martes, 17 de mayo de 2016

7 errores de los católicos sobre: la muerte - el infierno - el demonio


REDACCIÓN CENTRAL, 16 de mayo de 2016 / 06:32 pm (ACI).

Ante la complejidad de la teología católica acerca de la naturaleza de la muerte, el infierno y el demonio, la siguiente lista, apoyada en las Sagradas Escrituras y el Magisterio de la Iglesia, contiene respuestas a 7 errores recurrentes que los católicos debemos evitar.

1. El demonio es un mero símbolo


Si esto fuera cierto, entonces Jesús debe haberse equivocado cada vez que habló del demonio en diferentes partes de las Sagradas Escrituras. El diablo es real y anda alrededor como león rugiente buscando almas para devorar (1 Pedro 5: 8). Y, francamente, ¿si es posible para un ser humano rechazar a Dios, por qué es tan inconcebible que un ángel pueda hacer lo mismo? En esta existencia, al igual que en la otra, los ángeles y los seres humanos pueden alinearse con Dios o no (Deu 30:19).

2. Al morir nos volvemos ángeles


No, absolutamente no. El ser humano es distinto a un ángel y no puede convertirse en un ser que no es.

El Catecismo de la Iglesia Católica señala en el numeral 328 que los ángeles existen. En el numeral 330 se afirma que son seres puramente espirituales con inteligencia y voluntad. También se precisa que son servidores y mensajeros de Dios.

A diferencia de los ángeles, el ser humano tiene un cuerpo. El Catecismo señala, en el numeral 366, que el alma espiritual del hombre ha sido creada por Dios y “no perece cuando se separa del cuerpo en la muerte, y se unirá de nuevo al cuerpo en la resurrección final”.

3. Es fácil determinar quién irá al infierno


La competencia de la Iglesia está en determinar quién está en el cielo, sin embargo, nadie sabe quién se encuentra en el infierno. Los que mueren en estado de pecado mortal tienen muy pocas opciones disponibles, sin embargo, esta no es una razón por la que debemos ser despectivos o triunfalistas hacia ellos. Más bien, es importante orar por todos los pecadores, incluso por nuestros peores enemigos para que se arrepientan y conviertan (Sab 1: 13-15). Perdonen y serán perdonados (Mateo 6:14, Lucas 6:37). El juicio solo le pertenece a Dios y nadie más. Simplemente no podemos conocer el interior de otra alma y la verdadera naturaleza de su relación con Dios.

4. Todos irán al cielo


El infierno existe y Jesús lo asegura varias veces a lo largo de los Evangelios (Mateo 7: 13-14, Mateo 8:12, Marcos 9:43, Mateo 13: 41-42, 49-50, 48-49, Mat 22:13, Mat 25:46, Lucas 12: 5, Juan 3: 18). Juan también le dedica un largo pasaje en el Apocalipsis (Ap 14: 9-11; 19:3). Si todo el mundo va al cielo, eso significa que Jesús estaba confundido o era un ignorante, lo cual es inaceptable.

5. Quien muere en estado de gracia se va directamente al cielo


Dejemos esto en las manos del Dios que todo lo puede. Es posible que algunos se olviden del Purgatorio, pero las Sagradas Escrituras son muy claras acerca de esto (II Macabeos 12: 39-46, Mat. 5: 24-25, Hab 1:13, I Cor 3: 11-15, Apocalipsis 21:27). El Purgatorio existe como parte de la economía salvífica. ¿Aparte de la Virgen María, hay alguien entre nosotros lo suficientemente puro para estar delante de Dios? (Romanos 3:10, 14: 4, Deu 07:24, Josué 23: 9, 1 Sam 6:20, Esdras 10:13, Proverbios 27: 4, Salmo 76: 7, 130: 3, Nahum 1: 6), incluso los santos tienen pecados que necesitan ser expiados y el Purgatorio es parte de la infinita misericordia de Dios, porque no quiere que ninguno de nosotros muera, sino que viva y se arrepienta (2 Pedro 3: 9).

6. Las cosas malas solo le suceden a personas malas


Cristo nos asegura personalmente que esto no tiene sentido (Lucas 13: 1-5). Él les replicó a quienes llegaron con la noticia de aquellos galileos que fueron asesinados por Pilato cuando ofrecían sacrificios a Dios, diciéndoles: "¿Creen ustedes que esos galileos eran más pecadores que los demás porque corrieron semejante suerte? Yo les digo que no. Y si ustedes no renuncian a sus caminos, perecerán del mismo modo".

Jesús también nos recuerda que las mejores personas sufren enormemente, sin embargo, nos da ánimo ante las tribulaciones (Juan 16:33). Él mismo sufrió una muerte innoble después de ser torturado. Su madre la Virgen María, mujer concebida sin pecado, tuvo difíciles pruebas durante toda su vida que le ocasionaron gran dolor ¿Por qué el resto de nosotros, pecadores, nos ahorraremos el sufrimiento que Pablo nos comenta en Colosenses 1:24?: "Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por ustedes, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia".

7. Podemos escoger qué reglas queremos obedecer


Tenemos el derecho de cuestionar todo, pero debemos aceptar la enseñanza de la Iglesia por completo. Si no, nos ponemos encima de la Iglesia y de la voluntad de Dios. Jesús estableció la Iglesia, a San Pedro como su Vicario en la tierra y sus sucesores. ¿Quiénes somos para creer que Dios se equivocó en sus decisiones? (Job 15: 8) ¿Cómo se puede contar con increíble autoridad para juzgar la ley de Dios?

BONUS: El Concilio Vaticano II puede deshacerse o ignorarse

Imposible. Los 21 concilios ecuménicos en el transcurso de 1700 años son importantes, irrevocables e ineluctables debido a que el Espíritu Santo dirige a todos ellos. Cabe señalar que la doctrina puede haber generado discrepancias, pero eso significa menos que nada. Del mismo modo que un católico no puede elegir qué reglas desea seguir, tampoco se le permite elegir su concilio favorito y excluir los demás.

Traducido y adaptado por Diego López Marina. Originalmente publicado en el National Catholic Register.

Fuente - Texto tomado de ACIPRENSA.COM:

Un día como hoy (Mayo 18) hace 96 años nació San Juan Pablo II


Hace 96 años nació San Juan Pablo II en la pequeña ciudad polaca de Wadowice que se ubica a 50 kilómetros de Cracovia en Polonia. Hoy sus fieles devotos en todo el mundo lo recuerdan con especial cariño.

Karol Józef Wojtyla es el nombre que le dieron al Papa peregrino que nació el 18 de mayo de 1920. Fue el menor de tres hermanos: Edmund era médico de profesión y a Olga el santo no llegó a conocerla porque murió antes de que naciera.

Su padre fue Karol Wojtyla, un suboficial del ejército que falleció en 1941, y su madre Emilia Kaczorowska, que murió en 1929 cuando San Juan Pablo II tenía nueve años de edad.

Durante su pontificado solía pasar su cumpleaños como un “día normal” de trabajo, como lo describió en el año 2004 quien fuera director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Joaquín Navarro-Valls, al narrar a los medios de comunicación cómo el Santo Padre pasaría su onomástico número 84, el último de su vida.

En esa oportunidad Navarro-Valls detalló que “para el Santo Padre hoy (18 de mayo de 2004) ha sido una jornada de trabajo normal y sobre todo de acción de gracias a Dios por el don de la vida. La única cosa extraordinaria ha sido que ha invitado a almorzar a sus más estrechos colaboradores de la Curia Romana”.

San Juan Pablo II solía recibir saludos y felicitaciones de todo el mundo en su cumpleaños, no solo de católicos que también le ofrecían sus oraciones, sino también de personalidades de la política, empresarios, artistas, entre otros.


Luego de su muerte en 2005, los fieles siguieron recordando y festejando la fecha de su cumpleaños. El 18 de mayo de 2011 por ejemplo, cuando ya era Beato, se inauguró en Roma una gran estatua de bronce dedicada a su memoria.

En esa oportunidad el Vicario General de Roma, Cardenal Agostino Vallini, declaró a ACI Prensa que "esta estatua quiere decir que no está él en sí mismo sino su corazón dando la bienvenida a todos. Creo que este es el gran mensaje que necesitamos hoy día".

Fuente - Texto tomado de ACIPRENSA.COM:
https://www.aciprensa.com/noticias/video-hoy-el-mundo-celebra-el-94-cumpleanos-de-san-juan-pablo-ii-14810/

Link: mayor información de San Juan Pablo II:
http://diosysantidad.blogspot.com.co/2015/10/san-juan-pablo-ii-papa-fiesta-octubre-22.html

Novena a María Auxiliadora - Día Cuarto - Mayo 18 de 2016


Novena a María Auxiliadora
Cuarto día
Para pedir la pureza

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración preparatoria

¡Oh María Auxiliadora, vengo a postrarme humildemente a tus plantas, para tributarte mi homenaje de amor y gratitud! Indigno soy de recibir nuevos favores de tu mano amorosísima, pues no he correspondido a las innumerables gracias que me has dispensado a cada paso. Olvidando mi ingratitud y no pensando más que en tu amor y benignidad, vengo a implorar nuevamente tus auxilios. Concédeme la gracia que deseo..., si no es contraria a la Voluntad de Dios. No me desampares, Madre mía, robustece mi voluntad para que no me aparte del verdadero camino de la virtud; ilumina mi entendimiento para que comprenda cuánto me amas, y santifícame para que logre, mediante tu valiosísimo socorro, alabarte por toda la eternidad. Así sea.

Oración para pedir la pureza


¡Oh María Auxiliadora! Virgen purísima, espejo sin mancha, vivo reflejo de la luz de Dios! ¡ Ah! concédeme la gracia que te imploro... e inspírame el más grande amor hacia la bella virtud de los Ángeles. Y puesto que para conservarla es vano todo propósito sin la fuga de las ocasiones, te suplico, oh dulce Madre mía, me socorras diariamente con tu santo auxilio para que huya de toda ocasión de pecado. Entretanto me ofrezco todo a Ti, y Tú oh Inmaculada Auxiliadora, haz que viviendo yo en la mortificación, en la humildad y en la oración, sea como un ángel en la tierra y goce un día con ellos en la gloria del Paraíso. Amén.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Oración final

¡Dios te salve Reina, Madre de misericordia y auxilio de los cristianos! Pobre hijo de Eva, a quién me dirigiré en este valle de llanto sino a Ti que eres vida, dulzura y esperanza nuestra! A Ti se eleva mi grito: A TI CLAMAMOS!, a tus pies deposito el peso de mis afanes: A TI SUSPIRAMOS!... Ea, pues, Señora, manifiéstate como lo fuiste siempre, poderosa Abogada: inclina tus ojos maternales sobre mí que te amo tanto, ¡Oh Madre!, hoy más que nunca necesito de tu misericordia y de tu santo auxilio...! ¡Ah! vuelve hacia mí esos ojos tan misericordiosos y quedaré contento... Es verdad, yo soy culpable, pero Tú eres Santa: ¡Oh CLEMENTE! Yo soy ingrato, pero Tú eres buena! ¡OH PIADOSA! Yo soy rebelde, pero Tú eres dulce! ¡Oh DULCE VIRGEN MARIA! No mires mis culpas y pecados y acuérdate sólo de tu bondad: ¡MUESTRATE QUE ERES MADRE! Yo me abandono y entrego a Ti como un niño se abandona confiado en los brazos de su madre.

María, Auxilio de los Cristianos
Ruega por nosotros

En el nombre del Padre, ...



Novena a María Auxiliadora
propagada por San Juan Bosco


 Rezar, durante nueve días seguidos, tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias con la siguiente jaculatoria:
"Sea alabado y reverenciado en todo momento el Santísimo y Divinísimo Sacramento"
Y luego tres Salves con la jaculatoria:
"María Auxilio de los Cristianos, ruega por nosotros"
 Recibir los Santos Sacramentos de Confesión y Comunión.

 Hacer o prometer una limosna en favor de las obras de apostolado de la Iglesia o de las obras salesianas.

San Juan Bosco decía:
"Tened mucha fe en Jesús Sacramentado y en María Auxiliadora y estad persuadidos de que la Virgen no dejará de cumplir plenamente vuestros deseos, si han de ser para la gloria de Dios y bien de vuestras almas. De lo contrario, os concederá otras gracias iguales o mayores"

Novena de la Confianza



Madre mía de mi vida,
auxilio de los cristianos,
la pena que me atormenta,
pongo en tus benditas manos.
(Ave María)

Tú que sabes mis secretos,
pues todos te los confío,
da la paz a los turbados
y alivio al corazón mío.
(Ave María)

Y aunque tu amor no merezco,
nadie recurre a Ti en vano,
pues eres Madre de Dios
y Auxilio de los cristianos.
(Ave María)

Finalmente, se reza:

Oración de San Bernardo


Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Madre, Virgen de las vírgenes! Y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, ¡oh Madre de Dios!, mis humildes súplicas, antes bien, inclinad a ellas vuestros oídos y dignaos atenderlas favorablemente.

Fuente - Texto tomado de ACIPRENSA.COM: