domingo, 24 de marzo de 2013

Lunes Santo - Marzo 25 de 2013

Lectura del Santo Evangelio 
Según San Juan 12, 1-11


1. Seis días antes de la Pascua volvió Jesús a Betania, donde Lázaro había muerto, a quien Jesús resucitó.

2. Aquí le dispusieron una cena. Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con Él.

3. Y María tomó una libra de ungüento o perfume de nardo puro, y de gran precio, y derramólo sobre los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y se llenó la casa de la fragancia del perfume.

4. Por lo cual Judas Iscariote, uno de sus discípulos, aquel que le había de entregar, dijo:
5. "¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios, para limosna de los pobres?"
6. Ésto dijo, no porque él pasase algún cuidado por los pobres, sino porque era ladrón ratero, y teniendo la bolsa, llevaba o defraudaba el dinero que se echaba en ella.

7. Pero Jesús respondió:
"Dejadla que lo emplee para honrar de antemano el día de mi sepultura
8. Pues en cuanto a los pobres, los tenéis siempre con vosotros; pero a Mí no me tenéis siempre".
9. Entretanto una gran multitud de judíos, luego que supieron que Jesús estaba allí, vinieron, no sólo por Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos.

10. Por eso los príncipes de los sacerdotes deliberaron quitar también la vida a Lázaro.

11. Visto que muchos judíos por su causa se apartaban de ellos, y creían en Jesús.

Palabra de Dios,
Gloria a Ti, Señor Jesús

Domingo de Ramos - Lectura del Santo Evangelio Según San Lucas 22, 14-71; 23, 1-56


14. Llegada la hora de la cena, púsose a la mesa con los doce apóstoles.

15. Y les dijo:
"Ardientemente he deseado comer este cordero pascual o celebrar esta Pascua con vosotros, antes de mi Pasión.
16. Porque Yo os digo, que ya no lo comeré otra vez, hasta que la Pascua tenga su cumplimiento en el reino de Dios"

17. Y tomando el cáliz dio gracias a Dios, y dijo:
"Tomad, y distribuidlo entre vosotros.
18. Porque os aseguro que ya no beberé del zumo de la vid, hasta que llegue el reino de Dios"
19. Después de acabada la cena tomó el pan, dio de nuevo gracias, lo partió, y dióselo, diciendo:
"Este es mi cuerpo, el cual se da por vosotros: hace esto en memoría mía"
20. Del mismo modo tomó el cáliz después que hubo cenado, diciendo:
"Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre, que se derramará por vosotros.
21. Con todo, he aquí que la mano del que me hace traición está conmigo en la mesa.
22. Verdad es que el Hijo del hombre, según está decretado, va a su camino; pero ¡ay de aquel hombre que le ha de hacer traición!"
23. Inmediatamente comenzaron a preguntarse unos a otros quién de ellos podía ser el que tal hiciese.

24. Suscitóse además entre los mismos una contienda sobre quién de ellos sería reputado el mayor, al establecerse el reino del Mesías.

25. Mas Jesús les dijo:
"Los reyes de las naciones las tratan con imperio; y los que tienen autoridad sobre ellas, son llamados bienhechores.
26. No habéis de ser así vosotros; antes bien el mayor de entre vosotros, pórtese como el menor, y el que tiene la precedencia, como sirviente.
27. Porque, ¿quién es mayor, el que está comiendo a la mesa, o el que sirve?  ¿No es claro que quien está a la mesa? No obstante, Yo estoy en medio de vosotros como un sirviente.
28. Vosotros sois los que constantemente habéis perseverado conmigo en mis tribulaciones.
29. Por eso Yo os preparo el reino celestial como mi Padre me lo preparó a Mí.
30. Para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel".
31. Dijo también el Señor:
"Simón, Simón mira que Satanás va tras de vosotros para zarandearos, como el trigo cuando se criba.
32. Mas Yo he rogado por ti a fin de que tu fe no perezca; y tú, cuando te conviertas y arrepientas, confirma en ella a tus hermanos".
33. "Señor -respondió él-, yo estoy pronto a ir contigo a la cárcel y aún a la muerte misma"
34. Pero Jesús le replicó:
"Yo te digo, ¡oh Pedro!, que no cantará hoy el gallo, antes que tú niegues tres veces haberme conocido"
joles después:
35. "En aquel tiempo en que os envié sin bolsillo, sin alforja y sin zapatos, ¿por ventura os faltó alguna cosa?"
36. "Nada"
Respondieron ellos.
"Pues ahora, -prosiguió Jesús-, el que tiene bolsillo, llévelo, y también alforja; y el que no tiene espada, venda su túnica, y cómprela.
37. Porque Yo os digo, que es neceario que se cumpla en mí todavía esto que está escrito: Él ha sido contado y sentenciado entre los malhechores. Lo cual sucederá luego; pues las cosas que de Mí fueron pronunciadas, están a punto de cumplirse".
38. Ellos salieron con decir:
"Señor, he aquí dos espadas"
Pero Jesús cortando la conversación, les respondió:
"Basta"
39. Salió, pues, Jesús acabada la cena, y se fue según costumbre hacia el Monte de los Olivos para orar. Siguiéronle así mismo sus discípulos.

40. Y llegado que fue allí les dijo:
"Orad para que no caigáis en tentación"
41. Y apartándose de ellos como la distancia de un tiro de piedra, hincadas las rodillas hacía oración.

42. Diciendo:
"Padre mío, si es de tu agrado, aleja de Mí este cáliz. No obstante, no se haga Mi Voluntad, sino la Tuya"

43. En ésto se le apareció un ángel del cielo, confortándole. Y entrando en agonía, oraba con mayor intención.

44. Y vínole un sudor como de gotas de sangre, que chorreaba hasta el suelo.

45. Y levantándose de la oración, y viniendo a sus discípulos, hallóles dormidos por causa de la tristeza.

46. Y díjoles:
"¿Por qué dormís?, levantaos, y orad, para no caer en tentación"
47. Estando todavía con la palabra en la boca, sobrevino un tropel de gente, delante de la cual iba uno de los doce llamado Judas, que se arrimó a Jesús para besarle.



48. Y Jesús le djio:
"¡Oh Judas!, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?"
49. Viendo los que acompañaban a Jesús lo que iba a suceder, le dijeron:
"Señor, ¿heriremos con la espada?
50. Y uno de ellos hirió a un criado del príncipe de los sacerdotes, y le cortó la oreja derecha.

51. Pero, Jesús, tomando la palabra, dijo luego:
"Dejadlo, no paséis adelante"
Y habiendo tocado la oreja del herido, le curó.

52. Dijo después Jesús a los príncipes de los sacerdotes, y a los prefectos del templo, y a los ancianos que venían contra Él:
"¿Habéis salido armados con espadas y garrotes como contra un ladrón?
53. Aunque cada día estaba con vosotros en el templo, nunca me habéis echado la mano; mas esta es la hora vuestra y el poder de las tinieblas"
54. En seguida prendiendo a Jesús, le condujeron a casa del Sumo sacerdote; y Pedro le iba siguiendo a lo lejos.

55. Encendido fuego en medio del atrio, y sentándose todos a la redonda estaba también Pedro entre ellos.

56. Al cual, como una criada le viese sentado a la lumbre, fijando en él los ojos, dijo:
"También éste andaba con aquel hombre"
57. Mas Pedro lo negó, diciendo:
"Mujer, no le conozco"
58. De allí a poco mirándole otro, dijo:
"Si, tú también eres de aquellos"
Mas Pedro le respondió:
"¡Oh hombre!, no lo soy"
59. Pasada como una hora, otro distinto aseguraba lo mismo, diciendo:
"No hay duda, éste estaba también con Él porque se ve que es igualmente de Galilea"
60. A lo que Pedro respondió:
"Hombre, yo no entiendo lo que dices"
E inmediatamente estando todavía él hablando, cantó el gallo.



61. Y volviéndose el Señor, dio una mirada a Pedro. Y Pedro se acordó luego de la palabra que el Señor le había dicho:
"Antes que cante el gallo, tres veces me negarás"
62. Y habiéndose salido afuera lloró amargamente.

63. Mientras tanto, los que tenían atado a Jesús, se mofaban de Él, y le golpeaban.

64. Y habiéndole vendado los ojos, le daban bofetones, y le preguntaban, diciendo:
"Adivina, ¿quién es el que te ha herido?"
65. Y repetían otros muchos dicterios blasfemando contra Él.

66. Luego que fue de día, se congregaron los ancianos del pueblo, y los príncipes de los sacerdotes y los escribas, y haciéndole comparecer en su concilio, le dijeron:
"Si Tú eres el Cristo, o Mesías, dínoslo"
67. Respondióles:
"Si os lo dijere, no me creeréis.
68. Y si Yo os hiciera alguna pregunta, no me responderéis, ni me dejaréis ir.
69. Pero después de lo que veis ahora, el Hijo del hombre estará sentado a la diestra del poder de Dios"

70. Dijeron entonces todos:
"¿Luego Tú eres el Hijo de Dios?"
Respondióles Él:
"Así es, que Yo Soy, como vosotros decís"
71. Y replicaron ellos:
"¿Qué necesitamos ya buscar otros testigos, cuando nosotros mismos lo hemos oído de su propia boca?"

1. Y levantándose luego todo aquel congreso, le llevaron a Pilatos.

2. Y comenzaron a acusarle, diciendo:
"A Éste le hemos hallado pervirtiendo a nuestra nación, y vedando pagar los tributos a César, y diciendo que Él es el Cristo o el Ungido rey de Israel"
3. Pilatos, pues, le interrogó, diciendo:
"¿Eres Tú el rey de los judíos?"
A lo cual respondió Jesús:
"Así es como tú dices"
4. Pilatos dijo a los príncipes de los sacerdotes y al pueblo:
"Yo no hallo delito alguno en este hombre"
5. Pero ellos insistían más y más, diciendo:
"Tiene alborotado al pueblo con la doctrina que va sembrando por toda la Judea, desde la Galilea, donde comenzó, hasta aquí"
6. Pilatos oyendo Galilea, preguntó si aquel hombre era galileo.

7. Y cuando entendió que era de la jurisdicción de Herodes, remitióle al mismo Herodes, que en aquellos días se hallaba también en Jerusalén.

8. Herodes holgóse sobremanera de ver a Jesús; porque hacía mucho tiempo que deseaba verle, por las muchas cosas que había oído de Él, y con esta ocasión esperaba verle hacer algún milagro.

9. Hízole, pues, muchas preguntas, pero Él no le respondió palabra.

10. Entretanto los príncipes de los sacerdotes y los escribas persistían obstinadamente en acusarle.

11. Mas Herodes con todos los de su séquito le despreció; y para burlarse de Él, le hizo vestir de una ropa blanca, y le volvió a enviar a Pilatos.

12. Con lo cual se hicieron amigos aquel mismo día Herodes y Pilatos, que antes estaban entre sí enemistados.

13. Habiendo, pues, Pilatos, convocado a los principes de los sacerdotes, y a los magistrados, juntamente con el pueblo.

14. Les dijo:
"Vosotros me habéis presentado este hombre como alborotador del pueblo, y he aquí que habiéndole yo interrogado en presencia vuestra, ningún delito he hallado en Él, de los que le acusáis.
15. Pero ni tampoco Herodes; puesto que lo remití a Él, y por el hecho se ve que no le juzgó digno de muerte.
16. Por tanto, después de castigado le dejaré libre"
17. Tenía Pilatos que dar libertad a un reo, cuando llegaba la celebridad de la fiesta de la Pascua.

18. Y todo el pueblo a una voz clamó, diciendo:
"Quítale a Éste la vida, y suéltanos a Barrabás"
19. El cual por una sedición levantada en la ciudad y por un homicidio, había sido puesto en la cárcel.

20. Hablóles nuevamente Pilatos, con deseo de libertar a Jesús.


21. Pero ellos se pusieron a gritar, diciendo:
"¡Crucifícale, crucíficale!"
22. Él, no obstante, por tercera vez les dijo:
"¿Pues qué mal ha hecho Éste? Yo no hallo en Él delito ninguno de muerte; así que, después de castigarle, le daré por libre"
23. Mas ellos insistían con grandes clamores pidiendo que fuese crucificado, y se aumentaba la gritería.

24. Al fin Pilatos se resolvió a otorgar su demanda.



25. En consecuencia dio libertad, como ellos pedían, al que por causa de homicidio y sedición había sido encarcelado; y a Jesús le abandonó al arbitrio de ellos.

26. Al conducirle al suplicio echaron mano de un tal Simón, natural de Cirene, que venía de una granja, y le cargaron la cruz para que la llevara en pos de Jesús.

27. Seguíale gran muchedumbre de pueblo, y de mujeres, las cuales se deshacían en llantos, y le plañían.

28. Pero Jesús vuelto a ellas, les dijo:
"Hijas de Jerusalén, no lloréis por Mí; llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos.
29. Porque presto vendrán días en que se diga: Dichosas las estériles, y dichosos los vientres que no concibieron, y los pechos que no dieron de mamar.
30. Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Sepultadnos.
31. Pues si al árbol verde le tratan de esta manera, ¿en el seco que se hará?"
32. Eran también conducidos con Jesús a la muerte otros dos fascinerosos.

33. Llegados que fueron al lugar llamado Calvario u osario, allí le crucificaron; y con Él a los ladrones, uno a la diestra y otro a la izquierda.



34. Entretanto Jesús decía:
"Padre mío, perdónales, porque no saben lo que hacen"
Y ellos poniéndose a repartir entre sí sus vestidos, los sortearon.

35. El pueblo lo estaba mirando todo, y a una con Él los príncipes hacían befa de Jesús diciendo:
"A otros ha salvado: sálvese, pues, a sí mismo, si Él es el Cristo, o Mesías, el escogido de Dios"
36. Insultábanle no menos los soldados, los cuales se arrimaban a Él, y presentándole vinagre.

37. Le decían:
"Si Tú eres el rey de los judíos, ponte en salvo"
38. Estaba colocado sobre la cabeza de Jesús un letrero escrito en griego, en latín y en hebreo, que decía:
"ÉSTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS"
39. Y uno de los ladrones que estaban crucificados, blasfemaba contra Jesús, diciendo:
"Si Tú eres el Cristo, o Mesías, sálvate a Ti mismo y a nosotros"
40. Mas el otro le reprendía, diciendo:
"¿Cómo, ni aún tú temes a Dios, estando como estás en el mismo suplicio?
41. Y nosotros a la verdad estamos en él justamente, pues pagamos la pena merecida por nuestros delitos; pero Éste ningún mal ha hecho"
42. Decía después a Jesús:
"Señor, acuérdate de mí, cuando hayas llegado a tu reino"
43. Y Jesús le dijo:
"En verdad te digo, que hoy estarás Conmigo en el paraíso"
44. Era ya casi la hora de sexta o el mediodía, y las tinieblas cubrieron toda la tierra hasta la hora de nona.

45. El sol se oscureció; y el velo del templo se rasgó por medio.

46. Entonces Jesús clamando con una voz muy grande, dijo:
"Padre mío, en Tus Manos encomiendo mi Espíritu"

Y diciendo ésto, expiró.

47. Así que vio el centurión lo que acababa de suceder, glorificó a Dios diciendo:
"Verdaderamente era Éste un hombre justo"
48. Y todo aquel concurso de los que se hallaban presentes a este espectáculo, considerando lo que había pasado, se volvían dándose golpes de pecho.

49. Estaban al mismo tiempo todos los conocidos de Jesús y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, observando de lejos estas cosas.

50. Entonces se dejó ver un senador llamado José, varón virtuoso y justo, oriundo de Arimatea, ciudad de la Judea.

51. El cual no había consentido en el designio de los otros ni en lo que habían ejecutado; antes bien era de aquellos que esperaban también el reino de Dios.

52. Éste, pues, se presentó a Pilatos, y le pidió el cuerpo de Jesús.

53. Y habiéndole descolgado de la cruz le envolvió en una sábana, y le colocó en un sepulcro abierto en peña viva, en donde ninguno hasta entonces había sido sepultado.

54. Era aquel el día que llamaban parasceve, o preparación, e iba ya a entrar el sábado.

55. Las mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea, yendo en pos de José, observaron el sepulcro, y la manera con que había sido depositado el cuerpo de Jesús.

56. Y al volverse, hicieron prevención de aromas y bálsamos; bien que durante el sábado se mantuvieron quietas según el mandamiento de la ley.

Palabra de Dios,
Gloria a Ti, Señor Jesús