martes, 23 de diciembre de 2014

Solemnidad Natividad del Señor - Fiesta Diciembre 25 de 2014





Navidad - Objeto de la Fiesta

La Fiesta de Navidad tiene por objeto el nacimiento temporal del Hijo de Dios. El Verbo Eterno, igual en un todo al Padre y al Espíritu Santo, aquel por quien todo fue creado, se encarnó en el seno de la Virgen María y nació en Belén, en un miserable establo, para salvarnos a todos; éste es el tierno misterio que la Iglesia presenta a nuestra fe en la presente solemnidad, imitar a aquel Dios humilde, pobre y dolorido, ésto es lo que dice a nuestro corazón.

Hacía cuatro mil años que el hombre culpable y degradado había oído, al abandonar el paraíso terrenal, estas palabras de esperanza:
"El Hijo de la Mujer aplastará la cabeza de la serpiente"
Preciosas palabras que durante muchos siglos fueron el único consuelo de la raza humana en medio de sus innumerables sufrimientos. El Hijo de la Mujer por excelencia, el Vencedor del demonio, el Reparador de la pérdida sufrida, el Restaurador del género humano era el objeto de todos los deseos y de todos los suspiros, si bien jamás fue más ardiente y universalmente deseado que bajo el reinado del emperador Augusto, pues consumados estaban los tiempos señalados para su venida. Sin embargo, era preciso que su nacimiento tuviese lugar con todas las circunstancias vaticinadas por los Profetas; así es que el Cristo debía nacer en Belén, a fin de hacer notorio que pertenecía a la raza real de David.

José y María que pertenecían ambos a la real familia de David, se dirigieron a la ciudad de David, llamada Belén; al llegar allí inscribieron sus nombres, y los registros del imperio romano atestiguaron que Jesús, Hijo de María era descendiente de David, quedando comprobadas con un monumento auténtico las profecías que lo habían anunciado.


Descripción de la gruta



Al llegar José y María a la ciudad de sus abuelos buscaron en vano alojamiento, pues ya fuese porque su pobre exterior nada prometiese a la avaricia, ya porque, como dice el Evangelio, las posadas estuviesen llenas, en todas partes contestaron: No hay lugar. Viéndose obligados a salir de la ciudad y a buscar un abrigo en una gruta que hacía las veces de establo, en la que María dio a luz al Redentor del mundo. Cuando José y María penetraron en la gruta se encontraban en ella un buey y un asno, cuyo aliento sirvió para dar calor al recién nacido; es cierto que la Escritura no menciona esta circunstancia, más se apoya en una tradición común, presentada como cierta por los Padres de la Iglesia que mejor podían saberlo, con son: San Epifanio, San Jerónimo, San Gregorio Nacianceno, San Gregorio de Niza y Prudencio; también Baronio defiende con éxito esta tierna tradición.

Nacimiento del Salvador



En la gruta dio María a luz a su Divino Hijo, sin experimentar ninguno de los dolores que sufren las otras madres, y quedando virgen antes y después del parto. ¿Quién es capaz de imaginar el gozo y el respeto con que vio y adoró al Creador del mundo, hecho hombre por amor a nosotros? Qué felicidad para Ella cuando al contemplar Al que los Ángeles adoran, pronunció por primera vez las palabras que hasta entonces sólo habían sido dichas por el Eterno Padre:


¡Hijo mío!



¡Con qué veneración tocó al que sabía era su Señor!  ¿Quién podrá decir los sentimientos de su virginal y maternal corazón, cuando le envolvió en pobres pañales, y le acostó en el pesebre sobre la paja?  ¡Con cuántos tiernos besos lo cubrió!  ¡Con qué santa emoción consideró su rostro y sus tiernas manos! ¡Con qué santa solicitud abrigó sus pequeños miembros!



San José, confidente del misterio, participaba, en cuanto le era dable, de los sentimientos de María. "Tomaba al Niño en sus brazos, dice San Bernardo, y le prodigaba cuantas caricias puede dictar un corazón abrasado de amor".



En el momento de cumplirse el milagro, quiso Dios que los hombres y los Ángeles, el cielo y la tierra, fuesen a tributar sus homenajes al Redentor común, mas, ¿quiénes serán los felices mortales favorecidos por Dios con semejante honor? Augusto, tú que dictas las leyes al universo entero, Herodes, tú que imperas en Judea, ricos que habitan en Jerusalén y en Belén, Emperadores, Reyes, Príncipes de la tierra, duerman en sus adorados palacios, pues no serán ustedes los que los Ángeles despertarán para conducirlos al pesebre; no son dignos de ello: el nuevo Rey necesita cortesanos que le comprendan, y ustedes no lo comprenderían, que amen la pobreza de cuna y ustedes no la amarían.


Adoración de los pastores



En las cercanías de la gruta había algunos pastores que velaban guardando sus ganados; de repente distinguen un vivo esplendor encima de sus cabezas y en medio de las tinieblas, y apareciendo un Ángel entre aquella gloria, les dice:



"No teman, porque he aquí que les anuncio un grande gozo que será para todo el pueblo; que hoy les ha nacido el Salvador, que es Cristo Señor, en la ciudad de David. Y ésta será la señal: hallarán al Niño en pañales y echado en un pesebre"

Y súbitamente apareció con el Ángel una tropa numerosa de la milicia celestial, que alababan a Dios y decían:



"Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad"
Después de retirarse los Ángeles, admirados los pastores dijeron los unos a los otros:
"Pasemos hasta Belén, y veamos ésto que ha acontecido, lo cual el Señor nos ha mostrado"



Y fueron apresurados, y hallaron a María y a José, y al Niño echado en el pesebre; y cuando vieron ésto entendieron lo que se les había dicho acerca de aquel Niño, y se volvieron glorificando y loando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, así como les había sido dicho.


La Navidad y la pobreza



Todo cristiano se encuentra ante al reto de la pobreza escogida por Nuestro Señor. Es el reto de la Navidad. El Mesías prometido no vino como se esperaba sino en pobreza radical. Al Niño Dios no lo encontramos sino en un pobre establo, acostado en un comedero de animales. La Virgen y San José estaban allí. Compartieron la realidad de Jesús. No hay otra manera de ser cristiano. Allí también fueron los pastores y los magos.



Un bebé es alguien muy hermoso, pero no es un juguete. Dar a luz no es algo casual. Tratemos de entender la preocupación, la angustia de un joven carpintero y su esposa al no tener lugar para el nacimiento. El parto de una mujer es siempre algo tremendo. El parto de María fue virginal, y tuvo unas gracias únicas que no podemos del todo comprender. Pero no por eso dejó de ser humana. El rechazo, la falta de lugar, de agua limpia, de luz, de ropas, de cama... Todo eso es la pobreza que abarcó su "SÍ". Pobreza real. Ella aceptó llena de amor el misterio.




La Virgen y San José se llenaron íntimamente de la LUZ que brilló en las tinieblas: JESÚS
Lucas 2:7 (Y dio luz a su Hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento)



¿Dónde encontramos a Jesús hoy? El cristiano sabe muy bien que Jesús nos invita a visitarlo en nuestros hermanos pobres. No puede ser sólo una visita, sino todo un reto a nuestra forma de vida, una decisión de solidaridad. Por eso el Niño Dios nos da miedo. Su invitación es muy radical. Preferimos hacer del pesebre una linda y lejana historia romántica, que armonice con nuestra opulencia. Pero la conciencia nos sigue pinchando y no tendremos paz ni felicidad hasta que de veras abramos el corazón.

Mateo 25:45 (Y Él entonces les responderá: "En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo)



Mateo 18:10 (Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque Yo os digo que sus Ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos)



Mateo 10:42 (Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa).


¿Cómo podremos responder?

Requiere amor. Dios nos da la gracia cuando ponemos en Él nuestro corazón. Hay que meditar el Evangelio y pedir la gracia. Entonces visitamos a los pobres. Una forma de hacerlo es por medio de alguna comunidad religiosa que trabaje con ellos. Pero no es suficiente dar "algo" de lejos. Pidamos que nos permitan servir con ellos a los pobres. Veremos cómo nace un deseo de ser verdaderamente libres.



Los pobres nos benefician mucho más de lo que nosotros a ellos. Por medio de ellos, Dios nos abre al amor. Entonces querremos responder a la necesidad porque el amor nos lo pide. Nacerá un gozo, el gozo de amar, de darse, que no se puede comparar con el placer de tener cosas. Es cierto que cuesta, hay que lanzarse y sacrificar muchas cosas, pero así se es libre y se es de Dios. El amor va a cambiar nuestra mentalidad. Pronto nos parecerá increíble que antes derrochábamos el dinero en tantas cosas. Ya no podremos hacerlo igual porque el amor es así, se hace uno con el amado, y a los pobres hay que amarlos si amamos a Jesús.


Esta Navidad pídele a Jesús nazca de veras en tu corazón. Entonces da los pasos necesarios para que la gracia opere. Vete a los pobres. Entra en esas casitas que no son diferentes al establo de Belén y verás lo que Dios hará en tu corazón.

Fuente - Texto tomado de ACIPRENSA.COM:
http://www.aciprensa.com/navidad/fiesta.htm

Fuente - Texto tomado de CATOLICO.ORG:

Novena de Navidad (Día Noveno) - Diciembre 24 de 2014





Consideración

La noche ha cerrado del todo en las campiñas de Belén. Desechados por los hombres y viéndose sin abrigo, María y José han salido de la inhospitalaria población, y se han refugiado en una gruta que se encontraba al pie de la colina. Seguía a la Reina de los Ángeles, el jumento que le había servido de cabalgadura durante el viaje y en aquella cueva hallaron un manso buey, dejado ahí probablemente por alguno de los caminantes que había ido a buscar hospedaje en la ciudad.



El Divino Niño, desconocido por sus criaturas va a tener que acudir a los irracionales para que calienten con su tibio aliento la atmósfera helada de esa noche de invierno, y le manifiesten con ésto su humilde actitud, el respeto y la adoración que le había negado Belén. La rojiza linterna que José tenía en la mano iluminaba tenuemente ese pobrísimo recinto, ese pesebre lleno de paja que es figura profética de las maravillas del altar y de la íntima y prodigiosa unión eucarística que Jesús ha de contraer con los hombres. María está en adoración en medio de la gruta, y así van pasando silenciosamente las horas de esa noche llena de misterios.



Pero ha llegado la medianoche y de repente vemos dentro de ese pesebre antes vacío, al Divino Niño esperado, vaticinado, deseado durante cuatro mil años con tan inefables anhelos. A sus pies se postra su Santísima Madre en los transportes de una adoración de la cual nada puede dar idea. José también se le acerca y le rinde el homenaje con que inaugura su misterioso e imperturbable oficio de padre putativo del redentor de los hombres.

La multitud de ángeles que descienden del cielo a contemplar esa maravilla sin par, deja estallar su alegría y hace vibrar en los aires las armonías de esa "Gloria In Excelsis", que es el eco de adoración que se produce en torno al trono del Altísimo, hecha perceptible por un instante a los oídos de la pobre tierra. Convocados por ellos, vienen en tropel los pastores de la comarca a adorar al "Recién Nacido" y a presentarle sus humildes ofrendas.



Ya brilla en Oriente la misteriosa estrella de Jacob; y ya se pone en marcha hacia Belén la caravana espléndida de los Reyes Magos, que dentro de pocos días vendrán a depositar a los pies del Divino Niño el oro, el incienso y la mirra, que son símbolos de la caridad, de la oración y de la mortificación. ¡Oh, adorable Niño! Nosotros también los que hemos hecho esta novena para prepararnos al día de vuestra Navidad, queremos ofreceros, nuestra pobre adoración; no la rechacéis: venid a nuestras almas, venid a nuestros corazones llenos de amor.



Encended en ellos la devoción a vuestra Santa Infancia, no intermitente y sólo circunscrita al tiempo de vuestra Navidad sino siempre y en todos los tiempos; devoción que fiel y celosamente propagada nos conduzca a la vida eterna, librándonos del pecado y sembrando en nosotros todas las virtudes cristianas.


A continuación se reza:

Oración para todos los días
Oración a la Santísima Virgen María
Oración a San José
Gozos para la llegada del Niño Dios
Oración al Niño Jesús

Oración para todos los días


Benignísimo Dios de infinita caridad que nos has amado tanto y que nos diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que, encarnado y hecho nuestro hermano en las entrañas de la Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de Él, te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu Hijo humanado, suplicándote por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones, con tal desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

(Se reza tres veces el Gloria)

Oración a la Santísima Virgen María
(para todos los días)


Soberana María, que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera por Madre suya: te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hacen esta novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado Hijo. ¡Oh, dulcísima Madre!, comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que Tú lo guardaste, para que nos hagas menos indignos de verlo, amarlo y adorarlo por toda la eternidad. Amén.

(Se reza tres veces el Avemaría)

Oración a San José
(para todos los días)


¡Oh santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Te ruego, por el amor que tuviste al Divino Niño, que me llenes de fervorosos deseos de verlo y recibirlo sacramentalmente, mientras, en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.

(Se reza Padrenuestro, Avemaría y Gloria)

Gozos para la llegada del Niño Dios
(para todos los días)


Dulce Jesús mío,
mi Niño adorado, 
¡ven a nuestras almas!
¡ven no tardes tanto!

(Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto)

¡Oh Sapiencia suma del Dios soberano,
que a nivel de un niño te hayas rebajado!
¡Oh Niño Divino, ven para enseñarnos
la prudencia que hace verdaderos sabios!

(Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto)

¡Oh Adonaí potente que a Moisés hablando,
de Israel al pueblo diste los mandatos!
¡Oh ven prontamente para rescatarnos,
y que un niño débil muestre fuertes brazos!

(Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto)

¡Oh raíz sagrada de Jesé que en lo alto
presentas al orbe tu fragante nardo!
¡Dulcísimo Niño que has sido llamado
lirio de los valles, bella flor del campo!

(Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto)

¡Llave de David que abre al desterrado
las cerradas puertas del regio palacio!
¡Sácanos, oh NIño, con tu blanca mano,
de la cárcel triste que labró el pecado!

(Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto)

¡Oh lumbre de Oriente, Sol de eternos rayos,
que entre las tinieblas tu esplendor veamos!
¡Niño tan precioso, dicha del cristiano,
luzca la sonrisa de tus dulces labios!

(Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto)

¡Espejo sin mancha, Santo de los santos,
sin igual imagen del Dios soberano!
¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado
y en forma de niño, da al mísero amparo!

(Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto)

¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro
de Israel anhelo, Pastor del rebaño,
Niño que apacientas con suave cayado,
ya la oveja arisca, ya el cordero manso!

(Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto)

¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto,
bienhechor rocío como riego santo,
ven, hermoso Niño, ven Dios humanado,
luce hermosa estrella, brota flor del campo!

(Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto)

¡Ven que ya María previene sus brazos,
de un Niño vean en tiempo cercano!
¡Ven, que ya José, con anhelo sacro,
se dispone a hacerse de tu amor sagrario!

(Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto)

¡Del débil auxilio, del doliente amparo,
consuelo del triste, luz del desterrado!
¡Vida de mi vida, mi Dueño adorado,
mi constante amigo, mi Divino Hermano!

(Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto)

¡Ve ante mis ojos, de Ti enamorado!
¡Bese ya tus plantas, bese ya tus manos,
postrado yo en tierra te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases, te dice mi llanto!

(Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto)

¡Ven Salvador nuestro,
por quien suspiramos!

(Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto)


Oración al Niño Jesús
(para todos los días)

Acordaos ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! Que dijiste a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: "Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi Infancia y nada te será negado". Llenos de confianza en Ti ¡Oh Jesús, que eres la misma verdad! Venimos a exponerte toda nuestra miseria. Ayudadnos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada.

Concédenos, por los méritos de tu Encarnación y de tu Infancia, la gracia... de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a Ti ¡Oh Niño omnipotente! Seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de tu divina promesa, acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén.

Fuente - Textos tomados de la Novena de Navidad - Arquidiócesis de Medellín