miércoles, 15 de diciembre de 2010

Novena de Aguinaldos (Diciembre 16 al 24)




Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad que tanto amasteis a los hombres, que les disteis en vuestro Hijo la mejor prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen naciste en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro Hijo humanado, suplicándoos por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con tal desprecio de todo lo terreno que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente.
Amén.
(Se reza tres veces el Gloria al Padre)


Oración a la Santísima Virgen
(Para todos los días)

Soberana María que por vuestras grandes virtudes, y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese para madre suya; os suplico que Vos misma preparéis y dispongáis de mi alma y la de todos los que en este tiempo hiciesen esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorable Hijo.

¡Oh dulcísima Madre! comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le agradasteis Vos para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle, y adorarle por toda la eternidad.
(Se reza nueve veces el Avemaría)




Oración a San José
(Para todos los días)

Oh Santísimo José, esposo de María y padre putativo de Jesús. Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan altos ministerios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Os ruego por el amor que tuvisteis al Divino Niño, me abracéis en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. 
Amén.
(Se reza el Padrenuestro, el Avemaría y Gloria)



Aspiraciones para la Venida del Niño Jesús
(Para todos los días)

Dulce Jesús mío
mi Niño adorado,

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

Ven a nuestras almas
ven no tardes tanto

¡Oh Sapiensa suma
del Dios soberano,
que a infantil alcance
te rebajas sacro!

¡Oh Divino Niño
ven para enseñarnos
la prudencia que hace
verdaderos sabios!

Ven a nuestras almas
ven no tardes tanto


¡Oh, Adonaí potente
que a Moisés hablando,
de Israel al pueblo
disteis los mandatos!

¡Ah ven prontamente
para rescatarnos,
y que un niño débil
muestre fuerte brazo!

Ven a nuestras almas
ven no tardes tanto


¡Oh, raíz sagrada
de Jesé, que en lo alto
presentas al orbe
tu fragante nardo!

¡Dulcísimo Niño
que has sido llamado
lirio de los valles
bella flor del campo!

Ven a nuestras almas
ven no tardes tanto


¡Llave de David
que abre al desterrado
las cerradas puertas
del regio palacio!

¡Sácanos, Oh Niño
con tu blanda mano
de la cárcel triste
que labró el pecado!

Ven a nuestras almas
ven no tardes tanto


¡Oh lumbre de Oriente,
sol de eternos rayos
que entre las tinieblas
tu esplendor veamos!

¡Niño tan precioso,
dicha del cristiano,
luzca la sonrisa
de tus dulces labios!

Ven a nuestras almas
ven no tardes tanto


¡Espejo sin mancha,
Santo de los santos,
sin igual imagen
del Dios soberano!

¡Borra nuestras culpas,
salva al desterrado,
y, en forma de Niño,
da al mísero amparo!

Ven a nuestras almas
ven no tardes tanto


¡Rey de las naciones,
Emanuel preclaro,
de Israel anhelo,
Pastor del rebaño!

¡Niño que apacientas
con suave cayado
ya la oveja arisca,
ya el cordero manso!

Ven a nuestras almas
ven no tardes tanto


¡Ábranse los cielos
y llueva de lo alto
bienhechor rocío,
como riego santo!

¡Ven hermoso Niño,
ven Dios humanado!
¡Luce hermosa estrella
brota flor del campo!

Ven a nuestras almas
ven no tardes tanto


¡Ven, que ya María
previene sus brazos,
de su Niño vean
en tiempo cercano!

¡Ven que ya José,
con anhelo sacro,
se dispone a hacerse
de tu amor sagrario!

Ven a nuestras almas
ven no tardes tanto


¡Del débil auxilio;
del doliente amparo;
consuelo del triste
luz del desterrado!

¡Vida de mi vida,
mi sueño adorado
mi constante amigo,
mi divino hermano!

Ven a nuestras almas
ven no tardes tanto


¡Véate mis ojos
de Ti enamorados!
Bese ya tus plantas
bese ya tus manos.

Prosternado en tierra
te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases
te dice mi llanto.

Ven a nuestras almas
ven no tardes tanto


¡Ven Salvador nuestro,
por quien suspiramos!

Ven a nuestras almas
ven no tardes tanto



Oración al Niño Jesús
(Para todos los días)



Acordaos, ¡oh dulcísimo Niño Jesús! que dijisteis a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad tan agobiada y doliente: "Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado". Llenos de confianza en Vos, ¡Oh Jesús que sois la misma Verdad! venimos a exponerte toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos por los méritos infinitos de vuestra infancia la gracia... de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a Vos, ¡Oh Niño Omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y que en virtud de vuestra promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestras súplicas.
Amén.

Historia de los Pesebres en Navidad



En el año 1223, la nieve cubría con su blanco manto la pequeña ciudad de Greccio, en el centro-sur de Italia. Las campanas repicaban festivamente, anunciando la noche de Navidad. Todos los habitantes, campesinos en su mayoría, se encontraban reunidos alrededor de San Francisco de Asís, quien intentaba explicarles el misterio del nacimiento del Niño Dios. Ellos escuchaban con respeto, pero... no daban muestras de haber comprendido realmente.

¿Qué hacer? San Francisco buscó algún modo más didáctico de explicar a los iletrados aldeanos la Historia de Navidad. Mandó traer una imagen del Niño Jesús, una cunita, pajas, un buey y un burro.

Los asistentes se miran entre sí, sorprendidos, pero salen a buscar todo rápidamente. En poco tiempo, el santo compuso la escena: En el centro, la cuna con las pajas; al fondo, los dos pacíficos animales. Faltaba apenas la imagen del Niño Dios. Con gran devoción, San Francisco la tomó en los brazos, para depositarla en la cuna.

¡Se da entonces el gran prodigio! Ante los ojos maravillados de todos, la imagen toma vida y el niño sonríe para San Francisco. Éste abraza tiernamente al Divino Infante y lo acuesta sobre las pajas de la cuna, mientras todos se arrodillan en una actitud de adoración.

El Niño Dios sonríe una vez más y bendice a aquellos campesinos allí postrados a sus pies. Pocos instantes después, había sobre las pajas una simple imagen inanimada... pero en el alma de todos permaneció el recuerdo vivo del Niño Jesús. ¡Él les había sonreído!

A partir de entonces, el pueblo de Greccio armaba todos los años el "pesebre de San Francisco", con la cándida esperanza de que el milagro se renovase. No fueron engañadas sus esperanzas. Aunque la imagen no volvió a tomar vida, la Virgen María les hablaba especialmente al alma en esas ocasiones, con gracias sensibles. ¿Qué gracias? Las gracias propias a la Liturgia de Navidad.

¿Sólo para los aldeanos de Greccio? ¡No!  En todos los pesebres del mundo está presente el Niño Jesús -Con María su Madre y San José- a la espera apenas de que nos acerquemos para, también nosotros, recibir una sonrisa y una bendición.

Es justamente por ese motivo que se esparció por todo el mundo católico la costumbre de armar pesebres por ocasión de Navidad.

Invitación

Como los habitantes de Greccio, arrodíllese piadosamente delante del Niño Jesús en el pesebre y, por intercesión de la Santísima Virgen María, al rezar la Novena de Aguinaldos, pida para Ud. y para todos sus seres queridos esta sonrisa que comunica felicidad, esa bendición que transmite paz.


Texto tomado del Libro:  Novena de Aguinaldos - Caballeros de la Virgen - Autor Fray Fernando de Jesús Larrea