptos en el gran santuario dedicado a él en Ars, el pequeño lugar al que dedicó su vida como sacerdote y donde falleció. Tuvo que superar muchas dificultades para llegar por fin a ordenarse sacerdote. Se le confió la parroquia de Ars, en la diócesis de Belley, y el santo, con una activa predicación, con la mortificación, la oración y la caridad, la gobernó, y promovió de un modo admirable su adelanto espiritual. Estaba dotado de unas cualidades extraordinarias como confesor, lo cual hacía que los fieles acudiesen a él de todas partes, para escuchar sus santos consejos.

Pocos santos han tenido que entablar luchas tan tremendas contra el demonio como San Juan Vianney. El diablo no podía ocultar su canalla rabia al ver cuántas almas le quitaba este cura tan sencillo. Y lo atacaba sin compasión. Lo derribaba de la cama. Y hasta trató de prenderle fuego a su habitación. Lo despertaba con ruidos espantosos. Una vez le gritó:



"Faldinegro odiado. Agradézcale a esa que llaman Virgen María, y si no ya me lo habría llevado al abismo"
Un día en una misión en un pueblo, varios sacerdotes jóvenes dijeron que eso de las apariciones del demonio eran puros cuentos del Padre Vianney. El párroco los invitó a que fueran a dormir en el dormitorio donde iba a pasar la noche el famoso padre. Y cuando empezaron los tremendos ruidos y los espantos diabólicos, salieron todos huyendo en pijama hacia el patio y no se atrevieron a volver a entrar al dormitorio, ni a volver a burlarse del santo cura. Pero él tomaba con toda calma y con humor y decía:
"Con el patas hemos tenido ya tantos encuentros que ahora parecemos dos compinches"
Pero no dejaba de quitarle almas y más almas al maldito Satanás.

Mensaje del Santo Cura de Ars

El mensaje del Santo Cura de Ars para hoy, se resume en algunos puntos:

Hombre de oración



Largos momentos delante del tabernáculo, una verdadera intimidad con Dios, un abandono total a su voluntad, un rostro transfigurado... son otros tantos elementos que tocaban a aquéllos que lo encontraba y dejaban percibir la profundidad de su vida de oración y de su unión con Dios. Fueron su gran alegría y el ambiente de una verdadera amistad con Dios:
"Os amo, Dios mío, y mi solo deseo es de amaros hasta el último suspiro de mi vida"
Una amistad que supone una reciprocidad, como dos pedazos de cera, precisaba el P. Vianney, que una vez fundidos no pueden ya separarse; así es nuestra alma con Dios cuando rezamos...

La Eucaristía celebrada
y adorada, corazón de todo...



"Está ahí"
Exclamaba el Santo Cura mirando al tabernáculo. Hombre de la Eucaristía, celebrada y adorada:
"No hay nada más grande que la Eucaristía"
Decía. Lo que quizás más lo tocaba era constatar que su Dios estaba presente en el tabernáculo, para nosotros:
"¡Nos espera!"
La conciencia de la presencia real de Dios en el Santísimo Sacramento fue quizás una de sus más grandes gracias y una de sus más grandes alegrías. Ofrecer Dios a los hombres y los hombres a Dios, el sacrificio eucarístico se convirtió muy pronto para él en el corazón de su jornada y de su pastoral.

Preocupado
por la salvación de los hombres

Es quizás lo que mejor resume lo que fue la presencia del Santo Cura durante sus 41 años de permanencia en Ars. Preocupado por su propia salvación y la de los demás, y muy especialmente la de aquéllos que venían a él o que tenía a su cargo. En cuanto párroco, "Dios me pedirá cuentas", decía. Que cada uno pueda gustar la alegría de conocer a Dios y de amarlo, y de saber que Él lo ama... en eso trabaja sin descanso el P. Vianney.

Mártir del confesionario

A partir de 1830 miles de personas vendrán a Ars para confesarse con él, más de 100.000 el último año de su vida... hasta 17 horas por día permanecía clavado a su confesionario para reconciliar a los hombres con Dios y entre ellos, el Cura de Ars es un verdadero mártir del confesionario, subrayaba Juan Pablo II. Subyugado por el amor de Dios, maravillado ante la vocación del hombre, consideraba una locura el querer ser separado de Dios. Quería que cada uno fuera libre para poder gustar del amor de Dios.

En el corazón de su parroquia,
un hombre social

"No se sabe cuánto ha hecho el Santo Cura como obra social", dice uno de sus biógrafos. Viendo en cada uno de sus hermanos presente al Señor, no se dará tregua para socorrerlos, ayudarlos, aliviar los sufrimientos o las heridas, permitir que cada uno fuera libre y feliz. Orfanato, escuelas, atención a los más pobres y a los enfermos, infatigable constructor... nada se le escapa. Acompaña a las familias y trata de protegerlas de todo lo que puede destruirlas (alcohol, violencia, egoísmo...). En el corazón de su pueblo, tiene en cuenta al hombre en todas sus dimensiones (humana, espiritual, social).

Patrón de todos
los párrocos del mundo

Beatificado en 1905, será declarado el mismo año, el 12 de abril, patrono de los sacerdotes de Francia por San Pío X. En 1929, cuatro años después de su canonización, el Papa Pío XI lo declarará:
"Patrono de todos los párrocos del mundo"
El Papa Juan Pablo II no dirá otra cosa recordando por tres veces, que:
"El Cura de Ars sigue siendo para todos los países un modelo sin igual, a la vez del cumplimiento del ministerio y de la santidad del ministro"
"¡Oh que el sacerdote es algo grande!"
Exclamaba Juan María Vianney, pues puede ofrecer Dios a los hombres y los hombres a Dios; es el testigo de la ternura del Padre hacia cada uno y el artesano de su salvación. El Cura de Ars es nuestro hermano mayor en el sacerdocio, al lado de quien cada sacerdote del mundo puede venir a confiar su ministerio o su vida sacerdotal.


Una llamada universal
a la santidad
"Te enseñaré el camino del Cielo"
Había contestado al pastorcillo que le mostró el camino de Ars, es decir:
"Te ayudaré a convertirte en un santo. Allí donde los santos pasan, Dios pasa con ellos"
Precisará él más tarde. Por último, invita a cada uno a dejarse santificar en este mundo por Dios, a tomar los medios para esta unión con Dios aquí en la tierra, y por la eternidad.

Atacado
por las fuerzas del demonio

Era de esperarse que un triunfo tan grande de la religión, así como la santidad del instrumento que Dios usó con este fin, trajese la furia del infierno. Por un período de 35 años el Santo Cura de Ars fue asaltado y molestado, de una manera física y tangible, por el demonio. La ocupación ordinaria del demonio, permitida por Dios hacia nosotros, es la tentación. El demonio también puede asechar las almas de diversas maneras.
  • Asedio: Acción extraordinaria del demonio, cuando busca aterrorizar por medio de apariciones horribles o por medio de ruidos.
  • La Obsesión: Va más allá. Puede ser externa, cuando el demonio actúa en los sentidos externos del cuerpo, o interna, cuando influencia la imaginación o la memoria.
  • Posesión: Cuando el demonio toma control de todo el organismo.
El Cura de Ars sufrió de la primera, asedio. Los ataques del demonio comenzaron en el invierno de 1824. Ruidos horribles y gritos estrepitosos se oían fuera de la puerta del presbiterio, viniendo aparentemente del pequeño jardín de enfrente. Al principio, el Padre Vianney pensó que eran salteadores que venían a robar, y a la siguiente noche le pidió a un señor que se quedase con él. Después de medianoche se comenzó a escuchar grandes ruidos y golpes contra la puerta de enfrente, parecía como si varios carros pesados estaban siendo llevados por los cuartos. El señor André buscó su pistola, miró por la ventana, pero no vio nada, sólo la luz de la luna. Decía:
"Por 15 minutos la casa retembló y mis piernas también"
Nunca más quiso quedarse en la casa. Ésto ocurría casi todas las noches. Aún ocurría cuando el santo cura no estaba en el pueblo. Una mañana el demonio incendió su cama. El santo se disponía a revestirse para la Santa Misa cuando se oyó el grito de "fuego, fuego". Él sólo le dio las llaves del cuarto a aquellos que iban a apagar el fuego. Sabía que el demonio quería parar la Santa Misa y no se lo permitió. Lo único que dijo fue:
"El villano, al no poder atrapar al pájaro le prende fuego a su jaula" 

Hasta el día de hoy los peregrinos pueden ver, sobre la cabecera de la cama, un cuadro con su cristal con las marcas de las llamas de fuego. El demonio por espacio de horas haría ruidos como de cristal, o silbidos o ruidos de caballo, y hasta gritaba debajo de la ventana del santo:
"Vianney, Vianney, come papas"
El propósito de todo ésto era el de no dejar dormir al Santo Cura para que se cansara y no pudiese estar horas en el confesionario, donde le arrancaba muchas almas de sus garras. Pero para 1845 estos ataques cesaron casi por completo. La constancia de nuestro santo ante estas pruebas fue recompensada por el Señor, con un poder extraordinario que le concedió de expulsar demonios de las personas poseídas. El santo sacerdote se puede decir que pasó su vida en una continua batalla con el pecado, a través de su trabajo en el confesionario. El gran milagro de Ars era el confesionario. Miles de personas acudían al pueblo de Ars para ver al Santo Cura, pero especialmente para confesarse con él.


La oración según
el Santo Cura de Ars


"Hermosa obligación del hombre: orar y amar.

Consideradlo, hijos míos: el tesoro del hombre cristiano no está en la tierra, sino en el cielo. Por esto, nuestro pensamiento debe estar siempre orientado hacia allí donde está nuestro tesoro.

El hombre tiene un hermoso deber y obligación: orar y amar. Si oráis y amáis, habréis hallado la felicidad en este mundo.

La oración no es otra cosa que la unión con Dios. Todo aquel que tiene el corazón puro y unido a Dios experimenta en sí mismo como una suavidad y dulzura que lo embriaga, se siente como rodeado de una luz admirable.

En esta íntima unión, Dios y el alma son como dos trozos de cera fundidos en uno sólo, que ya nadie puede separar. Es algo muy hermoso esta unión con Dios con su pobre criatura; es una felicidad que supera nuestra comprensión.

Nosotros nos habíamos hecho indignos de orar, pero Dios, por su bondad, nos ha permitido hablar con Él. Nuestra oración es el incienso que más le agrada.

Hijos míos, vuestro corazón es pequeño, pero la oración lo dilata y lo hace capaz de amar a Dios. La oración es una degustación anticipada del cielo, hace que una parte del paraíso baje hasta nosotros. Nunca nos deja sin dulzura; es como una miel que se derrama sobre el alma y lo endulza todo. En la oración hecha debidamente, se funden las penas como la nieve ante el sol.

Otro beneficio de la oración es que hace que el tiempo transcurra tan aprisa y con tanto deleite, que ni se percibe su duración. Mirad: cuando era párroco en Bresse, en cierta ocasión, en que casi todos mis colegas habían caído enfermos, tuve que hacer largas caminatas, durante las cuales oraba al buen Dios, y creedme, que el tiempo se me hacía corto.

Hay personas que se sumergen totalmente en la oración como los peces en el agua, porque están totalmente entregadas al buen Dios. Su corazón no está dividido. ¡Cuánto amo a estas almas generosas! San Francisco de Asís y Santa Coleta veían a Nuestro Señor y hablaban con Él del mismo modo que hablamos entre nosotros.

Nosotros, por el contrario, ¡cuántas veces venimos a la Iglesia sin saber lo que hemos de hacer o pedir! Y, sin embargo, cuando vamos a casa de cualquier persona, sabemos muy bien para qué vamos. Hay algunos que incluso parece como si le dijeran al buen Dios: "Sólo dos palabras, para deshacerme de Ti..." Muchas veces pienso que cuando venimos a adorar al Señor, obtendríamos todo lo que le pedimos si se lo pidiéramos con una fe muy viva y un corazón muy puro".


Oración de Amor a Dios
"Te amo, Oh mi Dios"
Autor: San Juan María Vianney



Te amo, Oh mi Dios.
Mi único deseo es amarte
hasta el último suspiro de mi vida.
Te amo, Oh infinitamente
amoroso Dios, y prefiero morir
amándote que vivir
un instante sin Ti.
Te amo, Oh mi Dios,
y mi único temor es ir al infierno,
porque ahí nunca tendría
la dulce consolación de tu amor,
Oh mi Dios,
si mi lengua no puede decir
cada instante que te amo,
por lo menos quiero
que mi corazón lo repita
cada vez que respiro.
Ah, dame la gracia
de sufrir mientras que te amo.
Y de amarte mientras que sufro,
y el día que me muera,
no sólo amarte
pero sentir que te amo.
Te suplico que mientras más cerca
estés de mi hora final
aumentes y perfecciones
mi amor por Ti.
Amén.


Fuente - Texto tomado de WIKIPEDIA.ORG:

Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:

Fuente - Texto tomado de SANTUARIO DE ARS:

Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG:

Fuente - Texto tomado de DEVOCIONES.ORG:
http://www.devociones.org/oraciondeamoradios.htm