sábado, 20 de agosto de 2011

Lectura del Santo Evangelio Según San Mateo 16, 13-20


13. Viniendo después Jesús al territorio de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos:
"¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?"
14. Respondieron ellos:
"Unos dicen que Juan Bautista, otros Elías, otros, en fin, Jeremías o alguno de los profetas".
15. Díceles Jesús:
"Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?"
16. Tomando la palabra Simón Pedro, dijo:
"Tú eres el Cristo, o Mesías, el Hijo del Dios vivo".
17. Y Jesús, respondiendo, le dijo:
"Bienaventurado eres, Simón, hijo de Joná porque no te ha revelado eso la carne y sangre u hombre alguno, sino mi Padre que está en los cielos.
18. Y Yo te digo que tú eres Pedro, y que sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; y las puertas o poder del infierno no prevalecerán contra ella.

19. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares sobre la tierra, será también atado en los cielos; y todo lo que desatares sobre la tierra, será también desatado en los cielos.
20. Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que Él era Jesús, el Cristo, o Mesías.

Palabra de Dios,
Gloria a Ti, Señor Jesús

San Bernardo de Claraval - Fiesta Agosto 20


Nacimiento: Año 1090 - Fontaine lès Dijon (Borgoña - Francia)
Fallecimiento: Agosto 20 de 1153 - Monasterio de Claraval (Francia)

Bernardo significa "Batallador y Valiente". San Bernardo es el último de los llamados Padres de la Iglesia. Pero en importancia es uno de los que más han influido en el pensamiento católico en todo el mundo. Fue nombrado Doctor de la Iglesia. 

La familia que se fue con Cristo

Esta familia ha sido un caso único en la historia. Cuando Bernardo se fue de religioso, se llevó consigo a sus 4 hermanos varones, y un tío, dejando a su hermana a que cuidara al papá (la mamá ya había muerto), y el hermanito menor para que administrara las posesiones que tenían. Dicen que cuando llamaron al menor para anunciarle que ellos se iban de religiosos, el muchacho les respondió: "¡Ajá!  ¿Conque ustedes se van a ganarse el cielo, y a mí me dejan aquí únicamente en la tierra? Esto no lo puedo aceptar". Y un tiempo después, también él se fue de religioso. Y más tarde llegaron además al convento, el papá y el esposo de la hermana (y ella también se fue de monja). Casos como éste, son más únicos que raros.

A mal grave, remedio terrible

Como sus pasiones sexuales lo atacaban violentamente, una noche se revolcó entre el hielo hasta quedar casi congelado. Y el tremendo remedio le trajo mucha paz.

Una Visión cambia su rumbo

Una noche de Navidad, mientras celebraban las ceremonias religiosas en el templo, se quedó dormido y le pareció ver al Niño Jesús en Belén en brazos de María, y que la Santa Madre le ofrecía al Niñito Santo para que lo amara y lo hiciera amar mucho por los demás. Desde este día ya no pensó sino en consagrarse a la religión y al apostolado.

Su amor a la Santísima Virgen

Los que quieren progresar en su amor a la Madre de Dios, necesariamente tienen que leer los escritos de San Bernardo, porque entre todos los predicadores católicos, quizás ninguno ha hablado con más cariño y emoción acerca de la Virgen Santísima que este gran santo. Él fue quien compuso aquellas últimas palabras de la Salve: "Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María".

El pueblo vibraba de emoción cuando le oía clamar desde el púlpito con su voz sonora e impresionante: "Si se levantan las tempestades de tus pasiones, mira a la Estrella, invoca a María. Si la sensualidad de tus sentidos quiere hundir la barca de tu espíritu, levanta los ojos de la fe, mira a la Estrella, invoca a María. Si el recuerdo de tus muchos pecados quiere lanzarte al abismo de la desesperación, lánzale una mirada a la Estrella del cielo y rézale a la Madre de Dios. Siguiéndola, no te perderás en el camino. Invocándola no te desesperarás. Y guiado por Ella llegarás seguramente al Puerto Celestial". Sus bellísimos sermones son leídos hoy, después de varios siglos, con verdadera satisfacción y gran provecho.

Si se levantan los vientos de las tentaciones,
si tropiezas con los escollos de la tentación,
mira a la estrella, llama a María.

Si te agitan las olas de la soberbia,
de la ambición o de la envidia,
mira a la estrella, llama a María.

Si la ira, la avaricia o la impureza
impelen violentamente la nave de tu alma,
mira a María.

Si turbado con la memoria de tus pecados,
confuso ante la fealdad de tu conciencia,
temeroso ante la idea del juicio,
comienzas a hundirte en la sima sin fondo de la tristeza
o en el abismo de la desesperación,
piensa en María.

En los peligros, en las angustias, en las dudas,
piensa en María, invoca a María.
No se aparte María de tu boca,
no se aparte de tu corazón;
y para conseguir su ayuda intercesora
no te apartes tú de los ejemplos de su virtud.
No te descaminarás si la sigues,
no desesperarás si la ruegas,
no te perderás si en ella piensas.

Si ella te tiene de su mano, no caerás;
si te protege, nada tendrás que temer;
no te fatigarás sí es tu guía;
llegarás felizmente al puerto si ella te ampara

San Bernardo
Hom. sobre la Virgen María, 2

Fuente - Textos tomados de Wikipedia - EWTN - Devocionario: