sábado, 14 de septiembre de 2013

Lectura del Santo Evangelio Según San Lucas 15, 1-32



1. Solían los publicanos y pecadores acercarse a Jesús para oírle.

2. Y los fariseos y escribas murmuraban de eso diciendo:
"Mirad cómo se familiariza con los pecadores, y come con ellos"
3. Entonces les propuso esta parábola:
4. "¿Quién hay de vosotros que, teniendo cien ovejas, y habiendo perdido una de ellas, no deje las noventa y nueve en la dehesa, y no vaya en busca de la que se perdió, hasta encontrarla?

5. En hallándola se la pone sobre los hombros muy gozoso.
 

6. Y llegado a casa, convoca a sus amigos y vecinos, diciéndoles:

'Regocijaos conmigo, porque he hallado la oveja mía, que se me había perdido'

7. Os digo que a este modo habrá más fiesta en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos, que no tienen necesidad de penitencia.

8. O ¿qué mujer, teniendo diez dracmas o reales de plata, si pierde una, no enciende luz, y barre bien la casa, y lo registra todo, hasta dar con ella?
 

9. Y en hallándola, convoca a sus amigas y vecinas, diciendo:

'Alegraos conmigo, que ya he hallado la dracma que había perdido'

10. Así os digo yo, que harán fiesta los ángeles de Dios por un pecador que haga penitencia.
 

11. Añadió también: un hombre tenía dos hijos.

12. De los cuales el más mozo dijo a su padre:

'Padre, dame la parte de la herencia que me toca. Y el padre repartió entre los dos la herencia'

13. No se pasaron muchos días que aquel hijo más mozo, recogidas todas sus cosas, se marchó a un país muy remoto, y allí malbarató todo su caudal, viviendo disolutamente.

14. Después que lo gastó todo, sobrevino una grande hambre en aquel país, y comenzó a padecer necesidad.

15. De resultas púsose a servir a un morador de aquella tierra, el cual le envió a su granja a guardar cerdos.

16. Allí deseaba con ansia henchir su vientre de las algarrobas y mondaduras que comían los cerdos; y nadie se las daba.

17. Y volviendo en sí, dijo:

'¡Ay cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo estoy aquí pereciendo de hambre!

18. No: yo iré a mi padre y le diré: Padre mío, pequé contra el cielo, y contra ti:

19. Ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros' 

20. Con esta resolución se puso en camino para la casa de su padre. Estando todavía lejos, avistóle su padre, y enterneciéronsele las entrañas, y corriendo a su encuentro, le echó los brazos al cuello, y le dio mil besos.
 

21. Díjole el hijo:

'Padre mío, yo he pecado contra el cielo y contra ti: ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo'

22. Mas el padre, por respuesta dijo a sus criados:

'Presto traed aquí luego el vestido más precioso que hay en casa, y ponédselo, ponedle un anillo en el dedo, y calzadle las sandalias.
 

23. Y traed un ternero cebado, matadlo, y comamos, y celebremos un banquete.

24. Pues que este hijo mío estaba muerto, y ha resucitado; habíase perdido, y ha sido hallado.

Y con eso dieron principio al banquete.

25. Hallábase a la sazón el hijo mayor en el campo; y a la vuelta, estando ya cerca de su casa, oyó el concierto de música y el baile.

26. Y llamó a uno de sus criados, y preguntóle qué venía a ser aquello.

27. El cual le respondió:

'Ha vuelto tu hermano, y tu padre ha mandado matar un becerro cebado, por haberle recobrado en buena salud'

28. Al oír ésto, indignóse, y no quería entrar. Salió, pues, su padre afuera y empezó a instarle con ruegos.

29. Pero él le replicó diciendo:

'Es bueno que tantos años ha que te sirvo, sin haberte jamás desobedecido en cosa alguna que me hayas mandado, y nunca me has dado un cabrito para merendar con mis amigos.
 

30. Y ahora que ha venido este hijo tuyo, el cual ha consumido su hacienda con meretrices, luego has hecho matar para él un becerro cebado'.

31. 'Hijo mío, respondió el padre, tú siempre estás conmigo, y todos los bienes míos son tuyos.

32. Mas ya ves que era muy justo el tener un banquete y regocijarnos, por cuanto éste tu hermano había muerto, y ha resucitado; estaba perdido, y se ha hallado'.
Palabra de Dios,
Gloria a Ti, Señor Jesús

Nuestra Señora La Virgen de los Dolores - Fiesta Septiembre 15





Bajo el título de la Virgen de la Soledad o de los Dolores se venera a María en muchos lugares (15 de septiembre).

Memoria

Memoria de Nuestra Señora de los Dolores, que de pie junto a la cruz de Jesús, su Hijo, estuvo íntima y fielmente asociada a su pasión salvadora. Fue la nueva Eva, que por su admirable obediencia contribuyó a la vida, al contrario de lo que hizo la primera mujer, que por su desobediencia trajo la muerte.

Los Evangelios muestran a la Virgen Santísima presente, con inmenso amor y dolor de Madre, junto a la Cruz en el momento de la muerte redentora de su Hijo, uniéndose a sus padecimientos y mereciendo por ello el título de Corredentora. La representación pictórica e iconográfica de la Virgen Dolorosa, mueve el corazón de los creyentes a justipreciar el valor de la redención y a descubrir mejor la malicia del pecado.

Un poco de historia



La fiesta de Nuestra Señora de los Dolores se celebra el 15 de septiembre, y recordamos en ella los sufrimientos por los que pasó María a lo largo de su vida, por haber aceptado ser la Madre del Salvador. Este día se acompaña a María en su experiencia de un muy profundo dolor, el dolor de una madre que ve a su amado Hijo incomprendido, acusado, abandonado por los temerosos apóstoles, flagelado por los soldados romanos, coronado con espinas, escupido, abofeteado, caminando descalzo debajo de un madero astilloso y muy pesado hacia el monte Calvario, donde finalmente presenció la agonía de su muerte en una cruz, clavado de pies y manos.

María saca su fortaleza de la oración y de la confianza en que la Voluntad de Dios es lo mejor para nosotros, aunque nosotros no la comprendamos. Es Ella quien, con su compañía, su fortaleza y su fe, nos da fuerza en los momentos de dolor, en los sufrimientos diarios. Pidámosle la gracia de sufrir unidos a Jesucristo, en nuestro corazón, para así unir los sacrificios de nuestra vida a los de Ella y comprender que, en el dolor, somos más parecidos a Cristo y somos capaces de amarlo con mayor intensidad.

¿Qué nos enseña
la Virgen de los Dolores?

La imagen de la Virgen Dolorosa nos enseña a tener fortaleza ante los sufrimientos de la vida. Encontremos en Ella una compañía y una fuerza para dar sentido a los propios sufrimientos.

Cuida tu fe

Algunos te dirán que Dios no es bueno porque permite el dolor y el sufrimiento en las personas. El sufrimiento humano es parte de la naturaleza del hombre, es algo inevitable en la vida, y Jesús nos ha enseñado, con su propio sufrimiento, que el dolor tiene valor de salvación. Lo importante es el sentido que nosotros le demos.

Debemos ser fuertes ante el dolor y ofrecerlo a Dios por la salvación de las almas. De este modo podremos convertir el sufrimiento en sacrificio (sacrum-facere = hacer algo sagrado). Esto nos ayudará a amar más a Dios y, además, llevaremos a muchas almas al Cielo, uniendo nuestro sacrificio al de Cristo.


Siete gracias concedidas
por la Santísima Virgen María



La Santísima Virgen María manifestó a Santa Brígida, que concedía siete gracias a quienes diariamente le honrasen, considerando sus lágrimas y dolores y rezando siete Avemarías:
  1. Pondré paz en sus familias.
  2. Serán iluminados en los Divinos Misterios.
  3. Los consolaré en sus penas y acompañaré en sus trabajos.
  4. Les daré cuanto me pidan, con tal que no se oponga a la voluntad adorable de mi Divino Hijo y a la santificación de sus almas.
  5. Los defenderé en los combates espirituales con el enemigo infernal, y protegeré en todos los instantes de su vida.
  6. Los asistiré visiblemente en el momento de su muerte; verán el rostro de su Madre.
  7. He conseguido de mi Divino Hijo que las almas que propaguen esta devoción a mis lágrimas y dolores, sean trasladadas de esta vida terrenal a la felicidad eterna directamente, pues serán borrados todos sus pecados, y mi Hijo y Yo seremos su consolación y alegría.


Es la más universal de todas las advocaciones de la Virgen, pues no está vinculada a una aparición, sino que recuerda los dolores que sufrió la Madre de Jesús. Estos son: La profecía de Simeón, la huida de Egipto, el Niño Jesús perdido en el templo, el encuentro de Jesús y María camino al Calvario, la Crucifixión, el Cuerpo de Jesús es bajado de la Cruz, el entierro de Jesús.

La devoción de los dolores de María es fuente de Gracias porque llega a lo profundo del corazón de Cristo. La Iglesia nos exhorta a entregarnos sin reserva al amor de María y llevar con paciencia nuestra cruz acompañados de la Madre Dolorosa.

La liturgia de la celebración de los Dolores de la Virgen es de origen Alemán. En 1423 el arzobispo de Colonia, Teodorico de Neurs la instituye para reparar las burlas que los herejes hacían a las imágenes de la Virgen Dolorosa, y en 1727 el Papa Benedicto XIII la propagó a toda la Iglesia. El hecho de que se celebre el 15 de septiembre, se debió a que desde 1688 los religiosos Servitas celebraron en esa fecha, la fiesta de los dolores de la Virgen, fiesta que Pío VII extendió a toda la cristiandad en 1814.

Nuestra Señora de los Dolores





Los Siete Dolores de la Virgen María

  1. La profecía de Simeón en la Presentación del Niño Jesús.
  2. La huída a Egipto con Jesús y José.
  3. La pérdida de Jesús.
  4. El encuentro de Jesús con la cruz a cuestas camino del calvario.
  5. La crucifixión y la agonía de Jesús.
  6. La lanzada y el recibir en brazos a Jesús ya muerto.
  7. El entierro de Jesús y la soledad de María.
Los siete dolores y su meditación:




La profecía de Simeón: Por esta profecía se le revela a María que la misión salvadora de Jesús no será bien recibida por muchos, y que su vida terminará con una dolorosa Pasión y Muerte, durante la cual, una espada de dolor le atravesará a ella el alma. 









La huida de Egipto: El rey Herodes está furioso por el nacimiento de Jesús y se propone matarlo. El dolor de la Virgen María es el dolor de la Madre que ve amenazada la vida de su recién nacido, que es el Hijo de Dios, El Mesías.







El niño Jesús perdido en el Templo: Fue el dolor más sensible, porque en todos los otros tuvo consigo a su querido Hijo; mas éste lo sufrió apartada de Él.







Encuentro de Jesús y María camino al Calvario: Jesús va cargando la pesada Cruz, su rostro está bañado de sangre, sus facciones desfiguradas por la multitud de golpes y por el dolor. María va siguiendo sus pasos para ser crucificada junto a Él. 








La crucifixión: Su Inmaculado Corazón no miraba la pena propia, miraba la Pasión y Muerte del Hijo tan Amado. Todas las penas de la crucifixión las sufrieron los dos. Se ofrecían dos holocaustos: el cuerpo de Jesús y el corazón de María.










El cuerpo de Jesús es bajado de la cruz: Al tenerlo en sus brazos, María ve de cerca la gravedad y profundidad de todas las llagas y heridas de su Hijo, reavivando el dolor.









El entierro de Jesús: A pesar que sabe que su Hijo va a resucitar, siente un grandísimo dolor al separarse físicamente de Él. Nuestro Señor Jesucristo dijo a María Valtorta:




"Pensad en mi Madre que, desde el momento que me concibió, ha sufrido pensando que era condenado, esta Madre que, cuando me ha dado el primer beso en mi cuerpo de recién nacido, ha presentido las futuras llagas de su Criatura, esta Madre que habría dado diez, cien, miles de veces su vida, con tal de impedir que, en mi vida adulta, llegara el momento de la Inmolación, esta Madre que sabía y que debía desear que se cumpliera ese tremendo acontecimiento, para aceptar la voluntad del Señor, para la gloria del Señor, por bondad hacia la humanidad".

Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:

Fuente - Texto tomado de DEVOCIONARIO.COM:
http://www.devocionario.com/maria/dolores_1.html

Fuente - Texto tomado de IGLESIA.ORG:

Fuente - Texto tomado de DEVOCIONESYPROMESAS.COM.AR: 
www.devocionesypromesas.com.ar/siete_dolores_maria.pdf

Fuente - Texto tomado de DEVOCIONARIO.COM:
http://www.devocionario.com/maria/dolores_1.html

Exaltación de la Santa Cruz - Fiesta Septiembre 14 (en varios países del mundo)




Hacia el año 320 la Emperatriz Elena de Constantinopla encontró la Vera Cruz, la Cruz en que murió Nuestro Señor Jesucristo. La Emperatriz y su hijo Constantino hicieron construir en el sitio del descubrimiento la Basílica del Santo Sepulcro, en el que guardaron la reliquia.


Años después, el rey Cosroes II de Persia, en el 614 invadió y conquistó Jerusalén y se llevó la Cruz poniéndola bajo los pies de su trono como signo de su desprecio por el cristianismo. Pero en el 628 el emperador Heraclio logró derrotarlo y recuperó la Cruz y la llevó de nuevo a Jerusalén el 14 de septiembre de ese mismo año. Para ello se realizó una ceremonia en la que la Cruz fue llevada en persona por el emperador a través de la ciudad. Desde entonces, ese día quedó señalado en los calendarios litúrgicos como el de la Exaltación de la Vera CruzPor muchos siglos se ha celebrado en Jerusalén y en muchísimos sitios del mundo entero, la fiesta de la Invención o Hallazgo de la Santa Cruz el día 3 de mayo.

La Cruz es fruto de la libertad y amor de Jesús. No era necesaria. Jesús la ha querido para mostrarnos su amor y su solidaridad con el dolor humano. Para compartir nuestro dolor y hacerlo redentor. Jesús no ha venido a suprimir el sufrimiento: el sufrimiento seguirá presente entre nosotros. Tampoco ha venido para explicarlo: seguirá siendo un misterio. Ha venido para acompañarlo con su presencia. En presencia del dolor y muerte de Jesús, el Santo, el Inocente, el Cordero de Dios, no podemos rebelarnos ante nuestro sufrimiento ni ante el sufrimiento de los inocentes, aunque siga siendo un tremendo misterio.

Jesús, en plena juventud, es eliminado y lo acepta para abrirnos el paraíso con la fuerza de su bondad: "En plenitud de vida y de sendero dio el paso hacia la muerte porque Él quiso. Mirad, de par en par, el paraíso, abierto por la fuerza de un Cordero" (Himno de Laudes).


En toda su vida Jesús no hizo más que bajar: en la Encarnación, en Belén, en el destierro. Perseguido, humillado, condenado. Sólo sube para ir a la Cruz. Y en ella está elevado, como la serpiente en el desierto, para que le veamos mejor, para atraernos e infundirnos esperanza. Pues Jesús no nos salva desde fuera, sino compartiendo nuestros problemas. Jesús no está en la Cruz para adoctrinarnos olímpicamente, con palabras, sino para compartir nuestro dolor solidariamente.

Cómo rezar los 1.000 Jesús


Dar gracias a Dios por los favores recibidos o pedir por las intenciones de los presentes y ausentes. Al ser el 3 de mayo el día de la Exaltación de la Santa Cruz y del sufrimiento de Cristo, quien venció a la muerte después de un largo suplicio y humillación, nosotros los católicos debemos rezar los 1.000 Jesús. Los creyentes nos reunimos en nuestras casas (oración grupal) o vamos al templo, o de manera individual efectuamos la oración.



Elementos que se requieren
para realizar la oración
  • Una camándula.
  • Unos granos de maíz o fríjol (o cualquier elemento circular, por ej. botones), que nos permita llevar la cuenta.
  • Una cruz adornada con flores.
  • Dar gracias a Dios por los favores recibidos o pedir por las intenciones de los presentes y ausentes.
El rosario se realiza
de la siguiente manera:

Se inicia con el rezo del Credo, 1 Padrenuestro, 1 Avemaría y 1 Gloria.

La oración introductoria es:

"Apártate de mí satanás que conmigo no contarás, porque el día de la Santa Cruz dije mil veces..."

Y con las cuentas del rosario se responde:

"Jesús, Jesús, Jesús..." Hasta completar la decena (10 cuentas del rosario).

Continuar con la oración introductoria y responder con las otras 10 cuentas del rosario, así se repite 50 veces durante 20 rondas, hasta completar los 1.000 Jesús.

De esta forma se rechaza el pecado y se acepta a Jesús como nuestro Salvador.