sábado, 9 de abril de 2011

Lectura del Santo Evangelio Según San Juan 11, 1-45



1. Estaba enfermo por este tiempo un hombre llamado Lázaro, vecino de Betania, patria de María y de Marta sus hermanas.

2. (Esta María es aquella misma que derramó sobre el Señor el perfume, y le limpió los pies con sus cabellos; de la cual era hermano el Lázaro que estaba enfermo).

3. Las hermanas, pues, enviaron a decirle:
"Señor, mira que aquel a quien amas está enfermo".
4. Oyendo Jesús el recado, díjoles:
"Esta enfermedad no es mortal, sino que está ordenada para gloria de Dios, con la mira de que por ella el Hijo de Dios sea glorificado".
5. Jesús tenía particular afecto a Marta y a su hermana María y a Lázaro.

6. Cuando oyó que éste estaba enfermo, quedóse aún dos días más en el mismo lugar.

7. Después de pasados éstos, dijo a sus discípulos:
"Vamos otra vez a la Judea".
8. Dícenle sus discípulos:
"Maestro, hace poco que los judíos querían apedrearte, y ¿quieres volver allá?"
9. Jesús les respondió:
"Pues qué, ¿no son doce las horas del día?  El que anda de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo.


10. Al contrario, quien anda de noche, tropieza, porque no tiene luz".
11. Así dijo, y añadióles después:
"Nuestro amigo Lázaro duerme; mas Yo voy a despertarle del sueño".
12. A lo que dijeron sus discípulos:
"Señor, si duerme, sanará".
13. Mas Jesús había hablado del sueño de la muerte; y ellos pensaban que hablaba del sueño natural.

14. Entonces les dijo Jesús claramente:
"Lázaro ha muerto.
15. Y me alegro por vosotros de no haberme hallado allí, a fin de que creáis. Pero vamos a él".
16. Entonces Tomás, por otro nombre Dídimo, dijo a sus condiscípulos:
"Vamos también nosotros, y muramos con él".
17. Llegó, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba sepultado.

18. (Distaba Betania de Jerusalén como unos quince estadios).

19. Y habían ido muchos de los judíos a consolar a Marta y a María de la muerte de su hermano.

20. Marta, luego que oyó que Jesús venía, le salió a recibir; y María se quedó en casa.

21. Dijo, pues, Marta a Jesús:
"Señor, si hubieses estado aquí, no hubiera muerto mi hermano.
22. Bien que estoy persuadida de que ahora mismo te concederá Dios cualquiera cosa que le pidieres".
23. Dícele Jesús:
"Tu hermano resucitará".
24. Respóndele Marta:
"Bien se que resucitará en la resurrección universal, que será en el último día".
25. Díjole Jesús:
"Yo Soy la resurrección y la vida: quien cree en Mí, aunque hubiere muerto, vivirá.
26. Y todo aquel que vive y cree en Mí no morirá para siempre:  ¿crees tú ésto?"
27. Respondióle:
"¡Oh Señor!, sí que lo creo, y que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, que has venido a este mundo".
28. Dicho ésto, fuése, y llamó secretamente a María, su hermana, diciéndole:
"Está aquí el Maestro y te llama".
29. Apenas ella oyó ésto, se levantó apresuradamente, y fue a encontrarle.

30. Porque Jesús no había entrado todavía en la aldea, sino que aún estaba en aquel mismo sitio en que Marta le había salido a recibir.

31. Por eso los judíos que estaban con María, en la casa, y la consolaban, viéndola levantarse de repente, y salir fuera, la siguieron diciendo:
"Esta va sin duda al sepulcro para llorar allí".
32. María, pues, habiendo llegado a donde estaba Jesús, viéndole, postróse a sus pies, y díjole:
"Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano".
33. Jesús al verla llorar, y llorar también los judíos que habían venido con ella, estremecióse en su alma, y conturbóse a sí mismo.

34. Y dijo:
"¿Dónde le pusisteis?"
"Ven, Señor, le dijeron, y lo verás".
35. Entonces a Jesús se le arrasaron los ojos en lágrimas.

36. En vista de lo cual dijeron los judíos:
"Mirad cómo le amaba".
37. Mas algunos de ellos dijeron:
"Pues éste, que abrió los ojos de un ciego de nacimiento, ¿no podía hacer que Lázaro no muriese?"
38. Finalmente, prorrumpiendo Jesús en nuevos sollozos, que le salían del corazón, vino al sepulcro, que era una gruta cerrada con una gran piedra.

39. Dijo Jesús:
"Quitad la piedra".
Marta, hermana del difunto, le respondió:
"Señor, mira que ya huele, pues yace ya cuatro días que está ahí".
40. Díjole Jesús:
"¿No te he dicho que si creyeres, verás la gloria de Dios?"
41. Quitaron, pues, la piedra; y Jesús levantando los ojos al cielo, dijo:
"¡Oh Padre!, gracias te doy porque me has oído:


42. Bien es verdad que Yo ya sabía que siempre me oyes; mas lo he dicho por razón de este pueblo que está alrededor de Mí, con el fin de que crean que Tú eres el que me has enviado".
43. Dicho ésto, gritó con voz muy alta o sonora:
"Lázaro, sal afuera".
44. Y al instante el que había muerto salió fuera, ligado de pies y manos con fajas, y tapado el rostro con un sudario. Díjoles Jesús:
"Desatadle, y dejadle ir".
45. Con eso muchos de los judíos que habían venido a visitar a María y a Marta, y vieron lo que Jesús hizo, creyeron en Él.

Palabra de Dios
Gloria a Ti, Señor Jesús