viernes, 21 de junio de 2013

Santo Tomás Moro - Mártir (Año 1535) - Fiesta Junio 22



Éste es uno de los dos grandes mártires de la Iglesia de Inglaterra, cuando un rey impuro quiso acabar con la Religión Católica y ellos se opusieron. El otro es San Juan Fisher. Tomás Moro nació en Cheapside, Inglaterra en 1478. A los 13 años se fue a trabajar de mensajero en la casa del Arzobispo de Canterbury, y éste al darse cuenta de la gran inteligencia del joven, lo envió a estudiar al Colegio de la Universidad de Oxford. Su padre que era juez, le enviaba únicamente el dinero indispensable para sus gastos más necesarios, y ésto le fue muy útil, pues como él mismo afirmaba después:
"Por no tener dinero para salir a divertirme, tenía que quedarme en casa y en la biblioteca estudiando"
Lo cual le fue de gran provecho para su futuro. A los 22 años ya es doctor en abogacía, y profesor brillante. Es un apasionado lector que todos los ratos libres los dedica a la lectura de buenos libros. Uno de sus compañeros de ese tiempo dio de él este testimonio:
"Es un intelectual muy brillante, y a sus grandes cualidades intelectuales añade una muy agradable simpatía"
Le llegaron dudas acerca de cuál era la vocación para la cual Dios lo tenía destinado. Al principio se fue a vivir con los cartujos (esos monjes que nunca hablan, ni comen carne, y rezan mucho de día y de noche), pero después de cuatro años se dio cuenta de que no había nacido para esa heroica vocación. También intentó irse de franciscano, pero resultó que tampoco era ese su camino. Entonces de dispuso optar por la vocación del matrimonio. Se casó, tuvo cuatro hijos y fue un excelente esposo y un cariñosísimo papá. Su vocación estaba un poco más allá: su vocación era actuar en el gobierno y escribir libros.

Para con sus hijos, para con los pobres y para cuantos deseaban tratar con él, Tomás fue siempre un excelente y simpático amigo. Acostumbraba ir personalmente a visitar los barrios de los pobres para conocer sus necesidades y poder ayudarles mejor. Con frecuencia invitaba a su mesa a gentes muy pobres, y casi nunca invitaba a almorzar a los ricos. A su casa llegaban muchas visitas de intelectuales que iban a charlar con él acerca de temas muy importantes para esos momentos, y a comentar los últimos libros que se iban publicando. Su esposa se admiraba al verlo siempre de buen humor, pasara lo que pasara. Era difícil encontrar otro de conversación más amena.

Tomás Moro escribió bastantes libros. Muchos de ellos contra los protestantes, pero el más famoso es el que se llama "Utopía". Esta es una palabra que significa "Lo que no existe" (U=No. Topos=Lugar. Lo que no tiene lugar). En ese libro describe una nación que en realidad no existe pero que debería existir. En su escrito ataca fuertemente las injusticias que cometen los ricos y los altos del gobierno con los pobres y los desprotegidos, y va describiendo cómo debería ser una nación ideal. Esta obra lo hizo muy conocido en toda Europa.

El joven abogado Tomás Moro fue aceptado como profesor de uno de los más prestigiosos colegios de Londres. Luego fue elegido como secretario del alcalde de la capital. En 1529 fue nombrado Canciller o Ministro de Relaciones Exteriores. Pero este altísimo cargo no cambió en nada su sencillez. Siguió asistiendo a Misa cada día, confesándose con frecuencia y comulgando. Tratable y amable con todos. Alguien llegó a afirmar:
"Parece que lo hubieran elegido Canciller, solamente para poder favorecer más a los pobres y desamparados"
Otro añadía:
"El rey no pudo encontrar otro mejor consejero que éste"
Pero Tomás, que conocía bien cómo era Enrique VIII, declaraba con su fino humor:
"El rey es de tal manera que si le ofrecen una buena casa por mi cabeza, me la mandará cortar de inmediato"
Ya llevaba dos años como Canciller cuando sucedió en Inglaterra un hecho terrible contra la religión católica. El impúdico rey Enrique VIII se divorció de su legítima esposa y se fue a vivir con la concubina Ana Bolena. Y como el Sumo Pontífice no aceptó este divorcio, el rey se declaró Jefe Supremo de la religión de la nación, y declaró la persecución contra todo el que no aceptara su divorcio o no lo aceptara a él como reemplazo del Papa en Roma. Muchos católicos tendrían que morir por oponerse a todo ésto.


Tomás Moro no aceptó ninguno de los terribilísimos errores del malvado rey: ni el divorcio ni el que tratara de reemplazar al Sumo Pontífice. Entonces fue destituido de su alto puesto, le confiscaron sus bienes y el rey lo mandó encerrar como prisionero de la espantosa Torre de Londres. Santo Tomás y San Juan Fisher fueron los dos principales de todos los altos funcionarios de la capital, que se negaron a aceptar tan grandes infamias del monarca. Y ambos fueron llevados a la torre fatídica. Allí estuvo Tomás encerrado durante quince meses.

Verdaderamente hermosas son las cartas que desde la cárcel escribió este gran sabio a su hija Margarita, que estaba muy desconsolada por la prisión de su padre. En ellas le dice:
"Con esta cárcel estoy pagando a Dios por los pecados que he cometido en mi vida. Los sufrimientos de esta prisión seguramente me van a disminuir las penas que me esperan en el purgatorio. Recuerda hija mía, que nada podrá pasar si Dios no permite que me suceda. Y todo lo permite Dios para bien de los que lo aman. Y lo que el buen Dios permite que nos suceda es lo mejor, aunque no lo entendamos, ni nos parezca así"
El día en que Margarita fue a visitar por última vez a su padre, vieron los dos salir hacia el sitio del martirio a cuatro monjes cartujos que no habían querido aceptar los errores de Enrique VIII. Tomás dijo a Margarita:
"Mire cómo van de contentos a ofrecer su vida por Jesucristo. Ojalá también a mí me conceda Dios el valor suficiente para ofrecer mi vida por su santa religión"
Tomás fue llamado a un último consejo de guerra. Le pidieron que aceptara lo que el rey le mandaba y él respondió:
"Tengo que obedecer a lo que mi conciencia me manda, y pensar en la salvación de mi alma. Eso es mucho más importante que todo lo que el mundo pueda ofrecer. No acepto esos errores del rey"
Se le dictó entonces sentencia de muerte. Él se despidió de su hijo y de su hija y volvió a ser encerrado en la Torre de Londres. En la madrugada del 6 de julio de 1535 le comunicaron que lo llevarían al sitio de martirio, él se colocó su mejor vestido. De buen humor como siempre, dijo al salir del corredor frío:
"Por favor, mi abrigo, porque doy mi vida, pero un resfriado sí no me quiero conseguir"
Al llegar al sitio donde lo iban a matar rezó despacio el Salmo 51:
"Misericordia Señor por tu bondad"
Luego prometió que rogaría por el rey y sus demás perseguidores, y declaró públicamente que moría por ser fiel a la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Luego enseguida de un hachazo le cortaron la cabeza. Tomás Moro fue declarado santo por el Papa en 1935.

Un sabio decía:
"Este hombre, aunque no hubiera sido mártir, bien merecía que lo canonizaran, porque su vida fue un admirable ejemplo de lo que debe ser el comportamiento de un servidor público: un buen cristiano y un excelente ciudadano"
Fuente - Texto tomado de EWTN:

San Juan Fisher - Obispo y Mártir (Año 1535) - Fiesta Junio 22


Juan Fisher nació en Beverley, Yorkshire, Inglaterra en 1469. Hijo de un mercader de telas que murió siendo Juan joven. San Juan Fisher entregó su corazón por entero al servicio de su Iglesia. Fue también un distinguido escolástico en Humanidades. Fue educado en Michaelhouse en Cambridge (más tarde unido a Trinity). Desde sus 14 años en adelante estuvo relacionado a la universidad. Fisher fue ordenado sacerdote a los 22 años, bajo dispensa especial. Alcanzó el doctorado y fue vicecanciller de Michaelhouse. Fisher fue el primero en enseñar griego y hebreo en Cambridge. En 1504, durante el reinado de Enrique VII, con sólo 35 años, Fisher es elegido canciller de la universidad. El mismo año es nombrado Obispo de Rochester. Llevó al mismo tiempo los dos cargos con asombrosa diligencia.

Fisher fue un pastor a imitación de Cristo, cuidaba a sus ovejas con valentía, entrega y gran amor. Hacía visitas frecuentes, administraba la confirmación, disciplinaba al clero, visitaba personalmente a los pobres y distribuía limosna a los pobres. En su vida personal era estricto consigo mismo y austero. Tenía una buena mesa para todos, excepto para él mismo. Dormía y comía poco. Mantenía una carabela frente a su puesto en las comidas para recordarse de su mortalidad.

Durante este tiempo, Fisher continuó escribiendo y estudiando. Comenzó a estudiar griego a los 48 años y hebreo a los 51. Fisher comprendía muy bien la necesidad de reformar la Iglesia, incluso en las altas esferas de la jerarquía, pero se oponía al tipo de reforma de los protestantes, y escribió cuatro libros contra ellos. Sin embargo prefería la oración y el ejemplo a la controversia. Él comprendía que la verdadera reforma requiere santidad de vida, pues no es sino vivir con coherencia la enseñanza de la misma Iglesia. Con gran valentía el Obispo Fisher censuró al clero en un sínodo por su corrupción, vanidad, relajamiento y amor a las ganancias. Él sabía que la mayoría del clero en posiciones altas había llegado allí por su servicio al estado o por intereses privados. Como miembro de la Cámara de los Lords, Fisher luchó vigorosamente por reformas que separaran al clero de las influencias del estado. Desde allí lanzó también una severa protesta, cuando se propuso en la asamblea aceptar que Enrique VIII fuese la cabeza de la iglesia de Inglaterra.

El rey quería anular su matrimonio con Catalina de Aragón para casarse de nuevo. Como el Papa no se lo concedía por no haber causa justa, el rey decidió hacerse con la autoridad suprema de la Iglesia en Inglaterra. El rey impuso la obligación de tomar el famoso "oath of supremacy" (Juramento de Supremacía), por el cual se le reconocía a él como cabeza de la iglesia de Inglaterra. El Obispo Fisher rehusó. Ni la amonestación de amigos y ni las amenazas de enemigos lograron hacerle ceder. El Obispo Fisher sabía, como San Pablo, en quién había puesto su confianza. Trataron de envenenarlo y en una ocasión le dispararon tratando de matarlo. Pero el Obispo se mantuvo fiel a su Señor.

Fisher fue llevado, a pesar de estar enfermo, a Lambeth para que jurase el "bill of succession". Él rehusó por ser éste en esencia un juramento a favor de la supremacía del rey sobre la Iglesia. En Rochester fue arrestado y de los alrededores vino la gente a despedirse. Tuvo la oportunidad de arreglar sus asuntos, de dar limosnas y de pasar por las calles bendiciendo al gentío. Al llegar a Londres fue confrontado por rehusar el juramento a lo que Fisher dijo:
"Mi respuesta es que, ya que mi propia conciencia no puede estar satisfecha, yo absolutamente rehuso el juramento. No condeno la conciencia de ningún otro. Sus conciencias podrán salvarles, y la mía debe salvarme"
En abril de 1534, el prelado de 66 años comenzó su prisión de 15 meses en la Torre de Londres. El rey envió un mensajero confidencial para ofrecerle libertad si asentía al juramento en secreto, "solo para los oídos del rey". Su negativa selló su martirio. Durante su prisión el Papa Pablo III nombró al Obispo Fisher Cardenal. El rey enfurecido dijo:
"Pues ese capelo se lo colgará de los hombros, porque no tendrá cabeza para llevarlo"
Lo llevó a juicio acusado de traición por negar la autoridad del rey sobre la Iglesia. Lo declararon culpable. Algunos jueces lloraban cuando lo condenaron a muerte el 17 de junio de 1535. Pocos días después el cardenal fue despertado a las 5:00 a.m., con la noticia de que ese día le iban a ejecutar. Él pidió que le dejasen descansar un poco más y durmió otras dos horas. Tan enfermo estaba que apenas podía pararse, por lo que le llevaron al lugar del martirio en una silla. Fue cortés con los guardias agradeciéndoles sus atenciones. Pedía a la gente que rezaran por él para que fuese valiente. Llevaba un pequeño Nuevo Testamento del cual leyó a la puerta de la Torre estas palabras:
"Esta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y al que Tú has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. Ahora, Padre, glorifícame Tú, junto a Ti, con la gloria que tenía a Tu lado antes que el mundo fuese" (Juan 17,3-5)"
Cerrando el libro dijo:
"Aquí hay instrucción suficiente para el resto de mi vida"
Junto al verdugo dice:
"Voy a morir por Jesucristo y por la Iglesia Católica. Con mi muerte quiero dar testimonio del Papa como jefe único de la Iglesia. Hasta el Cielo... hijos..."
Sus últimas palabras fueron del Salmo 31:
"En Tí Señor, he puesto mi confianza"
Otros dicen que murió con las palabras del Te Deum en sus labios. Con total dominio de sí mismo y con gran paz se dispuso al martirio. Fue decapitado con un hacha. Era el 22 de junio de 1535. Su amigo Santo Tomás Moro, que compartió con él prisión y también murió mártir, escribió de San Juan Fisher:
"No conozco a ningún hombre que compare con él en sabiduría, conocimiento y virtud probada"
San Juan Fisher fue enterrado junto a la iglesia de All Hallows en Barking. Su cabeza fue exhibida en el Puente de Londres por dos semanas y después echada al río Thames. En 1935, 400 años después de su martirio, Juan Fisher fue canonizado por el Papa Pío XI.

Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG: