25. Veránse, empero, antes fenómenos prodigiosos en el sol, la luna y las estrellas, y en la tierra estarán consternadas y atónitas las gentes por el estruendo del mar y de las olas.
26. Secándose los hombres de temor y de sobresalto, por las cosas que han de sobrevenir a todo el universo; porque las virtudes de los cielos o esferas celestes estarán bambaleando.
27. Y entonces será cuando verán al Hijo del hombre venir sobre una nube con grande poder y majestad.
28. Como quiera, vosotros, fieles discípulos míos, al ver que comienzan a suceder estas cosas, abrid los ojos, y alzad la cabeza, estad de buen ánimo, porque vuestra redención se acerca.
34. Velad, pues, sobre vosotros mismos, no suceda que se ofusquen vuestros corazones o entendimientos con la glotonería, y embriaguez, y los cuidados de esta vida, y os sobrecoja de repente aquel día.
35. Que será como un lazo que sorprenderá a todos los que moran sobre la superficie de toda la tierra.
36. Velad, pues, orando en todo tiempo, a fin de merecer el evitar todos estos males venideros, y comparecer con confianza ante el Hijo del hombre.
Mirad que días vienen (oráculo de Yahveh) en que confirmaré la buena palabra que dije a la casa de Israel y a la casa de Judá.
En aquellos días y en aquella sazón haré brotar para David un Germen justo, y practicará el derecho y la justicia en la tierra.
En aquellos días estará a salvo Judá, y Jerusalén vivirá en seguro. Y así se la llamará: «Yahveh, justicia nuestra.»
Salmo Responsorial 25: 4-5, 8-10, 14
Muéstrame tus caminos, Yahveh, enséñame tus sendas.
Guíame en tu verdad, enséñame, que tú eres el Dios de mi salvación. En ti estoy esperando todo el día.
Bueno y recto es Yahveh; por eso muestra a los pecadores el camino.
Conduce en la justicia a los humildes, y a los pobres enseña su sendero.
Todas las sendas de Yahveh son amor y verdad para quien guarda su alianza y sus dictámenes.
El secreto de Yahveh es para quienes le temen, su alianza, para darles cordura.
Segunda Lectura: I Tesalonicenses 3, 12-4, 2
"Que el Señor os fortalezca internamente,
para cuando Jesús vuelva"
Hermanos: Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos. Y que así os fortalezca internamente, para que, cuando Jesús, nuestro Señor, vuelva acompañado de todos sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante Dios, nuestro Padre. En fin, hermanos, por Cristo Jesús os rogamos y exhortamos: habéis aprendido de nosotros cómo proceder para agradar a Dios; pues proceded así y seguid adelante. Ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús.
Evangelio: Lucas 21, 25-28. 34-36
"Se acerca vuestra liberación"
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación. Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre".
Se llama "taumaturgo" al que hace muchos milagros. A este santo le pusieron ese nombre porque según decía la gente, desde tiempos de Moisés, no se había visto a un simple hombre conseguir tantos milagros como los que obtuvo él.
Nació Gregorio cerca del Mar Negro, de una familia pagana. Sus padres que eran de familia noble lo encauzaron hacia los estudios de las leyes. Cuando era joven tuvo que viajar a Cesarea, en Palestina, a acompañar a una hermana, y allá conoció al sabio más grande de su tiempo que era Orígenes, el cual había puesto una escuela de teología en esa ciudad. Desde el primer encuentro el sabio Orígenes se dio cuenta de que Gregorio poseía unas cualidades excepcionales para el estudio y lo recibió en su famosa escuela.
Lo dedicó enseguida a que leyera todo lo que los antiguos autores habían escrito acerca de Dios y el joven se fue dando cuenta de que lo verdaderamente admirable y cierto acerca de Dios es lo que dice la S. Biblia, y se convirtió al cristianismo y se hizo bautizar. Fascinado por la personalidad de Orígenes, el joven Gregorio renunció a su antiguo plan de dedicarse a la abogacía y se consagró totalmente a los estudios religiosos. Más tarde dirá:
"Cuando estábamos estudiando nuestro maestro Orígenes era para nosotros como un ángel de la guarda. Siempre cuidaba de nuestra alma con un interés increíble. Parecía que cuando íbamos a sus clases el ángel guardián no tenía nada que hacer porque el maestro Orígenes lo reemplazaba cuidando amorosamente el alma de cada uno de nosotros. Nos guiaba por el camino de la virtud no sólo con sus luminosas palabras sino con los admirables ejemplos de su buen comportamiento"
(¡Quisiera Dios que los alumnos de hoy pudieran decir lo mismo de sus maestros!).
El año 238 cuando ya Gregorio terminó sus estudios hizo un hermoso discurso de despedida a su gran profesor, alabando los métodos que Orígenes tenía para educar. En este discurso, que aún se conserva, se señalan ciertos datos de importancia para conocer como aquel sabio se preocupaba no sólo de que sus alumnos fueran muy instruidos sino también de que fueran sumamente virtuosos.
Al llegar a su patria, a su ciudad Neocesarea del Ponto, fue nombrado obispo, y empezó entonces una cadena incontable de milagros. San Gregorio de Nisa al hacer el discurso fúnebre de nuestro santo, narra unos cuantos, como por ej: El poder tan extraordinario que tenía de expulsar los malos espíritus. En cierta ocasión dos familias se peleaban a muerte por un nacedero de agua. Viendo que la pelea no acababa nunca, el santo le envió una bendición al nacedero y este se secó y ya no hubo más peleas. La casa del obispo Gregorio estaba siempre llena de gente aguardando en su puerta para que les diera la bendición. Él los instruía en la religión y luego les obtenía de Dios su curación. Y así con su predicación y sus milagros logró aumentar enormemente el número de cristianos en aquella ciudad.
San Gregorio Taumaturgo necesitaba construir un nuevo templo porque el número de creyentes había aumentado mucho, pero no tenía como terreno sino un cerro abrupto. Y un día dijo:
"Vamos a ver si es cierto lo que Jesús dijo: "si tenéis fe, podréis decir a un monte: ¡quítate de ahí! – y éste obedecerá"
Y se puso a rezar con mucha fe, y sobrevino un terremoto y el cerro se derrumbó quedando allí una buena explanada para construir el templo. San Gregorio de Nisa y San Basilio comentaban cómo su abuela Santa Macrina, que había conocido a este santo les narraba que la vida de Gregorio era como un retrato de lo que el evangelio dice que debe ser la vida de un buen amigo de Dios; que nadie veía en él jamás un estallido de cólera; que siempre sus respuestas eran sencillas:
"Si, si" o "No, no"
Como lo manda el evangelio. Que su piedad era tan admirable que al rezar parecía estar viendo "al invisible".
Al estallar la persecución de Decio en 250, San Gregorio aconsejó a los cristianos que se escondieran para que no tuvieran peligro de renegar de su fe cristiana por temor a los tormentos. Y él mismo se retiró a un bosque, acompañado de un antiguo sacerdote pagano, al cual él había convertido al cristianismo.
Y sucedió que un infante fue y avisó a la policía dónde estaban escondidos los dos. Y llegó un numeroso grupo de policías y por más que requisaron todo el bosque no lo lograron encontrar. Cuando la policía se fue, llegó el informante y al verlos allí y darse cuenta de que por milagro no los habían logrado ver los policías, se convirtió el también al cristianismo.
San Gregorio se propuso hacer que la religión fuera muy agradable para la gente y así en las vísperas de las grandes fiestas organizaba resonantes festivales populares donde todo el mundo estaba contento y alegre sin ofender a Dios. Esto le atrajo la simpatía de la ciudad.
Se ha hecho célebre en la historia de la Iglesia la frase que dijo este gran santo poco antes de morir. Preguntó:
"¿Cuántos infieles quedan aún en la ciudad sin convertirse al cristianismo?"
Le respondieron:
"Quedan diecisiete"
Y él exclamó gozoso:
"Gracias Señor: ése era el número de cristianos que había en esta ciudad cuando yo llegué a misionar aquí. En ese tiempo no había sino 17 cristianos, y ahora no hay sino 17 paganos"
Poco antes de morir pidió que lo enterraran en el cementerio de los pobres porque él quería estar también junto a ellos hasta después de muerto.
Las gentes lo invocaban después cuando había inundaciones y terremotos, y es que él con sus oraciones logró detener terribles inundaciones que amenazaban acabar con todo.
En verdad que en la vida de San Gregorio Taumaturgo sí que se cumplió aquello que decía Jesús:
"Según sea tu fe, así serán las cosas que te sucederán"
Santa Verónica es recordada por su gesto compasivo hacia Jesús en Su camino al Calvario. Unos le agredían, otros permanecían indiferentes ante tanta crueldad. Ella se le acercó y le enjugó el Rostro con su velo. Aquel Divino Rostro, cruelmente golpeado, ensangrentado y sudoroso suscitó en el corazón de Santa Verónica la misericordia.
Santa Verónica es mujer de gran valentía, ya que su acto de amor le podría haber causado una peligrosa reacción por parte de los romanos o de las turbas. Es mujer de gran compasión, ya que venció todo miedo y decidió amar en medio de una multitud movida por odio o la indiferencia. Todavía se conserva el "Velo" de la Verónica. Si le parece increíble, lea el reporte abajo.
¿Cómo y cuándo el Santo Rostro llegó a Manoppello?
Uno de los Capuchinos, P. Donato de Bomba, empezó desde el año 1640 unas indagaciones y escribió una "Relatione historica" (Informe histórico), que está guardado al presente en el Archivo Provincial de los Capuchinos en el Convento de Santa Clara en L´Aquila. En 1646 un notario autenticó en el ayuntamiento, con carta pública según la voluntad de los Capuchinos, el documento de donación y la Relación.
Este informe declara que un desconocido llevó a Manoppello el Velo en 1506 y lo entregó a uno de los magnates del pueblo, tal doctor Giacom Antonio Leonelli, sentado en un banco frente a la Iglesia. Se cuenta que el doctor entró en la Iglesia y abrió el rollo en el cual estaba el Velo. Inmediatamente después salió de la Iglesia, pero no halló el desconocido portador del rollo que había desaparecido sin dejar rastros.
El Santo Rostro es un Velo que mide 17x24 cm., desplegado y protegido en un marco entre dos hojas de vidrio y es tan sutil que no se puede extraerlo del relicario, sin correr el riesgo de dañar la Imagen impresa misteriosamente. Por lo tanto, todavía no ha sido averiguado científicamente el tipo de fibra que a primera vista parece ser un antiguo biso marino, una muy preciosa "seda del mar", también hallada dentro de unos sarcófagos de las pirámides egipcias, el "lino fino" mencionado 46 veces, ni más ni menos, en la Biblia.
Los hilos horizontales son bastante ondeantes, el tejido es de estructura ordinaria, de modo que urdimbre y trama se cruzan en la forma más sencilla como en una normal tejedura y es tan tenue que la Imagen es visible sea desde la parte anterior que desde la parte posterior del sagrario. Si detrás del Velo diáfano se pone un periódico, se puede leerlo fácilmente incluso desde lejos.
Hay la efigie de un hombre de cabello largo, con la cara tumefacta, la frente ensangrentada, la nariz contusa y una mejilla hinchada. El tono de color es marrón y el rojo claro de los labios anula cualquier aspecto material. La luz floja de una vela, aplastando la matización, puede evidenciar las manchas lívidas del rostro golpeado. Los ojos miran muy intensamente hacia arriba de modo que se puede ver el blanco del globo del ojo bajo el iris y las pupilas totalmente abiertas, pero en una manera irregular. La boca semi-abierta parece estar a punto de proferir la palabra AMOR, y la mirada atónita y a la vez muy benévola y consoladora, pues en verdad el Amor del Redentor hacia nosotros es tan grande, que incluso después de su Pasión dijo a sus discípulos:
"Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo"(Mateo 28:20)
No sólo las ampliadas fotografías digitales, realizadas por el prof. D. Vittore de Bari y por el prof. G. Fanti de Padua, sino también las observaciones bajo luz ultravioleta confirman que no hay pintura sobre el Velo. La experta iconógrafa B. Paschalis Schlömer demuestra que el Santo Rostro de Manoppello se sobrepone perfectamente a la Imagen de la Sábana Santa de Turín (con más de 10 puntos de referencia), y el prof. Andreas Resch aclara que la admirable identidad, enternecedora hasta las lágrimas, confirma la autenticidad de las dos Reliquias, visto que sin lugar a dudas no puede ser una mera casualidad: resulta evidente el mismo Rostro de Jesucristo, su Resurrección al tercer día de su Deposición de la Cruz.
P. Heinrich Pfeiffer, catedrático de iconografía e historia de arte cristiano en la Universidad Pontificia Gregoriana, explica que el Velo fue considerado también en los tiempos antiguos, obra de arte no humana y que esta Sagrada Imagen sirvió de modelo a las representaciones posteriores del Santo Rostro, incluidos los retratos en las catacumbas romanas del siglo IV.
Afirma además que Nuestro Señor no nos ha dejado sólo Su Palabra en la Sagrada Escritura, sino también Su Imagen que se produjo en la tumba cuando una radiante energía sobrenatural quizá alumbró (1 Jn. 1:5 "Dios es Luz") el "lino fino" empapado en áloe y mirra, fotosensibles "aromas" (Juan 19:39,40), dejando la impresión del inmenso evento, la evidencia divina de la Pasión, Resurrección y Gloria sempiterna de Jesús (Mt. 28:7 - Lu. 24:51 - Hch. 1:9).
Tras 13 años de investigaciones sobre el "Velo de la Verónica" (el que, según la tradición, utilizara para enjugar el Rostro de Cristo camino del Calvario), el prestigioso historiador alemán P. Heinrich Pfeiffer S.J. certifica su autenticidad.
Según Pfeiffer, el Rostro de Cristo que aparece en el Velo de la Verónica (hoy conservado en Manoppello, Italia), se sobrepone perfectamente a la Imagen de la Sábana Santa de Turín. Los trazos son los mismos: rostro oval ligeramente redondo y asimétrico, cabello largo, un mechón de cabellos sobre la frente, la boca ligeramente abierta, la mirada dirigida a lo alto; rasgos que influyeron en toda la iconografía de Cristo en los siglos posteriores.