domingo, 27 de diciembre de 2015

Santos Mártires Inocentes - Fiesta Diciembre 28


 

Hoy celebramos la fiesta de los Niños Inocentes a quienes mandó a matar el cruel Herodes.


Nos cuenta el evangelio de San Mateo que unos magos llegaron a Jerusalén preguntando dónde había nacido el futuro rey de Israel, pues habían visto aparecer su estrella en el oriente, y recordaban la profecía del Antiguo Testamento que decía:


"Cuando aparezca una nueva estrella en Israel, es que ha nacido un nuevo rey que reinará sobre todas las naciones" (Números 24, 17)
Y por eso se habían venido de sus lejanas tierras a adorar al recién nacido. Dice San Mateo que Herodes se asustó mucho con esta noticia, y la ciudad de Jerusalén se conmovió ante el anuncio tan importante de que ahora sí había nacido el rey que iba a gobernar el mundo entero. Herodes era tan terriblemente celoso contra cualquiera que quisiera reemplazarlo en el puesto de gobernante del país, porque él había asesinado a dos de sus esposas y asesinó también a varios de sus hijos, porque tenía temor de que pudieran tratar de reemplazarlo por otro. Llevaba muchos años gobernando de la manera más cruel y feroz, y estaba resuelto a mandar matar a todo el que pretendiera ser rey de Israel. Por eso la noticia de que acababa de nacer un niño que iba a ser rey poderoso, lo llenó de temor y dispuso tomar medidas para precaverse.

Herodes mandó llamar a los especialistas en Biblia (a los sumos sacerdotes y a los escribas), y les preguntó en qué sitio exacto tenía que nacer el rey de Israel que habían anunciado los profetas. Ellos le contestaron:


"Tiene que ser en Belén, porque así lo anunció el profeta Miqueas diciendo: "Y tú Belén, no eres la menor entre las ciudades de Judá, porque de ti saldrá el jefe que será el pastor de mi pueblo de Israel" (Miq. 5, 1)
Entonces Herodes se propuso averiguar bien exactamente dónde estaba el niño, para después mandar a sus soldados a que lo mataran. Y fingiendo todo lo contrario, les dijo a los Magos:


"Vayan y se informan bien acerca de ese niño, y cuando lo encuentren vienen y me informan, para ir yo también a adorarlo"
Los Magos se fueron a Belén guiados por la estrella que se les apareció otra vez, al salir de Jerusalén, y llenos de alegría encontraron al Divino Niño Jesús junto a la Virgen María y San José; lo adoraron y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra.



Y sucedió que en sueños recibieron un aviso de Dios de que no volvieran a Jerusalén y regresaron a sus países por otros caminos, y el pérfido Herodes se quedó sin saber dónde estaba el recién nacido. Esto lo enfureció hasta el extremo.

Entonces rodeó con su ejército la pequeña ciudad de Belén, y mandó a sus soldados a que mataran a todos los niños menores de dos años, en la ciudad y sus alrededores. Ya podemos imaginar la terrible angustia para los papás de los niños al ver que a sus casas llegaban los herodianos y ante sus ojos asesinaban a su hijo tan querido. Con razón el emperador César Augusto decía con burla que ante Herodes era más peligroso ser Hijo (Huios) que cerdo (Hus), porque a los hijos los mataba sin compasión, en cambio a los cerdos no, porque entre los judíos está prohibido comer carne de ese animal.

San Mateo dice que en ese día se cumplió lo que había avisado el profeta Jeremías:


"Un griterío se oye en Ramá (cerca de Belén), es Raquel (la esposa de Israel) que llora a sus hijos, y no se quiere consolar, porque ya no existen" (Jer. 31, 15)


Como el hombre propone y Dios dispone, sucedió que un ángel vino la noche anterior y avisó a José para que saliera huyendo hacia Egipto, y así cuando llegaron los asesinos, ya no pudieron encontrar al niño que buscaban para matar.

