viernes, 10 de julio de 2015

San Benito de Nursia - (480 - 547) - Fiesta Julio 11



San Benito de Nursia (nació en Nursia, Italia 480 - murió en Montecasino, 21 de marzo de 547), la fecha de su muerte fue predicha por el propio San Benito.

Su hermana gemela, Escolástica, también alcanzó la santidad. Siempre imitaba a Jesucristo, pasaba horas rezando y meditando. Consideraba el trabajo como algo honroso y realizaba trabajos manuales. Ejercía la dirección espiritual y acudía a los pueblos con sus monjes a predicar. Famoso por su trato amable a todos. Su gran amor y fuerza fue la Santa Cruz con la que hizo muchos milagros. Fue un poderoso Exorcista.

San Benito por gracia fue un hombre de vida honorable, que desde su infancia tuvo cordura de anciano. En efecto, adelantándose por sus costumbres a la edad, no entregó su espíritu a placer sensual alguno, sino que estando aún en esta tierra y pudiendo gozar libremente de las cosas temporales, despreció el mundo con sus flores, cual si estuviera marchito. Nació en el seno de una familia libre, en la región de Nursia, y fue enviado a Roma a cursar los estudios de las ciencias liberales. Pero al ver que muchos iban por los caminos escabrosos del vicio, retiró su pie, que apenas había pisado el umbral del mundo, temeroso de que por alcanzar algo del saber mundano, cayera también él en tan terrible precipicio. Despreció, pues, el estudio de las letras y abandonó la casa y los bienes de su padre. Y deseando agradar únicamente a Dios, buscó el hábito de la vida monástica.

Cómo venció
una tentación de la carne

Un día, estando a solas, se presentó el tentador. Un ave pequeña y negra, llamada vulgarmente mirlo, empezó a revolotear alrededor de su rostro, de tal manera que hubiera podido atraparla con la mano si el santo varón hubiera querido apresarla. Pero hizo la señal de la cruz y el ave se alejó. No bien se hubo marchado el ave, le sobrevino una tentación carnal tan violenta, cual nunca la había experimentado el santo varón.

El maligno espíritu representó ante los ojos de su alma cierta mujer que había visto antaño y el recuerdo de su hermosura inflamó de tal manera el ánimo del siervo de Dios, que apenas cabía en su pecho la llama del amor. Vencido por la pasión, estaba ya casi decidido a dejar la soledad. Pero tocado súbitamente por la gracia divina volvió en sí, y viendo un espeso matorral de zarzas y ortigas que allí cerca crecía, se despojó del vestido y desnudo se echó en aquellos aguijones de espinas y punzantes ortigas, y habiéndose revolcado en ellas durante largo rato, salió con todo el cuerpo herido. Pero de esta manera por las heridas de la piel del cuerpo curó la herida del alma, porque trocó el deleite en dolor, y el ardor que tan vivamente sentía por fuera extinguió el fuego que ilícitamente le abrasaba por dentro. Así, venció el pecado, mudando el incendio.

Desde entonces, según el mismo solía contar a sus discípulos, la tentación voluptuosa quedó en él tan amortiguada, que nunca más volvió a sentir en sí mismo nada semejante.

Después de esto, muchos empezaron a dejar el mundo para ponerse bajo su dirección, puesto que, libre del engaño de la tentación, fue tenido ya con razón por maestro de virtudes. Por eso manda Moisés que los levitas sirvan en el templo a partir de los veinticinco años cumplidos, pero sólo a partir de los cincuenta les permitan custodiar los vasos sagrados.

Explicación del
Papa San Gregorio Magno

Es evidente, que en la juventud arde con más fuerza la tentación de la carne, pero a partir de los cincuenta años el calor del cuerpo se enfría. Los vasos sagrados son las almas de los fieles. Por eso conviene que los elegidos, mientras son aún tentados, estén sometidos a un servicio y se fatiguen con trabajos, pero cuando ya el alma ha llegado a la edad tranquila y ha cesado el calor de la tentación, sean custodios de los vasos sagrados, porque entonces son constituidos maestros de las almas.

Regla de San Benito


La Regla de los Monjes escrita por San Benito hacia el final de su vida, ha sido norma y guía espiritual de muchas comunidades monásticas durante más de 1500 años.

Los instrumentos
de las buenas obras
  1. Primero, amar al Señor Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas.
  2. Después, al prójimo como a sí mismo.
  3. Luego, no matar.
  4. No cometer adulterio.
  5. No hurtar.
  6. No codiciar.
  7. No levantar falso testimonio.
  8. Honrar a todos los hombres.
  9. No hacer a otro lo que uno no quiere para sí.
  10. Negarse a sí mismo para seguir a Cristo.
  11. Castigar el cuerpo.
  12. No entregarse a los deleites.
  13. Amar el ayuno.
  14. Alegrar a los pobres.
  15. Vestir al desnudo.
  16. Visitar al enfermo.
  17. Sepultar al muerto.
  18. Socorrer al atribulado.
  19. Consolar al afligido.
  20. Hacerse extraño al proceder del mundo.
  21. No anteponer nada al amor de Cristo.
  22. No ceder a la ira.
  23. No guardar rencor.
  24. No tener dolo en el corazón.
  25. No dar paz falsa.
  26. No abandonar la caridad.
  27. No jurar, no sea que acaso perjure.
  28. Decir la verdad con el corazón y con la boca.
  29. No devolver mal por mal.
  30. No hacer injurias, sino soportar pacientemente las que le hicieren.
  31. Amar a los enemigos.
  32. No maldecir a los que lo maldicen, sino más bien bendecirlos.
  33. Sufrir persecución por la justicia.
  34. No ser soberbio.
  35. Ni aficionado al vino.
  36. Ni glotón.
  37. Ni dormilón.
  38. Ni perezoso.
  39. Ni murmurador.
  40. Ni detractor.
  41. Poner su esperanza en Dios.
  42. Cuando viere en sí algo bueno, atribúyalo a Dios, no a sí mismo.
  43. En cambio, sepa que el mal siempre lo ha hecho él, e impúteselo a sí mismo.
  44. Temer el día del juicio.
  45. Sentir terror del infierno.
  46. Desear la vida eterna con la mayor avidez espiritual.
  47. Tener la muerte presente ante los ojos cada día.
  48. Velar a toda hora sobre las acciones de su vida.
  49. Saber de cierto que, en todo lugar, Dios lo está mirando.
  50. Estrellar inmediatamente contra Cristo los malos pensamientos que vienen a su corazón, y manifestarlos al anciano espiritual.
  51. Guardar su boca de conversación mala o perversa.
  52. No amar hablar mucho.
  53. No hablar palabras vanas o que mueven a risa.
  54. No amar la risa excesiva o destemplada.
  55. Oír con gusto las lecturas santas.
  56. Darse frecuentemente a la oración.
  57. Confesar diariamente a Dios en la oración, con lágrimas y gemidos, las culpas pasadas.
  58. Enmendarse en adelante de esas mismas faltas.
  59. No ceder a los deseos de la carne.
  60. Odiar la propia voluntad.
  61. Obedecer en todo los preceptos del abad, aún cuando él -lo que no suceda- obre de otro modo, acordándose de aquel precepto del Señor: "Hagan lo que ellos dicen, pero no lo que ellos hacen".
  62. No querer ser llamado santo antes de serlo, sino serlo primero para que lo digan con verdad.
  63. Poner por obra diariamente los preceptos de Dios.
  64. Amar la castidad.
  65. No odiar a nadie.
  66. No tener celos.
  67. No tener envidia.
  68. No amar la contienda.
  69. Huir la vanagloria.
  70. Venerar a los ancianos.
  71. Amar a los más jóvenes.
  72. Orar por los enemigos en el amor de Cristo.
  73. Reconciliarse antes de la puesta del sol con quien se haya tenido alguna discordia.
  74. Y no desesperar nunca de la misericordia de Dios.
  75. Estos son los instrumentos del arte espiritual.
  76. Si los usamos día y noche, sin cesar, y los devolvemos el día del juicio, el Señor nos recompensará con aquel premio que Él mismo prometió.
  77. "Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni llegó al corazón del hombre lo que Dios ha preparado a los que lo aman".
  78. El taller, empero, donde debemos practicar con diligencia todas estas cosas, es el recinto del monasterio y la estabilidad en la comunidad.

Milagros de San Benito

He aquí algunos de los muchos milagros relatados por San Gregorio, en su biografía de San Benito:

El muchacho que no sabía nadar

El joven Plácido cayó en un profundo lago y se estaba ahogando. San Benito mandó a su discípulo preferido Mauro: "Láncese al agua y sálvelo". Mauro se lanzó enseguida y logró sacarlo sano y salvo hasta la orilla. Y al salir del profundo lago se acordó de que había logrado atravesar esas aguas sin saber nadar. La obediencia al santo le había permitido hacer aquel salvamento milagroso.

El edificio que se cae

Estando construyendo el monasterio, se vino abajo una enorme pared y sepultó a uno de los discípulos de San Benito. Éste se puso a rezar y mandó a los otros monjes que removieran los escombros, y debajo de todo apareció el monje sepultado, sano y sin heridas, como si hubiera simplemente despertado de un sueño.

La piedra que no se movía

Estaban sus religiosos constructores tratando de quitar una inmensa piedra, pero ésta no se dejaba ni siquiera mover un centímetro. Entonces el santo le envió una bendición, y enseguida la pudieron remover de allí como si no pesara nada. Por eso desde hace siglos cuando la gente tiene algún grave problema en su casa que no logra alejar, consigue una medalla de San Benito y le reza con fe, y obtiene prodigios. Es que este varón de Dios tiene mucho influjo ante Nuestro Señor.

Muertes anunciadas

Un día exclamó: "Se murió mi amigo el obispo de Capúa, porque vi que subía al cielo un bello globo luminoso". Al día siguiente vinieron a traer la noticia de la muerte del obispo. Otro día vio que salía volando hacia el cielo una blanquísima paloma y exclamó: "Seguramente se murió mi hermana Escolástica". Los monjes fueron a averiguar, y sí, en efecto acababa de morir tan santa mujer. Él, que había anunciado la muerte de otros, supo también que se aproximaba su propia muerte y mandó a unos religiosos a excavar...

Indulgencias

El 12 de marzo de 1742 el Papa Benedicto XIV otorgó Indulgencia Plenaria a la medalla de San Benito, si la persona se confiesa, recibe la Eucaristía, ora por el Santo Padre en las grandes fiestas y durante esa semana reza el Santo Rosario, visita a los enfermos, ayuda a los pobres, enseña la Fe o participa en la Santa Misa.


Las grandes fiestas son:

Navidad
- Epifanía
- Pascua de Resurrección
- Ascensión
- Pentecostés
- La Santísima Trinidad
- Corpus Christi
- La Asunción
- La Inmaculada Concepción
- El Nacimiento de María
- Todos los Santos
- Fiesta de San Benito

Número de Indulgencias Parciales:

- 200 días de indulgencia, si uno visita una semana a los enfermos o visita la Iglesia o enseña a los niños la Fe.

- 7 años de indulgencia, si uno celebra la Santa Misa o está presente, y ora por el bienestar de los cristianos, o reza por sus gobernantes.

- 7 años si uno acompaña a los enfermos en el día de Todos los Santos.

- 100 días si uno hace una oración antes de la Santa Misa o antes de recibir la Sagrada Comunión.

- Cualquiera que por cuenta propia por su consejo o ejemplo convierta a un pecador, obtiene la remisión de la tercera parte de sus pecados.

- Cualquiera que el Jueves Santo o el día de Resurrección, después de una buena confesión y de recibir la Eucaristía, rece por la exaltación de la Iglesia, por las necesidades del Santo Padre, ganará las indulgencias que necesita.

- Cualquiera que rece por la exaltación de la Orden Benedictina, recibirá una porción de todas las buenas obras que realiza esta Orden.

Quienes lleven la medalla de San Benito a la hora de la muerte serán protegidos siempre que se encomienden al Padre, se confiesen y reciban la comunión o al menos invoquen el nombre de Jesús con profundo arrepentimiento.


ORACIÓN A SAN BENITO


Santísimo confesor del Señor;
Padre y jefe de los monjes,
interceded por nuestra santidad,
por nuestra salud
del alma, cuerpo y mente.

Destierra de nuestra vida,
de nuestra casa,
las asechanzas del maligno espíritu.
Líbranos de funestas herejías,
de malas lenguas y hechicerías.

Pídele al Señor,
remedie nuestras necesidades
espirituales y corporales.
Pídele también por el progreso
de la santa Iglesia Católica;
y porque mi alma

no muera en pecado mortal,
para que así confiado

en Tu poderosa intercesión,
pueda algún día en el cielo,
cantar las eternas alabanzas.
Amén.

Jesús, María y José os amo,

salvad vidas, naciones y almas.

Rezar
3 Padrenuestros, Avemarías y Glorias

La Medalla de San Benito

La Medalla de San Benito es un signo sagrado muy difundido entre los fieles católicos desde hace muchos siglos. La Medalla de San Benito es un sacramental reconocido por la Iglesia con gran poder de exorcismo. Como todo sacramental, su poder está no en sí misma sino en Cristo quien lo otorga a la Iglesia, y por la fervorosa disposición de quien usa la medalla. El origen de esta Medalla se fundamenta en una verdad y experiencia que aparece en la vida de San Benito. Este santo, Patriarca de Occidente, usó con frecuencia el signo de la Cruz como señal bienhechora que simboliza la Pasión salvadora de Cristo, y por la cual venció siempre el poder del mal y atrajo sobre sí la bendición de Dios. Además, recuerda a los fieles la presencia constante de Dios y su protección. Al llevar consigo esta Medalla es conveniente invocar al Señor diciendo:
"Por tu Santa Cruz, Señor, bendíceme y protégeme del mal"
Explicación de la Medalla

La Medalla presenta, por un lado, la imagen del Santo Patriarca, y por el otro, una Cruz, y en ella y a su alrededor, las letras iniciales de una oración o exorcismo, que a continuación explicaremos detalladamente en latín y su traducción al castellano.


Explicación del Anverso



Entre las antiguas medallas (como la del gráfico), la figura del Santo es rodeada con el texto latino:
Eius in obitu nostro presentia muniamur (Que a la hora de nuestra muerte, nos proteja tu presencia)
En algunas medallas actuales, frecuentemente la frase es substituida por:
Crux Sancti Patris Benedicti, o todavía, más simplemente, por la inscripción: Sanctus Benedictus.
Explicación del Reverso



En cada uno de los cuatro lados de la Cruz vemos las letras:
C.S.P.B. (Que corresponden a las letras iniciales de la frase en latín: Crux Sancti Patris Benedicti. Cruz del Santo Padre Benito).
Explicación de la Cruz de San Benito

En el sentido vertical de la Cruz vemos las letras:
C.S.S.M.L. (Que corresponden a las letras iniciales de la frase en latín: Crux Sácra Sit Mihi Lux. Que la Santa Cruz sea mi luz).
En el sentido horizontal de la Cruz vemos las letras:
N.D.S.M.D. (Que corresponden a las letras iniciales de la frase en latín: Non Draco Sit Mihi Dux. Que el demonio no sea mi guía).
Explicación del Círculo Exterior

Empezando por la parte superior derecha, en el sentido de las agujas del reloj vemos las letras:
V.R.S. (Que corresponde a la frase en latín: Vade Retro Satana. ¡Apártate Satanás).
N.S.M.V. (Numquam Suade Mihi Vána. No me aconsejes cosas vanas).
S.M.Q.L. (Sunt Mala Quae Libas. Es malo lo que me brindas).
I.V.B. (Ipse Venena Bibas. Bebe tú mismo tu veneno).
En la parte superior, encima de la Cruz suele aparecer unas veces la palabra PAX y en las más antiguas IESUS.

Fuente - Texto tomado de CATOLICO.ORG:
http://www.catolico.org/santos/benito.htm

Texto tomado de San Benito de Luján:
www.sbenito.org

Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG:
http://www.corazones.org/santos/benito.htm


Fuente - Texto tomado del folleto La Medalla de San Benito - Caballeros de la Virgen

Novena a Nuestra Señora Virgen del Carmen - Día Quinto - Julio 11 de 2015



Acto de Contrición
para todos los días

Dios mío y Señor mío, postrado delante de vuestra Majestad Soberana, con todo mi ser, con toda mi alma y todo mi corazón te adoro, confieso, bendigo, alabo y glorifico. A Ti te reconozco por mi Dios y mi Señor; en Ti creo, en Ti espero y en Ti confío me has de perdonar mis culpas, y dar tu gracia y perseverancia en ella, y la gloria que tienes ofrecida a los que perseveran en tu amor. A Ti amo sobre todas las cosas. A Ti confieso mi suma ingratitud y todas mis culpas y pecados, de todo lo cual me arrepiento y te pido me concedas benignamente el perdón. Pésame, Dios mío, de haberos ofendido, por ser Vos quien sois. Propongo firmemente, ayudado con vuestra divina gracia, nunca más pecar, apartarme de las ocasiones de ofenderos, confesarme, satisfacer por mis culpas y procurar en todo serviros y agradaros. Perdóname, Señor, para que con alma limpia y pura alabe a la Santísima Virgen, Madre vuestra y Señora mía, y alcance por su poderosa intercesión la gracia especial que en esta Novena pido, si ha de ser para mayor honra y gloria vuestra, y provecho de mi alma. Amén.

Oración para todos los días

Oh Virgen María, Madre de Dios y Madre también de los pecadores, y especial Protectora de los que visten tu sagrado Escapulario; por lo que su divina Majestad te engrandeció, escogiéndote para verdadera Madre suya, te suplico me alcances de tu querido Hijo el perdón de mis pecados, la enmienda de mi vida, la salvación de mi alma, el remedio de mis necesidades, el consuelo de mis aflicciones y la gracia especial que pido en esta Novena, si conviene para su mayor honra y gloria, y bien de mi alma: que yo, Señora, para conseguirlo me valgo de vuestra intercesión poderosa, y quisiera tener el espíritu de todos los ángeles, santos y justos a fin de poder alabarte dignamente; y uniendo mis voces con sus afectos, te saludo una y mil veces, diciendo:

(Rezar tres Avemarías)

Rezar a continuación
la oración del día que corresponda:

DÍA QUINTO

¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que para defender a los Carmelitas, tus hijos, cuando se intentaba extinguir la sagrada religión del Carmen, mostrando siempre el amor y singular predilección con que los amparas, mandaste al Sumo Pontífice, Honorio III, los recibiese benignamente y confirmase su instituto, dándole por señal de que ésta era tu voluntad y la de tu divino Hijo, la repentina muerte de dos que especialmente la contradecían. Te ruego, Señora, me defiendas de todos mis enemigos de alma y cuerpo, para que con quietud y paz viva siempre en el santo servicio de Dios y tuyo. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo:

Dios te Salve, Reina y Madre 
de misericordia, etc.

Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena



Oración final para todos los días

Virgen Santísima del Carmen; yo deseo que todos sin excepción se cobijen bajo la sombra protectora de tu santo Escapulario, que todos estén unidos a Ti, Madre mía, por los estrechos y amorosos lazos de ésta tu querida Insignia. ¡Oh hermosura del Carmelo! Míranos postrados reverentes ante tu sagrada imagen, y concédenos benigna tu amorosa protección.

Te recomiendo las necesidades de nuestro Santísimo Padre, el Papa, y las de la Iglesia Católica, nuestra Madre, así como las de mi nación y las de todo el mundo, las mías propias y las de mis parientes y amigos. Mira con ojos de compasión a tantos pobres pecadores, herejes y cismáticos cómo ofenden a tu divino Hijo, y a tantos infieles cómo gimen en las tinieblas del paganismo. Que todos se conviertan y te amen, Madre mía, como yo deseo amarte ahora y por toda la eternidad. Así sea.

Fuente - Texto tomado de DEVOCIONARIO.COM:

San Cristóbal - Mártir - Siglo III - Fiesta Julio 10


Cristóbal significa
"El que carga o portador de Cristo"

Su martirio es colocado en la persecución de Decio, entre los años 249 y 251. Cristóbal es conocido como "Mártir de Cristo", bajo el reinado del emperador Decio. Dan fe las numerosas reliquias desperdigadas por el orbe cristiano, veneradas desde tiempos muy remotos. Algunas fueron llevadas a España, al parecer poco después del martirio. Un brazo se conserva en Compostela, una mandíbula en Astorga, y poseen varias otras: Toledo y Valencia.

Según la tradición, fue Cristóbal el primogénito y unigénito de un rey cananeo, y nació en Sidón o en Tiro. Antes de ser bautizado se llamaba Relicto. Tenía gran porte, verdadero gigante por su estatura, de cabellera rubia, ojos claros y mirada penetrante; y despertaba en todos excepcional simpatía. Mientras fue pagano, pensó sólo en aventuras. Su sed de gloria le impulsó a poner su espada al servicio de un gran rey. Dejó su patria, se puso en camino y fue a parar a las huestes de Giordano, emperador de Roma. Relicto era ducho en las armas; y tal valor mostraba y tanta destreza en el combate, que el emperador quería tenerlo junto a sí en los momentos de peligro.

Pero un día Relicto oyó hablar de Cristo, como el más poderoso de los reyes. Y comenzó a preguntar:
"¿Dónde he de encontrar a ese Cristo, Monarca más poderoso que todos los otros?"
La Divina Providencia le deparó un buen maestro; un ermitaño cristiano, por el cual se dejó instruir en el conocimiento de los misterios de la fe verdadera. No tardó en abandonar la milicia terrena y adscribirse al servicio del "Rey Inmortal de los siglos".

Y pregunta entonces Relicto al ermitaño:
"¿Cómo he de servir a mi nuevo Señor?"
Le responde éste:
"Con la oración y el ayuno"
"No sé rezar"
"Ayuna, pues"
"¿No ves mi corpulenta estatura? He de comer más que los otros para sostenerme"
"Sírvele entonces con tu estatura y tu fuerza. Ayuda a vadear el río a los caminantes que lo necesiten"
Obedeció exactamente al ermitaño. Su cuerpo gigantesco empezó a transportar sobre sus hombros a los que no se atrevían a vadear la corriente. Y así una temporada; hasta que un día vio un niño en la ribera; y habiéndole preguntado qué deseaba, el pequeño le respondió que le pasase a la otra orilla. Tomóle Relicto y se lo puso al hombro, creyendo que el peso sería insignificante. Se equivocó. Cuenta uno de sus biógrafos que "Cristóbal entró animoso al río con su báculo (una recia y alta vara con la que solía ir a todas partes), como jugueteando con las ondas; pero a los pocos instantes conoció que el alto bajel se iba a pique, arrebatado de la furia de las aguas. Crecían éstas; hinchábanse las olas, procuraba él cortarlas valientemente, haciendo pie firme en la arena; pero nada le valía, porque el Niño que llevaba en sus hombros le abrumaba tanto con el peso, que si Él mismo no le diera la mano, en ellas hubiera hallado su sepultura. Rendido, sudando y gimiendo, salió a la orilla y admirado puso al Niño en la arena y le dijo:
"¿Quién eres Niño? En gran peligro me has puesto. Jamás me vi en riesgo de perder la vida, sino hoy, que te llevé sobre mi espalda. Las coléricas aguas aumentaban su enojo, y Tú ibas multiplicando tu peso. No pesabas tanto al principio. ¿Quién eres Niño, que tan en la mano tienes hacerte ligero o pesado? Creo que más pesas Tú que el Mundo"
Y entonces oyó Relicto la respuesta, en la cual se le señalaba, precisamente, el nombre que habría de adoptar en el Bautismo:
"Te llamarás Cristóforo, porque has llevado a Cristo sobre tus hombros. No te admires de que Yo te pese más que el mundo, aunque me veas tan niño; porque, realmente, peso Yo más que el mundo entero. Yo Soy de este mundo, que dices, el único Creador; y así, no sólo al mundo, sino al Creador del mundo, has tenido sobre ti. Bien puedes gloriarte con el peso: Yo Soy ese Señor que buscas: Hallaste ya lo que deseas y a quien has servido tanto en esas obras piadosas. Y aunque sobra mi palabra para crédito de mi verdad, pues sólo porque Yo lo digo tiene su firmeza la fe, ejecutaré un prodigio para que conozcas la grandeza de este Niño pequeño. Vuélvete a tu casa, no tienes ya que temer las olas. Fija en la tierra ese árido tronco que te sirve de báculo, que mañana lo verás, no sólo florido, sino coronado de frutos"
Cristóbal significa
"El que carga o portador de Cristo"
En efecto, a la mañana siguiente la estaca seca plantada en el suelo se había trocado en esbelta palmera, con incontables frutos. Otra vez, según la tradición, se realizó el mismo prodigio, y entonces, instantáneamente, y ante los ojos de todo el pueblo, a petición del Santo, que lo impetró de Dios para ofrecer un testimonio de la verdad que estaba predicando.

Fue después del episodio del divino Niño cuando Relicto recibió el Bautismo, que le administró el Patriarca Babilas en su Basílica de Antioquía. Desde aquel momento, se llamó ya siempre CRISTÓFORO, es decir, PORTADOR DE CRISTO.

De cuatro maneras -dice un escritor tan leído como es Tihamer Toth- llevó Cristóbal a Cristo: sobre sus hombros; en los labios, por la confesión y predicación de su Nombre; en el corazón, por el amor; y en todo el cuerpo, por el martirio.

Provisto él de su gran bastón en la mano, y caminando majestuosamente, no cesó de evangelizar a las gentes de Samos, maravilladas de su elocuencia. Por aquel entonces salió un edicto de persecución del emperador Decio, mandando que fuesen ofrecidos sacrificios a los dioses paganos y amenazando con las más graves penas a cuantos se resistiesen a ofrecerlos. Dagón, prefecto de la Licia, se afanó en cumplir rigurosamente el decreto. Y así, después de ordenar a sus soldados la profanación de todas las iglesias o lugares donde era adorado el Dios Verdadero, les incitó a que se lanzasen como lobos rapaces sobre todos los cristianos que no quisiesen enseguida claudicar. Nuestro Santo fue uno de los primeros en incurrir en esas iras.

Al ver que se aproximaba su hora, imploró el auxilio divino, postrándose en el suelo. Jesucristo se le apareció y, levantándolo, alentó sobre él, dándole el espíritu de sabiduría, y le dijo:
"No temas, que Estoy contigo"
Cristóbal, al saber, primero, y ver, después, cómo eran torturados los que confesaban públicamente la fe de Cristo, en vez de desfallecer, en medio de una multitud inmensa clamó:
"También yo soy cristiano y tampoco quiero sacrificar a los falsos dioses"
Inmediatamente fue detenido y conducido hacia el tribunal del prefecto.

En diálogo con Dagón se mostró Cristóbal investido de una serenidad imponente, proclamando su fe con palabras de profundidad celestial y manteniéndose inconmovible lo mismo ante las promesas seductoras que ante las más feroces amenazas.

Prolija resultaría también la reseña de los tormentos a que fue sometido. Flagelación con varillas de hierro, durante la cual no cesaba Cristóbal de cantar himnos a Dios. Prueba de un casco de hierro al rojo vivo sobre su cabeza, de la cual sale indemne. Parrilla enorme sobre la que es tendido para que sea quemado en fuego lento, y que es derretida por las llamas, mientras éstas respetan su cuerpo. Saetas innumerables arrojadas sobre Cristóbal atado a un árbol, sin que ni una sola dé en el blanco, pero sí una en un ojo del prefecto... Y entonces, la voz del Mártir, que resuena vibrante:
"El Señor prepara ya mi corona... Cuando la espada separe mi cabeza de mi cuerpo, unge tu ojo con mi sangre, mezclada con el polvo, y al punto quedarás sano. Entonces reconocerás Quién te creó y Quién te ha curado"
A la mañana siguiente Cristóbal es decapitado, y el prefecto hace lo que le indicara. Al punto recobra la visión, abraza la verdadera fe, ordena a sus súbditos que adoren a Cristo y abandonen el culto de los falsos dioses.

Fuente - texto tomado de la Biblioteca Electrónica Cristiana:

Fuente - Texto tomado de EWTN: