jueves, 11 de junio de 2015

San Juan de Sahagún - Predicador - Fiesta Junio 12



Sahagún es una ciudad de España, y allá nació nuestro santo en el año 1430. Sus padres no tenían hijos y dispusieron hacer una novena de ayunos, oraciones y limosnas en honor de la Santísima Virgen y obtuvieron el nacimiento de este que iba a ser su honor y alegría.

Educado con los monjes benedictinos, demostró muy buena inclinación hacia el sacerdocio y el señor obispo lo hizo seguir los estudios sacerdotales y después de ordenado sacerdote lo nombró secretario y canónigo de la catedral. Pero estos cargos honoríficos no le agradaban, y pidió entonces ser nombrado para una pobre parroquia de arrabal.

Después de varios años de sacerdocio, sintió el deseo de especializarse en teología y se matriculó como un estudiante ordinario en la Universidad de Salamanca. Allí estuvo cuatro años hasta completar todos sus estudios teológicos. Al principio era bastante desconocido pero un día fue invitado a hacer el sermón en honor de San Sebastián, patrono de uno de los colegios, y su predicación agradó tanto que empezó a ser muy popular entre la gente de la ciudad.

Y sucedió que le sobrevino una gravísima enfermedad con serio peligro de muerte y no había más remedio que hacerle una difícil operación quirúrgica (y con los métodos tan primarios de ese tiempo). Fue entonces cuando prometió a Dios que si le devolvía la salud mejoraría totalmente sus comportamientos y entraría de religioso. Dios le concedió la salud y Juan entró de religioso agustino.

En el noviciado lo pusieron a lavar platos y barrer corredores y desyerbar campos, y siendo todo un doctor, lo hacía todo con gran humildad y total esmero. Después lo pusieron a servir el vino a la comunidad, y todavía se conserva la vasija con la cual hizo el milagro de que con un poco de vino sirvió a muchos comensales y le sobró vino. En cumplimiento de sus deberes, en penitencias, en obediencia y en humildad, no le ganaba ninguno de los otros religiosos.

El convento de los padres Agustinos en Salamanca tenía fama de gran santidad, pero desde que Juan de Sahagún llegó allí, esa buena fama creció enormemente. Era un predicador muy elocuente y sus sermones empezaron a transformar a las gentes. En la ciudad había dos partidos que se atacaban sin misericordia y el santo trabajó incansablemente hasta que logró que los cabecillas de los partidos se amistaran y firmaran un pacto de paz, y se acabaron la violencia y los insultos.

Los biógrafos dicen que Fray Juan era un hombre de una gran amabilidad con todos, devotísimo del Santísimo Sacramento y muy amigo de dedicar largos ratos a la oración. Las gentes cuando lo veían rezar decían: "parece un ángel". El estudio que más le agradaba era el de la Sagrada Biblia, para lograr comprender y amar más la palabra de Dios. A veces gastaba todo el día visitando enfermos, tratando de poner paz en familias desunidas y ayudando a gentes pobres y hasta se olvidaba de ir a comer.

Algunos lo criticaban porque en la confesión era muy rígido con los que no querían enmendarse y se confesaban sólo para comulgar, sin tener propósito de volverse mejores. Pero su rigidez transformó a muchos que estaban como adormilados en sus vicios y malas costumbres. Confesarse con él era empezar a enmendarse.

Otro defecto que le criticaban sus superiores era que tardaba mucho tiempo en celebrar la Santa Misa. Pero para ello había una explicación:

Y es que nuestro santo veía a Jesucristo en la Sagrada Eucaristía y al verlo se quedaba como en éxtasis y ya no era capaz por mucho rato de proseguir la celebración. Pero las gentes gustaban de asistir a sus misas porque les parecían más fervorosas que las de otros sacerdotes.

San Juan de Sahagún predicaba muy fuerte contra los ricos que explotan a los pobres. Y una vez un rico, amargado por estas predicaciones, pagó a dos delincuentes para que atalayaran al santo y le dieran una paliza. Pero cuando llegaron junto a él sintieron tan grande terror que no fueron capaces de mover las manos. Luego confesaron muy arrepentidos que los había invadido un temor reverencial y que no habían sido capaces de golpearlo.

En un pueblo habló muy fuerte contra los terratenientes que no pagaban lo debido a los campesinos y desde entonces aquellos ricachones no le permitieron volver a predicar en ese pueblo.


Sus preferidos eran los huérfanos, los enfermos, los más pobres y los ancianos. Para ellos recogía limosnas y buscaba albergues o asilos. A las muchachas en peligro les conseguía familias dignas que les dieran sanas ocupaciones y las protegieran.

Hizo frecuentes milagros, y obtuvo con sus oraciones que a Salamanca la librara Dios, durante la vida del santo, de la peste del tifo negro, que azotaba a otras regiones cercanas. Un joven se cayó a un hondo pozo. Fray Juan le alargó su correa y, sin saber cómo, salió el joven desde el abismo, prendido de la tal correa. La gente se puso a gritar "¡Milagro! ¡Milagro!", pero él se escondió para no recibir felicitaciones.

Salamanca sufría un terrible verano. El les anunció que con su muerte llegarían lluvias abundantes. Y así sucedió: apenas murió, enseguida llegaron muy copiosas y provechosas lluvias.

Y sucedió que un hombre que tenía una amistad de adulterio con una mala mujer, al escuchar los sermones de Fray Juan, se apartó totalmente de tan dañosa amistad. Entonces aquella pérfida y malvada exclamó: "Ya verá el tal predicador que no termina con vida este año". Y mandó echar un veneno en un alimento que el santo iba a tomar. Desde entonces Fray Juan empezó a enflaquecerse y a secarse, y en aquel mismo año de 1479, el santo predicador murió de sólo 49 años. A su muerte, dejaba la ciudad de Salamanca completamente transformada, y la vida espiritual de sus oyentes renovada de manera admirable.

Que Dios nos mande
muchos valientes predicadores
como San Juan de Sahagún

Dijo Jesús:
"El que pierda su vida por mí en este mundo, la salvará para la vida eterna" (Jn. 12, 25)
Fuente - Texto tomado de EWTN.COM:

¿Un país entero puede quedar infestado por demonios? El exorcista Fortea responde


REDACCIÓN CENTRAL, Junio 10 de 2015 / 01:46 p.m. (ACI).

¿Cómo una nación de profundas raíces cristianas como México puede quedar a merced de los demonios? El P. José Antonio Fortea, que elaboró el rito de Exorcismo Magno realizado hace unos días en San Luis Potosí contra la violencia demoníaca del narcotráfico y el aborto, lo explica en una entrevista con ACI Prensa.

El pasado 20 de mayo en la Catedral de San Luis Potosí se realizó el primer Exorcismo Magno en la historia de México. La ceremonia fue presidida por el Arzobispo Emérito de Guadalajara, Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, y participaron el Arzobispo de San Luis Potosí, Mons. Jesús Carlos Cabrero, y un reducido grupo de sacerdotes y laicos.

El carácter reservado de la ceremonia, según explicó Mons. Cabrero, buscaba, entre otras cosas, evitar el morbo y las malas interpretaciones sobre el ritual.

¿Pero cómo es que un país entero
llega a estar infestado por demonios
y es necesario recurrir a un Exorcismo Magno?

El P. José Antonio Fortea tiene una clara explicación


“En la medida en que en un país aumenta desmedidamente el pecado, en esa medida la acción tentadora de los demonios resulta más fácil”, indicó.

El sacerdote español advirtió que mientras que en una nación se realicen más actos de brujería y más satanismo, en esa misma medida van a suceder más hechos extraordinarios provenientes de esos poderes de las tinieblas”.

El P. Fortea explicó que “el exorcismo realizado en San Luis Potosí es el primero que se ha realizado en México, en el que exorcistas venidos de distintos lugares de la nación se reúnen para exorcizar a los poderes de las tinieblas no de una persona, sino de todo un país”.

“De este modo ritual, bello, lleno de ceremonias, nunca antes había tenido lugar en ninguna parte del mundo. Si bien, de un modo privado sí que lo habían hecho santos como San Francisco en el caso de la ciudad italiana de Arezzo”, indicó. Pero la celebración de este ritual, señaló el exorcista español, no cambiará de forma automática la difícil situación que vive México de un día para otro.

“Sería un error pensar que por realizar un gran exorcismo a toda la nación, ya automáticamente todo cambiará. El pecado tiene muchas causas, no sólo el demonio”, dijo.

Sin embargo, el P. Fortea destacó que “si con el poder recibido de Cristo alejamos a los demonios de una nación, ciertamente eso repercutirá positivamente, puesto que hacemos que se marchen una gran cantidad de tentadores, si bien ese alejamiento es parcial”.

“Con una sola ceremonia no expulsamos a todos los malos espíritus de un país. Pero aunque no se marchen todos, los que han sido alejados ya no están”.

El P. Fortea destacó que “un exorcismo sobre los demonios de una nación realizado por los exorcistas de ese país tiene que ser hecho en fe. No se va a ver nada, no se va a sentir nada, no tiene por qué suceder ningún fenómeno extraordinario. Tenemos que tener fe en que Dios entregó un poder a los Apóstoles y que podemos usar ese poder”.

“De todas maneras, si este ritual se realizase en más países una vez al año, antes o después, sí que acabaría sucediendo algún hecho extraordinario que nos mostraría la rabia del demonio. Porque, sin duda, a los demonios no les gusta que se les expulse de un lugar o que se les ate con el poder de Cristo”.

El exorcista español señaló que “sería muy de desear que cuando hay una reunión anual de exorcistas de una nación, realizaran un ritual como éste del exorcismo magno” realizado en México.

Además, destacó que un Obispo también puede autorizar que se realice con sus sacerdotes en su catedral una vez al año”.

“El Obispo es el pastor y él puede usar el poder recibido para alejar a los lobos invisibles de las ovejas, pues Satanás como león rugiente ronda buscando a quien devorar, y los pastores pueden alejar al depredador de la víctima”, finalizó.

Fuente - Texto tomado de ACIPRENSA.COM: