domingo, 10 de noviembre de 2013

San Martín de Tours - Obispo (Año 397) - Fiesta Noviembre 11


Martín significa:
"El Batallador" (De Mart = Batalla)
Obispo (316-397). San Martín nació en Hungría, pero sus padres se fueron a vivir a Italia.

San Martín es un gran santo querido por los franceses, y muy popular en todo el mundo. Era hijo de un veterano del ejército y a los 15 años ya vestía el uniforme militar. Durante más de 15 siglos ha sido recordado nuestro santo por el hecho que le sucedió siendo joven y estando de militar en Amiens (Francia):


Un día de invierno muy frío se encontró por el camino con un pobre hombre que estaba titiritando de frío y a medio vestir. Martín, como no llevaba nada más para regalarle, sacó la espada y dividió en dos partes su manto, y le dio la mitad al pobre. Esa noche vio en sueños que Jesucristo se le presentaba vestido con el medio manto que él había regalado al pobre y oyó que le decía:


"Martín, hoy me cubriste con tu manto"

Sulpicio Severo, discípulo y biógrafo del santo, cuenta que tan pronto Martín tuvo esta visión se hizo bautizar (era catecúmeno, o sea estaba preparándose para el bautismo). Luego se presentó a su general que estaba repartiendo regalos a los militares y le dijo:

"Hasta ahora te he servido como soldado. Déjame de ahora en adelante servir a Jesucristo propagando su santa religión"
El general quiso darle varios premios pero él le dijo:

"Estos regalos repártelos entre los que van a seguir luchando en tu ejército. Yo me voy a luchar en el ejército de Jesucristo, y mis premios serán espirituales"

Enseguida se fue a Poitiers donde era obispo el gran sabio San Hilario, el cual lo recibió como discípulo y se encargó de instruirlo. Como Martín sentía un gran deseo de dedicarse a la oración y a la meditación, San Hilario le cedió unas tierras en sitio solitario y allá fue con varios amigos, y fundó el primer convento o monasterio que hubo en Francia. En esa soledad estuvo 10 años dedicado a orar, a hacer sacrificios y a estudiar las Sagradas Escrituras. Los habitantes de los alrededores consiguieron por sus oraciones y bendiciones, muchas curaciones y varios prodigios. Cuando después le preguntaban qué profesiones había ejercido respondía:

"Fui soldado por obligación y por deber, y monje por inclinación y para salvar mi alma"
Un día en el año 371 fue invitado a Tours con el pretexto de que lo necesitaba un enfermo grave, pero era que el pueblo quería elegirlo obispo. Apenas estuvo en la catedral, toda la multitud lo aclamó como obispo de Tours, y por más que él se declarara indigno de recibir ese cargo, lo obligaron a aceptar. 


En Tours fundó otro convento y pronto tenía ya 80 monjes. Y los milagros, la predicación y la piedad del nuevo obispo hicieron desaparecer prontamente el paganismo de esa región, y las conversiones al cristianismo eran de todos los días. A los primeros que convirtió fue a su madre y a sus hermanos que eran paganos. Un día, un antiguo compañero de armas lo criticó diciéndole que era un cobarde por haberse retirado del ejército. Él le contestó:

"Con la espada podía vencer a los enemigos materiales. Con la Cruz estoy derrotando a los enemigos espirituales"

Recorrió todo el territorio de su diócesis dejando en cada pueblo un sacerdote. Él fue fundador de las parroquias rurales en Francia. Dice su biógrafo y discípulo, que la gente se admiraba al ver a Martín siempre de buen genio, alegre y amable. Que en su trato empleaba la más exquisita bondad con todos.

Un día, en un banquete San Martín tuvo que ofrecer una copa de vino, y la pasó primero a un sacerdote y después sí al emperador, que estaba allí a su lado. Y explicó el por qué:

"Es que el emperador tiene potestad sobre lo material, pero al sacerdote Dios le concedió la potestad sobre lo espiritual"
Al emperador le agradó aquella explicación. En los 27 años que fue obispo se ganó el cariño de todo su pueblo, y su caridad era inagotable con los necesitados. Los únicos que no lo querían eran ciertos tipos que querían vivir en paz con sus vicios, pero el santo no los dejaba. De uno de ellos, que inventaba toda clase de cuentos contra San Martín, porque éste le criticaba sus malas costumbres, dijo el santo cuando le aconsejaron que lo debía hacer castigar:

"Si Cristo soportó a Judas, ¿por qué no he de soportar yo a éste que me traiciona?"
Con varios empleados oficiales tuvo fuertes discusiones, porque en ese tiempo se acostumbraba torturar a los prisioneros para que declararan sus delitos. Nuestro santo se oponía totalmente a ésto, y aunque por ello se ganó la enemistad de altos funcionarios, no permitía la tortura. Supo por revelación cuándo le iba a llegar la muerte y comunicó la noticia a sus numerosos discípulos. Éstos se reunieron junto a su lecho de enfermo y le suplicaban llorando:

"¿Te alejas padre de nosotros, y nos dejas huérfanos y solos y desamparados?"
El santo respondió con una frase que se ha hecho famosa:
"Señor, si en algo puedo ser útil todavía, no rehúso ni rechazo, cualquier trabajo y ocupación que me quieras mandar"

Pero Dios vio que ya había trabajado y sufrido bastante y se lo llevó a que recibiera en el cielo el premio por sus grandes labores en la tierra. El medio manto de San Martín (el que cortó con la espada para dar al pobre) fue guardado en una urna y se le construyó un pequeño santuario para guardar esa reliquia. Como en latín para decir "medio manto" se dice "capilla", la gente decía:

"Vamos a orar donde está la capilla"

Y de ahí viene el nombre de capilla, que se da a los pequeños salones que se hacen para orar.

Que el simpático San Martín nos obtenga de Dios la gracia de recordar siempre que todo favor que hacemos al prójimo lo recibe y lo paga Jesucristo, como si se lo hubiéramos hecho a Él en persona.

Si tenéis fe, nada será imposible para vosotros (Jesucristo, Mt. 17,20).

Fuente - Texto tomado del sitio IGLESIAPOTOSINA.ORG:

Fuente - Texto tomado de EWTN:

Virgen de Guadalupe corrige a médico abortista




Fernando de Navascués / ReL

06 de noviembre de 2013


Aunque era católico, realizaba abortos, convencido... hasta que la Virgen le dio un mensaje.




Hoy John Bruchalski es un esforzado líder provida que ayuda a muchos niños y familias, pero durante años fue un médico abortista y confundido. El doctor John Bruchalski nació en una familia católica practicante del estado de Virginia, Estados Unidos, aunque su paso por el instituto y por la universidad le formó en unos valores contrarios a la fe de su familia. Curiosamente eran centros católicos.


El aborto es un “no-problema”


Allí aprendió que para un pleno desarrollo de la sexualidad tanto el aborto como la contracepción son herramientas básicas y normales. Se especializó en ginecología, y durante sus años de internado practicó abortos sin la menor duda de estar haciendo lo correcto. Le enseñaron que el aborto simplemente debía ser un "no-problema" que no tenía por qué interferir en su fe católica. Al contrario, algo absolutamente compatible. Sin embargo, a medida que trataba a más mujeres, más se daba cuenta de que lejos de solucionar un tema de sexualidad femenina, en realidad les creaba mayores problemas, trastornos y traumas de los que ya traían. Se dio cuenta de que había que tratar a dos pacientes, y que uno de ellos, el más indefenso, había que eliminarlo. Ese no-problema realmente sí existía:

"Yo no veo la felicidad o la alegría en mi clínica –explica en una página web-. Cuanto más aborto y más anticoncepción, más relaciones rotas, más infecciones, más destrucción, más amargura"

A la vez observaba que los médicos que practicaban abortos se desentendían de los nuevos problemas que se originaban. Y como estaba en período de formación, los médicos tutores de su internado no ofrecían más respuesta que seguir haciendo más y más abortos.


La pregunta de la vida


En su tercer año de internado fue unos días de vacaciones con un amigo a México. Allí visitaron a la Virgen de Guadalupe, y como católico bautizado que era, rezó. John explica que escuchó en ese momento una voz totalmente inesperada:


 


"¿Por qué me estás haciendo daño?"

No la contestó y de alguna manera dejó aparcada la posible respuesta. Huía. Bruchalski sí sabía qué tenía que hacer:

Dejar de practicar abortos y defender la vida humana

Los cambios no suelen venir de golpe y, efectivamente, la visita al Tepeyac, la colina en la que se apareció la Virgen de Guadalupe al indio Juan Diego, fue un eslabón más su proceso de revisión profesional. Así que los abortos y las esterilizaciones continuaron.


En Medjugorje


Un tiempo después, estando aún en su internado, se fue con su familia a Medjugorje, en Bosnia-Hercegovina, donde un grupo de videntes afirman haber visto apariciones de la Virgen y en donde hay constantes conversiones.




Aquello resultó aún más sorprendente. Cierto día, encontró a una joven belga, a quién lógicamente no conocía de nada, que le explicó que tenía un mensaje de la Virgen para él. Esta mujer empezó a contarle cosas de su vida que un desconocido no podría saber.

"Fue un cambio de vida para mí"

Volvió a la vida de fe y llegando a Estados Unidos informó a sus profesores que se acababan los abortos y las esterilizaciones. Las preguntas del inicio empezaron a resonar de nuevo en su cabeza. El Dr. Bruchalski empezó formarse no sólo como médico defensor de la vida humana desde un punto de vista técnico, sino que también descubrió los textos del papa Juan Pablo II en la que habla sobre la Teología del Cuerpo.


Conocer y amar al paciente


El resultado fue que John, junto a su mujer y con el apoyo de tres médicos y una enfermera, creó el Tepeyac Family Center en el garaje de su casa, haciendo de este consultorio primero y clínica después, un centro pionero y modélico en la defensa de la vida humana y en la atención específica a cada caso que se les presenta. El paciente es contemplado en su integridad tanto en lo médico, como en lo psicológico y en lo familiar.




El hecho es que el Tepeyac Family Center se ha convertido en un refugio seguro para "embarazos en crisis", en donde se difunde la esperanza a través del cuidado de una salud que respete los procesos naturales del cuerpo y de la psicología de la mujer, el derecho a la vida del niño por nacer y el final eterno del alma de la madre gestante. En la vida de John, en donde antes esterilizaba, ahora forma a mujeres y parejas en métodos naturales de regulación de la natalidad; en casos de infertilidad en vez de acudir a la fecundación in vitro, recurre a lo que verdaderamente genera el trastorno, proponiendo así la solución ética y más económica.


Contra el aborto, el amor





"Creemos que si la familia o la mujer vive en un ambiente de amor, el aborto se vuelve impensable", explica el médico. "Nosotros odiamos la enfermedad, pero amamos al paciente. A él le damos lo mejor y especialmente a los más débiles y vulnerables".

Una cifra: en más del 30% de los nacimientos que atienden, las madres no tienen seguro médico con el que pagar los servicios, pero ninguna de ellas queda desatendida. ¿Qué demuestra? Que los embarazos no deseados no acabarían en aborto si hubiese posibilidades de acogida, de acompañamiento, de apoyo… En su clínica hay una especial acogida a los pobres y a las familias sin recursos.

El Tepeyac Family Center opera bajo una organización paraguas llamada Divine Mercy Care, que recauda fondos y aumenta la conciencia a través de programas educativos. Su red de servicios incluye un hospital perinatal, y en los próximos años se espera ofrecer medicina de familia, pediatría y un programa de salud mental.

"Idealmente, nos gustaría ser una ciudad sobre una montaña (como dice el Evangelio), en donde haya un grupo multidisciplinar que se dedica a la salud del ser humano en cuerpo, alma y espíritu", explica. "Un centro médico y un sistema médico donde se respeta la persona humana como hecha a imagen y semejanza de nuestro Dios”.
"Esto es lo que la Virgen me pidió"


Concluye el Dr. Bruchalski.


Fuente - Texto tomado de RELIGIONENLIBERTAD.COM:
https://www.religionenlibertad.com/personajes/44638/aunque-era-catolico-realizaba-abortos-convencido-hasta-que-la-virgen-le.html