Y aquellos 30 niños inocentes, volaron al cielo a recibir el premio de las almas que no tienen mancha y a orar por sus afligidos padres y pedir para ellos bendiciones. Y que rueguen también por nosotros, pobres y manchados que no somos nada inocentes, sino muy necesitados del perdón de Dios.

Los Santos Inocentes

A partir del siglo IV, se estableció una fiesta para venerar a estos niños, muertos como "mártires" en sustitución de Jesús. La devoción hizo el resto. En la iconografía se les presenta como niños pequeños y de pecho, con coronas y palmas (alusión a su martirio).

En nuestro tiempo continúa la masacre de inocentes. Millones son masacrados por el aborto, millones más mueren abandonados con hambre... ¿qué haces?


Te rogamos, Señor...
  • Te pedimos Padre, por todas las personas aquí presentes que de una u otra forma colaboran en esta lucha por la defensa de la vida, desde el momento de la concepción hasta su muerte natural. Dales la gracia, el valor y la fortaleza necesaria para vivir y trabajar diariamente según Tu Santa Voluntad.
  • Oremos por el Papa, defensor incansable de la vida y la dignidad de la persona humana. Oremos por los obispos, los sacerdotes y diáconos y por todos aquellos que tienen una responsabilidad en la comunidad cristiana.
  • Te rogamos Señor que ayudes y protejas a todas aquellas familias que sufren conflictos graves, que ponen en peligro su estabilidad y el bienestar de sus miembros, en especial de los más pequeñitos. Que Tu sabiduría los ilumine para que puedan encontrar en el AMOR la solución a sus problemas, y logren obtener la paz y la tranquilidad necesarias para vivir según Tu voluntad.
  • Te pedimos Señor porque el actual desarrollo científico-biológico no atente contra la dignidad de la persona humana, sino que por el contrario lleve a la humanidad a Tu encuentro, para que asombrados por la maravilla de la creación, sepamos amarla y respetarla.
  • Te pedimos Padre, por todos los bebés que ahora corren peligro de ser abortados. Para que sus madres, iluminadas por la luz de Tu Santo Espíritu, reconozcan en ellos la maravilla de Tu creación y cobijadas bajo el manto amoroso y maternal de María, encuentren el mejor camino para salir adelante de sus dificultades.
  • Muy especialmente, te pedimos hoy Señor por todas aquellas personas que se dedican a practicar y promover el aborto. Que a través de Ti, logren conocer la verdad y comprendan que en cada pequeño ser que eliminan, está presente la maravilla de Tu creación y de Tu presencia. Ilumínalos para que comprendan el valor infinito de cada vida humana y, conscientes de su grandeza, aprendan a amarla y respetarla.
  • Inspíranos Padre, para que recordemos que sin Ti nada podemos y que todo nuestro esfuerzo, vaya siempre encaminado a ser testimonio vivo del gran Amor de Dios hacia los hombres. Danos la fuerza y el valor que necesitaremos para continuar siempre fieles a Tu palabra.
Todavía no hablan, y ya confiesan a Cristo
(de los sermones de San Quodvultdeus - Obispo)



Nace un niño pequeño, un gran Rey. Los magos son atraídos desde lejos; vienen para adorar al que todavía yace en el pesebre, pero que reina al mismo tiempo en el cielo y en la tierra. Cuando los magos le anuncian que ha nacido un Rey, Herodes se turba y, para no perder su reino, lo quiere matar; si hubiera creído en Él, estaría seguro aquí en la tierra y reinaría sin fin en la otra vida.

¿Qué temes, Herodes, al oír que ha nacido un Rey? Él no ha venido para expulsarte a ti, sino para vencer al Maligno. Pero tú no entiendes estas cosas, y por ello te turbas y te ensañas y, para que no escape El que buscas, te muestras cruel, dando muerte a tantos niños. Ni el dolor de las madres que gimen, ni el lamento de los padres por la muerte de sus hijos, ni los quejidos y los gemidos de los niños te hacen desistir de tu propósito. Matas el cuerpo de los niños, porque el temor te ha matado a ti el corazón. Crees que, si consigues tu propósito, podrás vivir mucho tiempo, cuando precisamente quieres matar a la misma Vida.

Pero Aquel, fuente de la gracia, pequeño y grande, que yace en el pesebre, aterroriza tu trono; actúa por medio de ti, que ignoras sus designios, y libera las almas de la cautividad del demonio. Los niños, sin saberlo, mueren por Cristo; los padres hacen duelo por los mártires que mueren. Cristo ha hecho dignos testigos suyos a los que todavía no podían hablar. He aquí de qué manera reina El que ha venido para reinar. He aquí que el libertador concede la libertad, y el salvador la salvación. Pero tú, Herodes, ignorándolo, te turbas y te ensañas y, mientras te encarnizas con un niño, lo estás enalteciendo y lo ignoras.

¡Oh gran don de la gracia!  ¿De quién son los merecimientos para que así triunfen los niños?  Todavía no hablan, y ya confiesan a Cristo. Todavía no pueden entablar batalla valiéndose de sus propios miembros, y ya consiguen la palma de la victoria.


Apenas llega Cristo a esta tierra, que era suya, cuando los hombres le quieren arrojar de ella. Sus primeros adoradores fueron los pastores; su primer perseguidor, un rey a quien la Historia ha llamado Herodes el Grande. Fue grande por sus infamias, por sus vicios, por su ambición, por su lujuria. Fue uno de los monstruos más grandes que han existido. Usurpador, desconfiado hasta la ridiculez, avaro hasta la miseria, adulador del César, repugnante y hediondo, este bárbaro del desierto de Edom traicionó a sus antiguos señores, mató a su mujer, a su madre, a sus hijos y a sus hermanos; se divertía en ver cómo chisporroteaban en las llamas los judíos más ilustres, y tales eran los suplicios con que atormentaba a sus víctimas, que, como decían a Augusto los embajadores de Jerusalén, los vivos envidiaban la suerte de los muertos. Aquel reino que había ganado con la sangre, sólo con la sangre se podía conservar. El carácter que Josefo nos pinta es el mismo del Evangelio.

Cuando Jesús nació, Herodes era ya viejo, y como todos los viejos malhechores y los príncipes nuevos, el temblor de una hoja le hacía estremecer. Supersticioso, como todos los orientales, crédulo en agüeros y presagios, se alarmó ante la noticia que le trajeron los tres misteriosos personajes guiados desde la Caldea lejana por el resplandor de una estrella. El más ridículo pretendiente le hacía temblar; y he aquí que en el corazón de su reino acababa de aparecer un nieto de David.


"No dejéis de traerme noticias más concretas" -dijo a los ilustres extranjeros.

Pero aguardó inútilmente, y al fin comprendió que había sido burlado. Al miedo de la suspicacia se juntaba ahora la rabia del despecho. Era preciso deshacerse de aquel Rey en pañales, y para mejor asegurar el golpe, salió un edicto bárbaro, pero no más terrible que otros del tirano:
"Todos los niños de menos de dos años que se encontrasen en Belén y sus alrededores debían ser degollados"
La orden fue ejecutada con brutalidad. San Mateo nos presenta a las inocentes criaturas arrancadas del regazo materno, a las madres haciendo resonar su llanto en los valles y las montañas, y a la misma Raquel levantándose de su tumba, para juntar sus lamentos con los de las pobres mujeres desoladas:
"Una voz se ha oído en las alturas; un coro de llantos y gritos espantosos; Raquel llora a sus hijos, y no puede consolarse porque ya no existen"
Nadie supo cuántos serían los niños sacrificados al tirano. Autores antiguos cuentan que Herodes quiso empezar la matanza mandando sacrificar a un hijo suyo pequeño; y el hecho debió de llegar a oídos de Augusto, pues se dice que, al saberlo, exclamó el Emperador:
"Mejor es ser (un) puerco de Herodes que hijo suyo"
Fue una nueva crueldad del rey advenedizo, que había sido anunciada siglos antes como una señal de la aparición del Mesías; una crueldad aún más inútil que las otras.
"Entre tantos duelos -dice el poeta-, Cristo es el único que se salva"
Además, la vida se le escapaba, y con la vida, el reino. Los gusanos le roían los miembros, tenía los pies hinchados, faltábale el aliento, y un hedor insoportable salía de su boca. Era la enfermedad que el Cielo parecía destinar para los perseguidores; la de Antíoco, la de Diocleciano, la de Maximiano. Vivo aún, su cuerpo se corrompía sobre un lecho de dolores en su soberbio palacio de Jericó. En Jerusalén hablaban ya de su muerte y arrastran por el suelo el águila de oro, que él había mandado colocar sobre la puerta del templo. Más de 40 personas son quemadas vivas en una plaza de Jericó en castigo de aquella audacia. En el delirio de los últimos días, la sangre siguió corriendo. El tirano intenta suicidarse en la mesa con un cuchillo, y para tener quién le llore en sus funerales, ya moribundo, da orden de degollar a los jefes de las principales familias hebreas.

Entre tantas víctimas, los historiadores profanos olvidaron el centenar de niños sacrificados en Belén y sus cercanías. Pero la Iglesia ha recogido su memoria con amor maternal, y apenas acaba de saludar y adorar al recién nacido de la gruta, se acerca a las cunas enrojecidas de estos pequeñuelos, no para llorar sobre ellos, sino para colocar en su frente una diadema.

"Salte de gozo la tierra -clamaba San Agustín-, porque ha merecido ser madre fecunda de estos amables y valerosos soldados. Bien merecidas tienen estas santas alegrías con que hoy los recordamos, pues conocieron la dignidad de la vida perpetua antes de recibir la usura de la presente"
Y la santa liturgia, dirigiéndose a la pequeña cohorte, la saluda diciendo:
"Salve, flores graciosas del martirio, que el enemigo de Cristo tronchó en los umbrales de la luz, como el vendaval a las rosas de abril. Vosotros, víctimas primaverales de Cristo, tierna grey de inmolados, reís inocentes delante del altar, jugando con las palmas y coronas".
Fuente - Texto tomado de EWTN:

Fuente - Texto tomado de REFLEXIONES CATÓLICAS:

Fuente - Textos tomados de CATOLICO.ORG:

Lectura del Santo Evangelio Según San Lucas 2: 22-40 y 41-52


Lectura del Santo Evangelio
Según San Lucas 2: 22-40


22. Cumplido así mismo el tiempo de la purificación de la madre, según la ley de Moisés, llevaron al Niño a Jerusalén, para presentarle al Señor.

23. Como está escrito en la ley del Señor:
"Todo varón que nazca el primero, será consagrado al Señor"

24. Y para presentar la ofrenda de un par de tórtolas, o dos palominos, como está también ordenado en la ley del Señor.

25. Había a la sazón en Jerusalén un hombre justo y temeroso de Dios, llamado Simeón, el cual esperaba de día en día la consolación de Israel o la venida del Mesías, y el Espíritu Santo moraba en él.

26. El mismo Espíritu Santo le había revelado, que no había de morir antes de ver al Cristo o Ungido del Señor.

27. Así vino inspirado de Él al templo. Y al entrar con el Niño Jesús sus padres para practicar con Él lo prescrito por la ley.

28. Tomándole Simeón en sus brazos, bendijo a Dios, diciendo:
29. "Ahora, Señor, ahora sí que sacas en paz de este mundo a tu siervo, según tu promesa.
30. Porque ya mis ojos han visto al Salvador que nos has dado.


31. Al cual tienes destinado para que, expuesto a la vista de todos los pueblos.
32. Sea luz brillante que ilumine a los gentiles y la gloria de tu pueblo de Israel"
33. Su Padre y su Madre escuchaban con admiración las cosas que de Él se decían.

34. Simeón bendijo a entreambos, y dijo a María su madre:
"Mira, este Niño que ves está destinado para ruina y para resurrección de muchos en Israel, y para ser el blanco de la contradicción de los hombres.

35. Lo que será para Ti misma una espada que traspasará tu Alma; a fin de que sean descubiertos los pensamientos ocultos en los corazones de muchos"
36. Vivía entonces una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser que era ya de edad muy avanzada; y la cual, casada desde la flor de ella, vivió con su marido siete años.

37. Y habíase mantenido viuda hasta los ochenta y cuatro de su edad, no saliendo del templo, y sirviendo en él a Dios día y noche con ayunos y oraciones.

38. Esta, pues, sobreviniendo a la misma hora, alababa igualmente al Señor, y hablaba de Él a todos los que esperaban la rendición de Israel.

39. Y María y José con el Niño Jesús, cumplidas todas las cosas ordenadas en la ley del Señor, regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.



40. Entretanto, el Niño iba creciendo, y fortaleciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba en Él.

Palabra de Dios
Gloria a Ti, Señor Jesús


Lectura del Santo Evangelio
Según San Lucas 2, 41-52





41. Iban sus padres todos los años a Jerusalén por la fiesta solemne de la Pascua.

42. Y siendo el Niño ya de 12 años cumplidos, habiendo subido a Jerusalén, según solían en aquella solemnidad.

43. Acabados aquellos días, cuando ya se volvían, se quedó el Niño Jesús en Jerusalén, sin que sus padres lo advirtiesen.

44. Antes bien, persuadidos de que venía con algunos de los de su comitiva, anduvieron la jornada entera buscándole entre los parientes y conocidos.

45. Mas como no le hallasen, retornaron a Jerusalén, en busca suya.

46. Y al cabo de tres días de haberle perdido, le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores, que ora les escuchaba, ora les preguntaba.

47. Y cuantos le oían quedaban pasmados de su sabiduría y de sus respuestas.

48. Al verle, pues, sus padres quedaron maravillados; y su Madre le dijo:

"Hijo, ¿por qué te has portado así con nosotros? Mira cómo tu Padre y Yo llenos de aflicción te hemos andado buscando"
49. Y Él les respondió:

"¿Cómo es que me buscabais?  ¿No sabíais que Yo debo emplearme en las cosas que miran al servicio de mi Padre?"

50. Mas ellos por entonces no comprendieron el sentido de la respuesta.

51. Enseguida se fue con ellos, y vino a Nazareth, y les estaba sujeto. Y su Madre conservaba todas estas cosas en su Corazón.



52. Jesús entretanto crecía en sabiduría, en edad y en gracia delante de Dios, y de los hombres.

Palabra de Dios,
Gloria a Ti, Señor Jesús

Fiesta Sagrada Familia de Nazareth: Jesús - María y José - Diciembre 27 de 2015



¿Cómo era la Sagrada Familia?

María y José cuidaban a Jesús, se esforzaban y trabajaban para que nada le faltara, tal como lo hacen todos los buenos padres por sus hijos.

José era carpintero, Jesús le ayudaba en sus trabajos, ya que después lo reconocen como el "hijo del carpintero"María se dedicaba a cuidar que no faltara nada en la casa de Nazareth. Tal como era la costumbre en aquella época, los hijos ayudaban a sus mamás moliendo el trigo y acarreando agua del pozo y a sus papás en su trabajo. Podemos suponer que en el caso de Jesús no era diferente. Jesús aprendió a trabajar y a ayudar a su familia con generosidad. Él siendo Todopoderoso, obedecía a sus padres humanos, confiaba en ellos, los ayudaba y los quería.

¡Qué enseñanza nos da Jesús, quien hubiera podido reinar en el más suntuoso palacio de Jerusalén siendo obedecido por todos! Él, en cambio, rechazó todo ésto para esconderse del mundo obedeciendo fielmente a María y a José, y dedicándose a los más humildes trabajos diarios, el taller de San José y en la casa de Nazareth.



Las familias de hoy, deben seguir este ejemplo tan hermoso que nos dejó Jesús tratando de imitar las virtudes que vivía la Sagrada Familia: sencillez, bondad, humildad, caridad, laboriosidad, etc. La familia debe ser una escuela de virtudes. Es el lugar donde crecen los hijos, donde se forman los cimientos de su personalidad para el resto de su vida y donde se aprende a ser un buen cristiano. Es en la familia donde se formará la personalidad, inteligencia y voluntad del niño. Esta es una labor hermosa y delicada. Enseñar a los niños el camino hacia Dios, llevar estas almas al cielo. Ésto se hace con amor y cariño.
"La familia es la primera comunidad de vida y amor, el primer ambiente donde el hombre puede aprender a amar y a sentirse amado, no sólo por otras personas, sino también y ante todo por Dios" (San Juan Pablo II - Encuentro con las familias en Chihuahua 1990)
El Papa Juan Pablo II en su carta a las familias nos dice que es necesario que los esposos orienten, desde el principio, su corazón y sus pensamientos hacia Dios, para que su paternidad y maternidad, encuentre en Él la fuerza para renovarse continuamente en el amor. Así como Jesús creció en sabiduría y gracia ante Dios y los hombres, en nuestras familias debe suceder lo mismo. Ésto significa que los niños deben aprender a ser amables y respetuosos con todos, ser estudiosos, obedecer a sus padres, confiar en ellos, ayudarlos y quererlos, orar por ellos, y todo ésto en familia.



En medio de una fuerte crisis en torno a la integridad de la familia. Dios Amor nos brinda nuevamente el modelo pleno de amor familiar al presentarnos a Jesús, María y José. La Sagrada Familia nos habla de todo aquello que cada familia anhela auténtica y profundamente, puesto que desde la intensa comunión hay una total entrega amorosa por parte de cada miembro de la familia santa, elevando cada acto generoso hacia Dios, como el aroma del incienso para darle gloria. Por ello, a la luz de la Sagrada Escritura, veamos algunos rasgos importantes de San José, Santa María y el Niño Jesús:


San José



Es el jefe de la familia y actúa siempre como Dios le manda, muchas veces sin comprender el por qué de lo que Dios le pide, pero teniendo fe y confianza en Él. "Al despertarse, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa" (Mt. 1, 24-25). Cuando se entera que María estaba embarazada piensa en abandonarla, porque la quería mucho y no deseaba denunciarla públicamente (como era la costumbre de la época), pero el Ángel de Dios se le apareció en sueños y le dijo que lo que había sido engendrado en el vientre de María, era obra del Espíritu Santo y que no temiera en recibirla. "Ella dio a luz un Hijo, y él le puso el nombre de Jesús" (Mt. 1, 25). Cuando nace el Niño, él le pone el nombre de Jesús, como el Ángel le había dicho. Luego, cuando Herodes tenía intenciones de matar al Niño Jesús y ante otro aviso del Ángel del SeñorJosé toma a su familia y marcha hacia Egipto. Por último, con la muerte de Herodes y ante un nuevo aviso del Ángel de Dios, lleva a su familia a instalarse en Nazareth. San José, Casto Esposo de Santa María, acoge a Jesús en su corazón paternal, educándolo, cuidándolo, amándolo como si fuere hijo suyo. El Niño Jesús aprende de su "santo padre adoptivo" muchas cosas, entre éstas, el oficio de carpintero.

La Santísima Virgen María



Desde el momento de la Anunciación, María es el modelo de entrega a Dios. "He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según Tu Palabra" (Lc. 1, 38). En la Anunciación, María responde con un SÍ rotundo desde una libertad poseída, poniéndose en las manos de Dios. En Santa María vemos una continua vivencia de la dinámica de la alegría-dolor: criando, educando, siguiendo de cerca a su Hijo Jesús mostrándole en todo momento un auténtico amor maternal. "Su madre conservaba estas cosas en su corazón" (Lc. 2, 52). Ella fue vislumbrando lentamente el misterio trascendente de la Vida de Jesús, manteniéndose fielmente unida a Él. 


El Niño Jesús


Desde niño, demuestra que es el Hijo de Dios y que cumple fielmente lo que su Padre le manda. "Vivía sujeto a ellos" (Lc. 2, 51). Como niño, Él obedecía a su madre y a su padre adoptivo, y permanecía siempre junto a ellos, María y José fueron sus primeros educadores. "El Niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la Gracia de Dios estaba con Él" (Lc. 2, 40).

Jesús aprende el oficio de carpintero de su padre adoptivo José"¿No sabían que Yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?" (Lc. 2, 49). Cuando Jesús se queda en el Templo, a los doce años, se puede pensar que desobedece a sus padres y que eso está mal. No es así, Jesús demuestra en este hecho su plena independencia con respecto a todo vínculo humano, cuando está de por medio el Plan de su Padre y la Misión que Él le ha encomendado.



Oración


"Oremos hoy por todas las familias del mundo para que logren responder a su vocación tal y como respondió la Sagrada Familia de Nazareth. Oremos especialmente por las familias que sufren, pasan por muchas dificultades o se ven amenazadas en su indisolubilidad y en el gran servicio al amor y a la vida para el que Dios las eligió" (San Juan Pablo II).



"Oh Jesús, acoge con bondad a nuestra familia que ahora se entrega y consagra a Ti, protégela, guárdala e infunde en ella tu paz para poder llegar a gozar todos de la felicidad eterna".



"Oh María, Madre amorosa de Jesús y Madre nuestra, te pedimos que intercedas por nosotros, para que nunca falte el amor, la comprensión y el perdón entre nosotros y obtengamos su gracia y bendiciones".



"Oh San José, ayúdanos con nuestras oraciones en todas nuestras necesidades espirituales y temporales, a fin de que podamos agradar eternamente a Jesús".
Amén



Oración a la Familia
por San Juan Pablo II



Oh Dios, de quien procede toda paternidad
en el cielo y en la tierra,
Padre, que eres Amor y Vida,
haz que cada familia humana
sobre la tierra se convierta,
por medio de Tu Hijo, Jesucristo,
"nacido de Mujer", y del Espíritu Santo,
fuente de caridad divina,
en verdadero santuario de la vida
y del amor para las generaciones
porque siempre se renuevan.

Haz que tu Gracia guíe a los pensamientos
y las obras de los esposos hacia el bien
de sus familias y de todas las familias del mundo.

Haz que las jóvenes generaciones encuentren
en la familia un fuerte apoyo
para su humanidad y su crecimiento
en la verdad y en el amor.

Haz que el amor, corroborado por la gracia
del sacramento del matrimonio,
se demuestre más fuerte que cualquier
debilidad y cualquier crisis,
por las que a veces pasan nuestras familias.

Haz finalmente, te lo pedimos por intercesión
de la Sagrada Familia de Nazareth,
que la Iglesia en todas las naciones de la tierra
pueda cumplir fructíferamente su misión
en la familia y por medio de la familia.
Tú, que eres la Vida, la Verdad y el Amor,
en la Unidad del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.



Oración
a la Sagrada Familia de Nazareth


Sagrada Familia de Nazaret:
enséñanos el recogimiento,
la interioridad;
danos la disposición de escuchar
las buenas inspiraciones
y las palabras de los verdaderos maestros.
Enséñanos la necesidad del trabajo
de reparación, del estudio,
de la vida interior personal,
de la oración, que sólo Dios
ve en lo secreto; enséñanos lo que
es la familia, su comunión de amor,
su belleza simple y austera,
su carácter sagrado e inviolable.
Amén.

Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:
http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=34511

Fuente - Texto tomado de DEVOCIONARIO.COM: